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Warsaw Audio Video Show 2025: una revelación

Como se dice popularmente, “Nunca es tarde si la dicha es buena”. Y esto es exactamente lo que percibió un servidor de ustedes con motivo de su primera visita al Audio Video Show 2025, celebrado los pasados días 24, 25 y 26 de octubre en Varsovia. Lógicamente, hay un motivo para haber omitido la visita en cuestión: la asistencia ininterrumpida desde el año 2004 al que a fecha de hoy continúa siendo el certamen líder en audio de excepción a escala mundial, el Munich High End, que, recordémoslo, se trasladó a la capital bávara desde el Hotel Kempinsky de Frankfurt, donde estuve una única vez, concretamente en 2003. Sabía del evento polaco y de su éxito creciente, pero no de su veteranía, hasta el punto de que la de 2025 ha sido nada menos que su 27ª edición. También me habían hablado de que es una feria que va a más, pero lo que no me podía imaginar es que, para tener lugar en un país vecino de Alemania, con poco menos de la mitad de su población y una economía que es la cuarta parte, me encontraría con una presentación de producto que a grandes rasgos podría decirse que es muy cercana de lo que pude ver en Múnich a mediados de mayo. 

Antes de entrar en materia, me permitiré darles algunos datos harto interesantes sobre el Audio Video Show 2025 que nos proporcionó la organización del evento. En primer lugar, hay que apuntar que desde el punto de vista cuantitativo ha sido el número uno de toda su historia, hasta el punto de situarse en el número tres a escala planetaria, sólo detrás de los eventos celebrados en Múnich y -por lo general en agosto- en Hong Kong, y, ojo al dato, superando al estadounidense AXPONA. En segundo lugar, impresionan los datos de asistencia, que medidos en función del número de tickets vendidos -se supone que uno por barba- ascendieron a 14.881 contra los 19.000 de los citados Múnich y AXPONA, especificándose al respecto que en el certamen alemán una misma persona que asiste dos días es contabilizada como doble. Más cifras de impacto: 230 expositores, 188 salas -contra las 140 de Múnich y las, al parecer, 110 reservadas para Viena High End de 2026- y 71 representantes de la prensa especializada mundial, procedentes en su práctica totalidad de Europa, Asia y Estados Unidos. ¿Mi opinión? Más que un éxito, una revelación en toda regla que además da mucho de qué pensar.

Una afición desbordante

Lo primero que debo decir es que estuve en Varsovia menos tiempo del que me hubiera gustado, concretamente dos días y medio en vez de tres y medio, dedicando a cubrir la feria en sí poco menos de día y medio… justo, cierto, pero suficiente pese al pequeño inconveniente de que el certamen estaba repartido en tres espacios, los dos principales bastante separados entre sí pero bien atendidos gracias a un eficaz servicio de lanzaderas. ¡A retos más gordos me he tenido que enfrentar! Dicho esto, permítanme también aclarar mis anteriores referencias “geográficas” y “socioeconómicas”, porque el evento polaco resulta de lo más meritorio si además tenemos en cuenta que durante los mismos días tenía lugar el Paris Audio Video Show (PAVS) y justo una semana antes -17, 18 y 19 de octubre- el Tokyo Audio Show, certámenes antes que con toda seguridad restaron alguna que otra presencia en Varsovia. Esto nos lleva a una -una más- de las singularidades del “protagonista” de este artículo: la presencia de un montón de marcas de la mano de su importador polaco y no directamente. Esto hizo, por ejemplo, que la británica Bowers & Wilkins, ausente en Munich High End desde hace un montón de años, sí estuviera presente, y además por todo lo alto, en la vibrante capital polaca. Pero también que la igualmente británica KEF fuera uno de los grandes ausentes. 

