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Munich High End 2025: The Last Waltz

Munich High End, nuestra querida “Feria de Múnich” baja el telón para desplazarse hacia el este, concretamente a Viena, la preciosa capital austriaca. Es, por tanto, el presente reportaje el último relacionado con la que, con el transcurso de los años, pasó de convertirse en el gran cónclave del High End europeo a un evento de alcance mundial que durante dos décadas -con el paréntesis de las ediciones de 2020 y 2021 por cortesía de “Mr. COVID-19”- ha visto algunos de los cambios más relevantes habidos en la reproducción musical al más alto nivel en entornos domésticos. A su vez, el certamen bávaro tomaba el relevo, en un formato muy profesionalizado, a un evento más a la manera “clásica”, romántica si quieren, que durante años se había estado celebrando en un hotel de la cadena Kempinsky situado en las afueras de Frankfurt y a cuya última edición -2003- tuve la oportunidad de asistir. Como ya he comentado en ocasiones, he tenido la oportunidad -y el placer, porque la afición es la afición- de asistir a todas las ediciones de Munich High End que han visto la luz, por lo que la presente crónica tiene para mí una poderosa componente emocional pese a que, sobre el terreno, en estos días -15 a 18 de mayo, ambos inclusive, con los dos primeros rigurosamente “pro” y los dos últimos consagrados al público en general- de 2025 la sensación predominante ha sido la de “business as usual”. Efectuado este comentario personal, en las líneas que siguen intentaré reflejar mi percepción sobre lo que es el audio de excepción de nuestros tiempos y lo que nos puede deparar el futuro de un mercado -porque si no hay mercado no hay ferias- que sigue estando propulsado -para bien y para mal- por la pasión de una parte importante de quienes lo hacen posible. Por lo demás, les diré que me estuve pensando bastante el título del presente artículo, y, cierto, “vals” encaja mejor con Viena que con Múnich, pero, por otro lado, la realidad del momento me recordó el legendario concierto de despedida, en 1976, de la banda de rock The Band y el magnífico documental firmado por Martin Scorsese que vio la luz dos años después. Un recuerdo que tiene todo el sentido del mundo por cuanto la justificación última de la existencia del audio High End no es otra que la música.

21 años que han pasado volando, aunque, en realidad, con pocos cambios

“Después de celebrarse durante 21 años en el entrañable marco del Hotel Kempinsky Frankfurt, el prestigioso certamen High End ha cambiado en el 2004 de ubicación para satisfacer una creciente profesionalización del audio High End que sin duda constituye la mejor garantía para su supervivencia en el futuro inmediato. Cierto que se ha perdido en ese inconfundible “glamour” asociado al purismo extremo, pero, a la vez, el alto nivel de las empresas presentes, la penetración de lo audiovisual y la respuesta del público permiten albergar grandes esperanzas para el más importante cónclave de apasionados por el sonido absoluto que se celebra en el Viejo Continente.” Con estas palabras presenté, en julio de 2004, mi reportaje/crónica sobre la primera edición de Munich High End. Y lo terminé con estas líneas: “A falta de que en Europa se generalice la alta definición en vídeo (Sony tuvo el detalle de mostrar en funcionamiento su grabador/reproductor de Blu-ray Disc BDZ-S77, disponible ya en Japón), al menos sí vamos muy bien encaminados en lo que a audio de muy alto nivel se refiere. Es evidente que este High End 2004 ha supuesto la consagración –pese a las obvias fisuras que todavía presenta- del SACD como alternativa sólida al CD y, por supuesto, una nueva lección de musicalidad por parte de esos entrañables “trastos viejos” que son los discos de vinilo y las válvulas de vacío.”

Pocos cambios, cierto, porque con la excepción de una única y genuina “revolución”, y además con mayúsculas, es decir la irrupción de Internet y la correspondiente “maquinaria”, en la vida de los amantes del sonido absoluto, en 21 años apenas ha cambiado nada. Es más: puede decirse que incluso se ha producido una especie de regreso al pasado por cuanto el vinilo ha acabado desbancando al formato que en su momento casi acaba con su existencia, es decir el CD, y tanto el sonido multicanal como la imagen han desaparecido de la ecuación. De hecho, durante unos años el lema de Munich High End era “Der beste Ton, das beste Bild”, léase “El mejor Sonido, la mejor Imagen”, y la verdad es que guardo gratos recuerdos de demostraciones de conjuntos audiovisuales planteadas en clave High End y por tanto con un sonido mucho menos agresivo de lo que en su momento se pudo experimentar en eventos más “mainstream/pro” -según proceda- como el CES de las Vegas, el CEDIA de Indianápolis, el ISE de Amsterdam o la IFA de Berlín. Una realidad que permite reafirmarme en mi percepción de que el universo del audio doméstico sin compromiso es tremendamente conservador pese a que, desde luego, cambios en lo formal sí ha habido, y, como es lógico al estar refiriéndonos a más de dos décadas, muchos.

