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La parte trasera del aparato dispone de una conectividad sobresaliente, aunque los conectores usados, tanto RCA como sobre todo de altavoz, destacan negativamente del resto del Crayon. Dispone de cuatro entradas, la primera sería la de fono si montamos la placa opcional –no en mi aparato de pruebas– y dos filas de microinterruptores permitirían en ese caso configurarla a fondo. La segunda y siguientes son entradas normales de línea, pero esta número 2 tiene la particularidad de contar con un divisor de tensión interno –dos microinterruptores en el exterior de fácil acceso– para su uso con alguna fuente digital con mucha señal –la rebajaría a la mitad–. Una idea que hace tiempo no veíamos, pero que se prodigó mucho hace un par de décadas, y que es útil. Todas las entradas se mantienen aisladas del aparato si no se usan, y todas cuentan con un filtro que elimina las interferencias de alta frecuencia por encima de 1 Mhz, algo según Krammer esencial en el tipo de circuito que él usa, muy rápido y con banda pasante que llega a casi 200 kHz –el corte de -3dB se declara en 140 kHz–, pues en el contaminado ambiente doméstico es fácil que se cuelen por varios aparatos señales de muy alta frecuencia –o sus armónicos– y que acaben provocando problemas en la escucha.

CrayonCIA1_trasera entradas

Escucha

Este integrado no ha dejado de sorprenderme desde que llegó a mis manos, y las buenas referencias que tenía de él creo que se quedan incluso cortas. Cuando más arriba decía que su precio me parecía relativamente bajo, confieso que me estaba conteniendo: lo voy a decir ya, el Crayon CIA-1 es un chollo, es el chollo del año o de la década y ofrece prestaciones sonoras que ponen en un compromiso a integrados y conjuntos de previo y etapa de mucho, incluso muchísimo, mayor precio. Recuerdo cuando probé hace algún tiempo el integrado Hegel H80, algo más asequible que este Crayon, y me pareció un sobresaliente amplificador totalmente recomendable en su precio; lo sigo pensando pero el Crayon juega en otra liga, en la liga de las amplificaciones capaces de dar “más” incluso con cajas que uno no pensaría de entrada.

CrayonCIA1_frente opc 2

Lo que ha hecho Crayon es raro: tenía un buen integrado en el CFA y ha tomado esa electrónica, despojándola de los “gadgets” de lujo, la ha metido en una caja más modesta –pero aún vistosa– y se ha permitido el gusto de que ofrezca incluso algo más de potencia. Cualquier marca habría aprovechado para “limitar” el amplificador económico o sencillo, para potenciar el más alto de gama, pero aquí parece haber sido incluso al contrario.

Bueno, ésa era mi conclusión y lo normal es que la publiquemos al final de la prueba, pero no me podía aguantar… ¿Qué es tan bueno en el Crayon como para haberme gustado tanto? Pues, sencillamente, “todo”, todo lo que uno espera que le dé una amplificación del máximo nivel: para empezar, una capacidad sorprendente para mover cajas, y de eso puedo dar fe, porque desde las muy sensibles y fáciles Allegro hasta las más complicadas –sobre todo en baja frecuencia– Bowers 802D, tengo en casa prácticamente los dos extremos del abanico. Me faltó probarlo con cajas de baja sensibilidad –monitores que pese a lo que declaren pasan poco de 80dB–, pero visto lo visto y salvo casos extremos lo doy por bueno.

 

Con las Allegro no había nada de ruido de fondo –un punto delicado con cajas tan sensibles, 97dB en su caso– y la alegría, rapidez y apertura del sonido del Crayon les casaban como anillo al dedo. De hecho tengo pendiente dejárselo escuchar al padre de dichas cajas –Suso Ramallo–, que como alguien dijo tiene oído para escuchar crecer la hierba, y estoy seguro que se entusiasmaría como yo lo he hecho. Con las 802D la cosa empezó como “prueba obligada” y enseguida me dejó pasmado, no sólo por el medio y agudo tan detallado pero a la vez un punto dulce que sacaba de las británicas, sino y sobre todo por un grave profundo, un cuerpo que las 802D sólo ofrecen con muy buenas amplificaciones, y un impacto que rivaliza el de lo mejor que haya probado con ellas –quedándose, en este caso sí, un paso por detrás–. Durante mucho tiempo mi referencia entre etapas de estado sólido han sido las Pass Labs, el sonido de mi querida XA30.5 no se me olvida, pero este integrado Crayon no tiene nada que envidiarle a esa etapa que triplica su precio y necesita previo. Creo que el propio Nelson Pass se sorprendería o lo habrá hecho si ha tenido ocasión de escuchar el pequeño austriaco.

CrayonCIA1_trasera altavoces

La cualidad que más destacaría del Crayon es su rapidez, su agilidad, la dinámica que le aporta a la música que escuchamos, y que por ello la convierte en más “real”. Desde siempre la asignatura pendiente de un equipo de música está en la dinámica y en la naturalidad, comparando con el sonido del instrumento real. Hay otras electrónicas capaces de dar esa rapidez, y el uso de cajas de sensibilidad media o alta ayuda, pero es habitual tener que conformarse con otros compromisos: las amplificaciones rápidas suelen ser algo frías, las cajas muy sensibles suelen ser poco naturales… El Crayon consigue sonar rápido sin nada de frialdad, más bien al contrario, su sonido me recordaba muchas veces a la claridad y apertura “dulces” de la Pass XA30.5, pero con más autoridad y energía, ¡sí!

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