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Barra de sonido KEF XIO: equilibrio impoluto entre polivalencia, musicalidad y versatilidad

El presente banco de pruebas está dedicado a la propuesta más reciente del veterano fabricante de altavoces y cajas acústicas británico KEF, convertido por méritos propios desde su fundación en el ya lejano 1961 en uno de los grandes nombres de la reproducción sonora con mayúsculas y en icono indiscutible del sonido británico. En concreto, se trata de un producto que en su momento fue la categoría “nueva” en audio doméstico de alto nivel con mayor crecimiento como consecuencia del auge del Cine en Casa y que en los últimos años ha tomado un impulso renovado como consecuencia del auge de los televisores de gran formato. Hablamos de las barras de sonido, en inglés “soundbars”, ideadas para “dar cuerpo” al habitualmente escuálido -la delgadez de las pantallas impone irremisiblemente su ley- sonido de unos dispositivos que a menudo son el centro del ocio doméstico. En el caso que nos ocupa, lo que tenemos es una realización de gama alta que responde al nombre de XIO y destaca por el “mix” de tecnología y funcionalidad que ofrece apoyado en paralelo por una estética en la que la forma está al servicio de la función sin por ello renunciar a un atractivo visual innegable. En consonancia con el pedigrí de su fabricante, la XIO aspira a mucho más que a hacer ahorros de espacio, complicaciones formales y presupuesto en el disfrute de música y cine en el hogar, lo que significa que su intención es proporcionar una buena dosis de realismo sonoro en estéreo y multicanal y no sencillamente “salir del paso”, que en esencia es lo que hacen sus competidoras de nivel básico.

Barras de sonido High End: un desafío notable

Hace casi año y medio -abril de 2024- analicé para ustedes la AMBEO Mini Soundbar de la alemana Sennheiser, “hija” de la imponente y exitosa AMBEO Soundbar, en mi opinión un referente en lo que a barras de sonido de muy altas prestaciones se refiere, como avala su dilatada presencia en el mercado. Para situar el texto en su contexto, precedí el citado análisis con estas palabras: “Por encima de todo, hay que tener bien claro que para ver una película o un concierto combinando imagen de alto nivel -entendemos que de resolución 4K u 8K “simulada”, aunque la “Full HD” bien grabada también encaja- con sonido a la altura, no hay nada como un buen sistema multicanal, idealmente de tipo 5.1.2 como mínimo para incorporar el audio 3D o multidimensional/basado en objetos a la ecuación, aunque con uno estereofónico también es posible obtener buenos resultados. En este sentido, todo dependerá de la fuente que utilicemos ya que un Blu-ray Disc siempre ofrecerá más opciones que el mejor streaming. En cualquier caso, lo que sí resulta indiscutible es que los televisores de nueva generación -en realidad desde hace ya sus buenos 10 años- no pueden incorporar, por su estilizadísimo perfil, equipos de sonido en condiciones, aunque hay algunas excepciones. La solución para compensar esta limitación impuesta por algo tan obvio y contundente como son las leyes de la física pasa por un tipo de producto que desde hace ya años se ha convertido en uno de los más populares del mercado: la barra de sonido o “soundbar”. Hablamos de un producto que en un único recinto concentra un sistema de sonido multicanal completo con la pertinente conectividad, lo que lo convierte en una opción extremadamente práctica en términos de usabilidad con el añadido de una elevada deseabilidad por parte de quienes quieren prestaciones que no interfieran en la decoración de su espacio de ocio particular.”

De las anteriores líneas se deduce fácilmente que poner a punto una barra de sonido implica integrar múltiples funcionalidades y tecnologías en un producto de dimensiones razonablemente compactas, algo que en principio no es nada fácil. Si a ello se le añade la presión extra de un precio que esté al alcance de todos los públicos, como es el caso de no pocos televisores con pantalla incluso de muy gran formato, el desastre en el sonido final está garantizado, máxime si además se pretende ofrecer todas las opciones posibles en multicanal ya que ello comporta transductores, amplificación y procesado extra. De ahí que la inmensa mayoría de barras de sonido suenen comprimidas y faltas de definición pese a que superen por goleada a los equipos de audio de los televisores que complementan. En estas coordenadas, poner a punto una “soundbar” que pueda calificarse mínimamente de High End implica un esfuerzo notabilísimo por cuanto el precio final será necesariamente superior al del “mainstream” imperante al tiempo que no se puede renunciar a la “compacidad” física imprescindible para que el producto en cuestión y el televisor asociado formen un todo perfectamente armonizado. Por otro lado, dicho precio tampoco podrá ser excesivamente alto ya que en ese caso más de un usuario posiblemente prefiera optar por un conjunto audiovisual convencional y por tanto con electrónica y cajas acústicas separadas.

