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Analizando el sonido, con la objetividad y relativa rigurosidad que permite cualquier evento semejante, he de reconocer que con las dos combinaciones basadas en el sonido de las cajas acústicas americanas de Rockport Technologies, disfruté plenamente.

A pesar de que las semejanzas entre el modelo superior Avior y el inferior Atria son enormes -la única diferencia entre ambas es el inferior tamaño de las Atria montando un woofer menos que las Avior-, el sonido de ambas instalaciones fue bastante diferente. El mayor cuerpo y capacidad de las Avior de llenar de música la estancia, incluso siendo esta de mayor tamaño, resultó determinante para conseguir reproducir una imagen sonora de gran tamaño y un superior realismo. Sin lugar a dudas, para alcanzar esta solvencia en su desempeño, tuvo un papel fundamental la sorprendente amplificación que los responsables de Ultimate Audio eligieron para esta ocasión, las etapas clase D de la joven compañía holandesa Mola Mola. Con esta apuesta el distribuidor demostró la amplia confianza que tienen en la calidad sonora de estas pequeñas etapas, pues junto a ellas y como intimidantes guardianas -por su soberbio tamaño y construcción-, de la preservación máxima del mejor sonido posible, estaban las imponentes etapas ASI Grand Mono, listas para funcionar si hubiese sido necesario. Para alivio de los responsables de Ultimate Audio, y para desgracia de los asistentes, estas últimas no fueron requeridas para demostrar su fantástico sonido -que muchos ya pudimos escuchar en la pasada Elitexpo- en esta ocasión.

El sonido entregado por las etapas Mola Mola fue rotundamente contundente y poderoso en aquellas ocasiones en las que se subía el volumen con alegría, y dulce y cálido en las que la grabación lo requería. Realmente supusieron una revelación para un gran número de asistentes, aunque muchos todavía necesiten olvidarse de ciertos prejuicios y de su arquitectura en clase D para dejarse seducir por ellas.

Me atrevería a decir que incluso el sonido conseguido con el tándem Mola Mola – Rockport, fue más caliente y relajado que el también extraordinario sonido ofrecido por la amplificación a válvulas VTL. Aunque para ser justos, hay que reconocer que gran parte de la culpa de esta sensación, puede deberse al recién salido al mercado nuevo servidor de Aurender, modelo W20 que sonó en este sistema, pues seguro que demuestra una superior calidad a la de su hermano pequeño S10, aunque sólo sea por el funcionamiento a baterías de su sección digital.

La combinación Atria – VTL supuso la demostración palpable de que las deficiencias atribuibles a amplificaciones a válvulas, de falta de control del grave o poca velocidad o dinámica, son reminiscencias del pasado. Es cierto que las etapas VTL eran muy poderosas, e incluso excesivas para los requerimientos de potencia de las cajas Rockport. Lo cierto es que el sonido exhibido fue magnífico, con un control y dinamismo fantástico, pero también pleno de detalle y delicadeza. Quizás algo menos denso que el de las superiores Avior, pero totalmente equilibrado y placentero.

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