Conectando con lo que acabo de decir, y sin pretender que una crónica algo especial se convierta en un acto de nostalgia, sí les diré que durante años una una serie de propuestas verdaderamente diferentes, en cierto modo casi mágicas, que un buen día pasaron a mejor vida y jamás se repitieron. Una de ellas, importada de la berlinesa IFA, que en su momento era eminentemente audiovisual, estaba rublicada por la potentísima editorial germana -con sede en Stuttgart para ser exactos- Motor Presse, cuyas publicaciones especializadas Audio y Stereoplay, ambas todavía en activo aunque bajo el paraguas de otro grupo empresarial, tenían una influencia brutal. Influencia y recursos, por cuanto en la primera edición de Munich High End deleitaron a los presentes con una “superdemo” comparativa de cajas acústicas de referencia en la que, cito literalmente, “se utilizó como electrónica de ataque uno de los espectaculares modelos estereofónicos de la estadounidense Pass Labs, para control un previo de Viola (diseñado por Tom Collangelo, el auténtico genio de las recordadas creaciones de la legendaria Cello), como fuente digital uno de los diseños “top” de Accuphase y como fuente analógica el modelo cumbre de Clearaudio. En cuanto a los “competidores”, fueron los siguientes (en estricto orden de aparición): Thiel CS 7.2, Sonus Faber Stradivari Homage, Audio Physic Kronos, Focal-JMlab Grande Utopia Be, Wilson Audio Alexandria X2 y TAD Model 1. La prueba consistía en escuchar tres trozos de otras tantas piezas musicales, dos de ellas en digital y una en vinilo con cada una de las cajas mencionadas. Al final, se realizaba una votación a mano alzada sobre la prueba para ver quién había “ganado”. Ganaron las X2, aunque a título personal apunté que con algunos temas me gustaron más las Grande Utopia Be, algo lógico teniendo en cuenta que desde hacía poco menos de un año tenía una pareja en casa.

Otro de los grandes momentos del evento muniqués del que también pude disfrutar durante varios años fue la espectacular puesta en escena diseñada por la británica Bowers & Wilkins para demostrar de manera inapelable las posibilidades de la que en aquel entonces era su gama de cajas acústicas de referencia, la primera generación de su legendaria Serie 800 equipada con tweeters de cúpula de diamante, la Serie 800 Diamond. El “tinglado”, para mayor gozo de los asistentes a la “supersala” del M.O.C. donde estaba montado, duró varios años, y les puedo asegurar que era una “demo” irrefutable de lo que debe ser la Alta Fidelidad en general y su vertiente High End en particular: la grabación -con material digno de un estudio profesional- de una interpretación musical a cargo de un grupo digno de tal nombre, no de -con el debido respeto- una guitarra y/o una voz, tocando instrumentos amplificados y su posterior reproducción por un sistema multicanal -en aquel momento una de las tendencias en música multicanal pese a que finalmente no cuajó- protagonizado por cajas acústicas de la mencionada Serie 800 “D1”. ¿Y bien? Impresionante, y, visto con la perspectiva que sólo dan el tiempo y la experiencia, una contundente explicación del por qué de la elección, hace casi cuatro décadas y media, de las citadas “super Bowers & Wilkins” como monitores de referencia de los míticos Abbey Road Studios. 

