En mi vida he experimentado algo más radical, ya que más o menos a los 45 minutos de empezar a sonar, el Almarro sufrió una transmutación digna del más genuino Dr. Jekill. En cuestión de 5 minutos se produjo una apertura del sonido que simplemente me dejó boquiabierto. El extremo grave adquirió toda su extensión control y articulación. Pasando así de ser lento y flojo, a tener una intensidad controlada digna de algunos de los mejores amplificadores de estado sólido. El agudo no se quedo atrás adquiriendo fluidez, ímpetu y extensión sin ser nunca cabezón. La mejora fue consumándose durante la hora y media siguiente llegando su punto culminante más o menos a las dos horas de empezar la escucha.
Visitaron mi sala diferentes compañeros de afición, pero éstos ya llegaron con el milagro consumado. Claramente es mejor llegar a tiempo que rondar mil años. Y ya una vez cuando quedó claro que se había obrado la prodigiosa mejora de nuestros invitados, me dispuse a realizar una evaluación crítica de su sonido. Estaba con ganas ya que quería confirmar las sensaciones positivas que había acumulado en Alemania.
Y la verdad que la asociación del integrado Almarro con las cajas Casta no podía ser más efectiva. Una vez solventada y superada la primera impresión, me encontré con un sonido muy de mi agrado. Las Model A tienen una extensión en frecuencia de 50 Hz. a 20 Khz. y una sensibilidad de 93 dB/W/m con una carga de 8 Ohms. Tienen un woofer de fibra de celulosa de 8” y un twetter de 1 pulgada de radiación indirecta, con una tecnología que Casta denomina “Zero Compression Direct Front Loading”.
El Almarro A318B es un integrado a válvulas en clase A, que proporciona 18 vatios por canal, con un consumo de 260w y un peso aproximado de 20 kgrs.
