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Auriculares circumaurales “convertibles” Palma DHS-1: disruptivos y ultramusicales

Son los primeros auriculares genuinamente High End íntegramente diseñados y construidos –a mano, como manda la mejor tradición audiófila- de nuestro país. De tipo circumaural a la manera clásica, es decir con conexión por cable, los Palma DHS-1 destacan muy especialmente por una innovación conceptual –con lo que ello comporta en términos de soluciones de ingeniería- que los hace únicos: la posibilidad de abrir y cerrar los cascos por su zona posterior, lo que significa que estamos ante unos auriculares que pueden funcionar tanto en modo abierto como en modo cerrado; en definitiva, “convertibles”, como si de un automóvil descapotable se tratara. Hay en el mercado algunos modelos que contemplan esta opción de una manera algo “tosca”, es decir sin la más mínima elaboración técnica, cambiando una tapa posterior con aberturas por otra completamente sellada con el pertinente cambio, también “tosco” -y para mal- en la curva de respuesta en frecuencia y la sensibilidad. Esto quiere decir que los Palma van mucho más allá al haber sido realizado su diseño acústico de tal modo que desde el principio se han contemplado a conciencia las peculiaridades de cada modo de funcionamiento con el objetivo de ofrecer un producto extraordinariamente musical en ambos casos. Un reto nada fácil de asumir porque a los elementos objetivos hay que sumar otros subjetivos nada desdeñables, como por ejemplo la “memoria” de nuestro sistema auditivo. En estas coordenadas, ha sido para mí una experiencia “diferente” poder escuchar con toda la calma del mundo una unidad “definitiva” de un producto cuya extraordinaria honestidad le permite marcar la diferencia.

Auriculares abiertos y auriculares cerrados: diferencias sutiles pero claras

Ya les adelanto que los DHS-1 (DHS son las siglas de “Dual Headphone System”) aportan más, mucho más, que esa singularidad conceptual a la que me acabo de referir, una singularidad que, al ser su “raison d’être”, merece ser comentada por cuanto las diferencias entre los modos abierto y cerrado existen tanto en el ámbito teórico/ideal como en el práctico/real. Así, a grandes rasgos puede decirse que una de las cualidades específicas de los auriculares con cable es que están diseñados teniendo en mente las dos opciones a las que hacía referencia: cerrados o abiertos. Estos términos se refieren al casco o recinto –para asimilarlo a una caja acústica- de los auriculares, de tal modo que en un caso dicho casco está completamente cerrado por su zona posterior mientras que en el otro hay justo en esa zona una rejilla que deja escapar el sonido.

Por supuesto, los auriculares abiertos no sirven para salir al exterior porque dejan salir el sonido y entrar el ruido ambiental, lo que da a entender que están dedicados a la escucha en un entorno silencioso a la vez que suelen recrear una escena sonora mucho más amplia que los de tipo cerrado. Pero no todo el mundo disfruta de la experiencia de escucha específica de los auriculares abiertos, a la vez que si no puede conseguir un silencio total para llevarla a cabo puede considerar la posibilidad de utilizar unos auriculares cerrados. Como en todo, una cosa es hacer algo y otra hacerla bien, que es lo que se propusieron los creadores de nuestros invitados, un objetivo que el director técnico del “Proyecto Palma” expresó en los siguientes términos: “El reto principal al que nos enfrentamos es el hecho de que los requerimientos, tanto mecánicos como acústicos, para unos auriculares abiertos difieren de las necesidades propias de unos auriculares cerrados. En modo abierto deben mostrar una curva de respuesta en frecuencia lo más plana posible con la espacialidad propia de este tipo de auriculares, mientras que en modo cerrado deben aislar al oyente del entorno y viceversa, renunciando a la espacialidad pero sin sacrificar prestaciones”. 