2025: algunas ausencias, nuevas presencias… pero, sobre todo, “business as usual”

Y llegamos ya a la crónica propiamente dicha de este “Último Vals” -audiófilo- en Múnich. Como sin duda la mayoría de ustedes saben, el evento está organizado por la High End Society, en cuya página web –https://www.highendsociety.de/home.html– se anuncia ya la convocatoria del año que viene, bautizada oportunamente como Vienna High End 2026. Una de las ventajas de publicar el presente artículo un par de semanas después de la clausura de su protagonista es que se dispone de datos oficiales sobre el mismo. Así, en Múnich High End 2025 participaron un total de 501 expositores de 42 países que ocuparon la totalidad de los 30.000 metros cuadrados disponibles. En lo que respecta a los visitantes, se contabilizaron 22.818 en total, repartidos casi a partes iguales entre profesionales y usuarios finales, procedentes de 92 países, destacando especialmente Alemania, el Reino Unido, los países de Europa Continental, EE.UU. y China. Y en lo que concierne a la prensa, se acreditaron nada menos que 583 medios en un claro reflejo de la realidad de un sector que en buena medida tiene -para lo bueno y para lo malo- una componente anímica/emocional/pasional muy importante.

En línea con lo que se viene haciendo en los últimos años, la edición de 2025 se presentó con un lema y un “Brand Ambassador”: en concreto, “Passion for Music” y la cantante y compositora noruega -esponsorizada por el fabricante de cajas alemán KiiAudio- Anette Askvik respectivamente. Hubo también los tradicionales “Workshops” organizados por la prestigiosa publicación especializada Stereo, y, al igual que el año pasado, una pequeña pero potente “extensión” del espacio físico del certamen en el espectacular “hotel para coches” Motorworld, situado justo delante del M.O.C., y, justo es reconocerlo, un tipo de negocio que sólo es posible en países con una pasión por el automóvil -y un bolsillo potente- como Alemania. Permítanme no obstante matizar lo de “extensión del espacio físico del certamen” porque ninguna de las marcas presentes en el Motorworld figura en el catálogo oficial de Munich High End 2025.

En el título del presente apartado he incluido las palabras “ausencias” y presencias” porque me vienen de perlas para iniciar mi valoración de lo que han sido estos intensos -yo estuve tres- días en la capital de Baviera. Empezando por las ausencias, de hecho grandes ausencias en el contexto del sonido premium, me quedé con dos en particular: la del grupo Naim-Focal y la de la suiza Nagra. En el primer caso, igual con el barcelonés ISE los responsables de estos dos grandes nombres del audio High End europeo tuvieron suficiente. En el segundo caso, igual el dispendio -y el esfuerzo en recursos humanos- que comporta montar un “superequipo” como el que suele presentar la veterana compañía helvética simple y llanamente no les sale a cuenta, aunque es posible que su presencia en el certamen muniqués haya cumplido ya sus objetivos, que de hecho es lo que sucedió con Bowers & Wilkins hace ya bastantes años. Por cierto, este año tampoco pudimos disfrutar con la presencia de la legendaria firma de Worthing y las marcas pertenecientes a su mismo grupo, en especial Marantz y Denon, aunque es posible que en 2026 las cosas cambien con motivo de la próxima integración de las tres marcas en Harman International. En este sentido, me llamó la atención el “perfil bajo” exhibido este año por McIntosh y Sonus faber, me imagino que a cuenta de la adquisición de ambas por Bose, y, muy probablemente, por el “pastón” que soltaron en 2024 para celebrar por todo lo alto –“fiestorro” de altos vuelos incluido- el 75º aniversario de la primera de ellas. Tampoco se dejó ver la británica KEF, que durante años presentó su extenso catálogo en Múnich acompañada por electrónicas, de Arcam y Hegel, por citar dos que me vienen a la memoria.

Pasando a las “nuevas presencias”, he de reconocer que me gustó mucho lo que pude ver y escuchar en antes mencionado Motorworld, desde los diferentes espacios -exposición pura y dura, salas de escucha- del importador ATR hasta la enorme sala, con equipo estereofónico a la altura, de la alemana AVM, que este año celebraba su 30º cumpleaños. Todo ello sin olvidar ese dechado de buen gusto donde se dieron a conocer las propuestas de Lenbrook -con DALI, NAD y Bluesound brillando con luz propia- y Dynaudio. De ATR me gustó mucho la sala dedicada a la veterana Rotel, presidida por un conjunto formado por sus exquisitas electrónicas Michi -procesador digital de última generación con lector de CD incluido- y “supermonitores” de mi siempre admirada ATC. En cuanto a AVM, una de esas marcas muy “alemanas” -como T+A o Avantgarde, sin ir más lejos- debo reconocer que la “demo” protagonizada por sus electrónicas de más alta gama y las monumentales columnas de referencia absoluta Gemini de la estadounidense YG Acoustics -conducidas por mi buen amigo Matthias Böde- me dejó muy buen sabor de boca por su calculada grandiosidad y su excepcional transparencia. De NAD hay que señalar nuevas electrónicas a las que en su momento dedicaremos la atención que se merecen, mientras que DALI mostró con orgullo su nueva propuesta en cajas acústicas basada en su celebrado buque insignia, la KORE.

