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“Danes don’t lie”: un pequeño viaje a través de la magia tecnológica de Dynaudio

“Sin los daneses no habría cajas acústicas. En 1819, Hans Christian Orsted descubrió las propiedades del electromagnetismo. Y en 1915, la primera caja acústica de la historia fue diseñada por un danés.” Así comienza un precioso catálogo editado en 2012-2013 por el prestigioso fabricante de altavoces y cajas acústicas danés Dynaudio, una marca situada en la cúspide del audio prácticamente desde su fundación por Wilfried Ehrenholz, Gerhard Richter y Ejvind Skaaning en el ya lejano 1977.

Inicialmente dedicada a la fabricación y comercialización de altavoces de muy altas prestaciones que a lo largo de los años han sido utilizados por algunos de los fabricantes de cajas acústicas -tanto para aplicaciones domésticas como profesionales e incluso para instalaciones personalizadas, multimedia y de Car Audio- del mundo, Dynaudio empezó a desarrollar en paralelo su propia gama de cajas acústicas, una gama que desde hace décadas es una de las más completas y seductoras del mercado mundial. El presente artículo no pretende sino rendir homenaje a la reconocida excelsitud de una propuesta en la que la obsesión por el uso de transductores verdaderamente High End nacidos de una I+D propia de primer nivel y, muy importante, una pasión desbordante, permiten a la compañía escandinava marcar la diferencia en todas y cada una de sus realizaciones, unas realizaciones en las que la mediocridad simple y llanamente no existe.

Un punto de partida muy lógico: reproducir la música sin ninguna coloración

Hasta donde llega mi memoria, los altavoces Dynaudio han sido protagonistas privilegiados de algunos de los diseños electroacústicos más espectaculares de la historia del audio. Es el caso, por ejemplo, de las fabulosas cajas acústicas de la ya desaparecida -pero todavía muy recordada- firma estadounidense Cello, cuyos modelos superiores incorporaban enormes agrupaciones de transductores de la compañía danesa. Hay más nombres ilustres, por supuesto, desde Wilson Audio hasta Sonus faber o Eggleston Works, sin dejar de lado algunos de los estudios de grabación y de televisión más importantes del mundo. El por qué de esta apuesta por unos componentes que no eran precisamente asequibles conecta directamente con el origen “conceptual” de Dynaudio, cuyos fundadores tenían muy claro que defectos -aberraciones si lo prefieren- en el sonido como la distorsión, una respuesta en fase -el famoso “timing”- imprecisa, una baja capacidad de manejo de potencia o una respuesta impulsional demasiado lenta no sólo eran audibles sino también claramente medibles, lo que significa que se podían corregir utilizando las herramientas adecuadas. De ahí que el primer producto puesto a punto por Dynaudio fuese un tweeter de cúpula textil de 28 mm de diámetro que el antes citado Ejvind Skaaning desarrolló cuando trabajaba en Scan Speak -otro fabricante de altavoces con una gran reputación- y que sin embargo no vio la luz hasta que contribuyó a fundar Dynaudio. De hecho, es importante al respecto tener en cuenta que tanto el célebre Esotar D330 como sus numerosos derivados están basados en el transductor en cuestión, de nombre D28 y comercializado en 1977. La otra gran contribución “histórica” de la empresa escandinava a la reproducción sonora a tamaño natural la encontramos sin duda en el innovador MSP, alias “Magnesium Silicate Polymer” o Polímetro de Silicato de Magnesio, que continúa utilizándose, y además en exclusiva, en los conos de todos sus altavoces de graves, medios/graves y medios y del que podría decirse que es una versión con musicalidad incrementada del más tosco polipropileno al estar sus estructuras rellenas de talco y de mica.

El indiscutible “alma mater” de Dynaudio ha sido siempre la excelencia de sus transductores, diseñados y construidos sin compromiso para representar lo último de definición, naturalidad sonora y fiabilidad.

Pero, como decía al principio, en paralelo con su función de proveedor de altavoces, la firma danesa empezó a desarrollar una completísima y muy coherente gama de cajas acústicas. Resulta interesante, en este sentido, ver cómo algunos críticos de la marca que en su momento afirmaban que sería incapaz de hacer sonar sus propios altavoces, tuvieron que recular y reconocer la inmensa clase de unos productos que con el paso del tiempo han demostrado además tener una polivalencia envidiable y por lo tanto su perfecta capacidad de adaptación a una serie de aplicaciones en las que la inmensa mayoría sistemas de altavoces basados en materia prima de baja calidad simple y llanamente desintegran a la que se les exigen unos niveles de presión sonora realistas. Y ahí radica la verdadera esencia de Dynaudio y, en cierto modo, la motivación que hay detrás del presente artículo: su condición de uno de los poquísimos jugadores del reñido tablero mundial de los fabricantes de cajas acústicas con mayúsculas que desarrollan sus propios altavoces. Hablamos de jugar en la misma liga que, por ejemplo, Bowers & Wilkins, Focal o JBL, con lo que ello implica a la hora de afinar de manera óptima -precio incluido- sus creaciones al no depender de proveedores externos.

