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Interiormente impacta su rigurosa construcción con dos placas dual mono, independientes para cada canal, aunque la alimentación es compartida. Utiliza 5 válvulas por canal en una configuración de tres etapas: la primera etapa es un amplificador de alto rendimiento y bajo ruido basado en un par de válvulas Sovtek 12AX7LP, a continuación un amplificador diferencial de alta ganancia con una sola válvula Sovtek 12AX7WB, en este punto se aplica una ecualización RIAA puramente pasiva, y finalmente en la última etapa, la amplificación final la proporciona otra Sovtek 12AX7WB y en la salida una Sovtek 6922. Las válvulas proporcionan toda la ganancia sin que dispositivos de estado sólido interfieran en la trayectoria de la señal. Por el contrario, la fuente de alimentación es de estado sólido y está basada en dos transformadores de bajo flujo, que siempre se mantienen conectados a la corriente aunque el Rhea se encuentre en modo de espera.

Todas las funciones las controla un microprocesador digital, pero que no se alarmen los más puristas, el chip solo se activa si se le ordena realizar alguna función, sino permanece apagado –además esta sección está protegida del resto del circuito de amplificación y los cables van por un canal blindado desde el panel posterior al frontal–.

Conecté mi cápsula Ikeda KAI al Aesthetix e hice un par de pruebas con diferentes ganancias –68-62 db–, optando finalmente por 62 db y 75 ohms de carga. Tengan en cuenta que con el Rhea podemos optar por 7 ganancias diferentes y 9 cargas distintas, y además si se precisa algún otro valor se pueden instalar las resistencias apropiadas por encargo. La conexión con el preamplificador Criterion de Jeff Rowland fue a partir de sus salidas balanceadas, con un cable Cardas Golden Reference XLR y aunque posteriormente me gustó más la conexión single-ended, achaco la diferencia a la mejora en el cable, en este caso un Cardas Clear RCA.

La unidad estaba perfectamente rodada y además tuve la oportunidad de apreciar sus virtudes en el show organizado en Barcelona por Arts Antiqua Audio el pasado mes de Noviembre. Sabedor del presente análisis, aproveché la amabilidad y conocimientos de sus responsables, quienes tuvieron oportunidad de instruirme acerca del funcionamiento y ajuste del Rhea. Y aunque los sistemas allí presentados eran excelentes, lo que yo quería era poder probar el Aesthetix con mi equipo y en mi sala. No tardé demasiado en tenerlo en mis manos, perfectamente embalado y con abundantes protecciones. Sólo tenemos que “despegar” su cubierta superior y colocar las válvulas, conectar los cables y esperar un tiempo prudencial para que se vaya calentando. Respecto al tiempo que debe transcurrir para la escucha óptima del aparato, es suficiente con una cara de un disco, pero reconozco que tras una hora la cosa mejora considerablemente.

Escucha

Quiero empezar por uno de mis temas favoritos: Claro de Luna de Claude Debussy en una más que seductora adaptación para cello y piano interpretada por Mischa Maisky. Claro está que como estaba al tanto de las virtudes dinámicas del Aesthetix, quise mejor comprobar su delicadeza con este tipo de piezas y la verdad es que me ha sorprendido su alto nivel de detalle. El intérprete toma y suelta aire como si realmente estuviese ante nosotros y, lo más importante, la música fluye de una forma deliciosa, menos líquida, pero mucho más presente. Está claro que el Rhea es un componente que va a destacar por su cercanía con el oyente. Como les diría a mis amigos, “este es de la fila 3”.

 

Pasamos ahora a una ópera, el Macbeth de Verdi en la interpretación de Abbado para DGG. El drama se abre con una tétrica introducción que precede al coro de las brujas, brutal en todos los aspectos, de una fuerza demoledora, ideal pues para comprobar el comportamiento dinámico del Rhea. No hay dudas al respecto, este es su punto fuerte, porque domina con soltura los grandes contrastes dinámicos de este fragmento. Con una orquesta exuberante y unas voces que apenas susurran, el efecto que proporciona el Rhea es de gran dramatismo, máxime cuando más adelante aparecen las voces de Cappucilli y Ghiaurov. He de reconocer que el Aesthetix se impone por su fuerza y claridad inigualables. En los golpes orquestales es de una exactitud y profundidad deslumbrante, al tiempo que la poderosa voz de Ghiaurov nos sobrecoge. No me resisto a volver a una de mis arias preferidas interpretadas por el bajo búlgaro, “Ella gimmai m’amò”, al inicio del IV acto de Don Carlos. El Rhea ofrece un plus de nitidez a esta excelente grabación de Decca, destacando las modulaciones de la voz de Ghiaurov que ahora se ha liberado del velo que lo cubría y se expresa más definidamente, transmitiéndonos su melancólico pesar.

En cuanto al tratamiento de grandes masas orquestales se me ocurrió enfrentar al Aesthetix a los conocidos Valses del Caballero de la Rosa de Richard Strauss, en la interpretación de Rudolf Kempe para EMI. Las obras de Strauss siempre contienen un amplio aparato orquestal, y esta serie de fragmentos, extractos de la conocida ópera, no son una excepción. El Rhea se desenvuelve con soltura, o mejor dicho, sobradamente, por su forma resolutiva y de total entrega, ofreciendo una amplia escena sonora que se expande considerablemente hacia ambos laterales. Cada grupo de instrumentos se muestra de forma diferenciada, con personalidad propia y gran lujo de detalle. Destaca por el impacto, la gran presencia y fuerza que es capaz de transmitirnos, respecto a anteriores escuchas, ahora la orquesta tiene más músculo, el sonido es más directo, los detalles más creíbles y cercanos.

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