Gigantes
Una de las cosas buenas de esta afición es que siempre estás abierto a descubrir cosas: música, por supuesto, pero también aparatos, cables o altavoces. En esto último es en lo que se suelen hacer los descubrimientos más significativos, a fin de cuentas el altavoz se encarga de convertir en sonido, movimiento del aire, las señales eléctricas que –mejor o peor– los demás componentes habrán generado, transmitido y procesado. Y cuando además de afición es «profesión» porque te dedicas a probar material como tengo la suerte de hacer desde hace años, pues esos descubrimientos a veces te van marcando: al final, miras hacia atrás y sólo contados aparatos o altavoces han destacado como para recordarlos vivamente.
Dicho lo cual, me permito hacer un «spoiler», palabra anglosajona de moda que describe lo que toda la vida ha sido contar el final. En este caso no creo estropear nada, quizás al contrario, porque estará bien conocer mi opinión ya a partir de este segundo párrafo. Y mi opinión es que las cajas Legacy Audio Focus SE son de las que recordaré dentro de un tiempo por la excelente impresión que me han causado. Luego entramos en detalles, pero con estas cajas estos dos tópicos han sido totalmente ciertos: descubrí detalles en obras conocidas que habían pasado desapercibidos, y las eché de menos desde el momento en que las desconecté para embalarlas de vuelta tras la prueba. Alguna vez durante mis pruebas ha pasado algún amigo o conocido por casa y ha escuchado el material, dándome su opinión. En este caso fueron más, porque estas cajas me estaban gustando «demasiado» y quería saber si era cosa mía… Uno de ellos me hizo la pregunta clave: ¿las cambiaría por mis estimadas B&W 802D? Bueno, dejemos algo de suspense ¿no?
Legacy Audio
Tres décadas en el negocio dan para mucha experiencia y unos cuantos logros. Esta empresa americana, con base en Springfield –Illinois– tiene esta máxima: fabricar, a mano, los altavoces con la mejor relación calidad-precio. Su estándar de calidad es el mismo para la tope de gama que para el monitor más sencillo, y por eso ofrecen siete años de garantía. Tienen en catálogo numerosos modelos dedicados a la música y al cine en casa, y toda una rama de sonido profesional con cajas activas. De hecho, yo no conocía bien la marca pero sí me sonaban de su lado profesional, y buscando información descubrí que Legacy es la favorita de productores como Rick Rubin –Adele, ZZ Top, Sheryl Crow, U2… etcétera–. Su alma mater es Bill Dudleston y empezó como otros en un garaje, con su socio Jacob Albright. Su primer modelo tuvo éxito y a partir de ahí labraron la empresa que tienen ahora.
¿Qué busca Legacy en sus cajas? Pues lo tienen claro: gran ancho de banda, mínima distorsión, más rendimiento y fiabilidad… aunque todo eso es bastante obvio –que no fácil–. A mí me llamó la atención la importancia que dan a la coherencia, a la respuesta en frecuencia en el punto de escucha. Sí, la sala siempre tendrá influencia, pero para ellos el altavoz debe conseguir una buena respuesta a unos tres metros, donde estará el oyente, y la optimizan para eso a sabiendas que habrá techo, paredes, muebles o suelo. Es algo que enseguida me quedó claro y de lo que más me sorprendió de las Focus SE, el modelo que probamos, que está más o menos a la mitad de su gama doméstica. También me quedó claro que entre sus prioridades no está que sus cajas sean discretas, ni quizás diría bonitas, aunque eso puede ir en gustos. Las Focus que probé son dos tremendas torres de metro cuarenta de alto que me extrañaría mucho fueran bien aceptadas en un ambiente doméstico. O por lo menos no hasta que «ella» –entre comillas y en femenino sólo porque pienso en la persona que se preocupe de la estética– las escuchara, quizás.