Dynaudio siempre ha tenido muy claro que la calidad de todo sistema siempre está limitada por su eslabón más débil, motivo por el que todos los subsistemas que acompañan a sus fabulosos transductores están a la altura.

Una ingeniería en la que la honestidad marca la pauta a seguir

Como consecuencia de sus particularidades culturales, Dinamarca siempre ha sido un país en el que decir la verdad siempre ha tenido rango de ley, por no decir de axioma. De ahí ese “Los daneses no mienten” –“Danes don’t lie”- que se repite una y otra vez con orgullo en folletos y catálogos de la marca y que contribuye poderosamente -con, insisto, mención especial para su completo dominio de los altavoces sin por ello dejar de lado el filtro y el recinto- a la enorme coherencia exhibida por todos y cada uno de los productos. Así, las partes mecánicas subcontratadas, siguiendo especificaciones muy estrictas, llegan en forma de productos semiacabados para ser “remecanizados” por Dynaudio. Por ejemplo, para la fabricación de las bobinas se utiliza un proceso que reúne a partes iguales destreza manual y sofisticación técnica. A nivel puramente físico, el empleo de hilo de aluminio y soportes de gran diámetro permite realizar ahorros importantes en el fundamental parámetro peso -un diámetro de 75 mm en aluminio equivale a uno de 38 mm en cobre-, así como una superior refrigeración -esencial en aplicaciones en las que el funcionamiento a niveles de volumen elevados durante períodos prolongados es una situación frecuente- y una mayor superficie de pegado del hilo. Por su parte, el dominio del proceso de calentamiento del soporte evita que se produzca cualquier deformación del hilo estirado durante el bobinado del mismo. A continuación, las bobinas son verificadas una por una y emparejadas de tal modo que la deriva de su impedancia sea del orden de una centésima de ohmio. Ahí entra en juego otro inconveniente relevante: el estañado de las bobinas, resuelto mediante la utilización de una soldadura especial en baños calentados a 350º C mediante señales de alta frecuencia. En el caso concreto de los tweeters, el empleo, entre otros elementos, de bobinas de gran longitud permite mantener intacta la linealidad en un margen de 1 dB desde 1 hasta 1.000 vatios, potencia esta última en la que la aceleración a la que es sometida el conjunto móvil corresponde a 19.000 veces la gravedad. Y en lo que concierne a los woofers, señalemos que la fabricación de las membranas de MSP se realiza por moldeado. Por otro lado, el uso de bobinas de 75 mm de diámetro permite considerar el recurso a imanes de alta potencia mientras que el blindaje y la concentración de las líneas de campo son asegurados por dos imanes montados en oposición. Evidentemente, aunque esto ya no es exclusivo de Dynaudio, una vez que han sido montados todos los transductores pasan por un riguroso banco de pruebas en donde se les miden la distorsión, la curva de respuesta en frecuencia y la impedancia. 

Lógicamente, donde hay un conjunto de altavoces de altos vuelos debe haber una electrónica que los “integre/armonice” sin costuras, lo que nos lleva a otro elemento clave en las cajas acústicas de Dynaudio: el filtro divisor de frecuencias. Aquí hay que decir que, se trate del modelo del que se trate -desde realizaciones básicas hasta el muy sofisticado diseño que forma parte de las gigantescas y estilizadas Evidence Master, actual modelo de referencia de la marca- la circuitería en cuestión es montada y evaluada en una sala específicamente diseñada para ello a la vez que, sobra decirlo, los componentes empleados son de la máxima calidad.

Para Dynaudio, la importancia de la I+D equivale a la del oxígeno para nosotros… o casi. Lo corrobora esta espectacular instantánea de la sala Jupiter, en la que se piden, entre otros parámetros, el crucial tiempo de respuesta a los transitorios de las cajas acústicas.

En lo que respecta a los recintos acústicos, basta con ver de cerca –o, mejor aún, tocar- cualquier modelo de Dynaudio para darse cuenta de que también aquí la pasión por el detalle es la norma. Por ejemplo, los modelos de la Serie Contour i utilizan recintos de MDF con estructura multicapa y refuerzos internos dispuestos en los puntos más sensibles a la generación de resonancias. Además, se ha llevado a cabo un análisis muy riguroso de los efectos provocados por las diferentes presiones y velocidades del aire que ha permitido eliminar prácticamente por completo la energía que en condiciones normales los altavoces transferirían al recinto, con lo que a la vez se suprimen las coloraciones relacionadas con este último. Además, los paneles laterales están amortiguados internamente con una capa de un compuesto exclusivo basado en material bituminoso que aporta un “plus” de absorción de las resonancias que se producen en frecuencias conflictivas. Incluso los conectores utilizados han sido especialmente cuidados, siendo el resultado de tanto perfeccionismo una fiabilidad a largo plazo genuinamente “pro”. Cierto es que lo que acabo de decir es una constante en la trayectoria de Dynaudio, pero no menos cierto es que los responsables de la firma escandinava continúan aspirando a más, algo que se materializa en una espectacular sala de mediciones que responde al nombre de Jupiter y que ha revolucionado literalmente el grado de refinamiento de sus creaciones.