Palma DHS-1: creados partiendo de cero por un equipo altamente comprometido

Es posible que a muchos este encabezamiento les suene de otras reseñas, pero en mi descargo diré que aquí tiene todo el sentido del mundo por cuanto es la primera vez que analizo unos auriculares High End íntegramente diseñados y construidos en nuestro país… y además a conciencia. He tenido acceso a información detallada -conversaciones con los responsables del proyecto incluidas- sobre el qué y el por qué de los DHS-1, una información que me ha permitido conocer de cerca los enormes retos que supone el desarrollo de un producto con cierto nivel de tecnología en un país con muchas carencias en términos industriales, amén de los inconvenientes inherentes al carácter “íntimo” del proyecto, con una producción muy limitada que complica el acceso a muchos componentes clave. Porque, claro, y conectando con lo que les decía anteriormente, poner a punto unos auriculares con cara y ojos capaces de trabajar en modo abierto y en modo cerrado comporta una serie de consideraciones técnicas que en algunos casos hubo que resolver sobre la marcha y por lo tanto siguiendo los dictados del tan preceptivo –no hay una opción mejor- como engorroso –consume mucho tiempo- esquema “prueba y error”. Pero al ser nuestros invitados el fruto de una pasión compartida de dos amigos de la infancia que andan ya bien entrados en la sesentena, el tiempo no fue un impedimento insuperable en este caso pese a que el inicio del proyecto coincidió prácticamente con el del “confinamiento duro” a cuenta de la celebérrima Covid-19, ergo muchas decisiones importantes tuvieron que tomarse a distancia, con las videoconferencias como protagonistas estelares. Afortunadamente, se disponía de los medios técnicos –laboratorio, aparatos de medida, herramientas- y, sobre todo, del conocimiento y talento necesarios para que todo llegase a buen puerto.

Entro ya en materia con el que desde mi punto de vista es uno de los elementos de ingeniería más singulares –funcionamiento en modo abierto/cerrado aparte- de los Palma DHS-1: el hecho de que, contrariamente a muchos auriculares de alto nivel disponibles en el mercado, los cascos no son aquí un componente enfocado primordialmente a la ergonomía y a la estética. Aquí hablamos de forma al servicio de la función en el sentido estricto de la expresión, y por tanto que los cascos de nuestros invitados son parte integral de su diseño acústico, léase han sido concebidos como si de los recintos de una caja acústica se tratara; de ahí las palabras “Convertible Acoustic Chamber”, es decir “Cámara Acústica Convertible”, grabadas en la zona posterior de los cascos en cuestión. A efectos prácticos, lo que tenemos es un casco de perfil circular fabricado en Sapeli –una madera exótica, aunque no rara, relativamente fácil de mecanizar, y, muy importante, utilizado en la fabricación de instrumentos musicales- con una serie de orificios de distinto diámetro –siguiendo una conceptualmente elegante y visualmente muy atractiva proporción áurea, para ser exactos- que determinan la cantidad de aire que puede circular a través de los mismos para obtener un “efecto abierto” virtualmente perfecto. Evidentemente, esa cantidad de aire ha sido minuciosamente calculada, así como la ubicación de los mencionados orificios con respecto al centro de la tapa metálica móvil y la distancia del transductor a la zona más externa de cada casco y, por supuesto, el ángulo de giro necesario -14 grados- para pasar del modo abierto al cerrado. Como corresponde a un producto que pretende ofrecer lo que popularmente se conoce como “lo mejor de dos mundos”, en los Palma DHS-1 se han tenido que realizar alguna que otra concesión -básicamente una pequeña rebaja de la sensibilidad- en aras de preservar el efecto espacial propio del modo abierto. Un sacrificio que por otro lado no comportó mayores problemas como consecuencia de las características del transductor empleado, cuya sensibilidad permite a nuestros invitados ser utilizados incluso en aplicaciones de Alta Fidelidad móvil.