Otro elemento que explica el éxito del Audio Video Show polaco es el mucho más asequible precio de los diferentes espacios con respecto a su poderoso competidor muniqués, un detalle nada baladí que anima a no pocas marcas, sobre todo -aunque no exclusivamente- europeas a salir de sus respectivos países para darse a conocer en un evento poderosamente local, pero, en paralelo, con una fuerte vocación internacional. En este sentido, y aquí sí que puedo hablar por experiencia propia, es evidente que los organizadores del certamen se están empleando a fondo -las ganas se notan en la forma de una organización que trabaja muy duro para que las empresas asistentes se encuentren con el menor número de trabas posible- para igualar a Munich High End. Y, por supuesto, lo mismo vale para la prensa especializada internacional: de ahí la presencia de periodistas procedentes de Estados Unidos, China, Japón y Taiwán, por ejemplo, aunque también de Italia, Francia, Reino Unido, y, por supuesto, España, en este caso con -al menos que yo sepa- Hifilive en solitario. A modo de anécdota, les diré que el sábado 25 me topé, en el concurridísimo pasillo de la planta 1 del ala oeste del espacio principal del Audio Video Show 2025, con Heinz Lichtenegger, el ultradinámico “boss” -propietario para ser exactos- de marcas tan prestigiosas como Pro-Ject y Musical Fidelity, y, comentando el alcance del evento, me dijo que le impresionaba el número de importadores de componentes de audio High End existentes en Polonia. También que no tenía claro si ello se correspondería con igual número de establecimientos especializados, pero que en cualquier caso le parecía magnífico.

He titulado el presente bloque “Una afición desbordante”, y, como cabe imaginar, lo he hecho por algún motivo de peso que les comentaré enseguida, no sin antes remarcar que cuando estaba preparando mi visita “varsoviana” vi que en la parte de la página web de la organización –https://audioshow.pl/pl/main– donde se resumían las cifras de la convocatoria de 2024 había tres citas firmadas por otros tantos miembros -algunos de renombre, otros no tanto- de la prensa especializada que resumían sus impresiones sobre el evento. Pues bien, ya a toro pasado, me quedo con la del británico Ken Kessler, de la excelente -y veteranísima- hifi-news & Record Review, por cuanto refleja a la perfección las sensaciones que experimenté durante mi “inmersión” en el Audio Video Show 2025: “El evento fue sencillamente asombroso, un regreso a finales de los años 80’, cuando el interés por la Alta Fidelidad estaba en su apogeo.” Y, en efecto, aluciné con la de gente que había -bastante el viernes 24 y muchísima el sábado 25- y las ganas de disfrutar de una afición que durante décadas les fue casi negada por cortesía de los caprichos del orden geopolítico nacido tras la Segunda Guerra Mundial. Eso sí: hay cosas que no cambian con el paso de los años ni el cambio de país, en especial la predominancia casi al 100% del género masculino entre los asistentes -las esposas y “peques” de audiófilos no cuentan- aunque les juro haber visto a una mujer adulta -me atrevería a decir que de edad comprendida entre 40 y 45 años- en varias salas que no sólo iba sola y escuchaba los equipos con atención, sino que ¡incluso pillaba catálogos!

Tres espacios al servicio del sonido, aunque también con un guiño a la imagen

Entrando ya en el certamen propiamente dicho, lo primero que hay que decir es que, al igual que algunos CES (Consumer Electronics Show) del pasado y mis añoradas -la edición de 1990 fue brutal- “Journées de la Haute Fidelité”, estaba dividido en varios espacios, lo que introdujo una cierta componente de incomodidad logística que fue debidamente compensada, al menos para los asistentes, con el infalible “sarna con gusto no pica”, y en lo práctico, con esa lanzadera a la que antes he hecho referencia y que unía el espacio principal con el más grande de los espacios secundarios, estando el tercero a tiro de piedra de este último. ¿Y cuáles eran dichos espacios? El principal era nada menos que el PGE Narodowy “Estadio Nacional de Varsovia”, un moderno estadio de fútbol inaugurado en enero de 2012, siendo los “secundarios” los hoteles Radisson Blu Sobieski y Golden Tulip. Me impresionó al respecto el uso que se le puede dar a un estadio más allá de sus usos deportivos principales y los conciertos multitudinarios. En concreto, el Audio Video Show 2025 en repartía en dos plantas de los sectores este y oeste -sus homólogas norte y sur no estaban ocupadas- mientras que la entrada principal, de hecho la “oficial” del evento, estaba en la entrada oeste de la planta -3, a pie de calle pese a lo que pueda sugerir el número en cuestión.

