Tampoco podemos olvidar las mejoras aplicadas al corte del diamante, lo cual proporciona estabilidad y suavidad a la lectura, prolongando la vida útil de la cápsula. Por último me referiré al circuito de alta velocidad de reproducción magnética que, en palabras de Nakatsuka, posibilita el que los elementos armónicos que determinan la textura de cada instrumento puedan ser reproducidos simultáneamente.
No soy muy partidario de estas veleidades técnicas en los artículos pues, al fin y al cabo, lo realmente importante es el sonido final, pero en este caso se justifican por lo significativo de tales innovaciones y por como el señor Nakatsuka se refiere a ellas en el manual que acompaña a la cápsula, insistiendo constantemente en cómo estos sutiles refinamientos influyen decisivamente en las características de la escucha.
Nuestra invitada posee unas cualidades técnicas superlativas, pero veamos cual es su comportamiento en la escucha. Para tal cometido se han elegido una serie de discos clave, aquellos que todos tenemos en alta estima y que siempre utilizamos para comprobar las virtudes de un nuevo componente. En mi opinión, lo más adecuado es transcribir aquí una de esas tardes en las que, reunidos con algún amigo que comparte esta grave enfermedad, nos deleitamos con esas excelentes grabaciones que consideramos de referencia.
Se inicia nuestro viaje musical con el segundo movimiento del primer concierto para piano de Beethoven, interpretado espléndidamente por Michelancheli y Giulini, excelente toma de sonido del sello amarillo de un concierto público registrado en Viena en 1979. El hecho de que sea un registro en vivo es muy significativo, pues lo que en anteriores audiciones suponía un preludio de toses, supone ahora el marco perfecto que nos introduce en la sala de conciertos, indicándonos su profundidad, amplitud, etc. Con las primeras notas del piano descubriremos una de las características de esta cápsula, la exactitud con que reproduce el timbre de dicho instrumento, no se trata sólo de la nitidez que nos permite seguir con claridad meridiana el sonido del marfil al accionar los macillos que golpean la cuerda, sino que cada una de las notas es reproducida con total fidelidad, desde el generoso cuerpo de las notas más bajas al exquisito brillo de las notas más altas de la escala, siempre mostrando unos armónicos exuberantes.
He tenido oportunidad de corroborar dicha afirmación con otros discos, como la fulgurante versión de la sonata 32 del propio Beethoven realizada por Ivo Pogorelich para DG, o la inteligente interpretación de las sonatas para piano de Mozart por András Schiff para DECCA. Por su parte, la orquesta se muestra con todo lujo de detalles, la Omega nos brinda una lección de delicadeza, mostrándonos la perfecta textura de cada uno de los instrumentos, el resultado de conjunto es prodigioso.
Segunda parada, concierto para violín de Beethoven interpretado por la joven violinista holandesa Janine Jansen, con Paavo Järvi a las riendas de la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen, una grabación realizada por Decca en el 2009 y que ha sido incluida en la edición especial de vinilo “The Decca Sound” publicada en 2011. Un lujo para los amantes del vinilo y de la buena música. Nos centraremos aquí en el segundo movimiento donde la ZYX Omega nos ofrece tal calidez en el sonido de la cuerda que nos deja atónitos, en verdad les digo que se puede escuchar hasta la última nota del Stradivarius de 1727 que Jansen tiene en sus manos, el sutil acompañamiento de la orquesta ofrece el marco perfecto para definir la escena sonora, mientras que la suave cantinela del violín nos ofrece un espectáculo sonoro repleto de mil detalles, máxima delicadeza en las notas agudas y perfecta resonancia en la zona baja, incluida la respiración de la intérprete. La sensación de perfección es absoluta, la presencia de los intérpretes es absolutamente real y el tamaño del instrumento exacto.
Dejemos al genio de Bonn para dar un salto en el tiempo que nos llevará un siglo después a las postrimerías del siglo XX, con “Des Knaben Wunderhorn” de Mahler. He elegido un disco que permanece inalcanzable tanto por su belleza interpretativa como por su calidad técnica, un EMI de 1968 con Fischer Dieskau y Schwarzkopf totalmente entregados y la dirección apasionada del gran Szell. Llegados a este punto vamos a desvelar uno de los puntos fuertes de la Omega, el instrumento más difícil de reproducir, la voz humana. No importa el fragmento elegido, pues la voz de los intérpretes es tratada con tal realismo que nos dejará sin palabras, un disco sublime. La voz adquiere una dimensión real pues posee el peso apropiado además de un timbre exacto, pero sobre todo porque su posición en el espacio sonoro es palpable. Nítida, delicada y aireada serían algunos de los adjetivos que mejor describen las bondades de esta cápsula en relación a la reproducción de la voz. En esta grabación puedes sentir la presencia viva de los cantantes en un primer plano, dejando el resto de la escena para una orquesta vibrante, repleta de mil detalles, con un bajo portentoso.