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Vibex y Kroma Audio – Optimización extrema

El conocido importador y fabricante Cliff Orman –Cosmos Hifi– organizó el tercer fin de semana de junio una presentación internacional en Granada para celebrar su 30º Aniversario, y dar a conocer sus novedades en todo el mundo. Le acompañó un nuevo fabricante local, Kroma Audio, que desveló sus dos altavoces esos días. Para ellos, la presentación empezó muchos meses atrás, años de hecho, con el desarrollo de los productos que iban a mostrar, y era un gran reto al haber invitado a periodistas y distribuidores de todo el mundo. Para mí también fue un reto, pero por otros motivos: esta presentación cerraba un círculo personal que empezó seis meses antes, cuando una caída en moto me mantuvo de baja durante mucho tiempo. Había vuelto ya a la actividad normal, que en mi caso incluye hacer unos 80 kilómetros diarios en moto, pero me faltaba afrontar un viaje más largo para darme por “curado”, y así afronté mi desplazamiento de Madrid a Granada, que resultó perfectamente –con permiso del viento en la ida–.

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En cuanto a los productos presentados, teníamos varias primicias: Cliff presentaba dos novedades que coronan su catálogo de accesorios para optimizar el equipo, los Vibex Calatrava –“rack” de altísimo nivel– y Monico –filtro y distribuidor de corriente también “top”–. Por su parte Kroma Audio es el nombre de una nueva compañía cien por cien nacional, cuyos primeros productos son dos modelos de altavoces, el “monitor” Julieta –con pie incluído– y la caja de pie Carmen, y su principal característica que los hace únicos, a parte de su sonido, es el uso de Krion en su fabricación y el no contar con ni un solo tornillo metálico.

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Julieta y Carmen

Con estos nombres tan españoles tenemos las dos primeras creaciones de Kroma Audio, que es el fruto del trabajo y diseño de Miguel Castro –editor de Hifi Live– y Javier Millán, bien conocido por sus trabajos con filtros y puesta a punto de recintos acústicos. Ambas están realizadas enteramente en Krion, una “superficie sólida” formada por dos terceras partes de minerales naturales aglutinadas con resinas de alta resistencia, con un acabado que parece piedra, y con propiedades mecánicas muy interesantes –es un producto del Grupo Porcelanosa–. Pero el Krion en sí mismo no es tan especial, lo que lo convierte en casi mágico es la combinación con elementos que controlen sus resonancias, y así es como las cajas Kroma Audio ofrecen un aspecto exterior liso y limpio, pero esconden en su interior muchos “trucos” y combinaciones de materiales a los que se ha llegado después de muchas pruebas prácticas.

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Lo que sí es muy visible son las muy especiales salidas reflex, dos en ambas cajas aunque con unas frecuencias de resonancia ligeramente diferentes: las del monitor Julieta están afinadas a 37 y 42 Hz, las de las columnas Carmen lo están en 40 y 35 –“o algo menos” según Javier…– Hz. Y cuando digo “afinadas” va muy en serio, porque esas piezas están realizadas a mano por un luthier local, en madera de cedro una y de pino la otra. Además del diámetro de la salida y la longitud del tubo, se ha jugado con el espesor de la pared afinándolo hasta encontrar la frecuencia ideal.

CARMEN FRONTALES y BACK

En cuanto a los drivers, ambas cajas comparten tweeter –un Hiquphone danés con cúpula de seda bañada en oro– y mid-woofer Scan Speak de 6’5 pulgadas con cono de papel muy reconocible y usado en bastantes otras cajas. De estos, el monitor Julieta monta una unidad y las columnas Carmen dos, configurados como “dos vías y media”. Los filtros han sido diseñados por Javier Millán y puestos a punto entre él y Miguel Castro: al poder trabajar también con plena libertad con las resonancias de la caja –lo que es un decir dado lo inerte del material usado– han tenido el control total sobre el resultado final. Estos filtros, de pendientes muy suaves y cortes en 2.600 kHz para las Julieta y 2.500 kHz para las Carmen, usan componentes de primera calidad –Duelund y Mundorf– y parte de la receta “secreta” está en el uso de algunos componentes NOS “new old stock”. La última particularidad de estas cajas, como comenté más arriba, es que no usan tornillos metálicos –ni por supuesto clavos–: en los recintos es obvio por el Krion –es como si fuera de una pieza–, pero los drivers y el filtro están sujetos por tornillos, lo que ocurre es que son de un especial material plástico –los fabrica Reny en Japón– con mezcla de fibra de vidrio.