El segundo componente clave de los DHS-1, íntimamente unido al recinto y por lo tanto corresponsable de que todo llegue a buen puerto, es sin duda el transductor empleado, sobre el que los responsables del proyecto nos confiaron únicamente que se trata de un modelo electrodinámico de 50 mm de diámetro con bobina móvil de 26 mm e imán de neodimio, estando el diafragma constituido por una mezcla de celulosa prensada en su zona central y un aro de suspensión ultrafino de poliamida que combina una respuesta en frecuencia de 10-30.000 Hz, una impedancia de 32 ohmios y una potencia máxima admisible de 100 mW. Es importante saber que la elección de este componente fue fruto de una sesión de escucha exhaustiva y perfectamente organizada en la que participaron todos los miembros del equipo de Palma Audio, lo que significa que, como mandan los cánones del High End, el parámetro de valoración clave fue la obtención de la mejor calidad sonora posible en los dos modos de funcionamiento. Lo de “posible” hay que interpretarlo desde el punto de vista más exigente del término, léase que las prestaciones sonoras sean excepcionales tanto en modo abierto como en modo cerrado.

Del transductor de los Palma DHS-1 vale la pena destacar asimismo que la especial composición del conjunto bobina/membrana permite mantener la distorsión a niveles bajos incluso con niveles de presión sonora superiores a 110 dB, con lo que ello comporta en beneficios para la crucial –sobre todo en “Hi-Res”- gama dinámica. Y todavía hay más, ya que la baja inductancia -0’1 mH- del componente en cuestión garantiza un comportamiento óptimo en la reproducción de las frecuencias altas incluso trabajando con electrónicas de amplificación con factor de amortiguamiento bajo, que suele ser el caso de los amplificadores integrados que utilizan un atenuador pasivo en su salida de auriculares. En el ámbito mecánico, hay que señalar la bella simplicidad del sistema de ajuste de los cascos y la diadema, en mi opinión un elegante combinado de mecanizado de precisión y materiales de calidad. A subrayar asimismo la elevada calidad de los conectores, y, por supuesto, de los cables de conexión.

Termino ya mi descripción de los Palma DHS-1 con un elemento al que de un tiempo a esta parte los fabricantes de auriculares están concediendo una gran relevancia: las almohadillas, fabricadas en este caso con materiales de alta calidad y cuya geometría ha sido seleccionada vía pruebas de laboratorio para obtener el no va más en resolución y espaciosidad sin sacrificar confortabilidad. Por lo demás, se nota que los creadores de nuestros invitados se han empleado a fondo para que la imagen visual de estos auriculares sea icónica, empezando con la calidad de los mecanizados –las tolerancias son verdaderamente estrictas- y cuidando elementos como el logotipo, la combinación de colores e incluso el embalaje, en el que además de tres cables de conexión (uno no balanceado con clavija de 3’5 mm, uno no balanceado con clavija de 6’3 mm y uno balanceado con clavija de 4’4 mm) se suministra un muy completo manual complementado por una curva de respuesta en frecuencia y el correspondiente número de serie. Todo ello bellamente presentado en un estuche de irreprochable factura.

La escucha: una estética sonora fastuosamente polivalente

Para probar los DHS-1, concretamente la unidad con número de serie 90, los ataqué con dos electrónicas: por un lado, un reproductor digital multiformato OPPO BDP-105D –equipado con una sección de auriculares más que competente- y, por otro, mi preamplificador con fuente de alimentación separada Sony TA-ER1 –que incluye una salida de auriculares de muy alto nivel pensada para excitar los legendarios MDR-R10 de la firma nipona- utilizando como fuentes digitales el mencionado OPPO, mi “supersistema clásico” –SACD+CD- de la japonesa Esoteric -formado por mecánica de transporte con fuente de alimentación separada, procesadores digitales de audio monofónicos y reloj de sincronismo externo- y un reproductor de música en red HiFi ROSE RS150B. En el ámbito analógico, utilicé mi querido y ya veteranísimo conjunto formado por giradiscos VPI TNT MKIII, brazo SME Series V, cápsula de bobina móvil Lyra Parnassus D.C.t. y transformador elevador Lyra Arion.