XIO: un bello compromiso entre diseño y prestaciones

No me cabe la menor duda de que nuestra invitada, la KEF XIO, es un magnífico exponente de ese concepto de barra de sonido High End que acabo de esbozar. De entrada, se podría decir que a cuenta de algo tan básico como el hecho de que su precio encaja con el de muchos televisores premium firmados por las marcas más relevantes del mercado. También por las posibilidades que ofrece al usuario al incorporar no sólo amplificación, altavoces, procesado y conectividad a raudales sino también funcionalidades tan demandadas como el “streaming” en alta resolución, y, obviamente, gestión por una “app” en consonancia. Y, si me apuran, también por una estética que no deja indiferente que es complementada por amplias opciones de instalación. Pero, no: el mérito, el “capital” principal de la XIO es sencillamente que ha sido creada por KEF y por tanto que, por lo menos sobre el papel, está preparada para reproducir una banda sonora codificada en Dolby Atmos, por ejemplo, de manera creíble.

Como siempre, en la ficha técnica que figura al final del artículo he intentado ser lo más exhaustivo posible para no “enrollarme” más de la cuenta en mi texto sin que ello quite rigor a esta último. Dicho esto, está claro que los ingenieros de KEF se han empleado a fondo para crear a nuestra invitada, a la vez que me gusta la humildad con que la han planteado. ¿Por qué digo esto? Pues porque la configuración elegida, 5.1.2, es la mínima requerida para reproducir sonido multidimensional o basado en objetos, habiéndose optado en la ejecución de la misma la búsqueda de la máxima calidad en tímbrica y espacialidad. En este sentido, no hay que olvidar que por regla general una barra de sonido está bien adosada a una pared, bien muy cerca de la misma si se monta, por ejemplo, en un mueble que soporte el televisor o esté situado justo debajo. Por lo tanto, habrá reflexiones potencialmente molestas al tiempo que la difusión del sonido se podrá ver mermada. Cierto que ahí esté el procesado digital de señal -DSP- para corregirlo, pero ya se sabe que no se pueden pedir peras al olmo… ni mucho menos cambiar, como decía en el apartado anterior, cambiar las leyes de la física.

Y puesto que una imagen vale más que mil palabras, les invito a que echen un vistazo a la espectacular fotografía del despiece de la XIO que acompaña al presente banco de pruebas, así como las de los cortes esquemáticos de los altavoces que monta. Obviamente, hablar de KEF implica hacer referencia al emblemático transductor Uni-Q de la marca, que en nuestra invitada se encarga de reproducir, en una elaborada versión en miniatura llamada Uni-Q MX, los canales principales “frontales” -con una unidad extra para el crítico canal central situada en la superficie que los “3D” a fin de compensar pérdidas de fidelidad debidas a la colocación de la barra- y los correspondientes al sonido envolvente multidimensional. Por su parte, los canales de efectos tradicionales son confiados a dos altavoces “full range” del mismo tamaño. Mención especial merece la sección de graves, confiada a un total de 4 transductores con diafragma en forma de “circuito de carreras” –“racetrack”- y suspensión periférica ranurada P185 firmados por KEF, que, si la situación lo requiere o el usuario así lo desea, pueden complementarse con un subwoofer inalámbrico de la misma marca vía receptor inalámbrico KW2 RX opcional. De los P185 habría que destacar especialmente una astucia de ingeniería que incorporan: el exclusivo sistema VECO (“Velocity Control Technology”), que monitoriza el movimiento del cono en tiempo real y corrige cualquier desviación, minimizando drásticamente la distorsión. Otro detalle que refleja el alto grado de refinamiento técnico de la XIO es que los 12 transductores que incorpora son excitados por amplificadores -en Clase D- independientes.

Les he habado someramente de la parte electroacústica “bruta”, pero, claro, para que la misma rinda eficientemente en las condiciones de trabajo más dispares, deberá ser complementada por una electrónica “inteligente” que realice las modificaciones adecuadas -por supuesto que en tiempo real- para optimizar las prestaciones. Dicha electrónica responde a las siglas MIE, alias “Music Integrity Engine (MIE) for Cinema”, y ha sido desarrollada por KEF para ejecutar con la debida precisión funciones tan interesantes como la “Intelligent Placement Technology” o IPT o el “Leverage Dialogue Mode”. Particularmente atractiva es la IPT por cuanto detecta los objetos presentes en el entorno de la XIO para “deducir” la acústica del mismo y seguidamente enviar la información obtenida al MIE para que reajuste la ecualización en consonancia. Sobra decir que a nivel de usuario es la “app” de gestión KEF Connect la encargada de que las diferentes operaciones se lleven a cabo de manera cómoda y rápida.

