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Kii Audio Model Three, revelación

A muy pocos les sonará de algo esta marca, Kii Audio, pero seguramente empezarán a atar cabos cuando les diga que estas cajas activas usan amplificación Hypex en su interior, y que la empresa fue fundada por Bruno Putzeys en 2014, en la búsqueda del técnico de origen belga de revolucionar el mundo de los altavoces.

Bruno Putzeys es el padre de las tecnologías UcD y Ncore usadas por Hypex y que han servido para lanzar definitivamente la amplificación en Clase D entre las más apreciadas por los audiófilos, sin las reservas que anteriores desarrollos ofrecían en un uso general en equipos de audio de alto nivel. Hace unos años decidió volcar sus esfuerzos en conseguir una revolución parecida en el mundo de los altavoces y así fue como nacieron las Grimm Audio LS1 en 2010, un altavoz activo con mucha tecnología digital dentro que marcó un hito, y que es la antecesora de las Kii Audio que tenemos a prueba en esta ocasión.

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Centrado actualmente en esta empresa, las Kii Model Three –único producto de la marca por ahora– representan como veremos enseguida un salto cualitativo en cuanto a qué son capaces de conseguir unas cajas activas con un avanzado control digital interno.

Descripción

Son los Kii dos monitores de inocente y atractivo aspecto, formados por un perfil en “U” en material sintético ofrecido en color blanco –cualquier otro color bajo pedido–, o en gris oscuro en su versión “pro” –que no tiene ninguna otra diferencia–. Sobre este perfil se montan los numerosos componentes internos, cubiertos después por unas láminas de aluminio de notable espesor, atornilladas.

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El tamaño o aspecto pueden engañar, pero dos cifras dejan claro que estamos ante unos altavoces muy especiales: en el volumen que delimitan sus relativamente compactas dimensiones –40 cm de profundo y 40 de alto por 20 cm de ancho– llevan ¡seis! altavoces y otras seis etapas de potencia de 250W cada una, que suman pues 1.500 W por caja.

Los altavoces usados son exclusivos para este proyecto. Los seis por caja de graves tienen un cono de 6’5 pulgadas, con una suspensión que les permite un recorrido más largo de lo normal y el cono en sí es muy rígido y totalmente liso por fuera –estéticamente pasan desapercibidos–. El frontal de medios es de 5 pulgadas, cubierto por una tela, y el tweeter también frontal es de una pulgada montado en una pequeña guía de ondas y está protegido por una rejilla. Apenas he podido descubrir información del tweeter, al parecer uno muy especial de origen Seas –en aleación de aluminio y magnesio– cuya guía de ondas es muy particular y consigue a base de difracción una respuesta extraordinaria.

 

En la parte trasera baja, algo oculto, está el panel de conexiones y control. En cuanto a las conexiones no hay mucho que contar: la entrada IEC para conectar el cable de corriente –recordemos que son cajas activas y cada una necesitará pues alimentarse de la red–, una entrada XLR que sirve tanto para una conexión analógica como digital, y dos conexiones RJ45 tipo Ethernet que se usan tanto para transmitir la señal de audio digital de una a otra caja, como para las comunicaciones en un sistema con control propio Kii –más sobre eso enseguida–.

En cuanto a los controles tenemos un interruptor bastante obvio que nos permite elegir si la conexión XLR es analógica, o si es digital y en ese caso qué señal debe tomar la caja –canal derecho o izquierdo–, pues recordemos la señal digital viaja con los dos canales combinados. Luego tenemos un pequeño botón que sirve para resetear las cajas –nunca lo necesité– o elegir el modo de “latencia” preferido –el normal optimiza más el sonido pero inserta un retraso de 90 ms inconveniente en un sistema de cine–, y por último tenemos dos ruedecitas algo misteriosas llamadas “Boundary” y “Contour”.

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La primera se intuye para qué sirve al ver cómo está graduada su escala: al mínimo marca “free”, a medio recorrido “wall” y al final “corner”. Sí, es el control que permite ajustar la respuesta en graves de las cajas –sólo por debajo de 40 Hz– en función de dónde las coloquemos en nuestra sala o habitación, de forma que se recorta más o menos según podamos dejarlas lejos de las paredes, o tengamos que tenerlas cerca de una pared o incluso en una esquina, cerca de dos paredes.

