Una solución de compromiso al alcance de todos que cautiva por su eficacia
Es la integración más reciente a la más popular de las propuestas de la veteranísima -en 2025 cumple el 80º aniversario de su fundación- firma alemana Sennheiser en lo que a auriculares circumaurales de Alta Fidelidad se refiere: la Serie 600. Su nombre es HD 602S y su elemento diferenciador clave es su condición de modelo con cascos cerrados por su zona posterior, característica que, en paralelo, se complementa con un precio muy competitivo. De hecho, de estos auriculares puede decirse sin reservas que compiten en la que sin ninguna duda es la “liga” más reñida dentro de las realizaciones de su clase, léase auriculares de corte “clásico” pese a estar destinados a consumidores tan dispares como los melómanos/audiófilos, los músicos aficionados o los fanáticos de los videojuegos. Es importante destacar el término “clásico” porque implica la total ausencia de elementos electrónicos complejos que, lógicamente, obligan a abaratar costes por otros lados si se desea mantener la competitividad. Esto significa que los poco menos de 350 euros que se pide por los HD 620S se concentran en exclusiva a maximizar la calidad sonora, lo que sumado a la combinación poco usual -en algunos aspectos única- de conocimientos, poder tecnológico y experiencia de sus creadores tiene como resultado un producto de sensación calidad/precio monumental.
Auriculares circumaurales abiertos/cerrados: un dilema que viene de largo
Aunque siempre he tenido auriculares de alta calidad en casa -los primeros fueron unos Akai ASE-11 que me regaló mi padre cuando tenía 13 ó 14 años- reconozco que mi interés por este tipo de producto como purista del audio se inició cuando hace poco más de 30 años me hice con los Stax Lambda Signature -acompañados por el “energizador” a válvulas SRM-T1- y, como profesional, hará poco menos de 15 años. Hago este inciso personal para recordar que en la década de los 70’, por lo menos en la primera mitad de la misma, los auriculares eran poco menos que irrelevantes, y en muchísimos casos apenas se consideraban componentes “Hi-Fi” de pleno derecho. En realidad, si nos circunscribimos a lo que se podía encontrar en nuestro país las marcas que ahora mismo recuerdo, aparte de la mencionada Akai, son AKG, Sennheiser, Koss y Pioneer. Cierto es que los modelos que tuve la ocasión de escuchar, tanto en tiendas de Barcelona como en el certamen Sonimag, me impresionaron por la definición de su sonido, y, sobre todo, por esa pegada en graves que iba directo al interior de la cabeza de uno.
Sobra decir que, con alguna que otra excepción puntual, los diseños de las marcas mencionadas, todos ellos de tipo circumaural o supraaural, montaban transductores -altavoces- electrodinámicos en cascos abiertos -los primeros auriculares de este tipo fueron los míticos Sennheiser HD 414, comercializados en 1968- o cerrados por su zona posterior. La consolidación de tecnologías como la electrostática y la “planar no impidió que los modelos equipados con transductores electrodinámicos siguieran, por motivos varios, imponiendo su ley. Y así llegamos al momento actual, con la explosión de Internet -con permiso del “gaming”- liderando el auge, más bien “explosión”, de un tipo de producto que continúa cautivando, y esto sí que es una novedad, a consumidores de múltiples generaciones gracias a la incorporación de múltiples tecnologías encaminadas tanto a maximizar la calidad sonora como facilitar el acceso a un extenso número de funcionalidades destinadas a optimizar la escucha en los entornos más dispares.
Valgan las líneas anteriores para recordar que si nos concentramos en los auriculares destinados a la reproducción musical de alto nivel equipados con transductores electrodinámicos -también llamados dinámicos- hay dos opciones que compiten entre sí, léase los modelos con cascos abiertos -“open”- o cerrados -“closed”- por su zona posterior. En ambos casos se suele optar mayoritariamente por la configuración circumaural, es decir con la oreja “encerrada” por las almohadillas, por cuanto es la que mejor permite aprovechar las particularidades de cada uno. Si a esta particular ecuación añadimos la total ausencia de elementos electrónicos -procesado de señal, comunicaciones- y la conectividad por cable, llegamos a la conclusión de que lo que tenemos es la definición más tradicional, “Hi-Fi” si lo prefieren, del concepto de auriculares: unas cajas acústicas -y además pasivas- en miniatura.
