ATC SCM-11 V2: Una deuda pendiente
Muchos son los altavoces ingleses que he podido escuchar y disfrutar durante mis años de afición a la alta fidelidad. Marcas como Harbeth, Rogers, Spendor, Epos, Mission, B&W, Rega, Proac, Monitor Audio y un largo etc. han pasado, o bien por mi sala como propietario, o bien porque los he podido escuchar, con mayor o menor exhaustividad, tanto en mi casa como en casa de otros aficionados.
Pero he de reconocer que una marca inglesa del prestigio de ATC –Acoustic Transducers Company– nunca se me había cruzado en mi camino. Era una cuenta pendiente que tarde o temprano debía zanjarse y es ahora cuando se me ha ofrecido esa oportunidad. La expectativa era alta, pero la prudencia que me han dado los años como aficionado al HiFi, sobre todo en la escucha de monitores de pequeño y mediano tamaño, me hace ser cauteloso antes de realizar un juicio de valor.
Sí es cierto que siento un cierto rubor al realizar dicha confesión sobre ATC. No haber escuchado nunca una marca que fue fundada en 1974 por Willy Woodman para el campo profesional y que pronto se hizo un sitio de honor entre los grandes –recordar que Pink Floyd y Supertramp estuvieron entre sus usuarios– me creaba un poco de malestar, al tiempo que ampliaba mi necesidad de poder escuchar algo de la fábrica inglesa cuando se presentara la ocasión.
Pronto la marca pasó del campo profesional al doméstico con igual éxito y aceptación. Sus transductores estaban, sin duda alguna, entre los mejores del mundo y en su variado catálogo encontramos tanto versiones en modo activo como con filtro pasivo. El mito crecía haciendo que tanto profesionales como aficionados respetaran e incluso admiraran sus diseños.
Pero no me quiero extender en la apasionante historia de ATC en el campo profesional, ya que hay materia para escribir un libro. Sólo mencionar que sus diseños son utilizados en algunos de los mejores estudios de grabación a lo largo del mundo: ABKCO, AIRE, ALCHEMY MASTERING, PARAMOUNT, DTS, SONY MUSIC, WARNER BROS… así que vamos a centrarnos en el modelo SCM-11 V2 que es el protagonista y responsable de que salde mi deuda pendiente con la prestigiosa marca Inglesa.
Viendo y tocando las pequeñas ATC
Con los altavoces pasa como con las personas, aunque las veas a través de fotografías, por muy detalladas que estas sean, nunca tendrás las mismas sensaciones que cuando las puedes observar en persona. Al abrir el embalaje y sacar las ATC SCM11 de la caja lo primero que percibí fueron dos aspectos. El primero de ellos sus formas curvas, que si bien no le dan un aspecto innovador ni impactante, los hace más atractivos. Es cierto que el motivo real de esta ligera curvatura es otorgar mayor rigidez al recinto y la eliminación de ondas estacionarias que puedan emborronar el sonido. Esta solución técnico-estética ha sido ya empleada con asiduidad por diferentes fabricantes de altavoces con bastante éxito.
El segundo aspecto que me llamó la atención es su peso ligeramente superior a la media, en gran medida por el propio de los transductores. El acabado es correcto, aquí ya dependerá del gusto de cada usuario, yo lo veo bonito y teniendo en cuenta el precio en el que se mueve el monitor de ATC se podría calificar como irreprochable. La terminación de estos altavoces que voy a probar es en contrachapado en madera de cerezo, aunque también la podemos obtener tanto en color negro como en blanco.
La rejilla protectora de los altavoces tiene reminiscencias del mundo pro. Aquí ATC nos muestra un punto original o distinto con respecto al HiFi doméstico. Se trata de una protección metálica, de hecho ésta se mantiene por el fenómeno del magnetismo con pequeños imanes, evitando así agujeros en la madera de los recintos. Como punto fuerte está su funcionalidad, pues su eficacia protegiendo los drivers de accidentales golpes es total –así podemos confiarnos si tenemos niños o animales domésticos en el hogar–. Esta rejilla deja ver los altavoces a través de pequeños hexágonos entrelazados. En este apartado que cada uno saque sus propias conclusiones sobre la estética de esta solución. A mí particularmente me gustan más las SCM-11 sin dicho complemento, pero he de reconocer que esto me ocurre prácticamente con la mayoría de los altavoces del mercado. Otra tercera circunstancia a mencionar, pero de la cual ya tenía conocimiento, es la ausencia de puerto réflex. Posteriormente veremos cómo influye este hecho en el sonido de los SCM-11 V2.
Los transductores de la última versión de las SCM-11 han sido fabricados en las propias instalaciones de ATC en la fábrica de Stroud Reino Unido. Su tweeter, de cúpula blanda es de 25 mm sin ferrofluido, como siempre ha defendido la marca, y con motor de Neodimio. Altísima calidad para el primer altavoz de agudos fabricado por ATC. Por otro lado el encardado de la zona media y graves es un Mid-woofer de 6″ con un imán imponente, sello indiscutible de la marca inglesa. Este hecho, como ya se ha referido anteriormente, le da un peso importante tanto al propio altavoz así como al total del conjunto –prácticamente 11 kg–. El uso de estos imanes sobredimensionados hacen que las excursiones del mid-woofer sean muy amplias sin que aparezca distorsión a niveles de presión sonora elevada.