La Legacy Focus son cajas grandes, pero necesitan serlo: llevan seis altavoces nada menos, en un sistema de cuatro vías con caja bass-réflex de salida trasera. Los graves corren por cuenta de dos woofer de 12 pulgadas nada menos, con cono de aluminio y una frecuencia de corte de 120 Hz. Llegan según Legacy hasta 18 Hz, es decir más bajo que muchos subwoofer. Por encima de esos 120 Hz y hasta 2’8 kHz entran en juego los dos altavoces de medio-grave: llevan un cono en 7 pulgadas y están montados arriba y abajo de los tweeter, en una configuración al estilo d’Appollito digamos. Estos conos son de una mezcla de fibras de carbono y ¡plata! Tras varias pruebas de materiales –la versión anterior montaba una mezcla de kevlar– llegaron a esa combinación. Son altavoces críticos, con ese rango de frecuencias –más de siete octavas en medios–, y están muy probados y trabajados: chasis de fundición, imán de Neodimio… Si seguimos con la tercera vía, es el agudo bajo del que se ocupa un tweeter de cinta –Kapton– AMT de 4 pulgadas, y su filtrado es desde esos 2’8 kHz hasta 8 kHz. A partir de ahí y hasta los 30 kHz declarados como límite superior, está el tweeter, situado justo encima del anterior, y también una cinta AMT en este caso de 1 pulgada, y con cable de plata. El conjunto declara una sensibilidad notable: algo más de 95 dB, pero con la trampa relativa de una impedancia baja –4 Ohm promedio–, un aviso de que hará falta corriente para moverlas. Legacy no lo esconde: recomiendan amplificación de estado sólido… sólida –alto «damping control”–.
Además de esos cambios en los altavoces de medios –kevlar en la versión anterior–, la Focus SE nació del 25 aniversario de la marca y por ello monta mejores condensadores en el filtro –Solen–, una caja rediseñada ligeramente más esbelta –estrecha y profunda– además de recibir unas formas biseladas en su parte superior para minimizar difracciones. El filtro, que puede bicablearse o biamplificar, incluye dos interruptores: el de graves atenúa ligeramente, unos 2 dB, la zona de 60 a 80 Hz por si la sala se excita demasiado, mientras el de agudos hace lo propio arriba para salas demasiado brillantes o poco vestidas. El acabado se puede pintar –14 capas nada menos– con una gran variedad de terminaciones en madera, pero es algo que no pude apreciar porque mis unidades de prueba venían en una chapa de madera natural negra bastante corriente, digamos que más «profesional».
Llega el palé
Menos mal que le comenté a nuestro Director, Miguel Castro, después de mi última prueba de cajas –las grandes Elac Adante 61F– que a partir de ahora prefería cosas más ligeras y manejables… Debió de pensar aquello de que “si no quieres chocolate, toma dos tazas” porque cuando me llamó el transportista para avisarme que tenía “un palé” para entregarme ya sospeché algo, y cuando las vi llegar no salía de mi asombro. Al desembalarlas -no sin esfuerzo- lo confirmé. Las Legacy Audio Focus son grandes ¡y parecen enormes! La ficha técnica da las cifras, pero la sensación de mover dos cajas de 1,40m de alto y más de 70 kg cada una, lo imponentes que quedan una vez colocadas con sus dos woofer de 12 pulgadas inferiores, supongo que es fácil de imaginar. Y, con el acabado en vinilo negro que comenté, no creo que ganen ningún concurso de belleza. Las rejillas protectoras frontales –una clásica estructura de madera con tela– no ayuda y las dejé de lado: por lo menos la visión de los drivers me parecía más atractiva.
Como suelo hacer, instalé las cajas primero en mi sótano, donde está el equipo estéreo más dedicado gracias a la mejor acústica de esa superficie. Pero, al contrario de otras ocasiones, no llegué a subirlas al salón para apreciarlas en un entorno más parecido a una sala doméstica. No sólo por su tamaño y peso –que también– sino porque… en el sótano sonaban de escándalo. Y me negaba a dejar de disfrutar de ese sonido. Hasta que no quedó más remedio porque vinieron a recogerlas, y a partir de ahí me tocó echarlas de menos. En fin –suspiro–.