Calatrava y Monico

Si las cajas Kroma son algo especial, los accesorios de Vibex van un paso más allá: la alimentación Monico –en honor a un inventor español de principio de siglo pasado, una historia que merece la pena descubrir… google– es una pieza de Krion combinado con madera de –zebrano y un elastómero impregnado en carbono con 15 salidas. Se puede configurar como se desee, por ejemplo para tener 10 filtradas y 5 sin filtrar, y el filtrado es equivalente al conocido y eficaz Granada + Alhambra de Vibex. Los enchufes “Schuko” no son ningún modelo comercial: Cliff los ha mecanizado en la placa de Krion directamente y usa contactos bañados en Platino y Rodio.

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En cuanto al “rack” Calatrava, su aspecto de mueble vintage puede llevar a engaño por la tecnología de control de resonancias que incluye. Las columnas en fibra de carbono, desacopladas de cada plataforma, tienen por dentro vástagos de titanio, y cada balda es un sándwich de Krion, madera maciza de zebrano y elastómero impregnado en carbono, de forma que aíslan mecánica y eléctricamente. La particular forma, un triángulo equilátero deformado-redondeado, es la que ha encontrado Cliff que funciona mejor para controlar resonancias, y de hecho el Calatrava, el Monico y sus nuevos soportes Pies de Résistance –también Krion con madera y elastómero– para cables y otros objetos son de esta particular forma.

En Granada…

La presentación tuvo lugar el tercer fin de semana de junio en la preciosa ciudad de Granada, sede de Kroma Audio, en dos escenarios diferentes: el hotel donde nos alojamos los visitantes, un precioso palacio del siglo XIII –www.darabenaz.net–, disponía de una sala bien acondicionada donde estaba el sistema montado por Cliff con todos los componentes Vibex nuevos y las cajas Julieta. Por otro lado las columnas Carmen estaban en el sistema particular de Miguel Castro, en su amplia sala bien tratada de 60 metros cuadrados. En ambos casos la amplificación corría por cuenta de previo y etapas monofónicas Ypsilon, y en cuanto a las fuentes el equipo del hotel sólo la tenía analógica –plato Kodo The Beat con cápsula Etna– y el de Miguel digital –transporte MBL 1621A y convertidor Nagra DAC HD con baterías–.

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El equipo del hotel, con fuente analógica y las cajas “pequeñas” Julieta, mostró de qué son capaces estos nuevos altavoces y cómo la secuencia de accesorios que usa Cliff permiten una optimización tremenda del sistema, para hacerlo capaz de ofrecernos una resolución sorprendente. La selección musical de Cliff es siempre muy ecléctica, pero me permitió de un lado descubrir algunas piezas notables, y de otro comprobar con temas bien conocidos cómo estaba rindiendo el equipo. El “Hallelujah” de Jeff Buckley y el disco de Dead Can Dance eran de estos últimos y me sirven ejemplarmente para mostrar dos extremos: un cantante solo con su guitarra tocando despacio, y un grupo numeroso con muchas percusiones de todo tipo y con muchos cambios de ritmo.

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En el primer caso, uno puede apreciar los movimientos del cantante, su respiración, esos pequeños detalles que convierten la ilusión de la reproducción musical en algo casi real y holográfico. En el ambiente de la sala del hotel, con un alto techo, la sensación de intimidad conseguida era muy buena, realmente parecía que lo teníamos delante, susurrándonos… Con música más “marchosa” el sistema y las cajas seguían sin ser ningún límite para que el mensaje musical se transmitiera íntegramente, y la escena se abría a lo ancho de forma espectacular. La particular acústica de esa sala hacía que para apreciar más altura de escena hubiera que situarse algo más atrás e incluso de pie, no en el supuesto “punto dulce de escucha”, y desde esa posición algo más atrasada y elevada también se apreciaba una liberación de la dinámica, que era correcta desde el punto de escucha “estándar” pero como digo ganaba notablemente. Mis temas favoritos del disco de Dead Can Dance me ofrecieron un muy buen recuerdo de cuando los disfruté en directo, y me sorprendió que las Julieta, un “monitor”, fueran capaces de reproducir las bajísimas frecuencias de la percusión de mayor tamaño –un timbal enorme que recuerdo estaba al fondo del escenario y a la izquierda–. Realmente para mí hay una diferencia entre la música que he vivido en directo y la que no, no tanto por comparar la escena en sí –la grabación puede haberse hecho de otro modo o tener mucha manipulación– sino por el realismo del timbre, por ese “algo” que te hace revivir aquél día. Da igual cuántos años haya pasado: la “conexión” emocional. El sistema puesto a punto por Cliff con las Kroma Julieta, lo consiguieron.