La segunda ruedecita de control –“Contour”– es un poco más complicada y consiste en una serie de filtros para hacer un ajuste fino de las cajas, según nuestro gusto o según la acústica de la sala. En una sala con mucha absorción de agudos, por ejemplo, podría ser interesante aumentar algo la respuesta de la caja por encima de 10kHz: sería la posición que ellos llaman “aire”, un clic a la izquierda de la posición “plana” original –sin filtros–. Las 15 diferentes posiciones responden a filtros prefijados con puntos de 300 Hz, 3kHz y 10kHz, y posibilidad de recortar o aumentar ligeramente la entrega en cada zona.

Y hasta aquí la descripción física de las cajas, pues la insólita y robusta forma en que están montados los paneles me hicieron imposible desmontarlos para acceder y fotografiar su interior. Sabemos que tienen una fuente de alimentación conmutada de 1’2kW, que como comentamos antes llevan 6 módulos de potencia Ncore de 250W, y un avanzado circuito DSP de control digital. Por ello la entrada analógica es convertida a digital con un chip ADC que entendemos trabaja a 24 bit y 192kHz, la resolución máxima admitida en la conexión digital.

Pero hay algo más que contar sobre ellas. El DSP digital interno no sólo está ahí para realizar el filtrado activo, repartiendo cada grupo de frecuencias hacia su altavoz dedicado –graves, medios y agudos–, sino que aquí es donde radica la “magia” de las Kii Audio: mediante un avanzado proceso de decalado de fases, no sólo las tres vías presentan una coherencia temporal perfecta, sino que el grave se modifica para que se disperse de una forma totalmente anómala, en forma de cardioide hacia adelante. Es decir, las cajas emiten las frecuencias graves –en realidad desde 80Hz hasta 1Khz– sólo hacia adelante, sin apenas radiar nada hacia atrás. Solamente por debajo de 40Hz es imposible pelear con la física y las Kii Three emiten grave omnidireccional, y para eso se usa el control de ajuste de colocación –que reduce los graves por debajo de esa frecuencia, 40 Hz–.

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Para quien se pregunte “qué graves por debajo de 40Hz” en monitores de este tamaño tan compacto, decirles que la respuesta en frecuencia declarada es de 20 Hz (!!) a 25 kHz con una desviación de 0’5 dB. Y no son fanfarrones: he visto mediciones de laboratorio con una respuesta de 19 Hz –a -3dB solamente– hasta 30 kHz. Increíble pero cierto, probando un disco de tonos en mi sistema a 20 Hz daba una salida notable y limpia. Incluso por debajo de eso había señal, como pocos subwoofer que yo haya probado en casa.

Un perfecto aperitivo de lo que nos estaba esperando…

Escucha

La puesta en marcha de las Kii es sencilla: las colocamos sobre sus pies –caros pero robustos con dos columnas que convendría rellenar de arena para hacerlas inertes–, conectamos sendos cables de alimentación y los respectivos cables de señal desde el previo, y ya está. Si no disponemos de salidas balanceadas en nuestro previo o fuente con volumen regulable, podemos usar adaptadores, las Kii fueron absolutamente silenciosas en reposo en ambos casos. Y lo mismo si usamos la óptima conexión digital. En ese caso se conecta la salida digital al altavoz más cercano –indiferente derecho o izquierdo–, y de ése al otro conectaremos un cable CAT6 de red que llevará la señal digital del otro canal a su altavoz correspondiente. En este caso, la fuente deberá tener control de volumen, y conviene que sea de calidad –no un simple “corte de bits”– so pena que a bajo nivel no nos lleguen los 16 o 24 bits de la grabación.

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Antes de entrar en la escucha, unos apuntes en relación a los ajustes. Con el “Boundary” claramente se aprecia como el sistema reduce graves por debajo de 40Hz como dicen. Basta poner un corte de contrabajo por ejemplo y al cambiar notamos cómo reduce los graves emitidos, incluso se nota como los drivers traseros –que quedan “a mano” mientras jugamos con la ruedecita– se agitan menos de forma evidente al pasar del ajuste “plano” al de máxima reducción –posición “corner”–. En cuanto a la entrega “cardioide” –hacia adelante– de los graves por encima de esa frecuencia, también es algo fácil de apreciar: con las cajas en posición adelantada en la sala, y sonando un tema con buen contenido de bajas frecuencias, basta pasar por detrás de las Kii para apreciar cómo disminuye notablemente el nivel apreciado… Muy curioso y eficaz.