La tercera de mis “nuevas presencias” seleccionados de este año fue el merecidamente bautizado como “megasistema” demostrado por el importador alemán Audio Reference en una sala contigua -y semioculta- a su tradicional “superstand” repleto de componentes y conjuntos de, en el “peor” de los casos, muy altas prestaciones. Para no marearles innecesariamente, les diré que el protagonista de la que sin duda es la combinación visualmente más impresionante que he visto en el certamen Munich High End fue un sistema de altavoces formado por las columnas WAMM Master Chronosonic de Wilson Audio flanqueadas por sendos subwoofers pasivos Subsonic de la misma marca. En lo que concierne a la electrónica, corrió a cargo de la élite de Dan D’Agostino Master Audio Systems, los fastuosos modelos Relentless, mientras que la fuente digital estaba rubricada por dCS y la analógica por VPI… la verdad es que el giradiscos de marras casi parecía un “comediscos” a la vista de la opulencia tecnológica y la brutal belleza visual de sus compañeros en el contexto de un conjunto, que, si no me informaron mal, estaba valorado en unos tres millones de euros.

 

Dicho lo anterior, observen que en mi titular también he puesto que, por encima de todo, lo que percibí en Múnich fue “business as usual”. Por lo tanto, nada de despedidas ni sentimentalismos, porque el cambio de sede de nuestro querido evento audiófilo es, al menos así nos lo dan a entender sus organizadores, sólo eso: un cambio de sede: echen si no un vistazo a https://www.highendsociety.de/faq-high-end-vienna-1517.html. Y, en efecto, en el prácticamente inmutable “pack” formado por cuatro “Halle”, dos “Atrium” y las hileras de salas de escucha de las plantas 1 y 2 había productos para aburrir. Precisamente para no aburrirles en demasía intento, como cada año, que el presente artículo no sea una reseña interminable de productos sino una opinión personal sobre lo que nos depara el mercado del audio High End. En consecuencia, bien está dedicar unas líneas a comentar una de las propuestas más novedosas y exitosas del certamen muniqués, que, como no me canso de decir año tras año, es tremendamente conservador en su formato. Me refiero al “World of Headphones”, una idea nacida hace unos pocos años como fruto del éxito de la “Barra de Auriculares”, a su vez justificada por el advenimiento de servicios de música online en alta resolución como Qobuz, que, por cierto, este año fue uno de los grandes triunfadores de Munich High End gracias a la introducción, coincidiendo con el evento, de la esperada funcionalidad Qobuz Connect. Del “World of Headphones” se puede decir sin reservas que era una especie de “feria dentro de la feria”, con más de 70 marcas presentes, todas ellas dedicadas a las distintas facetas del audio personal. Mención especial merece al respecto la española Palma Audio, representada en Múnich por vez primera por su flamante importador alemán -audioNEXT- y que con los auriculares circumaurales convertibles -que pueden abrirse y cerrarse por su zona posterior con un pequeño giro, como si del casco de una moto se tratara, para que el usuario pueda disfrutar dos estéticas sonoras diferentes con sonido audiófilo- DHS-1 ha situado a nuestro país en el mapa del sonido de excepción para la escucha en la intimidad ampliando de paso el espectro de marcas patrias en High End. En esa misma zona se pudo ver, con presentación “oficial” incluida, la muy “posh” y asequible propuesta de iFi para disfrutar música en movimiento, viajando por vía aérea para ser exactos: los modelos GO pod Air y UP Travel.

