Procesador digital de audio (DAC) Hegel D50: un refinado “turbo” al servicio de la “Hi-Res”
Convertidos sin comerlo ni beberlo en protagonistas estelares de la nueva “Hi-Res” digital, los procesadores digitales de audio, popularmente conocidos como DAC’s, no son precisamente unos desconocidos entre los entusiastas del audio de altos vuelos por cuanto ya desde finales de la década de los 80’ del siglo pasado entraron a formar parte de la élite -recuerden las realizaciones de marcas como Wadia Digital, Sony, Esoteric o Krell- de la incipiente “galaxia digital” nacida al calor del disco compacto de audio, alias CD. Por suerte, los profundos cambios acaecidos en el entorno tecnológico en el que se mueven este tipo de productos han hecho posible una democratización que los ha puesto al alcance de un amplísimo número de entusiastas de la escucha en formato “numérico”, desde discos ópticos -básicamente CD, y, en menor medida, SACD y Blu-ray Disc- y archivos descargados de Internet hasta -sobre todo- el ahora mismo imprescindible streaming sin que ello haya comportado mermas importantes en términos de calidad sonora pura y dura. Pero, como siempre, hay quienes aspiran a más, que por algo el audio High End existe. Pues bien: a este núcleo de aficionados particularmente exigentes está dedicado el protagonista del presente banco de pruebas, una cuidadísima electrónica pletórica de refinamientos conceptuales y técnicos firmado por la cada vez más reputada compañía noruega Hegel. ¡Bienvenidos al D50!
Perdonen que insista: la clave de la musicalidad digital radica en lo analógico
Lo primero que hay que saber cuando entramos en el universo del audio digital es que un convertidor de digital a analógico, alias convertidor D/A o DAC, es un componente particularmente complejo. Materializado por regla general en un “chip”, pese a que marcas como la japonesa Esoteric se han atrevido a ejecutarlo -con su precio, claro- con componentes discretos para algunas de sus realizaciones más emblemáticas, la mencionada complejidad es compensada por las economías de escala. Ya saben que poner a punto un circuito complejo -los microprocesadores que gobiernan los “smartphones”, sin ir más lejos- está al alcance de muy pocas empresas, pero una vez completado el proyecto la fabricación -y posterior venta- en grandes cantidades rebaja sustancialmente el precio final. Conclusión: que incluso el más exclusivo de los citados “chips” fabricado por las estadounidenses ESS Technology y Texas Instruments/Burr-Bron o la japonesa Asahi Kasei Microdevices puede ser adquirido por cualquier hijo de vecino. De ahí su presencia en productos de precio indiscutiblemente democrático.
Dicho lo anterior, ¿por qué hay procesadores digitales de audio -lo de DAC no me acaba de convencer porque en un momento dado puede dar pábulo a posibles confusiones- de precio estratosférico? Pues muy fácil: porque, construcción mecánica aparte, que multiplica el precio final por poco que sea mínimamente elaborada, lo que conforma el sonido final de los aparatos en cuestión es precisamente todo lo que rodea al convertidor -pueden utilizarse varias unidades en configuraciones de sofisticación creciente- D/A. Hablamos de los componentes discretos de la etapa de salida analógica, que es la que entrega la señal ya “desdigitalizada” al amplificador integrado o preamplificador que tengamos, de la fuente de alimentación, de las topologías empleadas en ambos subsistemas, y, muy importante, del reloj maestro, responsable último que todas las señales en liza estén perfectamente sincronizadas. Me gustaría insistir en esta última observación porque hay que saber que cualquier anomalía en el dominio del tiempo -el célebre “jitter”- durante la ejecución de las tareas asignadas a los elementos que configuran un sistema digital tiene casi siempre como resultado un empeoramiento de la calidad sonora. En paralelo, el concepto mismo de “alta resolución”, fundamental en el nuevo audio digital con frecuencias de muestreo elevadas y musicalidad -si las cosas se hacen bien- superior, se hunde por completo si la fuente de alimentación que hay detrás de los circuitos que la hacen posible exhibe un ruido de fondo capaz de enmascarar microinformaciones armónicas y espaciales de los contenidos que estamos escuchando.
