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Los “Sound Masters” de Marantz: más que el reflejo de una filosofía, casi un estilo de vida

En Marantz, creemos que la música siempre ha desempeñado un papel fundamental en la forma en que la humanidad percibe la realidad: no nos limitamos a oír los sonidos, los sentimos, los soñamos e incluso los vemos. También creemos que la verdadera Alta Fidelidad consiste en ser capaz de reproducir la magia de una interpretación. Se trata de experimentar la música tal y como el artista la concibió, tal y como la banda la interpretó. Cumpliendo esta premisa, todos nuestros productos están afinados para ofrecer el famoso sonido Marantz, con un carácter cálido, una escena sonora amplia y profunda con un posicionamiento natural de los instrumentos y una presentación suave de las voces. Gracias a ello, le proporcionarán horas y horas de disfrute auditivo sin fatigar sus oídos.” Como se ha repetido hasta la saciedad, “muchos son los llamados y pocos los elegidos”. Pues bien: la japonesa, aunque nacida estadounidense, Marantz, es una de esas marcas para las que la transmisión de la componente emocional de la música a quienes la están escuchando es mucho más que una simple frase hecha que adereza sus propuestas de marketing. Digo “esas marcas”, pero si suprimimos de la lista las que forman parte del audio High End más elitista, la realidad es que debería decir “poquísimas marcas”, porque para la compañía fundada por el legendario Saul B. -Bernard- Marantz en Nueva York en 1953 el verdadero reto ha sido desde siempre hacer que ese “Sonido Más Musical”, superior si lo prefieren, esté al alcance de mayor número de aficionados posible. Un reto que ha hecho que existan en la firma nipona unos profesionales -me atrevería a decir artistas- muy singulares, los “Sound Masters” o Maestros en Sonido cuyo cometido no es otro que el afinado “musical” de sus productos. A dichos profesionales dedicamos el presente artículo.

Creer en la excelencia de lo que se hace

Cuando me propusieron escribir un artículo sobre los “Sound Masters” de Marantz, respondí de inmediato que sí por una razón muy simple: se llamen como se llamen, esos genuinos “enfermos” combinados de la música y el sonido siempre han formado parte de la esencia de la marca, de su ADN. Que con el tiempo se hayan “oficializado” hasta el punto de convertirse en un activo visible, y además muy potente, para reforzar el valor de un número creciente de productos, no quita que su “raison d’être” se confunda con los que podríamos llamar “principios fundamentales” del audio High End, aunque con el interesantísimo añadido de su vocación sinceramente democrática, sin duda, por lo menos en mi opinión, el elemento que le permite marcar la diferencia.

Rebobinando un poco, es bien sabido que a los entusiastas del sonido absoluto les(nos) gusta mucho conocer la motivación emocional que hay detrás de quienes conciben los productos de nuestros sueños, puesto que, aunque no lo parezca, no todo se acaba con ganar dinero. Evidentemente, sin el “vil metal” no hay nada que hacer, pero dejando esto por sentado la operativa que hay detrás del desarrollo de una caja acústica o un amplificador integrado, por ejemplo, puede otorgar una prioridad sincera a la obtención de un sonido cálido y natural por encima de todo que sólo se limite a “cumplir” con las normas establecidas y satisfacer unas determinadas exigencias técnicas en materia de especificaciones. En consecuencia, esto hace que en el universo del High End más extremo -y no tan extremo- haya mucho “teatro/postureo” cuando no directamente “paja mental” a diestro y siniestro cuando de justificar el coste de un terminado producto se trata. Al fin y al cabo, lo de utilizar los mejores materiales y componentes e ir probando a base de sesiones de escucha -en teoría exhaustivas- cuáles aportan más al sonido final no es ninguna novedad, en especial cuando la competencia prieta y los usuarios todavía más. Pero cuando la economía de escala entra en juego, el rigor entra a formar parte del juego, lo que significa que para proponer un producto musical, bien construido, bonito y asequible hay que tener muy claro cómo administrar los recursos disponibles. Marantz siempre ha sabido moverse muy bien en este terreno a menudo pantanoso y, dejando aparte su reconocida excelencia en tecnología y centros de fabricación, parece lógico pensar que el valor añadido aportado por sus realizaciones en términos de sonido tiene que ver con la singularidad de los “Sound Masters”. 

