En cuanto al DAC, además de estar obviamente conectado internamente por USB a la placa Intel de Diesis Audio, mantiene su conectividad completa con entradas digitales de todos los tipos –incluída la USB pues a través de un interruptor podemos seleccionar si queremos que reciba la señal del reproductor interno o de otro aparato exterior–. Aquí la clave se llama “optimización”: ya hemos comentado que la alimentación está muy trabajada –el Young DSD de serie trae un sencillo adaptador–, Diesis ha mejorado el nivel de algunos componentes pasivos de acuerdo con M2Tech y lo mismo se aplica al cable USB usado internamente o a otros detalles para que la placa Intel trabaje de forma óptima pensando en este uso.
El sistema operativo elegido es Linux y la biblioteca trabaja sobre el popular programa XBMC –Kodi– usando para la reproducción el MPD –Music Player Daemon– que usa un buffer en la memoria RAM. No fue mi caso, ya que lo traté como una fuente “normal”, pero es posible conectar el Neptune a la red doméstica con cable, para que pueda acceder a nuestros archivos compartidos, o servicios de música en línea que tengamos suscritos –o gratuitos, como la radio-internet–. Y también es posible conectarle vía USB un lector óptico externo, con el que podríamos ripear –leer y guardar– nuestros discos y añadirlos a la biblioteca interna. En Diesis opinan que este proceso tiene su problemática y no le dan prioridad –el aparato podría tener un lector óptico incorporado, de hecho yo pregunté por qué no lo tenía…–. En su lugar prefieren que el cliente use discos ripeados de forma óptima o directamente archivos procedentes de los máster del productor.
Tanto el DAC como la parte de ordenador incluyen un mando a distancia corriente, pero el aparato incluye una WiFi interna para conectarse de forma “privada” a una tableta Samsung –también incluída en el – con la que podremos gestionar la biblioteca y elegir qué queremos escuchar.
Escucha
Antes de nada quiero dejar claro que Diesis cumple su palabra cuando dice que ésta es una fuente destinada a quien no quiera “líos”. Colocas el aparato y su fuente, los enchufas, enciendes y en menos de 30 segundos estás escuchando la música que seleccionas en la tableta –que se habrá conectado ella sola al Neptune sin más que encenderla–. Desde el punto de vista práctico, esto ya es “de diez”. A partir de aquí, tenemos acceso a una biblioteca incluida de más de mil discos, muchos de ellos en formatos de mayor resolución que el CD –16 bit y 44kHz–, y bastantes de ellos me eran familiares al proceder de páginas de venta en línea de música, como HD Tracks por ejemplo, de forma que el precio del Neptune –que me parecía demasiado alto de entrada– no lo es tanto si pensamos que también compramos una biblioteca de ese tamaño y calidad –descargando disco a disco nos costaría bastante más–.
Los discos o piezas elegidas se reproducen en su formato nativo, y podremos verlo tanto en la pantalla grande –donde aparecerá la carátula, una imagen relativa al compositor o intérprete y el formato y resolución del archivo– como en la pantalla del DAC, que muestra la frecuencia de reproducción si es PCM, o el formato con los archivos DSD, y también lo vemos obviamente en la tableta, que ofrece varios modos de visualización tanto de la biblioteca –de cara a buscar qué queremos escuchar– como de la reproducción en marcha. Una salida HDMI nos permitiría si así lo queremos conectar el Diesis a una pantalla o proyector para tener una versión mayor de lo que vemos en la pantalla del aparato, y esa alternativa será sin duda la elegida para quien decida usarlo para disfrutar de algún concierto o película, por ejemplo, puesto que el Neptune también reproduce sin problema archivos de vídeo: recordemos que en el fondo estamos usando XBMC –Kodi–, uno de los reproductores multimedia más populares y potentes, además de configurable.
Yo me limité a usarlo como fuente musical, y sólo con su biblioteca interna. Usé los cables que me dejó el distribuidor, también Diesis y configurados para convertir la salida XLR –como en el Young, única disponible– en RCA. Lo tuve unos días sonando en el equipo del salón –con o sin previo, etapa Pass y cajas 802D– y otros tantos en el sótano –integrado Gran Filarmonía y cajas Allegro–, y en ambos casos comparé con el volumen al máximo o usándolo como previo, y aprecié –como en su día con el Young– que este control de volumen es transparente y por lo tanto perfectamente utilizable. Es lógico, es un chip analógico en la salida que por tanto no recorta la resolución digital –el riesgo con controles digitales de volumen–, pero sería aún más lógico si al apagarse recordara el volumen anterior, o pudiéramos programar con cuál enciende: lo digo porque –también como el Young original– cada vez que se enciende está al máximo y si lo usamos directamente a etapa, y no nos acordamos de bajarlo, la sorpresa será mayúscula al poner música… Es un cambio sencillo de firmware, por favor hágase.