Pequeña maravilla
Chord Electronics –no confundir con la empresa Chord de cables–, fue fundada en 1989 por John Franks, quien sigue al frente de la empresa, y posiblemente sea correcto afirmar que se dio a conocer mundialmente por sus rápidas etapas de potencia, cuyo funcionamiento es tradicional en clase A-AB, pero con la particularidad de contar con fuentes de alimentación conmutadas, una novedad que introdujeron hace más de veinte años cuando nadie más en la industria del audio doméstico se atrevía a salir de las tradicionales fuentes lineales. Pero lo avanzado y refinado de sus fuentes conmutadas, y los buenos resultados de esas etapas, ayudaron a dar popularidad a la marca en su Gran Bretaña natal y en todo el mundo.
El aparato que probamos en esta ocasión no es una etapa de potencia sino que se encuentra en el extremo opuesto del equipo: es una fuente digital, pero también aquí Chord ha dejado su impronta de originalidad. Después de contar con productos digamos corrientes –conversores y lectores integrados usando chips estándar de la industria–, hará una década lanzaron el DAC64, un convertidor digital-analógico que revolucionó el mercado con dos características únicas. De un lado el uso de una gran memoria o “buffer” en la que almacenaba los datos procedentes de la fuente digital, para resincronizarlos minimizando el “jitter” o imprecisión temporal –recuerdo que era curioso ver cómo la música reaccionaba con segundos de retardo a nuestros comandos en el transporte–. Por otro lado el DAC 64 estrenaba una tecnología que pocos se habían atrevido a probar para la conversión en sí, y en lugar de “tirar” de chips industriales –los ofrecidos por Burr-Brown, Crystal, Analog Devices, Wolfson, Sabre, etcétera– aplicaba una solución a medida, usando un chip de puertas lógicas y programándolo con un código particular para esta función, lo que permite a la marca ajustarlo totalmente a su gusto y necesidades.
La diferencia clave está en que, al final, cuando alguien diseña un DAC usando uno de esos chips estándar, sólo puede optimizar hasta cierto punto lo que el fabricante del chip preparó. Basta ver muchos circuitos de lectores o convertidores, y compararlos con la placa de evaluación que el propio fabricante ofrece y cuyo diseño está siempre en su web para quien quiera usarlo, para darse cuenta de lo poco que se puede –o quiere– hacer para mejorar esa referencia… Chord en cambio tuvo que enfrentase a una hoja totalmente en blanco para diseñar su DAC, desde el mismo núcleo del convertidor –en código de programación del chip FPGA– hasta sus salidas analógicas.
El Hugo, sin embargo y como veremos, es mucho más que un DAC: también es un amplificador portátil para auriculares, por eso está alimentado por baterías… por eso y porque, de regalo, esa limpia alimentación le permite brillar en su función como fuente de un equipo estático. Y además de convertir señales digitales procedentes de una fuente a través de una conexión óptica, coaxial o USB, también es capaz de reproducirlas enviadas por Bluetooth desde un dispostivo móvil. Una pequeña maravilla…
Diseño
Una densa cajita metálica del tamaño de dos móviles, mecanizada con mucho lujo y excelentes acabados, el Hugo está lleno de trucos… aunque qué remedio le queda, dada su conectividad y funcionalidades, y el poco espacio disponible. Los dos extremos están llenos de conexiones, además de un microinterruptor para ponerlo en marcha, y dos micropulsadores para seleccionar fuente y accionar el circuito de “crossfeed” para auriculares.
Manejarlo la verdad es un placer, pero al principio hace falta echar muchas miradas al manual porque todo funciona a base de códigos de colores con LED, que no hay forma de apagar –una función que yo les propondría para un próximo firmware– y que a veces dan un poco sensación de árbol de navidad… La fuente seleccionada o el nivel de batería se nos indican con sendos LED en la ventana principal, la frecuencia de muestreo o tipo de archivo se muestra con el color de la otra ventana, el nivel del volumen por el color del propio mando giratorio… lo dicho, gama cromática no nos faltará –¡no apto para daltónicos!–.
