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Percepción musical

En esta ocasión me gustaría hablarles de nuestras percepciones, de cómo nos acercamos al acontecimiento musical en directo y de cómo revivimos esta experiencia en nuestros equipos. Mientras redacto este artículo, asisto regularmente a una serie de conciertos dedicados al ciclo sinfónico de Beethoven, obras que conozco a la perfección y que me atraen con fuerza. Así, cuando acudo a la sala de conciertos lo primero que me preocupa es mi estado de ánimo, es esencial relajarse y vaciar nuestra mente de otros pensamientos, de este modo podemos dedicar todos nuestros sentidos al acontecimiento musical. Ciertamente éste es uno de los aspectos que favorecen la escucha en nuestras salas, pues un auditorio está repleto de personas y de distracciones que pueden desviar nuestra atención. En nuestras casas, podemos elegir el momento y es mucho más fácil alcanzar el estado ideal para la escucha. Por el contrario la acústica y el sonido no son los mismos. Para dar solución al tema de la acústica existen excelentes profesionales en nuestro país, aunque en la mayoría de los casos acudimos a soluciones “caseras”, pero este no es el tema que nos ocupa. El sonido sí nos interesa, es la causa de nuestros desvelos y la ruina de nuestras economías, pues elegir los componentes más adecuados para nuestra sala será lo que nos hará estar más cerca o más lejos de la verdad musical.

De vuelta al concierto, intento hacer una reflexión de qué percibo y cómo lo percibo, estando frente a una orquesta sinfónica desde una posición centrada y cercana. Lo primero que llama mi atención es el sonido de la cuerda, muy aireado, con una gran apertura y una gran separación de atriles, se puede percibir exactamente el punto de origen, pero la sensación es la de un sonido amplio y de gran proyección. Por el contrario, el viento madera es más estático, sonidos puros que emergen de la nada y que permanecen en el centro de la escena sin demasiada proyección, son como suaves toques, pequeñas pinceladas con mucho color y de mucha intensidad. Finalmente el viento metal tiene una gran proyección expandiendo su hermosa sonoridad por toda la sala, y lo mismo ocurre con el timbal, aunque su golpe impacta en nuestro cuerpo, oyéndolo y sintiéndolo. Claro está que este es mi punto de vista, pero en líneas generales en el momento ideal tus poros se abren y tu cuerpo absorbe como una esponja hasta el más mínimo detalle de lo que está ocurriendo sobre el escenario. Cada cual puede tener su opinión, pero pienso que lo importante es que, en la medida de lo posible y respetando las preferencias de cada uno, seamos capaces de acercarnos al acontecimiento musical y que este sea el verdadero referente a la hora de juzgar el comportamiento global o los componentes de un determinado equipo.

En nuestras salas queremos recrear estas sensaciones a través de nuestros componentes, lo cual dicho de forma clara y directa es imposible. Intervienen demasiados factores como la propia toma de sonido, la acústica de nuestras salas y, por supuesto, nuestro equipo de música. Pero imposible es una palabra que no nos gusta y aunque la solución total no existe, buscamos una aproximación lo más real posible. La grabación es la que es, la acústica la que cada cual pueda permitirse, pero los equipos son nuestra pasión, en ellos depositamos todas nuestras esperanzas para encontrar el verdadero equilibrio y el acercamiento a la verdad musical. A este respecto existen una serie de creaciones sin compromiso cuyo objetivo es alcanzar este sonido ideal. Sin lugar a dudas, nuestro invitado pertenece al escalón más alto este grupo. Por la mente de los ingenieros del nuevo Helix 1, a buen seguro han pasado todos estos sentimientos de los que les he hablado anteriormente.

 

The best of the best: Döhmann Helix 1 Turntable

Bajo un diseño aparentemente sobrio se esconde una de las mayores obras de ingeniería dedicadas al más puro high-end. The best of the best no es sólo un título recurrente que pretende llamar la atención, también es un tributo al trabajo de un grupo de personas que han dedicado sus esfuerzos a superar una serie de obstáculos vinculados al propio sistema de lectura analógica basado en el vinilo.

A veces prestamos poca atención a las cuestiones técnicas, pero en el caso concreto que nos ocupa, diseño y sonido van inseparablemente unidos. No pueden entenderse las mejoras sónicas del Helix 1 sin el trabajo del equipo de Audio Union. Así, convencido de que los sistemas actuales no extraen toda la información disponible en un vinilo, fue como Mark Döhmann reunió a un equipo de científicos, ingenieros y diseñadores con un objetivo único, crear el mejor plato a partir de dos ideas básicas: preservar las micro señales y reducir el ruido y las vibraciones. En este gran proyecto se incluyen algunas de las figuras más prominentes del mundo analógico como el propio Döhman, Rumen Artarski o Frank Schröder, junto a otra larga lista de colaboradores que tienen mucho que ver con el resultado final del Helix 1.