De entrada, uno diría que los Palma son algo pesados para los estándares al uso, pero, al igual que sucede con varios modelos de nivel equivalente disponibles en el mercado, una bien calculada distribución de masas hace que en unos minutos uno se olvide de que los lleva puestos. En cuanto a la “convertibilidad” se lleva a cabo vía desplazamiento de 14º -con un sistema patentado que garantiza la fiabilidad de la operación durante años de uso intenso- de las tapas metálicas que recubren la zona posterior de los cascos, con giro hacia delante para cerrarlos por completo y hacia atrás para abrirlos… todo muy intuitivo, de hecho, como si del casco de una motocicleta se tratara. Me tomé mi tiempo para realizar las pruebas de escucha, obviamente en los dos modos de funcionamiento disponibles y con la precaución -al objeto de evitar posibles decepciones a cuenta de esa “memoria” del aparato auditivo humano a la que hacía referencia al principio- de dejar pasar medio minuto/un minuto entre uno y otro. En cuanto al software, utilicé una potente selección de soportes físicos -CD, SACD, DVD Audio, BD y LP- completada por selecciones de Qobuz y TIDAL en “audio desmaterializado”.

En modo abierto, los Palma están a la altura, en no pocos casos incluso superándolos, de diseños 100% abiertos firmados por nombres del audio ya consagrados. Empecé con una verdadera brutalidad en términos de gama dinámica: los segundos finales de la introducción y los primeros iniciales tema enlazado a la misma del “Star Wars: Main Title” del CD “Strar Tracks”, una grabación de la Cincinnati Pops Orchestra bajo la batuta de Erich Kunze editada por la estadounidense Telarc en 1984. Pues bien: los Palma soportaron estoicamente la dinámica que hiciera falta, lo que me parece un logro prodigioso. Pero también había resolución y, muy importante, capacidad de discriminación, incluso en el contexto de unos auriculares, de planos sonoros e instrumentos, como también pude apreciar en la siguiente tema de mismo CD, la emblemática “The Imperial March” de la segunda entrega de la colección “galáctica” original.

Continuamos con la logradísima remasterización (2019) en SACD (DSD) firmada por Mobile Fidelity Sound Lab (MFSL) del primer trabajo de los Dire Straits, una grabación que sigue siendo insuperable en vinilo pero que en temas como “Water of Love” o “Six Blade Knife” brilla por el control, la pegada y la extensión de los graves por un lado y, por otro, la limpieza, el silencio entre notas. A continuación escuché un “clásico audiófilo” firmado por la japonesa Three Blind Mice (TBM): el “Greensleeves”, grabado el mismo año (1978) que el antes mencionado álbum de los Dire Straits y cuyo primer tema, “Willow weep for me”, es un ejemplo de manual para evaluar la calidez y la extensión de los graves. Unos graves que sonaron melosos y, de nuevo, con un control casi profesional. Evidentemente, no me resistí a escuchar un CD que recomiendo al 100% a cualquier amante de la música y su reproducción sin limitaciones: el formidable “A Tribute To Ethel Waters”, con voz de Diahann Carroll acompañada por la Duke Ellington Orchestra bajo la dirección de Mercer Ellington, una grabación digital simple y llanamente perfecta editada en 1986 por la estadounidense Bainbridge Records. ¿Y bien? Pues una explosiva exhibición de precisión tonal, dinámica, separación entre instrumentos y naturalidad de la voz de Ms. Carroll ya sea en la brutal “There’ll Be Some Changes Made” como en la inicialmente relajada y luego en “crescendo” permanente “Sweet Georgia Brown”.

El broche de oro lo puso el sublime “Concierto en Año Nuevo de 1987”, con la no menos sublime Filarmónica de Viena dirigida por un inspiradísimo Herbert von Karajan y del que resulta obligatorio destacar el sensacional “Frühlingsstimmen”, en el que la legendaria formación austriaca se pone al servicio de la tan bella como poderosa voz de Kathleen Battle para darnos una lección de música con mayúsculas que los DHS-1 resuelven con maestría al no desestructurarse en ningún momento la espectacular riqueza instrumental de la pieza. En lo que respecta a los discos de vinilo, utilicé las versiones en dicho formato de varios de los temas mencionados, y, sinceramente, la precisión tonal me pareció sensacional, valoración que hay que extender a los registros “Hi-Res” de procedencia internáutica. 