Y ya que estamos con marcas españolas en audio con mayúsculas, cierto es que siguen siendo pocas, pero, en paralelo, no se puede negar que las que hay son cojonudas. Aparte de la recién llegada Palma Audio, hay que mencionar tres ya veteranas del Munich High End: la madrileña Wadax, la sevillana fono Acústica y la granadina Lorenzo Audiolabs. De la primera me complació en grado sumo ver que se utilizaron varios de sus modelos en diferentes conjuntos, todos ellos de referencia, signo inequívoco de una reputación -ganada a base de trabajo duro, créanme- a escala planetaria. Por su parte, de fono Acústica diré que no sólo sus cables, ocupación tradicional de la marca, son cada vez más elaborados y musicales -sutiles combinaciones de materiales mediante- sino que este año repitió con unas cajas acústicas de inconfundible estética e inmaculada factura, bajo la marca Avalos Sound, que además sonaban -atacadas por electrónicas de la suiza Goldmund- más que bien. En cuanto a Lorenzo Audio Labs, es innegable que rubricó, a través de la versión actualizada -MK2- de sus cajas acústicas de referencia, las monumentales y ultralujosas columnas LM1, uno de los indiscutibles “Best Sound” de Munich High End 2025 gracias a la combinación formada por una sala a la altura de las exigencias de su creador, un afinado al milímetro de la circuitería de filtrado y, aunque esto ya no es ninguna novedad, un equipo asociado en consonancia. Ha sido el presente mi cuarto año escuchando las LM1 en la capital bávara y les puedo asegurar que cada año han sonado mejor que el anterior; de hecho, me atrevería a decir que incluso me gustaron un poco más que en el evento organizado conjuntamente con el importador portugués Ajasom en Madrid a mediados del pasado mes de noviembre. Y no crean que he tenido que estrujarme los sesos para emitir este veredicto: me bastó con escuchar unos pocos temas musicales que me conozco al dedillo y, sinceramente, el “pulgar hacia arriba” definitivo lo puso la reproducción en vinilo -giradiscos SAT mediante- de un par de “cortes” del atemporal y magnífico -tanto desde el punto de vista artístico como del técnico- “Love Over Gold” de los Dire Straits… musicalidad pura y dura, sin más, de la que invita a estar largas horas redescubriendo la discografía de uno.

Llegamos ya a la parte final de mi crónica muniquesa. Más de uno se preguntará sobre lo que entre bambalinas se ha comentado sobre el “Best Sound” de este año, y, para serles sincero, les diré que da la impresión de que la verdadera competición se daba entre quienes buscaban el “Worst Sound”. No, no es coña: lo voy diciendo cada año, porque cuesta creer que sistemas inmaculadamente presentados y, tomen nota, carísimos, puedan llegar a sonar tan rematadamente mal. De acuerdo: cada uno tiene sus gustos, pero, sin ir más lejos, el equipo presidido por cajas acústicas de EgglestonWorks sonaba asquerosamente mal, hasta el punto de resultar físicamente molesto a los oídos, por lo menos los míos. A partir de aquí, la lista es larguísima, con el añadido de que conjuntos con cajas acústicas que un servidor adora, de Wilson Audio -había un montón- sin ir más lejos, sonaban a años luz de lo que pueden sonar: “misterios misteriosos”. Otros sencillamente eran difíciles de valorar por la sencilla razón de que se demostraban con música que “no procedía” para una evaluación rigurosa. ¿Cuáles me gustaron? Pues, también como cada año, no muchos, aunque sí mencionaré los protagonizados por la sueca Marten -alucinante el sistema, aunque sólo en exposición, Coltrane Supreme Extreme, y, se lo aseguro, físicamente a la altura de la trayectoria del genial músico al que rinde homenaje- y Kharma, sin olvidar la japonesa Esoteric -con Marten- sala de las exclusivísimas electrónicas “solid state” Constellation -con Wilson Audio- o la de sus homólogas a válvulas Absolare. También me gustó mucho, como cada año, la propuesta de la alemana Kaiser Acoustics, y, aunque les parezca extraño, el equipo de superior nivel propuesto por la danesa Audiovector, así como el precioso -¡con cableado Transparent, toda una novedad!- conjunto de Linn. Y, en plan “nostalgia total, la tradicionalmente enorme -y, también tradicionalmente, repleta de público sala presidida por las electrónicas de la surcoreana Silbatone Acoustics y los sistemas de altavoces “ultravintage” -inspirados en los legendarios modelos a bocinas de la estadounidense Western Electric- de la japonesa G.I.P. Laboratory. Mención especial para la alemana MBL y su maridaje con música clásica interpretada en directo en su espaciosa -y habitualmente abarrotada de público- sala pese a que sus opulentos y técnicamente muy elaborados sistemas de altavoces no sean santo de mi devoción. 