Lo primero que destaca y no podía ser de otra manera es cómo estas cajas reproducen los graves. Con dos 12 pulgadas por caja y ese volumen interno, a poco que las alimentemos como es debido tendremos una extensión y un impacto… que quitan el aliento. Esta generosidad y su tamaño son el punto flaco de las Legacy Focus: no valen para cualquier sala. No es sólo una cuestión de metros cuadrados, o cúbicos, es que dan tanta energía en esas frecuencias bajas que excitarán cualquier modo de sala dispuesto a despertar. A cambio, la presencia de esa parte de las grabaciones que suele quedar descartada por muchas cajas, incluso en sistemas con subwoofer activos, es reveladora incluso con piezas insospechadas.
Aunque lo que nos dejará clavados al sillón será el impacto, en cortes o canciones que sí elegimos para ver de qué son capaces. Nunca había escuchado –ni sentido– un grave tan profundo, impactante, o definido como el de las Legacy Focus SE. En mi sótano –tendré que insistir en esto varias veces porque estas cajas pueden ser otra cosa en otra sala–, ha habido algunas cajas con buen grave, incluso tengo residente un capaz subwoofer –el B&W con el 15 pulgadas de las 801D– que a veces ayuda a otras cajas, pero ni de lejos ninguna caja ni configuración ha estado a esta altura –no, tampoco las 802D cuando las he tenido ahí abajo–.
La combinación que mejor las movió fue con las etapas Hypex –dos monofónicas nc400–. Estas etapas son excelentes con las bajas frecuencias, suelen sacar lo mejor de cada caja en graves tanto en extensión como en rapidez, y controlaron esos dos 12 pulgadas de las Legacy con mano de hierro. En el «debe» de estas etapas: su neutralidad y limpieza a veces van acompañadas de cierta aspereza en medios y agudos. Pero la combinación con las Focus SE era casi mágica. No es magia, es lógica: esos afinados altavoces de medios y sobre todo los dos tweeter de cinta, son la clave. Además de ofrecer gran detalle y extensión suavizan: esa suavidad compensaba la aspereza de las etapas dando un resultado realmente redondo. Incluso a quien las Hypex les causan “alergia», reconocieron lo bien que sonaban con las Legacy.
Por desequilibrado que pueda parece ese sistema, con unas cajas de algo más de diez mil euros con unas etapas que rondan los mil por monofónica, en la práctica era como digo mágico. Ese conjunto me ofreció el mejor sonido que he tenido en mi sótano –con diferencia– y pocos han sido los sistemas que he escuchado en otras salas de los que diría que están a similar altura. Porque no era sólo una cuestión de graves: eso fue lo primero que me llamó la atención, pero apenas instantes después fue la coherencia conseguida. Un sistema de cuatro vías, y de esas dimensiones, debe estar muy bien ajustado para sonar «como uno» y eso es precisamente lo que hacían las Legacy. Cuando una voz o un instrumento cambia mucho de registro, varias octavas por debajo o por encima, su ubicación percibida en la escena sonora puede «moverse» porque esas diferentes frecuencias llegan de diferentes altavoces y no se combinan bien. Cuando existe buena coherencia, el origen de ese sonido es estable, la escena es más creíble, incluso el timbre es más natural y el cerebro trabaja menos. Te dejas llevar mejor por la música.
Además de esto, la parte media y alta de las Focus SE me gustó mucho también. Estos tweeter de cinta son a simple vista muy parecidos a los usados en varias cajas, como las Golden Ear, y su sonido detallado pero suave, sin estridencias, también me las recordó. Quizás por el montaje a cierta altura, o por llevar dos –uno más grande para el agudo bajo desde 2’8 kHz y otro a partir de 8 kHz, recordemos–, la Focus me sonaba a la vez más transparente y fina por arriba que sus compatriotas.
Lo de repasar cómo sonaban las cajas por banda de frecuencias está muy bien pero quizás mejor idea de lo que eran capaces o por qué me gustaron tanto lo den algunos ejemplos concretos. El tema «Liberty» de Anette Askvik: directamente, no lo he escuchado como con estas cajas en ningún equipo. Impresionantes los graves, la información que no existe en otras cajas, la agilidad del ritmo, pero espectaculares esos pequeños sonidos o ruiditos que parecen estar por toda la sala, delante, a los lados, detrás. Excelente la voz, el saxo… conmovedor. Sólo con escuchar este tema en mi sótano, hubo quien no se creía que aquello fuera posible.
