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Auriculares circumaurales inalámbricos Sennheiser HDB 630: austeridad elegante y asequible de inspiración audiófila

Con 80 años recién cumplidos y una sólida posición en el mundo del sonido profesional, la alemana Sennheiser se ha erigido en uno de los bastiones inexpugnables del audio personal gracias a su apuesta permanente por la excelencia tecnológica y el trasvase de soluciones de ingeniería entre ambos ecosistemas. Gracias a ello y a una estructura industrial que le permite mantener un estricto control sobre los componentes clave que equipan sus productos, la respetada y admirada firma alemana ha logrado conformar un catálogo extraordinariamente diverso y robusto en el que la relación calidad/precio, desde los modelos de base hasta los de referencia, campa por sus respetos. En el ámbito concreto del sonido para aplicaciones domésticas de alto nivel, tal realidad lleva traduciéndose, desde hace décadas, en una propuesta siempre coherente en lo conceptual y cada vez más vistosa en lo formal. Lo hemos visto en los diferentes productos, barras de sonido incluidas, analizados por Hifilive, aunque nos “faltaban” por probar unos auriculares de última generación con conectividad inalámbrica destinados al disfrute de la “Hi-Res” tanto en aplicaciones móviles como estacionarias. De ahí que el presente análisis esté dedicado a una de las realizaciones más novedosas y atractivas al respecto, los HDB 630, que, combinando diseño circumaural con cascos cerrados por su zona posterior, la posibilidad de funcionamiento también con cables, una estética inconfundible a caballo entre el gran consumo y lo “pro”, una cuidada selección de materiales, una fabricación irreprochable, una autonomía sobresaliente y un precio ultracompetitivo, se sitúa en la cúspide de su categoría gracias al fundamental añadido de un elemento que sin duda marca la diferencia: una concepción en los ámbitos acústico y electroacústico específicamente pensada en clave audiófila.

Auriculares cerrados y espíritu purista: una ecuación delicada

Tradicionalmente, a los perfeccionistas del sonido que buscan naturalidad por encima de todo en la escucha de música en la intimidad siempre les han gustado más los auriculares abiertos -léase “abiertos por su zona posterior”- que sus homólogos cerrados. Ya hemos hablado al respecto en otras ocasiones, pero en esencia el motivo de tal realidad es la mayor linealidad de la curva de respuesta en frecuencia y la superior aireación inherente al libre flujo de aire a lo largo de toda la estructura del casco que caracteriza a los diseños abiertos. Por el contrario, el mero hecho de “obstruir” o “bloquear” por completo dicho flujo cambia de manera sustancial -incluso radical- la sintonización acústica del sistema y por lo tanto la curva de respuesta en frecuencia tanto objetiva como subjetiva. Estrictamente hablando, se consiguen refuerzos en determinadas zonas del espectro y atenuaciones en otras, con el añadido “práctico”, a menudo crucial en la elección de unos auriculares cerrados, de un mayor nivel de aislamiento del mundo exterior. He dicho “crucial” porque, por poner un ejemplo, en los auriculares empleados para monitorización en las salas de control de los estudios de grabación la realimentación acústica debida al uso de unos auriculares abiertos situados muy cerca de un micrófono puede resultar catastrófica. 

Por lo tanto, que los principales fabricantes tengan en sus catálogos modelos cerrados que aspiran a ofrecer una curva tonal como la de sus homólogos abiertos tiene todo el sentido del mundo. A ello hay que añadir aplicaciones más “banales”, pero igual de loables y respetables, caso de la escucha desde un dispositivo portátil –“smartphone”, tableta, “laptop”- a la que se exija una precisión tonal capaz de competir con la de realizaciones pensadas para los entusiastas de la Alta Fidelidad “clásica”. Satisfacer este tipo de demandas implica, por la propia naturaleza los auriculares cerrados, llevar a buen puerto una serie de compromisos que no suelen ir cogidos de la mano. De ahí la relevancia de elementos como el software -vía “apps” de gestión- ideados para complementar hardware ya existente -y ampliamente contrastado- susceptible de ser “reafinado” para lograr el objetivo mencionado. La cosa se complica todavía más si a lo dicho hay que añadir la ergonomía -comodidad de colocación, dimensiones relativamente compactas, peso reducido- consustancial a la portabilidad en el sentido amplio del término y la electrónica requerida para ello (ANC, DSP, etc.), máxime si queremos que el precio final resulte atractivo para los usuarios más jóvenes.

