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Escucha

Empezaré con lo que más me sorprendió de estas cajas y que enlaza precisamente con esto último, su excelente dispersión. No recuerdo haber escuchado otros altavoces tan destacables en este aspecto… ¿y en la práctica qué significa esto? Pues muy sencillo: que su colocación y orientación no es crítica, y que tampoco el punto de escucha es una estrecha zona sino todo lo contrario, en un sofá de tres plazas, por ejemplo, da igual dónde te sientes, percibes la escena y la tímbrica prácticamente igual. Ideal para disfrutar de la música en compañía o en familia, incluso como música de fondo pues paseando por la sala no se perciben cambios notables. Muy bueno.

Las Oliva además, como suelen ocurrir con cajas tan estrechas, “desaparecen” fácilmente. El sonido parece emanar del espacio entre ellas y por detrás suyo, nunca de las cajas en sí. Y la escena que se proyecta es anchísima, tanto que parece tener menos profundidad. La gran amplitud sin embargo no provoca falta de precisión lateral de las diferentes fuentes virtuales sonoras… Me impresionó lo fácil que resulta distinguir los miembros de un grupo de cámara con las Oliva, cómo casi puedes contar los miembros de un coro… excelentes. Un efecto colateral curioso es que con grabaciones antiguas, monoaurales, el sonido parece emanar de un punto sólido entre los dos altavoces. Es lógico, pero con otras cajas que no alcanzan esta precisión en la escena, estas grabaciones –algunas muy notables por su valor artístico-melómano aunque no tanto “audiófilo”– se presentan algo más difusas en el espacio, hay una especie de ilusión de semi-estéreo. Con las Oliva no, su precisión coloca la música tan centrada y focalizada que dirías que tienes delante un gramófono o un solo altavoz sonando…

Oliva ARB1 Salon Josep peq

Me gustó de estas cajas también que tienen una sensibilidad correcta, diría que un par de dB inferior a la de mis Vivid que declaran 89dB y no les debe faltar mucho para eso. Con esos 86-87 dB, y una impedancia que no desciende de 6 Ohmios nunca, son cajas fáciles de mover y no tuve ningún problema con ningún amplificador, aunque siempre me gustaron mucho con válvulas. Porque además son cajas dinámicas, nunca tienes esa sensación de necesitar más volumen para apreciar la dinámica de la música ni los microdetalles.

El perfil de las Oliva además es bastante detallado, desde luego tengo claro que no ocultan nada y si acaso es al contrario: si la grabación, o en la cadena de reproducción, tenemos algo que “chirríe”, las ARB1 nos lo transmitirán sin contemplaciones. Suenan muy claras, muy abiertas, incluso algo brillantes. Hasta en mi sótano, que tiene bastante atenuación del medio-agudo para arriba, las aprecié un poco brillantes. No quiero decir tampoco que suenen agresivas, sino brillantes en el sentido que nos llegan las frecuencias altas de forma honesta y transparente, y como decía, si la grabación por ejemplo de una voz tiene por la cercanía del micrófono o la compresión aplicada un siseo que conocemos, aquí lo reconoceremos enseguida. A cambio, el detalle extra que puede tener una buena grabación de una guitarra, un triángulo, unos platillos, un clarinete… nos llegarán con todos los harmónicos superiores y la “cola” de sonido que ayuda a cumplir la ilusión de realidad.

Por todo esto, al final decidí que me gustaban mucho más amplificadas con el Filarmonía que con la etapa Pass –válvulas vs transistores…–, y mejor también con cables Kimber o Siltech, incluso un Cardas sencillo, que con Nordost.

Oliva ARB1 trasera

¿Qué ocurre en el otro extremo del espectro sonoro? Pues que la teoría funciona en la práctica. Las Oliva bajan hasta 40Hz y en 35Hz todavía están liberando bastante energía como para excitar el primer modo de mi salón, normalmente controlado con la corrección del previo/DAC Meridian –pero que desactivo fácilmente si quiero comprobar esto–. Sin embargo con ellas esa corrección parecía excesiva, porque sin ninguna ecualización la verdad es que las Oliva apenas parecen ofrecer problemas a la sala. La excelente difusión, y la controlada forma de bajar en graves, las convierten en cajas pero que muy interesantes para salas domésticas “sin domesticar”. Estética elegante –insisto que hay que verlas en directo–, colocación poco complicada, escasa excitación de modos, buen timbre y escena para más de un “sitio”… ¿qué más se puede pedir?

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