 

En cuanto al otro ajuste, el “Contour”, es más sutil, pues realmente cambia sólo ligeramente el equilibrio tímbrico. No es un cambio que percibes enseguida al tocarlo sino con unos minutos de escucha. Supongo que son cambios de menos de 2 o 3 dB en la curva de respuesta, que dicho sea de paso es lo correcto cuando sólo se trata de eso, de un pequeño retoque sutil, no de un cambio brusco al estilo de los controles de graves y agudos de amplificadores antiguos o básicos. Aquí como digo es algo sutil, y de alguna forma es la realización de la utopía que supone que, por ejemplo, tengamos unas cajas demasiado “alegres” en agudos y les montemos un cable que reduzca esa alegría en altas frecuencias. En realidad la interacción entre cables, cajas, altavoces y sala puede ser más complicada, pero con las Kii Audio será muy sencillo encontrar nuestro equilibrio ideal si, por colocación o tratamiento de sala, necesitamos salirnos de la respuesta lineal. Yo, por ejemplo, las dejé la mayor parte del tiempo “planas” en el salón –reduciendo algo los infragraves si las aceraba a la pared trasera– y les añadí algo de aire en agudos en el sótano –sala con mucha absorción en altas frecuencias–.

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Pero esos ajustes me han desviado del “asunto”… ¿cómo suenan las Kii Audio? Pues en una palabra: extraordinarias. Estas cajas han sido una revelación, me podía esperar un buen producto sabiendo de quién proceden, me podía esperar unos monitores activos capaces de dar grandes satisfacciones por su precio, pero no me esperaba que estas cajitas ofrecieran un sonido tan “de caja grande” y no de cualquier caja grande sino se las mejores que tenga en mi memoria… Me quedo con la duda de como sonarán en una sala muy grande, donde posiblemente sí se alcance la limitación en presión sonora que la física impone a su tamaño, pero en los 30 metros cuadrados de mi salón o los 70 de mi sótano –en posición de escucha cercana en ese caso–, las Kii han dejado una huella imborrable.

Lo primero que choca es lo “grandes” que suenan. La escena que proyectan es anchísima, profunda, pero sobre todo precisa y holográfica. Supongo que es obra del DSP interno, pero la coherencia de su sonido es casi única. Una prueba habitual es una voz, o un instrumento, con un amplio registro tímbrico, y el resultado habitual es que no todas las frecuencias parecen proceder del mismo punto, porque el filtrado, la difracción de las cajas, como dispersan cada grupo de notas, incluso la influencia de la sala, hacen que tengamos una ilusión extraña, como si se “moviera” la fuente sonora o no fuera única. Algunas cajas o equipos, porque la sala influye, sí tienen suficiente coherencia para que el sonido proceda de un área determinada de la escena sonora, y pocas consigue lo que las Kii: que proceda de un punto imaginario en el espacio, donde estaba cuando se grabó o donde “le puso” en el estudio quien editó el máster.

Además de “grandes” en escena, suenan grandes en tamaño. Los cuatro altavoces de graves por lado, y su 1kW de potencia dedicada también por canal, les dan a las Kii Three una capacidad de darnos frecuencias bajísimas, subterráneas, y además de hacerlo con fuerza. Tienen extensión, haciendo que un piano grande suene grande, o que los pedales de un órgano se aprecien de lleno, y además tienen impacto, golpeándonos el pecho con una batería o un sintetizador. Un grave extendido, impactante, pero además veloz: entusiasmante con un solo de batería y emocionante con uno de cello.