HDB 630 o la solvencia de una coherencia conceptual y tecnológica extrema

Llegamos así a los protagonistas del presente banco de pruebas, los Sennheiser HDB 630, unos auriculares que, como resulta fácil imaginar, cumplen con creces todos los requisitos que acabo de mencionar. La verdad es que, una vez analizados con detalle, definirlos como unos simples auriculares inalámbricos, o, como he visto por ahí, “auriculares Bluetooth”, es, en cierto modo, desmerecerlos porque desde mi punto de vista -siempre encaminado, debo reconocerlo, a dar prevalencia a la calidad sonora pura y dura en el contexto de cada categoría y cada nivel de precio- la mencionada conectividad es sólo una de sus particularidades, aunque reconozco que en el plano práctico luce mucho porque permite marcar la diferencia con respecto a creaciones más “tradicionales” en materia de auriculares circumaurales.

Dicho lo anterior, lo primero que hay que señalar de nuestros invitados es que en el plano visual poseen la habitual “austeridad elegante” de Sennheiser. Una estética muy “alemana/seria” que gustará más o menos, pero, en cualquier caso, una seña de identidad muy respetada por su poderosa personalidad al “beber” de los modelos genuinamente “audiófilos” de la veteranísima firma germana, caso de los léase icónicos “HD” de la propia Sennheiser, con mención especial para los incombustibles -eternamente modernos pese a llevar, evoluciones sutiles mediante, un montón de años en el mercado- HD 800 S y sus “hermanos” cerrados, los espléndidos HD 820. Concretando un poco más, lo que tenemos es un “look” globalmente muy similar al de los celebrados Momentum 4, al tiempo que albergan los mismos transductores, de tipo electrodinámico de 42 mm de diámetro para ser exactos. La diferencia clave radica en el afinado del conjunto, que, como decía anteriormente, está expresamente orientado hacia la reproducción en Alta Fidelidad a la manera purista y por lo tanto buscando una curva tonal muy equilibrada, casi de estudio de grabación a la vista de los gráficos -muy rigurosos- comparativos suministrados por el fabricante que acompañan el presente análisis. “Hablando en plata”: los HDB 630 son, en esencia, unos HD portátiles en los que la rapidez de la respuesta en graves, la perfecta articulación de las voces y la precisión/definición en los agudos aspiran a fusionarse sin estridencias.  

En el ámbito externo, tenemos en primer unos cascos cuyo volumen invita a pensar en espaciosidad, confortabilidad y buenos -es decir no “estresados”- graves. Las almohadillas, de Polipiel, son verdaderamente cómodas, pudiendo decirse lo mismo de la parte inferior de la diadema. Excelente asimismo es el mecanismo de ajuste, minimalista y efectivo a partes iguales, mientras que la presencia de un único botón físico, una discreta hilera de testigos luminosos -para llevar a cabo, por ejemplo, la sincronización Bluetooth y la del adaptador/dongle USB-C Bluetooth BTD 700 suministrado de serie- y una toma USB-C complementan el control táctil vía panel posterior del casco derecho, este último encargado de ejecutar funciones como el control de la música en curso de reproducción o de las llamadas telefónicas, la Cancelación de Ruido Activa o el funcionamiento del antes citado BTD 700. Sobra decir que la herramienta definitiva de cara a personalizar el sonido la encontramos en la “app” dedicada, alias Sennheiser Smart Control Plus, cuya descarga es imperativa una vez retiramos los HDB 630 de su embalaje… en realidad un bello estuche que, desde mi punto de vista, es impecable tanto por la calidad de su fabricación, sus muy bien pensadas dimensiones -los auriculares están plegados- y los cables que incluye uno digital con conectores USB-C y uno para conexión analógica terminado en clavija de 3’5 mm. ¿Carencias? Sólo una: un adaptador USB-C a USB-A porque son muchos los ordenadores portátiles y de sobremesa que carecen de tomas USB-C.

Pasando a la compatibilidad “Hi-Res”, nuestros invitados soportan codificaciones máximas de 24 bits/96 kHz, léase sustancialmente superior -si la toma de sonido está a la altura- a la de un CD y por lo tanto más que suficientes tanto para la “Hi-Res” portátil como de sobremesa salvo que se busque un tipo de presentación sonora hiperexigente. En cuanto a transmisión inalámbrica, la opción aptX Adaptive es, por el momento, la más alta permitida a la espera de la generalización de la superior aptX Losless y de la interesante, por su versatilidad extrema, funcionalidad Auracast. 

En combate: un producto muy bien resuelto en todos los sentidos

Ya antes de entrar en materia, me gustaría dejar muy claro que los HDB 630 están pensados para todo tipo de usuarios, siendo el único denominador común la demanda de una calidad sonora como mínimo “Hi-Fi” en el sentido estricto de la palabra. En el caso concreto de un servidor, reconozco que son perfectos para escuchar música en movimiento, porque en principio cuando estoy en casa prefiero otras opciones. Dicho esto, hay que decir que Sennheiser ha pensado en todo, no en vano es una marca veterana -y de prestigio- en la materia. De ahí la pequeña y muy útil guía que acompaña a nuestros invitados en la que se explican de manera llana -gráfica- los procesos previos a su pleno disfrute, desde la puesta en marcha, que puede ser automática -a condición de tener cerca la fuente utilizada- o manual, a las sincronizaciones Bluetooth y a las funciones básicas accesibles desde los cascos a las que ya me he referido antes, siempre, por supuesto, habiendo descargado antes la “app” dedicada, que, quiero recalcarlo, es fundamental para personalizar la escucha, y además de cada género musical, gracias a sus generosas y detalladas opciones de ecualización.