Un bagaje teórico muy bien estructurado

Permítanme insistir en ello: el afinado de materiales y componentes -incluso topologías circuitales- para dar con los que proporcionen un sonido mejor a un determinado producto destinado a la restitución de la música grabada no es ninguna novedad. Pero sí el hecho de que una marca con la relevancia de Marantz le haya otorgado poco menos que el rango de disciplina, lo que a su vez implica que detrás tiene que haber un cuerpo teórico perfectamente estructurado. Sobra decir que tal “cuerpo” existe, siendo los pilares que lo sustentan la búsqueda de la armonía y la medida de la calidad sonora: lograr la dosificación óptima de ambas en el contexto de cada producto/categoría de producto es precisamente el cometido de los “Sound Masters”.

En el caso de la búsqueda de la armonía, lo que Marantz siempre trata de hacer es aparentemente simple: encontrar el balance o equilibrio ideal, desde las frecuencias más bajas hasta las más altas, intentando mantener la misma velocidad de restitución para las frecuencias bajas, medias y altas. La armonía tiene que ser plana, pero para conseguirlo hay que intercambiar y escuchar no pocos -el número dependerá del producto- componentes. Por ejemplo, si tenemos transistores con un sonido “duro”, áspero si lo prefieren, podemos “compensarlos” con condensadores de sonido cálido. La idea es que se necesita una mezcla de caracteres diferentes, a la manera de la selección de seres humanos a la hora de formar un equipo, para conseguir esta armonía. Es precisamente la aplicación de esta filosofía a cada producto la singularidad que distingue a Marantz de sus competidores. En lo que concierne a la medida de la calidad sonora, la firma nipona puntualiza que dispone de instrumentos de medición avanzados, pero también que sólo pueden medir instantáneamente. En cierto modo, es como hacer fotos fijas de un bailarín: son precisas, pero no muestran nada de la dinámica, la velocidad y el ritmo del bailarín. La música también es dinámica puesto que su tono/curva tonal, su volumen y su intensidad cambian continuamente. Por eso, cada vez que Marantz trabaja en un producto mide su calidad tomando como referencia una pieza musical que conoce al 100% desde su fuente original ya que sólo así es posible relacionar el carácter de cada componente como parte de un todo. Esta operativa es, según la legendaria compañía japonesa, la manera definitiva de referenciar la calidad de audio y, en consecuencia, el “trabajo” de sus valiosísimos, y por ello reverenciados, “Sound Masters”.

De Saul Marantz a Oshinori Ogata, pasando por Ken Ishiwata y Ryuchi Sawada

Afirman en Marantz que su primer “Sound Master” fue el propio fundador de la marca. Y tienen toda la razón del mundo, por cuanto fue el hecho de que los componentes de audio disponibles en 1953 no estuvieran a la altura de las exigencias de Saul B. Marantz lo que desencadenó la puesta a punto de una serie de productos -en principio destinados a su propio consumo y más adelante a amigos seleccionados- cuyo éxito llevó a la constitución de Marantz como empresa. Pero el que sin duda ha sido el “Sound Master” por excelencia es el recordado Ken Ishiwata, un japonés inclasificable que realmente lo tenía todo para ser una de esas individualidades excepcionales que cimentan la historia del audio: curiosidad insaciable, conocimientos profundos en ingeniería y una pasión auténtica y genuina por la música. Al Sr. Ishiwata -Ken para amigos y conocidos- tuve el placer tanto de conocerle en persona como de asistir a sus siempre interesantes presentaciones y demostraciones, ya sea en tiendas especializadas de nuestro país como en el certamen High End de Múnich como en la sede central europea del grupo al que pertenece Marantz. ¡Y, por supuesto, de verle en un montón de acciones publicitarias relacionadas con productos y tecnologías varios de la firma nipona porque más de 40 años íntimamente relacionados con la misma dieron para mucho… de hecho, lo suficiente para que en sus últimos años desempeñara el cargo de “Brand Ambassador”!