Nada mejor que esta maravilla comercializada en 1983, es decir sólo 6 años después de la fundación de Dynaudio, para rendir homenaje a la tradición de pasión por la excelencia que desde siempre ha caracterizado a la firma danesa. Porque la Consequence, que así se llama esta soberbia caja acústica, ejemplifica una filosofía que con el paso de las décadas se ha continuado aplicando a todas, aunque con las correspondientes economías de escala, las realizaciones de la compañía escandinava, desde las más asequibles a las más elitistas.

Una marca que jamás ha bajado el listón

No recuerdo con exactitud cuándo escuche por primera vez unas Dynaudio, pero sí puedo decir que desde el primer momento aprecié la definición extrema de su sonido, motivo por el que siempre he considerado a la marca danesa como uno de los grandes del audio con mayúsculas. El motivo es, obviamente, la calidad extrema de los transductores empleados, una constante en las realizaciones de la firma desde que en 1977, año de su fundación, comercializó su Serie P y, unos pocos años después, los modelos 80, 100 y 200, especialmente significativos por cuanto fueron el primer fruto del entonces incipiente departamento de I+D de la compañía. Que Dynaudio se afianzó muy rápido en la cúspide de su sector lo corrobora que en 1983, es decir sólo 6 años después de su fundación, pusiera a punto la sensacional Consequence, una auténtica referencia absoluta que se estuvo fabricando -sólo bajo pedido- hasta hace muy poco y que ha sido considerada unánimemente como una de las mejores cajas acústicas de todos los tiempos. En línea con lo que es la norma entre las grandes marcas, el esfuerzo que hizo posible esta formidable columna estuvo en el origen de gamas más asequibles pero igualmente exquisitas en términos de sonido. Hablamos de series como la Compound y la Contour y, ya en la década de los 90’, la popular Audience y, más adelante, la fabulosa columna Evidence, cuya declinación más avanzada, la Evidence Master, figura ahora mismo en la cúspide de Dynaudio. A señalar asimismo que en el año 2002 se lanzó al mercado la Serie Confidence, particularmente representativa en la evolución de la marca por cuanto adoptaba una nueva arquitectura sonora protagonizada por la innovadora tecnología de transductores Esotar y recintos de estética muy esbelta –“slim” si lo prefieren- con un mayor nivel de amortiguamiento de las resonancias completados por refuerzos metálicos. Y, ya para finalizar, vale la pena destacar el monitor de estantería Special Forty, comercializado en 2017 para celebrar el 40’º aniversario de Dynaudio y toda una lección de saber hacer en diseño acústico y electroacústico para satisfacer a los más exigentes sin que el precio se descontrole. Un producto que tuve la oportunidad de analizar muy poco después de su salida al mercado y del que dije, en mi conclusión, lo siguiente: “Estamos ante un nuevo gran clásico del audio, una de estas cajas acústicas que dentro de 20 ó 30 años seguirán fascinando.”

A modo de conclusión

Ya saben que la perfección no existe. Digo esto porque en la inmensa mayoría de cajas acústicas pasivas de Dynaudio hay una característica que no está “bien vista” a efectos de marketing pero que sin embargo no es necesariamente negativa: una sensibilidad particularmente baja. ¿Qué significa esto? Pues simplemente que los ingenieros de la marca se han concentrado siempre en buscar la reproducción más natural posible del sonido sin hacer concesiones de tipo técnico tanto en los altavoces en sí como en la circuitería de filtrado. Por lo demás, en general baja sensibilidad es sinónimo de baja distorsión, por lo que el único “problema” que comporta lo que acabo de hacer es que a las danesas hay que inyectarles vatios en abundancia, por lo menos si se aspira a que den lo mejor de sí en salas de determinadas dimensiones. Es, en definitiva, una cuestión de prioridades. Podría extenderme hasta el infinito hablando de la tecnología de Dynaudio y entretenerme con los detalles de desarrollos como los sistemas de imanes centrales, el control de la directividad y las topologías de los circuitos de filtrado, pero creo que con lo dicho es suficiente para hacerse una idea precisa sobre el “ethos” de la marca. Ya para finalizar, les recuero que Dynaudio es importada en exclusiva para nuestro país por www.decineaudiovideo.com.

 

 

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