Manejarlo la verdad es un placer, pero al principio hace falta echar muchas miradas al manual porque todo funciona a base de códigos de colores con LED, que no hay forma de apagar –una función que yo les propondría para un próximo firmware– y que a veces dan un poco sensación de árbol de navidad… La fuente seleccionada o el nivel de batería se nos indican con sendos LED en la ventana principal, la frecuencia de muestreo o tipo de archivo se muestra con el color de la otra ventana, el nivel del volumen por el color del propio mando giratorio… lo dicho, gama cromática no nos faltará –¡no apto para daltónicos!–.
Dentro de esta cajita habita una sola placa de circuito impreso muy densamente poblada, y a la que se conectan -aparte de todas las entradas, salidas y mandos- dos baterías de Litio de buen tamaño –por ellas el Hugo tiene el grosor que tiene–. Como sabemos aquí dentro no hay ningún chip convertidor, sino un Xilinx Spartan LX9 programable de última generación. El padre de este tipo de conversión es Robert Watts, originalmente aficionado al sonido analógico y que parte por casualidad, parte por perseguir un sonido más analógico durante los primeros tiempos de la era digital, ha acabado usando esta solución y convirtiéndose en un experto de primer orden en audio digital. Según él la clave está en el filtro digital, que puede responder a sus propias condiciones –en un chip comercial es “cerrado”–, y para que fuera óptimo necesitaría un chip con infinitas puertas lógicas. Aquél primer DAC 64 tenía un chip que permitía usar 1.024 pasos en el filtro digital, que ya es un orden de mangnitud más de lo que suelen tener los chips estándar, y el moderno chip del Hugo ha permitido pasar a usar 26.000 nada menos.
En cuanto a las salidas analógicas, son muy capaces ya que deben poder manejar auriculares hasta de baja impedancia. En realidad el Hugo es un amplificador capaz de dar 1W –haría sonar bien directamente altavoces de alto rendimiento…–. El volumen es otra ventaja añadida de la tecnología usada en la conversión, pues funciona en el dominio digital pero sin pérdida detectable de resolución: con un nivel de ruido de 140 dB y esa misma resolución… seguro que si en nuestro equipo detectamos algo el origen será otro que la pequeña maravilla de Chord.
No debo olvidar comentar que en la cajita vienen más accesorios, además del Hugo y un cargador para sus baterías –que podemos usar como “alimentador” aunque realmente tira de las baterías para evitar ruidos–. Hay una memoria USB con los driver y el manual, y un completísimo juego de cables de todo tipo con los que es imposible no quedar satisfecho. También un adaptador coaxial para la entrada digital, pues las salidas analógicas RCA admiten conectores grandes –sin pasarse– pero ésa no. Ah, y unas gomas elásticas que sirven para protegerlo, tres por lado colocada en las ranuritas mecanizadas en el cuerpo del Hugo.
Pruebas de escucha
Sabía que no han sido pocos los que han elegido el Hugo como compañero portátil para sus auriculares y, tras probarlo por curiosidad en el equipo estático de casa, han descubierto tan buenas prestaciones como convertidor que lo han dejado ahí… así que ésa ha sido mi prioridad en este caso. También me ha acompañado en escuchas de auriculares, con la ventaja en este caso que su portabilidad añade, para usarlo con mi portátil en la habitación o el jardín de casa, o en la oficina.