Lo que acabo de comentar conduce a una dicotomía que está a la orden del día entre los aficionados a la escucha de alta calidad con auriculares, en especial los que incorporan transductores electrodinámicos: ¿abiertos o cerrados? La teoría dice que los primeros exhiben una curva de respuesta en frecuencia más extensa y lineal, una escena sonora más amplia y provocan menos fatiga auditiva en las sesiones de escucha de larga duración, mientras que los segundos se caracterizan por una mayor pegada y un aislamiento mucho mayor del entorno circundante, aunque con el peaje de una curva tonal menos agraciada que, junto con ese “cierre” físico, puede contribuir a un incremento de la citada fatiga. Pese a que para los aficionados “convencionales” estos dos “universos paralelos” cumplen sus respectivas funciones, para otros la idea de tener unos auriculares cerrados -el aislamiento del exterior es, por motivos varios, un condicionamiento potente para no pocos usuarios- que en mayor o menor medida incluyan algunas de las ventajas de sus homólogos abiertos es del todo seductora. Cierto que las leyes de la física -en este caso de la acústica y la electroacústicas- son muy poco flexibles al respecto, pero no inquebrantables al 100%, un pequeño margen/resquicio que los muy experimentados -amén de equipados con tecnología punta desarrollada “en casa”- ingenieros de la alemana Sennheiser han aprovechado para poner a punto el producto que protagoniza el presente análisis.
HD 620S: un triunfo de la inteligencia en toda regla
Me consta que el grueso de lectores, tanto nacionales como extranjeros, de Hifilive son entusiastas declarados -yo el primero- del High End más exclusivo, muy a menudo plasmado en realizaciones a las que nunca podrán acceder como consecuencia del precio al que son propuestas. Por lo tanto, ¿qué hacen aquí unos auriculares circumaurales rigurosamente clásicos que se proponen al más que módico precio -cualquier botella de Vega Sicilia es ahora mismo más cara- de 349’90 euros? Pues quedarse conmigo, queridos amigos, gracias a una lección de sapiencia en toda regla por parte de quienes los han hecho posibles. Como entenderán, a estas alturas de la película no procede “dorar la píldora” a una compañía como Sennheiser, que con centenares de patentes a sus espaldas en los ámbitos del audio doméstico y profesional y una impresionante -¡y continuada!- inversión en I+D está en condiciones de hacer literalmente lo que se proponga -ahí están los formidables auriculares electrostáticos con “energizador” a válvulas HE-1 para corroborarlo de forma inapelable- y, muy importante, en el caso de los productos “mainstream” añadir a todo ello un precio que sólo aquellas empresas que controlan todos los elementos involucrados en los procesos de creación y fabricación de sus productos se pueden permitir.
¿Y qué es lo que hace tan interesantes/atractivos a los HD 620S, amén de su competitivo precio y el hecho de que, valga la redundancia, estén firmados por Sennheiser? Pues que la aparente pretenciosidad que en principio hay detrás de la afirmación de que, pese a ser unos auriculares formalmente cerrados cuyo sonido se parece en muchos aspectos al de sus homólogos abiertos, no es nada pretenciosa. ¿Dónde está el truco? Estamos hablando de unos Sennheiser, lo que significa que nada se ha dejado al azar. Habría que hablar más bien de una “astucia” fruto de una estrategia muy estudiada: la inclinación de los transductores en el interior del casco. En este sentido, les emplazo a que observen cuidadosamente la espectacular fotografía del corte esquemático que acompaña el presente análisis porque no tiene desperdicio, a la vez que deja alto y claro que donde otros modelos del mismo precio deben acompañar la parte electroacústica de base con un montón de electrónica aquí el presupuesto está destinado al cien por cien a maximizar la calidad sonora.
Las herramientas utilizadas para conseguir el objetivo al que me acabo de referir son bien simples: cascos cerrados en su zona posterior con una tan elegante como discreta cubierta de acero inoxidable y un poderoso transductor electrodinámico -íntegramente diseñado y construido por Sennheiser, por supuesto- de 42 mm de diámetro con un diafragma de 38 mm. Les invito de nuevo a observar con detalle la imagen del corte esquemático del casco de los HD 620S porque la precisión de los mecanizados es absolutamente impresionante, y además con el añadido de que la orientación del mencionado transductor obliga a romper varias simetrías en piezas clave, con lo que ello comporta en complejidad formal del conjunto y, por supuesto, costes. Todo lo dicho se complementa con una gran ligereza en lo que concierne al casco en sí, cualidad que por otro lado se agradece en unos auriculares cerrados, sumándose a ello almohadillas de piel artificial -basada en poliuretano- con espuma fonoabsorbente en su interior, una diadema elegante, cómoda y versátil a partes iguales -con ajuste de precisión por pasos discretos para facilitar la adaptación a cualquier cabeza- y un cable extraíble con conector “multiclavija”, léase el tradicional 6’3 mm enroscado en el de 3’5 mm.