D50: una muy elaborada traslación de la filosofía Hegel al ámbito “numérico”
“Nueva pluma en la gorra de Hegel, este componente separado único exhibe unas prestaciones brillantemente detalladas y transparentes que con toda seguridad darán la talla en cualquier sistema.” Esta valoración está firmada por la veterana publicación especializada británica hi-finews & Record Review, para mi gusto la mejor de las que se editan en papel en la “Pérfida Albión” y una de las mejores del mundo, y corresponde al protagonista del presente artículo: el flamante procesador digital de audio D50 de la compañía escandinava, que además ha sido elegido recientemente por la influyente organización mundial de revistas especializadas en tecnología EISA “Expert Imaging and Sound Association”- como “Mejor DAC de 2025-2026”. Una elección justificada por el pertinente jurado con estas palabras: “Apodado “Raven”, es decir “Cuervo”, el D50 de Hegel es una incorporación muy bienvenida al segmento de los DAC’s independientes a la vez que está muy bien equipado en lo que a entradas se refiere, entre ellas AES/EBU, USB-B y una conexión BNC que soporta la función DAC-Loop de los amplificadores integrados de la marca. En el pasado, Hegel ha incorporado excelentes secciones DAC en sus componentes de Alta Fidelidad añadiendo su propio “toque” a diseños conocidos, pero en este caso ha aprovechado su propia experiencia para refinar aún más la tecnología, centrándose en la pureza de la señal. El resultado es un procesador digital que prioriza un sonido natural y musical por encima de los adornos obvios. Se trata de unas prestaciones que se reflejan en la discreta carcasa negra del aparato, lo que subraya que el Raven se centra en lo que se oye, no en lo que se ve. Puede que se trate de un clásico nórdico en ciernes…”
Definido como la culminación de más de 20 años de experiencia en el diseño de procesadores, nuestro invitado se presenta en un estilizado y discreto formato muy al gusto de Hegel y viene acompañado por una reflexión que conecta a la perfección con lo que les decía en el apartado posterior: “En su corazón reside un “chip” de conversión D/A de última generación, una herramienta sofisticada con un potencial inmenso. Pero, al igual que en el cuervo, uno de los pocos animales capaces de usar herramientas con precisión, el genio del D50 reside en cómo maneja esta tecnología para transformarlo de un simple componente en un instrumento magistral.” La filosofía que apoya estas poderosas líneas la encontramos explicada al detalle en cinco tecnologías que definen el “ethos” de Hegel en el ámbito digital: Organic Sound, SoundEngine, LineDriver, MasterClock y SynchroDAC.
No voy a extenderme con las tecnologías de marras, aunque sí vale la pena darles una pincelada, Así, “Organic Sound”, alias “Sonido Orgánico”, significa que todas las partes de una grabación dinámica son reproducidas exactamente como el original. Por su parte, el “SoundEngine” está relacionado con la circuitería de amplificación de señal y en esencia es un sistema de cancelación de errores local que previene la distorsión en dicha circuitería con el fin de preservar los detalles y la gama dinámica de la señal original. Para ello, se combinan las ventajas del funcionamiento en Clase AB y Clase A sin sus respectivos puntos débiles. Pocos detalles da Hegel al respecto, pero la idea de base es eliminar la distorsión de cruce inherente a la Clase AB partiendo del hecho de que el oído humano es muy sensible a las componentes de distorsión de frecuencias altas existentes en la señal musical. Lo que sí especifica la firma noruega es que en la “SoundEngine” no se utiliza ningún tipo de realimentación negativa global y sí una tecnología de “anticipación” local y adaptativa que actúa en el caso de que en un momento dado se necesite suprimir distorsión presente en la señal de audio.
Las otras tres tecnologías mencionadas son más “específicas” de los componentes digitales, lo que significa que en mayor o menor medida forman parte del “núcleo duro” del D50. Además, el “Synchro DAC” y el “MasterClock” están íntimamente conectados entre sí, al tiempo que el conjunto formado por ambos lo está con el “LineDriver”, este último materializado en un bloque circuital de configuración 100% balanceada para minimizar la distorsión y preservar la resolución con el añadido de una elevada capacidad de entrega de corriente que permite utilizar un amplísimo espectro de cables de interconexión. Mención especial merece el sistema de sincronismo de nuestro invitado por cuanto se concentra en erradicar los principales mecanismos generadores de “jitter” que podemos encontrar en un reloj de sincronismo: ruido de la fuente de alimentación, topología del oscilador propiamente dicho, calidad del cristal de cuarzo, circuito de excitación del reloj y configuración física de la placa de circuito impreso empleada. En estas coordenadas, sobra decir que el generador de la señal de reloj maestra que gobierna el D50 posee una precisión extrema y un “jitter” extraordinariamente bajo con el objetivo de asegurar que el subsistema de conversión D/A rinda, como decíamos anteriormente, al máximo de sus posibilidades. Al respecto, los más puristas celebrarán el hecho de que las señales descodificadas sean resincronizadas con tres relojes dedicados: uno para señales S/PDIF y dos -para frecuencias de muestreo de 44’1 y 48 kHz- para USB. ¿El objetivo? Enviar señales perfectamente sincronizadas al “chip” de conversión D/A.