 

Una de las novedades más llamativas es la construcción del plato, integrado en una plataforma anti-vibración Minusk, que evita la interferencia de las vibraciones externas. Esta tecnología ya existía como soporte para los microscopios electrónicos, muy sensibles a las vibraciones, pero ahora cobra una importancia vital por el porcentaje de desacoplamiento conseguido, la resonancia en el plano horizontal es igual a 1´5 Hz y en la vertical 0’5 Hz. Además se ha usado el análisis de placas Chladni para construir un modelo de software con el cual predecir las zonas que van a estar más afectadas por las vibraciones. De este modo, los elementos clave: eje, motor y brazo se colocan en las zonas donde la vibración está bien amortiguada o controlada. Toda esta tecnología esta patentada con el nombre de Micro Signal Arquitecture y su objetivo es eliminar la vibración física y mecánica, así como el ruido eléctrico.

El plato en sí está compuesto por una doble estructura formada por placas de aleaciones de aluminio. El panel frontal de vidrio laminado nos deja ver su construcción: interiormente existe un chasis apoyado sobre cuatro pies regulables, que es el soporte de la estructura superior. En el centro un gran muelle, el corazón del sistema Minusk, y sobre éste el resto de los elementos: eje, platter, motor y soportes para brazos. El eje contiene una solución ingeniosa a base de cojinetes de baja altura y alta estabilidad, con una única bola cerámica y un sistema de lubricación de alta tecnología. El platter de 15 kg está formado por una triple capa de termoplástico de ingeniería, un metal similar al hierro y una alfombra amortiguadora que es la que está en contacto con el LP. El motor se encuentra en la parte posterior del platter y recibe la energía desde una fuente de alimentación separada de grandes dimensiones. En realidad se trata de un convertidor digital de voltaje complejo controlado por un microprocesador que controla la velocidad 130.000 veces por revolución.

El sistema Helix 1 es capaz de incorporar dos brazos, para ello cuenta con dos placas a ambos lados del platter que pueden ser preparadas para cualquier modelo de brazo requerido por el cliente. Para el presente análisis venía equipado con el Captive Bearing, un brazo de 11´1 pulgadas fabricado por Frank Schröder para Audio Union. No hace falta recordar que este señor es toda una eminencia en el mundo analógico y esta nueva creación no es una excepción. Es un brazo fenomenal cuya genialidad reside en su simplicidad, un diseño muy atractivo con un cuerpo de fibra de carbono y unos rodamientos cerámicos. El brazo es muy sensible pero los ajustes se realizan de un modo intuitivo, además el resultado musical es excepcional.

No he de ocultar mi fascinación por este plato, porque desde su presentación, en los eventos de mayor magnitud, en las principales ferias, siempre hay un Döhmann acompañando a los mejores equipos. La reciente incorporación de los productos de Audio Union al portfolio de Ultimate Audio confirma la trayectoria del importador luso, y su compromiso con el audio sin límites. El importador mantiene una dualidad de marcas muy interesante, con una selección que abarca a partes iguales a los grandes nombres del HiFi con otras marcas que, aunque a muchos nos puedan parecer nuevas, indudablemente están removiendo los cimientos del viejo High End. Y para muestra un botón…

 

Una experiencia inolvidable

Así es como quiero que se entiendan los días que he pasado en compañía de este plato, como algo inolvidable. Por lo tanto, me permito explayarme libremente a la hora de relatarles mi experiencia. Un amor a primera vista porque los efectos “döhmnaticos” se perciben desde el primer momento, no sólo porque el Döhmann suene mejor que otros platos, sino que suena diferente, que en mi opinión es todavía más importante.

Recuerdo que una de las primeras piezas que oí con el Helix 1 fue la sonata Nº 15 de Beethoven por Barenboim, una audición que me dejó muy sorprendido. Siempre me había parecido que esta grabación de EMI era un poco seca y ahora los armónicos flotaban en el aire de tal forma que nunca parecían acabar. ¡Dónde estaba ese piano de notas aterciopeladas que antes parecía no existir! En la misma tarde pasaron por el Döhmann una docena de grabaciones dedicadas al piano, desde el Schubert de Brendel al Debussy de Arrau, o desde el Bach de Gould al Rachmaninov de Janis, y en todos los casos el resultado fue espectacular. El sonido era más natural, más real, con mucho detalle, pero siempre infinitamente delicado, altamente musical.

