Esto sí que es diferente
Stig Carlsson fue un ingeniero de sonido sueco que dedicó su carrera a los principios de lo que él mismo llamó Orto Acústica. Su primera patente data de 1953 y ya mostraba sus ideas: un altavoz que interactuaba con las paredes y techo de la sala de escucha. A mitad de los años 1980 empezó a colaborar con John Larsen, estudiando en detalle la relación entre el sonido directo y las reflexiones. Empezaron a hacer prototipos y modelos de altavoces y en 1995 Larsen fundó su propia marca, apenas dos años antes de que Carlsson falleciera (1997) a sus 72 años.
Larsen siguió produciendo altavoces según el principio «Carlsson Ortho Acoustic» otros diez años, y cuando pensaba en dejarlo la creciente demanda no le dejó: así nació desde 2009 la actual gama, los Larsen 4, 6 y 8, y recientemente el nuevo Larsen 9 de gama más alta. Siempre bajo los mismos principios: buena relación calidad/prestaciones (lejos de la búsqueda del lujo cada vez más habitual en esta afición) y con características acústicas únicas que enseguida veremos. Pero esto es lo importante: los Larsen son altavoces diseñados para ir pegados a la pared (sí) y ocupar lo mínimo en la sala. Hemos probado los intermedios en la gama, los Larsen 6.2, justo entre los 4 y los 8 (como digo los nuevos 9 son un poco punto y aparte aunque con idénticos principios).
Descripción
Voy con la descripción estándar de las cajas, aunque como veremos lo importante va mucho más allá del repaso a su ficha técnica. Las Larsen 6.2 son cajas de columna muy discretas: apenas 75 centímetros de alto con una base casi cuadrada (por 23 cm de ancho y 26 cm de profundo), que cuando las pones pegadas a la pared (así deben ir) prácticamente desaparecen. Aunque hay varios colores digamos normales (blanco, negro y tres maderas), Larsen pinta por encargo las cajas con el código de color deseado si queremos que vayan a juego con la pared: en ese caso virtualmente desaparecen de la vista.
Son cajas de dos vías y salida bass-réflex (algo particular) con altavoces Scanspeak de gama alta. De hecho es la mayor diferencia respecto de las Larsen 6 originales antiguas: las 6.2 montan los altavoces usados en las Larsen 8 de superior precio. Se trata de un tweeter de cúpula blanda y un altavoz de 7 pulgadas con cono de papel tratado, montados en la parte superior y dirigidos en ángulo hacia arriba y al centro (las cajas son simétricas y no iguales, o sea una es «derecha» y la otra «izquierda»). Con ellos y el filtro usado Larsen declara 88 dB de sensibilidad (en mi experiencia algo optimista, debe andar más bien por los 84-85 viendo el volumen que necesitaba) y una impedancia amable con cualquier amplificador (8 ohmios). Un dato que ya revela algo diferente es la respuesta en frecuencia: graves por debajo de 30 Hz.
El filtro admite bicableado y está en la parte superior (trasera) de la caja. En esa parte superior las cajas están abiertas pero tienen diferentes materiales absorbentes para controlar la dispersión, por ejemplo un fieltro sujeto alrededor del tweeter en su parte superior que evita que éste radie hacia la pared. Por detrás hay una abertura que da a la cavidad interna del altavoz (la salida «réflex» aunque está pensada para sintonizar con la pared). Una pequeña rejilla triangular cubre todo bastante discretamente por delante, pero debo señalar que el acabado general de las cajas, y en particular esa parte superior, no está muy bien rematada estéticamente. A su favor decir que como están diseñados para ir algo apartados (pegados a la pared trasera) y son bajitos y pequeños, no destacan mucho.
La acústica funciona
No conocemos en detalle los principios en los que se basa el concepto Orto Acústico, pero ¡funciona! Recordemos cómo hay que colocar estas cajas: pegadas a la pared trasera, y pegadas es «pegadas», como mucho uno o dos centímetros de espacio por el rodapié o por el cable usado (quizás el filtro debería estar más metido para evitar eso). Por otra parte recomiendan usar la pared más ancha de la sala, si es rectangular, y a poder ser de forma simétrica (a igual distancia de las paredes laterales, al menos 50 centímetros). El punto de escucha ideal estará formando un triángulo equilátero (misma distancia nuestra a cada caja que entre ellas) pero en realidad esto es mucho menos crítico que con cajas «normales».
La clave del asunto consiste en dos factores: de un lado, el recinto réflex de las cajas se sintoniza con la pared para potenciar los graves. Estas cajas llevan como comenté más arriba un woofer de 7 pulgadas cada uno, en una caja algo mayor que un monitor, pero llegaban a reproducir notas por debajo de los 30 Hz como la misma marca anuncia. Con más extensión que impacto, si acaso, pero con una presencia totalmente inesperada de cajas tan pequeñas. En temas como la banda sonora de «Dark Knight» o el ya muy popular «Liberty», que si no tienes esas notas bajas te estás perdiendo buena parte de la música, las Larsen impresionan. También con cualquier tema de rock o pop, repasando mis favoritos de Madonna o Dire Straits, o probando con Metallica y otros temas con batería que no dejan indiferente, estas increíbles cajas suecas sorprendían con su «marcha».