¿Y qué sucede cuando “conmutamos” al modo cerrado? De entrada, les diré que el recorrido de la tapa que permite cambiar la configuración de la “Cámara Acústica” de nuestros invitados está muy bien resuelto, léase a velocidad constante y sin que en ningún momento de la sensación de ir “suelta”, a lo que se suma un oportuno “clic” de final de carrera que sirve de referente tanto en un sentido como en otro. Otra puntualización que me veo en la obligación de realizar es que, al contrario que otros parámetros que determinan la escucha, la espacialidad no es cuantificable por cuanto está en gran medida implícita en la toma de sonido de cada grabación. Lo primero que les diré de los Palma “cerrados” es que el nivel de aislamiento que proporcionan es considerable, de hecho digno de elogio si se tiene en cuenta que se consigue por medios puramente mecánicos y por tanto sin procesos electrónicos que necesariamente implican un punto artificial. Pasando al sonido, no me cabe la menor duda de que nuestros invitados exhiben también una precisión tonal encomiable pese a ser, al menos sobre el papel, los auriculares cerrados más dados a quitar algo de extensión a la parte baja del espectro para compensarla con una pegada superior en este caso plena de realismo. Es en el antes mencionado “A Tribute To Ethel Waters” -tanto en CD como en LP- donde la sensación de superior pegada que cabe esperar de unos auriculares cerrados se expresa con mayor contundencia y, a la vez, naturalidad por cuanto la atmósfera de la grabación es “castigada” en grado mínimo por ello. Misma sensación percibí en la versión SACD del “Willow weep for me” de los Dire Straits, donde el opulento grave “cede” a favor de una pegada que a niveles de volumen elevados es casi gratificante. La verdad es que la componente acústica “Dual” de los Palma da para mucho de cara al aficionado inquieto por cuanto corrobora uno de los axiomas del audio High End; que los pequeños detalles marcan la diferencia.

A modo de conclusión

Los Palma DHS-1 suenan francamente bien, con una pulcritud y una honestidad dignas de elogio, siendo para mí su característica más sobresaliente el trabajo de integración entre cascos/recintos y transductores por un lado y, por otro, la humildad con que se propone la posibilidad de funcionar en los modos abierto y cerrado. La precisión tonal es impoluta, los graves apabullantes pero cálidos, los medios equilibrados, la dinámica espléndida y la presentación espacial más que notable… y además tanto en abierto como en cerrado. Cierto que no igualan la resolución extrema de mis venerables -y mucho más caros, amén de que necesitan su “energizador” dedicado- Stax Lambda Signature en la zona más alta del espectro, pero les aseguro -quiero insistir en ello- que pueden competir de tú a tú con modelos de precio superior. Todo con el innegable plus emocional que conlleva una fabricación de altísima calidad completamente manual, la existencia de un número de unidades limitado, y, por qué no decirlo, el hecho de que “son de aquí”. ¡Larga vida a “nuestros” primeros auriculares High End!

Ficha Técnica

  • Configuración: auriculares circumaurales con cable y cascos con cascos abiertos/cerrados seleccionables por el usuario en su zona posterior.
  • Transductor utilizado: electrodinámico de 50 mm de diámetro con diafragma de composición mixta, bobina móvil de 26 mm e imán de neodimio.
  • Respuesta en frecuencia: 5-30.000 Hz en modo abierto y 10-30.000 Hz en modo cerrado.
  • Impedancia: 32 ohmios
  • Sensibilidad: 102 dB/1 mW en modo abierto y 104 dB/1 mW en modo cerrado
  • Distorsión armónica total+ruido (a 1 kHz y 110 dB): 0’06% en modo abierto y 0’08% en modo cerrado
  • Peso: 490 g
  • Precio de venta al público recomendado: 2.195 euros
  • Distribuidor: palma.audio 

 

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