Dentro de esta cajita habita una sola placa de circuito impreso muy densamente poblada, y a la que se conectan -aparte de todas las entradas, salidas y mandos- dos baterías de Litio de buen tamaño –por ellas el Hugo tiene el grosor que tiene–. Como sabemos aquí dentro no hay ningún chip convertidor, sino un Xilinx Spartan LX9 programable de última generación. El padre de este tipo de conversión es Robert Watts, originalmente aficionado al sonido analógico y que parte por casualidad, parte por perseguir un sonido más analógico durante los primeros tiempos de la era digital, ha acabado usando esta solución y convirtiéndose en un experto de primer orden en audio digital. Según él la clave está en el filtro digital, que puede responder a sus propias condiciones –en un chip comercial es “cerrado”–, y para que fuera óptimo necesitaría un chip con infinitas puertas lógicas. Aquél primer DAC 64 tenía un chip que permitía usar 1.024 pasos en el filtro digital, que ya es un orden de mangnitud más de lo que suelen tener los chips estándar, y el moderno chip del Hugo ha permitido pasar a usar 26.000 nada menos.
En cuanto a las salidas analógicas, son muy capaces ya que deben poder manejar auriculares hasta de baja impedancia. En realidad el Hugo es un amplificador capaz de dar 1W –haría sonar bien directamente altavoces de alto rendimiento…–. El volumen es otra ventaja añadida de la tecnología usada en la conversión, pues funciona en el dominio digital pero sin pérdida detectable de resolución: con un nivel de ruido de 140 dB y esa misma resolución… seguro que si en nuestro equipo detectamos algo el origen será otro que la pequeña maravilla de Chord.
No debo olvidar comentar que en la cajita vienen más accesorios, además del Hugo y un cargador para sus baterías –que podemos usar como “alimentador” aunque realmente tira de las baterías para evitar ruidos–. Hay una memoria USB con los driver y el manual, y un completísimo juego de cables de todo tipo con los que es imposible no quedar satisfecho. También un adaptador coaxial para la entrada digital, pues las salidas analógicas RCA admiten conectores grandes –sin pasarse– pero ésa no. Ah, y unas gomas elásticas que sirven para protegerlo, tres por lado colocada en las ranuritas mecanizadas en el cuerpo del Hugo.
Pruebas de escucha
Sabía que no han sido pocos los que han elegido el Hugo como compañero portátil para sus auriculares y, tras probarlo por curiosidad en el equipo estático de casa, han descubierto tan buenas prestaciones como convertidor que lo han dejado ahí… así que ésa ha sido mi prioridad en este caso. También me ha acompañado en escuchas de auriculares, con la ventaja en este caso que su portabilidad añade, para usarlo con mi portátil en la habitación o el jardín de casa, o en la oficina.
Mi experiencia anterior con Chord siempre ha sido de productos que enseguida muestran su carácter, guste o no. Si nos gusta, el sonido nos enganchará enseguida y nos haremos incondicionales de la marca, si no encaja con nuestro gusto –o nuestro equipo tal como esté configurado en ese momento– ocurrirá lo contrario. Yo he pasado por ambas fases, aquél DAC 64 por ejemplo no me convenció en su momento –aunque no recuerdo qué tenía entonces–, pero luego disfruté mucho de una etapa SPM 1200 una temporada hasta que cambié otros componentes y no encajó. El Hugo sigue esa tradición: en cuanto lo escuchas sabes qué perfil sonoro ofrece, es curioso qué “diferente” suena a otros convertidores… ¡me lo pone fácil, la verdad! Y es que a veces hay DAC o fuentes digitales a las que es difícil dar un carácter determinado, pero como veremos éste no es el caso. ¡Y ojo que es algo subjetivo! De hecho buscando referencias sobre él he encontrado cosas contradictorias, pero tengo claro que es porque son opiniones y éstas se fundamentan en gustos personales, y en equipos concretos…
¿Y cómo es ese sonido tan particular y diferente? Pues, en una palabra: enérgico. Da igual el equipo en que lo haya probado, al introducir el “factor Hugo” ese equipo siempre ganaba unos puntos en viveza, en dinámica, mejoraba los ataques de las notas, parecía que la cantante de turno acababa de ver a alguien querido en el público y se ponía con más ganas…
Comparando el Hugo a mis otros DAC a través de conexiones SPDIF, las diferencias se diluían un poco, pero ese carácter dinámico y enérgico del Chord siempre salía a relucir. Quizás la alimentación a baterías juegue un papel en eso, pero el grave del Hugo es extendido y rico, y esa riqueza se mantiene hasta las frecuencias medias. En esto me ha recordado, y es todo un piropo, al Rega DAC, que tantas veces me arrepentí de haber vendido porque aunque no era tan detallado ni “perfecto” como mis DAC con chip Sabre, tenía un lado cálido, humano, qué sé yo, que echaba de menos… y que el Chord Hugo me ha devuelto.