Los temas de Dire Straits –»You and Your Friend”–, Pink Floyd –The Wall–, Supertramp –»Don’t Leave me Now”–, Nirvana, Metálica… donde el impacto en grave, el ritmo, pero también las guitarras o las voces y la escena «importan», eran sencillamente brutales escuchados con las Legacy y las Hypex. No es que sonara «como en directo» porque ni en directo podría sonar así… sonaba como yo hubiera soñado que tenía que sonar aquello. Cambiando de estilo hacia la música clásica, qué buena escena con grupos de cámara –Vivaldi, Schubert–, qué perfecta diferenciación de timbres e instrumentos. Cómo se percibe el «aire» entre ellos, los cambios de ritmo entre movimientos. Y los detalles, los pequeños sonidos que te acercan a la interpretación: el paso de páginas de partitura, los movimientos de pies en el suelo… Nuevo cambio hacia el jazz: el peso de un contrabajo con esas 12 pulgadas es real, pero además puede ser rápido si el Juan Pablo Balcázar o Ray Brown de turno están inspirados; y las voces nunca habían sonado con las Hypex como lo hacían a través de estas Legacy. Claras, precisas, un punto dulces.
Y en ese punto es cuando uno se pregunta acerca de esos 95 dB de sensibilidad: ¿no estaban pidiendo a gritos que probara otras cosas? Sí: válvulas. Tenía a mano mi integrado Ars Sonum con dos parejas de EL34 por canal –60 W– pero me atreví incluso con una pareja de EL84 por canal –10 o 12 W–, siempre en Clase A. La mala noticia primero: la extensión en graves se mantiene casi intacta, es decir un órgano o un contrabajo mantendrá sus notas y fundamentales, pero el impacto desaparece. El fabricante avisa y es honesto: hacen falta etapas capaces de dar corriente –rápida y limpia– para mover y controlar los woofer de estas cajas. Sin eso, nunca sabremos de qué son capaces en cuanto a impacto y velocidad.
Pero hay mucha música en la que eso no importa porque no existe, aunque no sólo en rock lo echaremos de menos. También con mucho jazz, por supuesto blues, o por lo menos cortes que suelo escuchar como el «Nobody’s Fault But Mine» de Beth Rowley. Sin embargo, y ésa es la buena noticia, compensa: las válvulas les aportaron a Las Legacy un toque aún más humano, si ya sonaban bien además se pusieron a sonar todavía más bonito. La rapidez y detalle del amplificador con EL34 les vino bien, pero la combinación mágica fue con ese puñado de vatios de las EL84… Me quedé deseando probarlas con el bonito Leben 300, incluso con algún «single end»: podría ser una combinación de ensueño, que sólo con rock y algo más nos haría echar de menos ese golpe en el pecho que se consigue con otra amplificación.
Antes de que alguien pregunte, sí, también probé a biamplificarlas con las Hypex en graves y válvulas «arriba». Pero pese a medir y ajustar lo mejor que pude, algo no encajó y la combinación nunca funcionó como debía. Pese a dar esa opción –o bicablear–, creo que el filtro de Legacy está muy optimizado y habría que hilar aún más fino para biamplificar con éxito. Aunque algo parecido ya existe: Legacy tiene las Focus XD en catálogo que son precisamente eso: unas Focus con la parte de graves –sólo ésa aunque se puede usar con todo– activa, usando etapas internas ICEpower de 750 W. Su precio sube a 16.390 euros.
Volviendo al sonido con esos inocentes 10 W de EL84, recuerdo ahora con añoranza cómo disfruté de esa música de cámara de Vivaldi o Schubert, de la Flauta Mágica de Mozart, pero también de esos temas de contrabajo y voz: Silvia Pérez-Cruz, Martirio, o la excelente «Back to Black» de Carola Ortiz en Minimal Hits. Cuando unas cajas son capaces de sonar tan bien y además ser versátiles como para poder cambiar de forma tan extrema de amplificación, aunque sea para disfrutar de otra forma… me quito el sombrero.