El sonido: buena espacialidad, alta definición, y, muy importante, naturalidad

Probé nuestra “soundbar” en el establecimiento especializado barcelonés Lafarga & Herranz, y la verdad es que me gustó mucho básicamente por la naturalidad de la componente tímbrica de su sonido. En este sentido, aunque la ubicación adosada a la pared es muy “pija” en términos estéticos, la musicalidad es superior si se opta por la ubicación horizontal, que fue la elegida para el caso que nos ocupa. Además, se nota que la electrónica de amplificación y los transductores están perfectamente “maridados” porque incluso a niveles de volumen elevados -que son los exigidos para visionar con mínimo de realismo no pocas películas y conciertos de música- la ausencia de aristas sonoras era palpable. En cuanto al audio 3D les diré que su restitución era lo suficientemente precisa para resultar creíble, aunque ahí no hay que pedir peras al olmo porque la complejidad inherente al sonido envolvente multidimensional no permite poner a punto “atajos” si realmente se busca su correcta restitución. Por lo demás, impresionan los graves por su profundidad, su estudiada pegada y su finura -la precisión tonal que exhibe es realmente premium- gracias la perfecta coordinación del conjunto de transductores empleados y la elaborada ingeniería de los mismos.

Por lo demás, vale la pena entretenerse con la KEF Connect y sus muy bien pensados ajustes de ecualización tanto para usuarios estándar como avanzados, mientras que la funcionalidad de streaming, basada en la contrastada plataforma inalámbrica W2, adoptada de la celebradísima gama de cajas acústicas activas con conectividad a redes LS, va simple y llanamente como una seda. Al respecto, apuntaré que se echa de menos el acceso a Qobuz mediante Qobuz Connect -todo se andará- y que las opciones disponibles en materia de compatibilidad digital son harto generosas.

Conclusión

¿Es la KEF XIO una barra de sonido High End en entendida en el contexto de este tipo de producto en concreto? La verdad es que sí. En línea con lo que cabe esperar por el precio que nos piden por ella, nuestra invitada es eminentemente musical y su polivalencia en lo que respecta a los contenidos me parece honestísima. Además, es muy agradable a la vista y sus opciones en conectividad y lo que se denomina “experiencia de usuario” me parecen espléndidas. En fin, me haría con ella sin pensarlo.

Ficha Técnica

  • Configuración: barra de sonido inalámbrica con procesado de sonido envolvente multicanal y multidimensional incorporado.
  • Número de canales: 5.1.2 con gestión inteligente vía algoritmo “Music Integrity Engine (MIE) for Cinema” exclusivo de KEF.
  • Compatibilidad sonido 3D: Dolby Atmos, DTS:X, MPEG-H Audio y Sony 360 Reality Audio.  
  • Número de altavoces: 12 (6 coaxiales de agudos/medios Uni-Q MX de 50 mm, 2 de gama completa de 50 mm de diámetro y 4 woofers de 50×180 mm).  
  • Potencia de amplificación total: total de 820 W de pico suministrada por 12 amplificadores configurados en Clase D.
  • Nivel de presión sonora máximo: 102 dB a 1 metro.
  • Respuesta en frecuencia: 34-20.000 Hz, +/-3 dB.
  • Compatibilidad digital: FLAC, WAV, AIFF, ALAC, AAC, WMA, MP3, M4A, PCM Lineal y Ogg Vorbis; resolución máxima hasta 24 bits/192 kHz vía HDMI eARC, hasta 24 bits/384 kHz en redes y hasta 24 bits/96 kHz vía óptica. 
  • Conectividad por cable: entradas HDMI 2.1 con eARC (1), digital óptica (1), USB-C (1; sólo mantenimiento) y Ethernet (1); salidas para subwoofer por cable e inalámbrica.
  • Conectividad inalámbrica: KEF Connect, AirPlay, Google Cast y Bluetooth (5.3).
  • Servicios de “streaming” incorporados (disponibilidad en función de cada país): Spotify (vía Spotify Connect), TIDAL (vía TIDAL Connect), Amazon Music, Qobuz, Deezer, QQ Music (vía Qplay, HIGHRESAUDIO, Internet Audio y Podcast.
  • “App” de control: KEF Connect.
  • Dimensiones: 1.210x70x165 mm (An x Al x P).
  • Peso: 10’5 kg 
  • Precio de venta al público recomendado: 2.299 euros.
  • Importador: www.gedelson.es 

 

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