Seleccioné varios temas de Qobuz y TIDAL, servicios ambos inseparables de mi móvil Android -un Samsung que ya tiene sus años- y de mi equipo doméstico, mayoritariamente de rock/pop y jazz, dejando en segundo plano la música clásica. Así, la escucha del atemporal “Libertango” de Grace Jones y la soberbia “Ghost Song” de Jim Morrison -con música de los The Doors” permite deducir de inmediato que el equilibrio de la curva tonal es uno de los puntos fuertes, si no el que más, de los HDB 630, lo que constituye una excelente noticia para un producto que en muchos casos estará destinado a sesiones de larga o muy larga duración, caso, por ejemplo, de un viaje intercontinental o, en un plan más mundano, una buena caminata. Misma sensación con el salvaje directo “Everything, Everything” de Underworld cuya grabación, de gran nivel en mi modesta opinión, es una verdadera prueba de fuego para evaluar tanto la extensión y control de los graves como la naturalidad de unos agudos que con unos auriculares de concepción menos estudiada podrían acabar aturdiendo. Igual de importante es señalar que este equilibrio tonal se mantiene incólume a medida que aumentamos el nivel de volumen, lo que significa que Sennheiser ha logrado verdaderamente crear unos auriculares con una musicalidad prácticamente equiparable a la de un diseño abierto con las ventajas prácticas de un modelo cerrado. En este sentido, hay que destacar la baja intrusividad de la ANC -esencial si estamos en espacios con un ruido ambiental importante- y, como lógico punto “débil”, una espaciosidad limitada que en cualquier caso sólo afecta a las grabaciones con mucha aireación.

Unos auriculares magníficos… fastuosos si tenemos en cuenta su precio

He reconocer que hacía tiempo que no me “entretenía” tanto con unos auriculares “no clásicos”, en buena medida por su ADN y la muy racional organización y potencia de su “app” de gestión, sin desmerecer por ello la versatilidad de su control “táctil”. Diseñados en Alemania y fabricados -la calidad, acabados incluidos, es irreprochable, para qué engañarse- en China con transductores construidos en Irlanda, los HDB 630 merecen figurar en la élite de las realizaciones de su clase y precio como consecuencia de un sonido esencialmente neutro -si trabajamos en inalámbrico, mejor con el “dongle” BTD 700 instalado, y en USB, en compañía de un reproductor “bit perfect” como el Audio Player Pro – que apenas provoca fatiga auditiva y además podemos disfrutar, como sabiamente afirma Sennheiser, durante días. Por 500 euros, un “bombonazo”.

Ficha Técnica

  • Configuración: auriculares circumaurales inalámbricos con cascos cerrados por su zona posterior y adaptador Bluetooth USB-C suministrado de serie. 
  • Transductor utilizado: electrodinámico de 42 mm de diámetro con motor magnético de alta potencia (campo magnético de 6’25 mT). 
  • Respuesta en frecuencia: máxima 6-40.000 Hz con conexión de Línea analógica, por cable USB-C a 96 kHz o por Bluetooth con aptX Adaptive a 96 kHz; 6-22.000 Hz para el resto. 
  • Conectividad Bluetooth: 5.2 (compatible 5.4).
  • Códecs soportados: SBC, AAC, aptX, aptX HD y aptX Adaptive.
  • Resolución máxima: 24 bits/96 kHz. 
  • Impedancia: 480 ohmios (activa).
  • Nivel de presión sonora máximo: 105 dB a 1 kHz/0 dB FS.
  • Distorsión armónica total (THD): inferior al 0’2% a 1 kHz/100 dB.
  • Cancelación de ruido activa (ANC): Sí (Híbrida Adaptativa).
  • Autonomía de la batería: hasta 60 horas vía Bluetooth y con ANC activada (utilizando iPhone a nivel de volumen intermedio).
  • Tiempo de carga de la batería: aproximadamente 2 horas para una carga completa; carga rápida de 10 minutos para un máximo de 7 horas de escucha adicionales. 
  • Gestión: vía “app” Sennheiser Smart Control Plus.
  • Peso: 311 g.
  • Precio de venta al público recomendado: 499’90 euros.
  • Importador: www.magnetron.es 

 

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