En cuanto a producto, podría empezar por al alucinante “transporte para streaming” Grandioso N1T de la mencionada Esoteric, los giradiscos -con mención especial para el novísimo Air Force IV y su impactante brazo de lectura- de la japonesa TechDAS, los hipersofisticados “complementos” para la lectura de vinilos -acojonante el “centrador” de discos ES 002- de la también japonesa DS Audio, el imaginativo brazo de lectura TH1 de la estadounidense Airon Audio y su increíblemente audaz homólogo Graviton Ti de la británica Wilson Benesch, el sofisticado sistema de lectura analógica GMT One de esta última, el reproductor de música en red de referencia absolutas formado por tres bloques- N50 de la surcoreana Aurender o las tan sofisticadas como musicales fuentes digitales de la estadounidense MSB Technology. Me gustaron mucho los componentes para tratamiento acústico de la tokiota AGS -Acoustic Grove System- y, a un nivel más popular, las incorporaciones a la gama Radia de Arcam, las refinadas electrónicas MOON de Simaudio, el flamante streamer RS151 de HiFi ROSE, la puesta al día -AL6- de las atemporales Klipsch La Scala, la novísima gama Summit de JBL, las nuevas series de pies aislantes de la canadiense IsoAcoustics y el “display” formado por la élite de Musical Fidelity en su totalidad. Es evidente que Pro-Ject Audio Systems le ha “puesto huevos” a la adquisición de la veterana firma británica porque la remodelación experimentada por su extensa gama -desde los imponentes Nu-Vista hasta sus series más populares- va mucho más allá de un simple lavado de cara pese a que la “demo” de los primeros con paneles planos de la estadounidense Magnepan reveló una total ausencia de sinergia. Había marcas de renombre que estaban de celebración, caso de los 40 años de existencia de la alemana WBT y los 100 de la japonesa Luxman, aparte de los 30 de la antes mencionada AVM. Y otras que rompían una lanza en favor de la reproducción de imágenes al máximo nivel, caso de la japonesa JVC, que junto con la alemana Loewe nos recordaron la fracasada unión de audio y vídeo en Múnich.

Si me apuran, incluso tengo mis propios favoritos en lo que a catálogos se refiere, empezando por el “Brand Book” de McIntosh y continuando con los de Marten, Scansonic, Silbatone+G.I.P., Laboratory o Sonus faber, sin olvidar el más creativo de todos: el editado por la danesa Ortofon -que también presentó una nueva gama d cápsulas fonocaptora de bobina móvil “high tech” asequibles, la MC X- con el elocuente título “Everything you need to know about Phono Cartridges (… but didn’t know to ask)” para explicar de una manera rigurosa pero divertida los entresijos de la lectura de vinilos y que “robé” de la sala privada destinada a los visitantes profesionales. Pero si en este Munich High End 2025 hubo un producto que me dejó literalmente boquiabierto, fue sin duda el giradiscos Magnezar y el brazo de lectura KD-ARM-AP12, ambos de la estadounidense Klaudio. Dejando aparte que el plato del primero está suspendido -mediante imanes permanentes- magnéticamente, lo que no es ninguna novedad, e incluye un innovador esquema de fijación del disco, lo realmente genial es el carácter “tangencial pivotante” del segundo al estar equipado con un sistema que lo “articula” mecánicamente -evitando de este modo los problemas consustanciales a la suspensión por aire- en tiempo real para seguir en todo momento la línea fijada por un haz de luz láser verde que asegura el error de lectura cero inherente a un brazo tangencial. Una genuina exhibición de talento al máximo nivel.

A modo de despedida

Echaré de menos mi pequeña, intensa, y, por poco que me lo he podido permitir, glamurosa rutina anual en Múnich a cuenta de un certamen en el que he disfrutado y aprendido mucho. Sí, han transcurrido 21 años, pero siempre en compañía de esos “trastos viejos” -a los que se han sumado las grabadoras de carrete abierto- de los que hablaba en mi tan lejana, pero en algunos aspectos tan reciente, primera crónica de este certamen y con el streaming “Hi-Res” afianzado como nueva fuente de referencia en el ámbito digital. ¡Adiós Munich High End, bienvenido Vienna High End!

 

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