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Las Kii dejan disfrutar de música moderna con la marcha que queramos y aguantemos –nosotros o los vecinos…–, pero es que además revelan “todo” lo que hay en muchas grabaciones y que, si uno no las ha escuchado con cajas capaces de bajar hasta los 20 Hz en sala, no conoce. En temas como “Grandmother” de Rebeca Pidgeon, que posiblemente los aficionados hemos escuchado cientos de veces en diferentes equipos y por lo tanto creemos conocer bien, se esconden muchos “ruidos” que sólo se hacen evidentes con cajas muy grandes y muy buenas o resolutivas. Ahora mismo sólo recuerdo las 801D o las Wilson Alexia, no sabría decir si hubo alguna otra, porque ni mis propias 802D son capaces de dar bien alimentadas alguno de esos detalles. Hablo de ruidos de pisadas, golpecitos de mano en la guitarra, golpes de pie en el suelo, y otros sonidos sin identificar… pero que están ahí y que contribuyen al ambiente reproducido. Las Kii Three permiten escucharlos, o sentirlos, perfectamente.

¿Y qué tal con el timbre de una soprano o un violín? Sobresalientes, de nuevo. No me cansé de escuchar algunas obras de Haendel con voces y coros, con maderas y metales… incluso –a decir de mi mujer–, llegando a pasarme de volumen. Suelo escuchar de moderado a fuerte, pero con las Kii hay tanta transparencia, tan baja distorsión, que sucumbes a la tentación de “más”. Y ellas te siguen… como digo habría que ver hasta dónde, en mi casa y con mis oídos –que son para toda la vida, es decir lo que queda de ella– desde luego sobradamente. Y hablando de segundas opiniones, a “ella” le han dejado estas cajas casi tanta huella como a mí: le gustaron por discreción o estética, y le sorprendieron cuando pudo apreciar de qué eran capaces… “increíbles graves, gran claridad, nada agresivas” fue su veredicto.

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Conclusión

¿Qué más puedo decir? Las Kii me han sorprendido más allá de lo que podía imaginar. Basta una fuente digna, mejor si es digital y tiene volumen regulable sin pérdidas, para montar un sistema capaz de competir con equipos de diez veces su valor, además con mucho menor compromiso estético y acústico, pues necesitarán menos “cuidados” en la sala. Son un gran descubrimiento que me deja claro cuál será uno de lo caminos que recorrerá nuestra afición en un futuro próximo: el de las cajas activas con procesado digital, que ya existen desde hace tiempo pero que –en ningún caso que yo hubiera conocido o probado– habían llegado tan lejos en calidad del sonido ofrecido. Mientras las tuve en casa las disfruté muchísimo, sé que fui un pesado hablándoles de ellas a mis amigos y aficionados cercanos durante esas semanas, y si tuviera que montar mañana un equipo de cero serían mis candidatas número uno en protagonizarlo. ¿Existe mejor recomendación que esa?

Puntos destacados

+ Estética moderna y discreta, simplicidad del sistema
+ Sonido y escena sobresalientes
+ Gran coherencia tonal y tímbrica (con ajuste sutil posible)
+ Capacidad en graves por extensión e impacto
+ ”Amigas” con la acústica de la sala (y regulables)
– Ausencia de un control de volumen y más entradas
– Pies originales caros

Precios IVA incluido: cajas Model Three 10.158 € la pareja, pies específicos Kii 1.820 €, y próximamente Kii Control 1.319 €.

Distribuye Ultimate Audio

FICHA TÉCNICA

Altavoces de tres vías activas con 6 etapas internas de 250W (una por altavoz), recinto cerrado con dos woofer laterales y dos traseros. Tweeter: 1 pulgada con guía de ondas. Altavoz de medios: 5 pulgadas. Altavoces de graves: cuatro de 6’5 pulgadas. Filtro digital “Active Wave” con mínima respuesta en fase, 4’8 dB de directividad de 80Hz a 1kHz. Tiempo de latencia en modo “normal” 90 ms, en modo “baja latencia” 1’03 ms. Respuesta en frecuencia de 20 Hz a 25 kHz. Presión sonora máxima SPL: 105 dB (largo plazo), 110dB (corto plazo), 115 dB (pico). Dimensiones (Al x An x Prof): 40 x 20 x 40 cm. Peso neto: 15 kg. Disponibles en blanco o gris oscuro (modelo “pro”), otros colores bajo pedido.

EQUIPO UTILIZADO PARA LA PRUEBA

Fuentes

  • Linn Akurate DSM
  • Linn Sneaky DS
  • Meridian 568.2

Cableado

  • Nordost, Kimber, propio

 

 

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