La escucha: precisión, buenos graves y ausencia de fatiga auditiva
Cuando hace poco más de 1 año probé los HD 660S2 de la propia Sennheiser, titulé el apartado dedicado a la escucha con un elocuente “En efecto, Sennheiser nunca va de farol”. Pues aquí cabría decir tres cuartos de lo mismo, ya que para evaluar los HD 620S utilicé básicamente -con algunas modificaciones- la misma “playlist”, aunque en este caso la fuente utilizada fue el espléndido preamplificador estereofónico con streamer incorporado M66 de NAD, que analizamos recientemente para ustedes, acompañado por mi veterano pero todavía imponente y musical “supersistema” -mecánica de transporte con alimentación separada, procesador digital separado para cada canal y reloj de sincronismo basado en un cristal de rubidio- de lectura digital Esoteric.
Al igual que con los HD 660S2, comencé con el tema 9 del atemporal “Cantate Domino” seguido del “corte” “Within” del magnífico “Random Access Memories” de los Daft Punk y “Differently”, del álbum “Unusual” firmado por el dúo estadounidense Marian Hill utilizando en los tres casos vía TIDAL Music como fuente. En cuanto al “sector CD”, seleccioné en primer lugar las ediciones de MFSL bañadas en oro de tres álbumes legendarios: el “The Dark Side of The Moon” de Pink Floyd, el “Where The Streets Have No Name” de los U2 y la ópera-rock Tommy. La guinda la puso una obra de arte con mayúsculas: el “Concierto de Año Nuevo de 1987” interpretado por la Orquesta Filarmónica de Viena bajo la batuta de Herbert von Karajan. Por una vez, obvié el vinilo porque tengo a mi fantástico como veterano -lo compré en 1997- VPI TNT MKIII en “parada técnica” por mantenimiento.
Escuché todos los temas al nivel de volumen que considero “apropiado”, léase el que les correspondería en un -buen- directo. No tengo una referencia exacta, pero sí la suficiente experiencia para determinar un valor con cara y ojos para cada caso. Si echan un vistazo a la curva de respuesta en frecuencia suministrada por Sennheiser, interesante pero no rigurosa al 100% al no especificarse las condiciones de la medida -es posible que los extremos de la misma, léase 6 Hz y 30 kHz respectivamente y, por supuesto, guardando las preceptivas distancias- lo más seguro es que se refiera a los puntos de corte a -10 dB. Pero, con el debido respeto, ya se sabe que en audio de alta calidad una cosa son las medidas y otra los resultados. Pues bien: los HD 620S exhiben un grave dignísimo, quizá con un punto de carencia en su octava inferior, en línea con lo que la teoría dicta para unos auriculares cerrados. Sin embargo, la pegada está a la orden del día… una pegada perfectamente controlada que es complementada por una transparencia sorprendente que contribuye a generar una espléndida capacidad de discriminación entre instrumentos en el antes mencionado “Concierto de Año Nuevo de 1987”. En este sentido, nuestros invitados también se apuntan un “gol” importante en un parámetro que desde siempre ha sido uno de los puntos débiles -en cuando a musicalidad se refiere- de los auriculares cerrados: la “constricción” de la escena sonora, consecuencia directa de una aireación inferior. Es evidente que los ingenieros de Sennheiser “se lo han currado” y la estudiada disposición de los transductores dentro de los cascos ha tenido sus frutos. ¡Buen trabajo!
Para finalizar
Hagan números e imagínense unos auriculares ultramodernos ofrecidos por 350 euros por una marca de relumbrón. A continuación, les invito a restringir las funcionalidades disponibles al mínimo indispensable para que la calidad sonora pura y dura tenga la máxima prioridad. Y remátenlo todo con las ventajas inherentes de un fabricante que domina el tema desde hace casi 80 años. El resultado, por lógica plasmado en unos auriculares circumaurales con cable, bien podrían ser los Sennheiser HD 620S. Que sean cerrados es, en este caso, más una característica que una virtud o un defecto porque en la firma germana saben lo que se traen entre manos. ¡En suma, un producto cojonudo que merece una recomendación sin complejos!
Ficha Técnica
- Configuración: auriculares circumaurales con cable y cascos cerrados por su zona posterior
- Transductor utilizado: electrodinámico de 42 mm de diámetro con diafragma de 38 mm y bobina móvil de aluminio
- Respuesta en frecuencia: 6-30.000 Hz
- Impedancia: 150 ohmios
- Nivel de presión sonora máximo: 110 dB a 1 Vrms
- Distorsión armónica total (THD): inferior al 0’05% a 1 kHz y 90 dB
- Peso: 326 g
- Precio de venta al público recomendado: 349’90 euros
- Importador: www.magnetron.es