Además de cuánto me gustó el sonido de las Legacy, tanto con etapas en Clase D como con válvulas, hay otro factor que me demostró que son algo especial: su transparencia, su utilidad como «monitores» para analizar y comparar componentes. Me sorprendió cómo de diferentes me mostraron el sonido de las dos fuentes que probé –Linn Akurate y Lumin D2–, incluso las diferencias entre cables, de válvulas en uno de los amplificadores, o la diferencia de usar mi –recuperado– previo de transformadores Music First Audio frente a esas fuentes directas. Tengo mis Allegro Ramallo en el sótano precisamente como «instrumento» para ese tipo de análisis –aparte de disfrutar de su sonido– y no esperaba que las Legacy las mejoraran también en eso.
Conclusión
A pesar de su aspecto digamos industrial, y tremendo, las Legacy Audio a mí me han seducido totalmente como a estas alturas ya debe estar claro y como avisé nada más empezar. Gracias a ellas sé cómo puede sonar mi sótano, algo de lo que tenía ya una idea gracias a mis B&W 802D, pero tengo claro que las Focus SE encajaron como un guante con la acústica del sótano y mi posición de escucha. Volviendo a la pregunta del principio… ¿las cambiaría? No lo he hecho, aunque confieso que me tentó la idea. Y todavía lo pienso mientras las echo de menos, por ejemplo ahora mismo escribiendo esta prueba… Lo que sí sé seguro es esto: como primera opción, y al precio que están las cajas actualmente, serían las elegidas. Las Legacy cuestan hoy lo que costaban mis 802D hace algo más de diez años, y en ese tiempo las cosas han cambiado tanto que los precios se han duplicado.
No las puedo recomendar incondicionalmente porque hace falta quizás una sala dedicada, o una de grandes dimensiones donde no desentonen. Donde no lo hagan estéticamente –a falta de verlas en un acabado más atractivo–. Ni acústicamente, porque sus potentes graves pueden generar satisfacciones pero también –y más fácilmente– pesadillas. Si superamos esas dos barreras nos esperan horas de música de altísimo nivel por un precio que me parece muy bueno.
Puntos destacados
+ Alta sensibilidad: no necesitan muchos vatios para sonar fuerte
+ Excelente coherencia, imagen sonora muy estable
+ Impresionante capacidad en graves, por extensión e impacto
+ Transparencia, timbre y sonoridad de gran realismo
– Tamaño imponente y necesidad de cierto espacio mínimo
– El grave exige amplificación muy capaz –transistores– para rendir al máximo
PVP: 13.790 euros.
Distribuye: www.legacyaudio.es
FICHA TÉCNICA
Cajas acústicas de cuatro vías con seis altavoces, recinto bass-reflex con dos salidas traseras. Super Tweeter (a partir de 8 kHz): plano tipo AMT de 1 pulgada con hilo de plata. Tweeter (de 2’8 a 8 kHz): plano tipo AMT de 4 pulgadas. Mid-woofer (de 120 Hz a 2’8 kHz): dos altavoces de 7 pulgadas de diámetro con conos de carbono y plata. Graves (por debajo de 120 Hz): dos altavoces de 12 pulgadas de diámetro con conos de aluminio, chasis de fundición y suspensiones de largo recorrido. Sensibilidad 95’4 dB, impedancia 4 Ohm. Potencia recomendada: desde 30 hasta 700 W. Respuesta en frecuencia de 18 Hz a 30 kHz (+-2dB). Dimensiones (Al x An x Prof): 1.397 x 355 x 391 mm. Peso neto: 80 kg. Disponibles en multitud de acabados (consultar).
EQUIPO UTILIZADO PARA LA PRUEBA
Amplificación
- Ars Sonum Gran Filarmonía –integrado válvulas–
- Hypex Nc400 –etapas mono–
- Music First Audio –previo pasivo de transformadores–
Fuentes
- Linn Akurate DSM
- Lumin D2
Cableado
- Nordost, Kimber