Vamos ahora al apartado vocal. Durante estos días ha sido constante la audición de ópera y de otros géneros que tienen este apartado como protagonistas, y quiero fijarme en tres grabaciones bien diferentes unas de otras. En primer lugar “House of Rising Sun” de Cyndee Peters, del disco Test 4 de Opus3. El detalle de esta grabación es abrumador, he escuchado cosas que habían permanecido ocultas en el surco, pero eso no es lo importante, lo mejor es el timbre de la voz, tan real que parece que la cantante se encuentra frente a mi, y algunos detalles del saxo son ahora sorprendentemente visibles… En segundo lugar el Revelge de Mahler por Fischer-Dieskau para EMI. Qué potencia, qué sonoridad, qué definición, realmente es una revelación. Las pequeñas inflexiones de la voz son indescriptibles, por no hablar de los detalles de la orquestación, todo bañado con una musicalidad de tal magnitud que confirma la valía de esta grabación imprescindible de EMI. Para terminar, el Stimela de Hug Masekela. No es que me encante esta grabación, pero he de reconocer que esta condenadamente bien grabada. En ella es donde cobra sentido el adjetivo diferente, porque quien canta no es el mismo, definitivamente es otra persona. Lo que antes parecían gritos, ahora son frases con sentido, antes percibía dureza en algunos pasajes, ahora todo es redondo. ¿Y que me dicen de la dinámica?… brutal. Qué control en los grandes contrastes, aunque lo que más me ha gustado es al final del tema cuando el cantante parece susurrar, cantando, hablando, soplando… el nivel de detalle es tan alto, los pequeños cambios en el tono, el nivel de silencio brutal… convincentemente real.

Vamos ahora con una grabación espectacular, La Resurrección de Haendel en la interpretación de Hogwood para L’Oiseau Lyre. Sinceramente que quieren que les diga, es dejar caer la aguja y un mundo desconocido se abre ante mis ojos. Nunca había oído nada igual, su apertura es diferente, la música no avanza hacia nosotros directamente, sino que lo hace de una forma envolvente. Me explico: la parte central mantiene una ubicación con una exactitud asombrosa, se proyecta hacia atrás mostrando una profundidad descomunal, y lo que ocurre es que la música se abre hacia los lados de una forma tan extendida y poco convencional que parece envolvernos.

Quiero remarcar otro detalle de esta grabación que fue realizada bajo el criterio historicista, con un timbre un poco más ácido, marcando más los contrastes. En cambio, la lectura del Döhmann es realmente deliciosa, ni una arista, con extrema dulzura, irrepetible. Lo mismo puede decirse de las voces, aterciopeladas, de una belleza deslumbrante. No importa la grabación de la que hablemos, la cuestión es que una vez que te sientas eres incapaz de quitar el disco, no se puede pedir más.

Llegados a este punto y visto que el Döhmann es una fuente inigualable, se hace necesario un último esfuerzo por encontrar una grabación que esté a su misma altura. Yo no tengo dudas al respecto, se trata del ciclo que entre el 2001 y el 2009 la San Francisco Symphony dedicó a la obra sinfónica de Mahler. No sé cuántos de ustedes han tenido oportunidad de escuchar la edición en vinilo, imagino que pocos, porque eran escasas las unidades disponibles y de precio realmente alto. Ahora bien, les diré que vale cada uno de los euros que costó. Se trata de una auténtica maravilla, una interpretación de las que hacen historia y una grabación perfecta. Hace bastante tiempo que disfruto de esta maravillosa interpretación de Tilson Thomas y vuelvo una y otra vez a ella, pero debo reconocer que esta vez los señores de Audio Union han marcado la diferencia. Nunca había conseguido una dinámica con tantos silencios, los contrastes son rápidos pero no dramáticos, todo parece estar enlazado. La percepción de la cuerda sigue siendo vibrante, con mucho poder, pero con un plus de suavidad que la hace extremadamente natural. El viento madera está perfectamente ubicado, con una textura deliciosa. El viento metal soberbio, de una riqueza tímbrica inigualable y una presencia imponente. La percusión es totalmente diferente, en primer lugar porque el grave baja más, segundo por su acertada ubicación en altura y profundidad y finalmente por su extensión. Resumiendo bastante, perfección audiófila envuelta en maneras musicales.

Conclusiones y más…

Menudo regalo, sólo el hecho de poder disfrutar de esta máquina un par de meses ya es suficiente. Desde la primera escucha hasta el día que lo he desmontado he disfrutado como un niño pequeño con uno de esos juguetes de última generación. No hay nada más que decir acerca de su construcción, y aunque la investigación y los avances conseguidos son los que nos brindan tal sonido, aquí lo importante es cómo suena y suena de infarto.

Una de las cosas a las que doy más importancia y que en este caso ha resultado sorprendente es el realismo de la escena sonora, nunca antes había obtenido una presentación tan creíble. Música líquida en constante fluidez que se aproxima al oyente desde los laterales, ofreciendo una agradable sensación envolvente y al mismo tiempo respetando la parte frontal de la escena donde se crean los sonidos. Eso es realismo, tal cual les contaba en la introducción.