Los graves son un factor, seguramente el que más llamará la atención de entrada y a la mayoría. Pero no es el más importante: el otro es cómo las cajas juegan con las reflexiones en el techo y las paredes laterales, evitando las de la pared trasera (están pegadas pero hay mucho material absorbente para evitar radiar hacia ella). Juegan con esas reflexiones y con la radiación directa, para que llegue a nuestros oídos un sonido equivalente a la configuración habitual de cajas consiguiendo el efecto estéreo deseado: una escena ancha y alta, con profundidad, y con foco en las diferentes fuentes virtuales, como ese punto central tan importante en el que solemos localizar los solistas.
Y así es en la práctica: si de entrada los graves de las Larsen sorprenden, no lo hace menos cómo «pintan» la música en la pared, incluso con sensación de profundidad virtual por detrás de ella. Realmente proyectan una escena sonora enorme, mayor que el tamaño físico de la pared que se queda tras ellas, y lo bueno es que si nos movemos del punto de escucha se mantiene prácticamente intacta la misma ilusión estéreo. Un efecto acústico notable es la sensación, increíblemente real, de que tienes a los músicos en la sala. Y no me refiero sentado escuchando, sino andando, moviéndose por ella, de pie incluso: un trío de jazz parece estar ahí tocando «estático» mientras uno se mueve por la sala, como si de verdad estuvieran allí tocando. No es algo que recuerde de ninguna otra caja, de forma tan realista.
En cuanto al perfil sonoro, la Larsen son muy agradables de escuchar: quizás porque los tweeter no están orientados directamente a la posición de escucha, o porque están diseñadas así, es un sonido tirando a cálido aunque no le faltan detalles en frecuencias altas. Se supone que deben escucharse con las rejillas puestas, pero sin ellas me pareció que ganaban algo de detalle quizás por eso: algo importante es que el techo conviene que sea «limpio», es decir sin tratamiento (absorbente o difusor) que modificaría las reflexiones del sonido, ya que las Larsen trabajan con ello (un poco como los altavoces «Atmos» accesorios que hacen rebotar el sonido en el techo).
Su precio es asequible respecto a sus prestaciones (lástima de acabados o estética aunque está ligada a su funcionalidad) y combinadas con el sencillo Linn Sneaky DS (reproductor en red con amplificación interna) formaron una combinación con la que muchos serían más que felices. Subir el listón en amplificación (mejor con transistores, como el capaz Riviera Levante) demostraba que las cajas tienen un potencial muy alto, aunque un integrado de válvulas Single End también fue capaz de hacerlas sonar muy bien.
Conclusión
No sabía qué esperar de unas cajas tan raras pero acepté el reto de probarlas, aunque me costó mover varios muebles y cambiar mi salón (y el sistema) temporalmente. Pero ya mientras las tenía sonando de fondo «en rodaje» me di cuenta que las Larsen son algo especial y que por algo la marca sigue existiendo después de muchos años en el mercado (aunque no en España). Lo que no entiendo es cómo no les han salido imitadores, porque realmente «funcionan»: no ocupan espacio en la sala, proyectan una escena sonora inesperada (como su capacidad en graves) y como remate su sonido apenas tiene «peros», mucho menos al precio que tienen. Pasan a estar en cabeza de mi lista de recomendaciones para esos amigos que preguntan «qué cajas pongo en el salón».
Puntos destacados
+ Sorprendente sonido con grave y escena equivalentes a cajas mucho mayores y más complicadas
+ Escena amplia y alta, incluso profunda, y sin un punto de escucha óptimo «necesario»
+ Perfil sonoro tirando a cálido pero con timbres y detalle realistas
+ Posicionamiento muy fácil y perfecto en ámbito doméstico compartido
– Acabados poco pulidos
PVP: 2990 euros
Distribuidor: www.elektrahiend.com
FICHA TÉCNICA
Cajas acústicas de dos vías con dos altavoces, diseño «Orto Acústico». Tweeter Scanspeak de 26 mm con cúpula de seda, mid-woofer Scanspeak de 7 pulgadas con cono (177 mm) de fibra de papel. Sensibilidad 88 dB, impedancia 8 Ohm y potencia máxima admitida 100 W. Respuesta en frecuencia de 26 Hz a 20 kHz en la sala. Dimensiones (Al x An x Prof): 750 x 230 x 260 mm. Peso neto: 12,5 kg. Disponibles en varios de acabados: negro, blanco, 3 tonos de madera (Maple, Cherry o Mahogany) o un color personalizado bajo pedido (240 euros extra).
EQUIPO UTILIZADO PARA LA PRUEBA
Amplificación
- MingDa MC368-B902 (integrado a válvulas Single End)
- Riviera Audio Labs Levante (integrado transistores clase A-AB)
- Linn Sneaky DS (como fuente e integrado)
Fuentes
- Linn Sneaky DS (streamer con DAC)
- Meridian 507 (reproductor CD)
Cables
- WyWires