El enfrentamiento que dejó más claro el perfil de cada aparato fue vía USB con el Auralic Vega, como sabrán nuestros lectores mi referencia como yo digo en precios “humanos” –por debajo del millón, y no de euros– desde que lo probé hace ya más de un año. Aquí seguía patente la energía que desprende el pequeño Hugo, pero aparecía en el Vega algo más de información, esas micropistas de algunas grabaciones que nos hacen imaginar cómo era el estudio o escenario donde se hizo la toma. Y según el disco o corte, había un DAC que claramente era preferible a mi gusto: el Auralic ganaba con las voces por su suavidad aterciopelada pero sin perder detalles –al contrario–, el Hugo destacaba con las guitarras o el piano por su ataque directo y rápido. El Vega suena más refinado, más suave, y sigue emitiéndonos mucha información –el aire alrededor de una batería situada en segundo plano y su colocación en profundidad por ejemplo–, pero con el Hugo esa batería suena más viva y, según cómo sea la toma, alguna voz puede llegar a sonar agresiva antes que con el otro. Al final, podría concluir que el Hugo cambia algo de información por energía, y eso como digo según la grabación, el equipo o el gusto de cada uno, puede ser definitivo para que nos agrade en mayor o menor medida.
En mi portátil y en un nuevo minipc sin ventilador que tengo dedicado al audio –basado en Intel Z3736F con disco eMMC, por poco más de cien euros muy recomendables–, ambos con Windows, el driver de Chord no me dio ningún problema –uso Foobar y ASIO–, incluso reproduciendo a las máximas frecuencias admitidas. En el otro extremo también probé en el Hugo la recepción Bluetooth, algo sorprendentemente fácil de activar con un móvil o tableta por cierto, y funciona bien pero además de la limitación de calidad –16 bit y 48 kHz máximo– es algo para muy cortas distancias: más tarde descubrí que en la ficha técnica dicen “máximo 5 m” y no exageran. Pero para algo como Spotify y de forma casual, música de fondo o con visitas, un descubrimiento.
Y todavía no he comentado nada de la supuesta razón de ser del Hugo: como DAC portátil y amplificador de auriculares. Como portátil, nunca tuve crisis de autonomía así que las 12 horas que declaran de duración serán muy reales –yo diría que dura mucho más–. Como amplificador de auriculares muy bien en todo, pues tengo los dos extremos: con los intraurales era perfecto al no percibir ningún sonido de fondo, manejarlos con total soltura y con buen margen de regulación de volumen, y con los HD600 me sorprendió lo bien que los movía, pocos portátiles pueden con estos Sennheiser la verdad… Me gustó sobre todo mucho el circuito incluido de “crossfeed” –es decir que reduce la separación de canales para evitar la sensación de “vacío central”–. He probado unos cuantos circuitos de este estilo, desde los primitivos que ofrecían los americanos de Headphone hace más de dos décadas, hasta varios que usan el ordenador para procesarlos, pasando por los de Meier Audio, y seguro que me dejo alguno, pero éste es de los que más me ha gustado. Tiene tres niveles aparte de apagado, buena cosa ya que esto depende de cómo esté editada la grabación, y acabé usándolo siempre con auriculares, no hay mejor señal de que me gustó mucho.