Otra de las características más importantes es su gran capacidad para extraer la información del surco. En este aspecto no sólo he de reconocer que es el mejor, sino que utiliza esta información para que cada sonido sea más creíble de lo que podamos imaginar. Me explico, hay fuentes muy analíticas, pero en su obsesión por el detalle pierden musicalidad. Con el Döhmann la información sirve para definir mejor cada instrumento, la textura de la cuerda es extremadamente palpable, las micromodulaciones del viento madera insuperables, pero es que en la voz es imbatible, ¡¡¡es como si cantara otra persona!!!

Los señores de Audio Union nos ofrecen un sonido de gran potencia, con ataques rápidos y una dinámica muy acusada. Gran parte del mérito lo tiene el nivel de silencio que alcanza niveles insospechados, favoreciendo la sensación de contraste. Aunque sorprendente, todavía me atrae más su microdinámica, la cual se debe a partes iguales al silencio y a la cantidad de detalle de la que hablábamos anteriormente. En algunos fragmentos la capacidad de restituir las pequeñas modulaciones de los instrumentos o de la voz ofrece tal sensación de realismo, que nos deja literalmente con la boca abierta.

En mi opinión, actualmente existen dos grandes corrientes, las marcas en las que predomina la suavidad y la dulzura sobre el resto de los parámetros, y otras en las que prima el componente dinámico, intentando imprimir tales dosis de realismo que incluso pierden un poco de esa delicadeza que la música contiene. Con el Döhmann lo mejor de ambos mundos está presente y además llevado a su máxima expresión. El Helix 1 ofrece un sonido muy vivo y real aunque extremadamente delicado, exento de aristas y de cualquier ápice de dureza. No obstante, no lo podemos calificar como cálido, pues posee mucha dinámica y gran cantidad de detalles, además de un bajo potente y controlado. Nadie que haya oído un plato basado en un sistema suspendido creerá hasta qué punto puede bajar el Helix 1.

Quiero remarcar una cuestión de vital importancia, durante todo el artículo me he referido al Döhmann o al Helix 1, pero hago extensibles todos los comentarios a la combinación del plato con su brazo Captive Bearing. Realmente me parece un brazo fantástico que ha sabido extraer lo mejor de mi Ikeda KAI. Que a nadie le confunda su simplicidad, pues es un brazo muy a tener en cuenta. Mi equipo incluye un brazo tangencial porque en las ocasiones que he tenido de compararlo con uno radial el resultado siempre ha sido a su favor. En mi actual configuración, ningún brazo ofrece tanta soltura, tanto aire entre los instrumentos, tal sensación de fluidez, y en cambio el Captive Bearing ha venido a echar por tierra mi convicción, pues combinado con el Helix 1 es mucho más líquido y la escena es más creíble.

El Döhmann es otra historia, nada que ver con lo que había oído hasta ahora, en él encontramos el verdadero significado de la palabra diferente, porque lo es en todo. Su forma de restituir la escena sonora es diferente, su combinación de análisis y musicalidad es deslumbrante y su concepto de la dinámica y la microdinámica también es totalmente nuevo. En estas ocasiones es cuando uno se siente verdaderamente mal, es un regalo poder disfrutarlo, pero es una lástima el haber estado tan cerca del ideal y tener que devolverlo. Sin embargo, es perfectamente comprensible, lo bueno se paga y la excelencia tiene un precio que no todos podemos pagar. Quienes tengan la oportunidad de oírlo seguro que se enamoran de su sonido, pero si lo escuchan en su propio sistema y ven de que es capaz, el enamoramiento se tornará en obsesión. Sinceramente es lo mejor que he oído hasta el momento, realmente es el final del camino…

Dohmann Helix 1: 40000€

Brazo Schröeder CB: 5900€

Distribuye Ultimate Audio Elite

Equipo utilizado para la prueba

  • Giradiscos Kuzma XL4
  • Brazo Air Line con cableado Nordost
  • Cápsula Ikeda KAI
  • Previo de Phono Jeff Rowland Cadence
  • Reproductor de CD-SACD/DAC Emm Labs XDS1-V2
  • Previo de línea Jeff Rowland Criterion
  • Etapas de potencia monofónicas Jeff Rowland 301D
  • Cable digital USB d1 Totaldac
  • Cable interconexión entre fuentes y previo Cardas Golden Reference Balanceado
  • Cable interconexión entre previo y etapas Transparent Reference XL Balanceado
  • Cables de Corriente etapas y CD Furutech Alpha 3 con conectores de Rodio
  • Cables de corriente previo y giradiscos Virtual Dynamics Power One
  • Rack Artesania Audio Exoteryc

 

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