Echando un vistazo al espléndido catálogo -en polaco, y, aunque con una tirada mucho menor, también en inglés- editado por la organización del evento, leemos que, por ejemplo, las salas más grandes de la planta 1 están dedicadas a los programas de televisión, mientras que las todavía mayores de la planta 2 tienen nombres de ciudades emblemáticas y están destinadas a presentaciones multitudinarias. Me gustaría señalar que este año se han añadido seis de estas últimas “supersalas”, habiéndose anunciado la incorporación de otras tantas para la edición de 2026. También los pasillos estaban muy bien aprovechados, bien por material sólo en exposición, bien por especialistas en vinilos y CD’s nuevos y de segunda mano… ¡había bastantes más que en Múnich! Por su parte, las habitaciones más pequeñas eran probablemente reservados, zonas VIP y cosas por el estilo. En cuanto a los hoteles, el Radisson Blu en especial me recordaba a los viejos -y buenos- tiempos de las primeras “ferias audiófilas”, empezando por las mencionadas “Journées” y continuando, por ejemplo, con la -formidable, por cierto- organizada en Nueva York en 1996 por la publicación estadounidense Stereophile y la predecesora inmediata de Múnich High End a la que antes hacía referencia. Esto significa pasillos angostos y repletos de gente, un montón de habitaciones con otros tantos equipos y también llenas a reventar de aficionados entusiastas, y un punto laberíntico en el buen sentido de la palabra… agotador, por aquello de que uno quiere cubrirlo todo, pero divertido al fin y al cabo. Por su parte, el Golden Tulip era mucho menos agobiante como consecuencia de un número de salas sustancialmente menor al tiempo que el tamaño de las mismas era superior.

Y por si lo dicho no fuera suficiente, durante los tres días del certamen, que, por cierto, estaba copatrocinado por la veterana revista especializada polaca Audio, hubo conciertos de música en directo -no olviden que Polonia posee una gran tradición musical que se ha perpetuado y expandido hasta nuestros días- y charlas/seminarios sobre temas tan interesantes como la dedicada a presentar los álbumes más recientes publicados por sellos discográficos tan emblemáticos como Deutsche Grammophon y ECM, sesiones de escucha de trabajos musicales escogidos por profesionales de prestigio -sin ir más lejos, la llevada a cabo por Piotr Metz en la sala de la firma Daniel Hertz, el proyecto más reciente del carismático Mark Levinson en audio de excepción- o disertaciones sobre temas siempre candentes en sonido como son “Acústica y diseño” o “Los 5 mayores mitos en acústica”, sin olvidar la muy “friki” dedicada al “Renacimiento de las cintas de carrete abierto que ofició el antes mencionado Ken Kessler en el hotel Golden Tulip. En síntesis, una propuesta comparable en calidad, y notablemente superior en cantidad, a lo que se puede ver en Múnich. Me sabe mal tener que decirlo, pero el tiempo disponible me impidió asistir a ninguna de estas propuestas.

Componentes y equipos para aburrir… una maravilla

Casi agotado de situar el texto en su contexto, toca hablar del Audio Video Show 2025 propiamente dicho. Si se toman la molestia de acceder a la página oficial de la organización, verán que la lista de marcas es ya inequívocamente “muniquesa”, siendo muchas de ellas -concentradas en el hotel Radisson Blu- completamente desconocidas para mí. La lista es larga, pero ahí van, a modo de perlas seleccionadas, las cápsulas fonocaptoras de la lituana Aidas Laboratory, las cajas acústicas de la letona Aretai o las electrónicas de la polaca Divaldi, sin olvidar nombres ya consolidados a escala internacional del país anfitrión como el fabricante de giradiscos J. Sikora o el de cajas acústicas Pylon Audio. Pero ya se sabe que en el universo del audio High End el tamaño sí importa, a la vez que hay una serie de marcas que llevan la voz cantante y cuya mera presencia, en especial si viene arropada por sus realizaciones de élite, dan lustre a los eventos a los que asisten. Ya saben: aquello de ir a un salón del automóvil potente para ver superdeportivos de élite pese a que el bolsillo sólo da para un utilitario. De ahí que me permita reseñar algunos de los productos que la organización del evento polaco destaca en su catálogo: Vivid Audio G1 Spirit Cu, Oneiros Audio, Gryphon Audio Designs Kodo, Lampizator Aphrodite DAC, Focal Grande Utopia EM Evo, J. Sikora Aspire, Lirogon Origin, Kharma Enigma Veyron 2D, Wilson Audio Sabrina V, Goebel Divin Noblesse, Bowers & Wilkins Nautilus, TechDAS Air Force IV, Magico S2, Fezz Supernova, Revoz B77 MKII, Lumen White Light III, Clarysis Audio Aria, Lorenzo Audio Labs LM1 Mk2, Rockport Technologies Lyra y JBL Summit Makalu.