No hace mucho tuve la oportunidad de probar un aparato portátil con algunas prestaciones comunes al Hugo, el Celsius Companion One: también estaba alimentado por baterías –con autonomía mayor– y además era reproductor, pues podíamos enviarle música con DLNA vía Wifi. También ofrecía una construcción y acabados muy lujosos, aunque en su caso el precio es bastante inferior al del Hugo, pero no tiene una conectividad tan grande como este ya que sólo tiene entrada USB –aparte de recibir música vía Wifi– y sólo salidas “Jack” –sin la más sólida conexión RCA como sí ofrece el Hugo–. El Companion me sorprendió por su buen rendimiento con auriculares y también como reproductor/DAC en el equipo fijo, y es una lástima que no haya coincidido en casa con el Hugo, pero aun tirando de memoria estoy seguro que el Chord es un DAC doméstico superior –además con el Companion me costó superar mentalmente el hecho de usar un cable Jack-RCA–. Con auriculares el dinámico Hugo también tiene ventaja, menos notable con auriculares fáciles de mover –los IEM– y más apreciable con los hambrientos Sennheiser, a los que además el perfil dinámico del británico les viene muy bien porque así aún parecen más vivos –los HD600 pueden sonar “sosos” si no están bien alimentados–.
Conclusión
Encuentro poco que criticarle al Hugo, y eso es muy bueno para él. Su perfil sonoro está para mí muy claro, si nos gusta apreciar la dinámica en el ataque de las cuerdas de un piano, o de una guitarra, o música que tenga mucho ritmo y graves, entonces nos gustará y mucho.
Alguien preguntará quizás… ¿y si no necesitamos para nada su portabilidad o sus prestaciones con auriculares? Pues tengo una buena noticia: se llama Chord 2Qute y es precisamente éso, un Hugo “fijo” con alimentación directa y salidas RCA, nada más y nada menos. Bueno, sí, otra cosa “menos”: es como un 30 por ciento más barato que el Hugo para idéntica –o quizás mejor vía USB ya que está aislado y en el portátil no– calidad de sonido.
Puntos destacados
+ Sonido enérgico y dinámico, con buen cuerpo y detalle.
+ Excelente como DAC fijo o portátil.
+ Compatible con todos los PCM y DSD (128) vía USB.
+ Reproduce vía Bluetooth o USB directo a móviles/tablet
+ Excelente amplificador de auriculares portátil
+ Útil circuito de “crossfeed”
+ Completa conectividad
– Mandos e indicadores poco claros
– Precio alto –atención al 2Qute–
PVP: 1.970 euros
Distribuye Evalitec
FICHA TÉCNICA
Entradas digitales: Óptica TOSLink (hasta 24 bit y 192 kHz), RCA coaxial (hasta 24 bit y 384 kHz), USB normal (16 bit y 48 kHz) sin drivers (compatible con tablets/móviles) y USB HD (hasta 32 bit y 384 kHz o DSD128). Receptor bluetooth A2DP/APTX (16 bit y 48 kHz) a 5 metros. Salidas analógicas: dos jack 3’5 mm, un jack ¼», dos RCA estéreo. Nivel de salida: desde 35mW (carga 600 Ohm) hasta 720mW (carga 8 Ohm), con 0’1% distorsión a 1 kHz. THD a 3V en salida de línea 0’0005%. Impedancia de salida 0’075 Ohm. Alimentación por dos baterías internas de Litio, autonomía 12 horas. Dimensiones: 100 x 20 x 132 mm. Peso: 400 gr.
EQUIPO ASOCIADO
Cajas acústicas
- B&W 802D
- Allegro by Ramallo
Amplificación
- Pass XA30.5 y X250.5
- Pass XP10
- Ars Sonum Gran Filarmonía
Auriculares
- Sennheiser HD600
- Shure SE530
Fuentes
- Auralic Vega DAC
- Buffalo 32 DAC
- Meridian 568.2mm DAC y previo/procesador
Cableado
- Nordost, Kimber, Siltech