Me podría extender mucho más, pero prefiero seguir concentrándome en lo que verdaderamente importa. Es el caso de la obsesión de Hegel por minimizar el ruido, hasta el punto de utilizar filtros avanzados en la entrada de corriente eléctrica alterna a fin de eliminar potenciales parásitos presentes en la misma. Más aún: nuestro invitado incluye -ver fotografía del interior- dos transformadores toroidales de bajo ruido, uno para alimentar los procesos digitales más ruidosos y otro dedicado en exclusiva a los componentes analógicos y digitales más sensibles. También las placas de circuito impreso han sido muy cuidadas -con esquinas redondeadas para minimizar posibles caídas de impedancia- y no digamos ya las secciones correspondientes a las diferentes señales digitales entrantes… sin ir más lejos, la de tipo AES/EBU incluye un exclusivo receptor RS422 que es balanceado por un transformador que le permite manejar de manera fluida señales fuertes y débiles sin ningún tipo de “jitter” ni retardo temporal.
Un sonido decididamente “orgánico”
Escuché el D50 en una de las salas “estándar” -muy “musical”, por cierto- del establecimiento especializado barcelonés Werner acompañado por un equipo formado por un amplificador integrado estereofónico híbrido -válvulas en la sección de previo y transistores en la de amplificación de potencia- VK-3500 de la estadounidense BAT, un “transporte” para streaming Aurender N20 y una pareja de cajas acústicas KEF R7 Meta, todo ello cableado con modelos de la Serie Razzmatazz de la danesa ZenSati.
Ya saben que la única manera de evaluar una fuente, del tipo que sea, y un DAC lo es pese a no ser el “generador” directo de la música, es escuchándola en el equipo de uno sustituyendo a la que proceda. Sin embargo, esto no impide la construcción, a base de años de experiencia y muchas ganas, de una especie de “plantilla” que permita afinar bastante bien a la hora de definir una determinada estética sonora. Me dejé llevar por las muy cuidadas listas de reproducción confeccionadas a base de tiempo y pasión por Xavi Casellas, y, dándole vueltas y vueltas al tema, llegué a la conclusión de que, en efecto, el sonido del Hegel es eminentemente orgánico por cuanto encaja como anillo al dedo con la definición de tal concepto que figura en Internet: “En el contexto de la música, el término «sonido orgánico» también puede referirse a la búsqueda de una calidad de sonido que preserve las emociones y la naturalidad de la interpretación musical, evitando la corrección excesiva de errores o la manipulación digital.”
La escucha de una selección de temas de la pianista y compositora japonesa Hiromi lo borda en la forma de una naturalidad tonal y una preservación de los micromatices absolutamente despampanantes en su elegante sencillez. Incluso con piezas menos “amorosas”, léase más “duras”, la sensación de simplicidad en lo conceptual y complejidad -aunque exenta de barroquismo- en lo formal contribuye a crear esa sensación de “todo que supera la suma de las partes” que buscamos en la restitución sonora en Alta Fidelidad. Y qué decir de la resolución, a la altura de -no lo digo en plan tópico, que conste- máquinas de precio muy superior… una excelsitud la del Hegel en este parámetro cuyo origen que hay buscar en la obsesión de la marca por reducir a la mínima expresión el ruido de fondo y hacer de este modo que la sección de conversión D/A pueda expresarse a sus anchas no sólo en lo tonal/armónico sino también en lo espacial. De ahí el realismo brutal de las voces, preludio de una emotividad que, en definitiva, es lo que permite al D50 marcar la diferencia.
Para finalizar
Con o sin Premio EISA, el Hegel D50 es una máquina fabulosamente musical. Cierto que su construcción mecánica -que no su diseño industrial, muy distinguido para mi gusto- no está a la altura de su homóloga eléctrica, que al fin y al cabo es la responsable directa de la naturalidad de su sonido, pero tal “asimetría” aporta a esta espléndida electrónica escandinava un potentísimo extra: una relación calidad/precio sensacional en el actual contexto del audio High End. En definitiva, un logro indiscutible.
Ficha Técnica
- Configuración: procesador digital de audio (DAC).
- Ancho de banda en analógico: mínimo de 0-100.000 Hz.
- Relación señal/ruido: superior a 100 dB.
- Nivel de ruido de fondo: del orden de -150 dB.
- Codificación digital máxima: PCM hasta 32 bits/384 kHz, DSD hasta DSD256 (vía DoP) y MQA hasta MQA 8x (vía USB).
- Entradas digitales: AES/EBU (1), coaxial (1 con conector BNC y 1 con conector RCA), óptica TosLink (2) y USB-B (1).
- Salidas analógicas: balanceadas con conectores XLR (1) y no balanceadas con conectores RCA (1).
- Dimensiones: 430x99x305 mm (An x Al x P).
- Peso: 6’6 kg.
- Precio de venta al público recomendado: 4.895 euros.
- Importador: www.gedelson.es