Obviamente, mi referencia a Ken Ishiwata no es baladí porque por edad tuve la suerte de vivir casi desde el primer día el fruto más visible del trabajo de quienes más adelante serían orgullosa y respetuosamente denominados “Sound Masters”: los modelos KI Signature. Interesante es la historia del primero de ellos, el reproductor de discos compactos CD-63 KI Signature por cuanto su comercialización no estaba prevista. El caso es que el amigo Ken estaba trabajando en mejoras de la Edición Especial -SE- del CD-63 -que, por cierto, fue un superventas en toda regla por cortesía de su sobresaliente, en realidad estratosférica, relación calidad/precio- en su sala de escucha personal y un buen día utilizó por error la unidad modificada para presentar un nuevo amplificador a un periodista. Como pueden imaginar, el citado periodista quedó tan impresionado que invitó al padre de la criatura a darlo a conocer al gran público. Llegados a este punto, “el resto ya es historia”, una historia materializada primero en los numerosos diseños “KI” que han ido viendo la luz durante las últimas décadas y desde hace 4 ó 5 años en todos y cada uno de los productos rubricados por Marantz.

En palabras de los máximos responsables de la marca, “Convertirse en un “Sound Master” es una vocación, un oficio que se gana tras largos años de experimentación, formación y amor por lo que se hace. El “Sound Master” es a partes iguales estudiante y maestro, y explora nuevos enfoques de la creación sonora, a la vez que aprovecha los conocimientos de quienes le han precedido. Sólo unos pocos individuos dedicados y con mucho talento -personas como Saul Marantz, Ken Ishiwata, Ryuichi Sawada y Yoshinori Ogata- tienen la suerte de convertirlo en su vocación. El conocimiento adquirido a lo largo de décadas de experiencia se transmite a cada nueva generación, hasta el punto de que los conceptos y filosofías sobre cómo hacer sonido a la manera Marantz se comparten, hasta en los más pequeños detalles, en este exclusivo y selecto grupo.” El objetivo: preservar la filosofía acústica original de Saul B. Marantz en el sentido de hacer que el oyente se siente lo más cerca posible de la música.

Yoshinori Ogata: el emblema de la nueva generación de “Sound Masters”

Es la persona que hay detrás del afinado sonoro -que, por cierto, tiene lugar en Sirakawa Audio Works, una ultramoderna factoría situada en Japón- de todos los productos creados por Marantz con el objetivo de que exhiban de manera consistente ese célebre “Sonido Más Musical” que ahora mismo es el lema de la marca. De hecho, según la compañía japonesa ningún producto puede lanzarse al mercado sin haber superado la rigurosa evaluación de quien denomina cariñosamente Ogata-san. Nuestro “Sound Master” se incorporó a Marantz en 1995, siendo su primer cometido en la empresa el diseño eléctrico de reproductores de CD. A continuación, pasó a formar parte del departamento de planificación de producto, figurando en esta etapa una estancia de tres años en Marantz America. Su reputación en Marantz como audiófilo dotado de un oído excelente siguió creciendo a lo largo de los años, hasta el punto de que cuando el “Sound Master” que le precedió, Sawada-san, tuvo que elegir a su sucesor, reclutó personalmente a Ogata-san para que se convirtiera en el siguiente administrador del legendario sonido Marantz. Avalan su trabajo las actuales realizaciones del catálogo de la marca, por supuesto, pero también la ecléctica selección de temas musicales compilados -titulado “Listen Like A Sound Master”- en uno de los dos volúmenes del magnífico “Explorations in Sound”, editado por Marantz en vinilo y SACD.

Celebrando el Sonido Más Musical

Me despido de ustedes con una frase definitiva, casi una sentencia, de la propia Marantz que refleja a la perfección lo que he querido transmitirles con el este artículo: “Crear sonido a la manera Marantz es una fusión perfecta de arte y ciencia practicada por creadores artesanales que equilibran y seleccionan los componentes individualmente por sus cualidades sonoras: los “Sound Masters”, los magos.”

Marantz

 

 

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