Pero una cosa es el producto y otra muy distinta el sonido que ofrece, y la verdad es que en Polonia me encontré con algo que por desgracia es muy habitual -y además año tras año- en Múnich: sistemas con una puesta en escena espectacular que, sin embargo y en mi opinión, sonaban muy por debajo de su potencial. Y lo digo hasta el punto de decir que la lista de salas en las que realmente disfruté es cortísima: la de Focal con un supersistema Dolby Atmos 7.4.4 protagonizado su buque insignia, la de Lorenzo Audio Labs con la versión mejorada -y además significativamente- de sus lujosas columnas LM1, la del importador de Bowers & Wilkins con las atemporales -y cada vez más musicales- Nautilus, la de Wilson Audio con sus refinadísimas Alexx V, la de Dynaudio, la de Stenheim -con un precioso grabador de carrete abierto como fuente principal- y la de las JBL Makalu. En cuanto a las propuestas situadas en un nivel de precio más accesible, tres son las que más me llamaron la atención: la de la italiana Franco Serblin, la de la también italiana Unison Research -con electrónicas y cajas acústicas de nueva factura extraordinariamente musicales- y la de Daniel Hertz, un prodigio de finura e introspección. Otro elemento que me llamó la atención de este Audio Video Show 2025 fue la generosa presencia de giradiscos y el casi nulo uso del soporte en cuestión para el grueso de mostraciones… ¡la comodidad manda! Por supuesto, también los auriculares y los elementos que constituyen su particular ecosistema estaban debidamente representados en una gran sala situada en la planta 1 del ala oeste del PGE Narodowy que me recordaba, aunque con una decoración menos lujosa, a la del certamen CanJam de Londres que visité el pasado mes de julio. Había allí una excelente representación de productos, entre ellos los exquisitos auriculares circumaurales convertibles DHS-1 de la española Palma Audio, los RAAL Requisite 1995 Immanis, los Stax SR-007S o los Final A1000 Collector’s Edition, sin olvidar electrónicas tan opulentas -basadas ambas en válvulas de vacío- como los amplificadores Viva Audio Egoista 845 o Feliks Audio Bliss. Y, “last but not least”, tomen nota de una nueva app para streaming de altos vuelos, al tiempo que compatible sin complicaciones con el grueso de reproductores de música en red disponibles en el mercado, que se promocionó por todo lo alto: JPLAY.

Cambiando de tercio, es de justicia mencionar la pequeña pero significativa componente “visual” del certamen varsoviano, aunque ya les adelanto que, al igual que en Múnich, me temo que está condenada a la irrelevancia por la sencilla razón de que el grueso de los entusiastas del High End en electrónica de consumo lo son del audio y no del vídeo pese a que a todo el mundo le gusta tener en casa un televisor “XXL”. Dicho esto, les diré que había salas de Hisense, TCL, Philips y Loewe en lo que a televisores se refiere y de XGIMI, JVC -con sonido a cargo de Klipsch- y Sony -en este caso con Avantgarde- en cuando a videoproyectores, a lo que habría que sumar algunas salas con equipos de sonido complementados con televisores de formato mediano/grande. 

Un evento destinado a convertirse en imprescindible

He meditado bastante una frase que pudiese resumir mis impresiones sobre el Audio Video Show 2025 y creo que la que protagoniza mi conclusión del evento refleja perfectamente lo que experimenté allí. Estamos ante un encuentro que sin ninguna duda va a más, tanto en términos de producto en sí como de internacionalización empresarial y mediática. Ya sé que Polonia no está a la vuelta de la esquina, pero invito a quienes quieran disfrutar con la parte más pura de la afición que nos une que vayan a esta singular y apasionado certamen para redescubrirla por todo lo alto.

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