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El perfil sonoro de las cajas, que no tardaría en descubrir que era común a las columnas, es claramente cálido y casi diría que antagonista de lo que últimamente parece estilarse entre cajas, y equipos, de gama muy alta. Tal vez en la búsqueda de la mínima distorsión o del máximo análisis, muchos fabricantes han traspasado la frontera de lo que es “bonito” de escuchar. Por cómo Javier y Miguel entienden que debe sonar una caja, por su ajuste de drivers y filtros, por el uso de papel en el woofer… por lo que sea, las Kroma Audio son cajas precisas y detalladas, pero sobre todo “humanas”, musicales, cálidas, llámese como se quiera.

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Srajan Ebaen, Editor de Six Moons

Lo mejor

El equipo estrella de la presentación era el doméstico de Miguel Castro. En una sala amplia de 60 metros cuadrados diáfanos y muy tratada, la electrónica Ypsilon y el DAC Nagra con transporte MBL alimentaban la pareja de Kroma Audio Carmen, es decir las cajas grandes de la nueva marca. Esta sala tiene su importancia en esta historia, porque ha sido precisamente aquí donde las Kroma Audio han nacido, crecido y evolucionado. En el equipo de Miguel Castro él mismo y Javier Millán fueron descubriendo cómo modificar las resonancias internas de las cajas, cómo jugar con los materiales y formas de los bass-reflex, y cómo convertir, en suma, un producto incipiente y prometedor en las cajas ya maduras y completas que pudimos escuchar.

Son muchos metros cúbicos y las etapas Ypsilon entregan unos 60 o 70W en clase A, pero las Carmen movían el aire con una alegría tremenda incluso en frecuencias muy bajas, demostrando una buena sensibilidad. En este equipo, además de compartir algunas sesiones de escucha con otros de los invitados –concretamente con Matej Isak Editor de la revista Mono and Stereo y Pedro Asencio CEO de Sound Sevilla–, sí pude estar un buen rato a mi aire y con mis dos discos de selecciones “de prueba”.

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El grave que pueden reproducir las Julieta era bueno, pero las Carmen bajan más y con más energía, lo que unido a su carácter también cálido genera una gran sensación de ambiente, un poco como cuando uno añade un subwoofer bien ajustado a un equipo –o dicho de otro modo, como uno lo echa de menos al apagarlo, si está bien ajustado–. Pero la resolución del equipo y de las cajas es grande y esto quedó en evidencia cuando tras el primer tema de mi primer disco probé a cambiar la fase absoluta del DAC Nagra: como sospechaba –sonido algo pesado– el disco sonaba mucho mejor con ésta positiva, la escena ganó profundidad, la música tenía más detalle y el grave seguía presente pero ganó en agilidad. Empiezo con temas de Silvia Pérez Cruz con Javier Colina y el contrabajo de éste estaba ahora en su sitio, sin pesadez. Para ver hasta dónde podía llegar la escena era el turno de Paco de Lucía (DEP) con el dinámico “Live in America”. Las palmas y voces parecían proceder de un fondo de escena muy lejano, extraordinario el equipo en este aspecto; la guitarra tenía su timbre y buena garra, y sólo una pizca menos de “rabia” en los ataques de lo mejor que haya escuchado. Esta sensación la tuve en algún otro corte, nunca había probado la electrónica de Ypsilon pero por lo que pude ver o escuchar, en Granada tienen un aire muy a las electrónicas también en clase A de Pass Labs –estas etapas serían casi equivalentes a las XA60.5 monofónicas–, es decir, con mucha apertura y transparencia sin nada de agresividad, y con buen peso en frecuencias bajas pero sin una dinámica desmelenada. Habrá que probar las Kroma Audio con más amplificaciones, y no sólo con algo más rápido: incluso pienso que con válvulas puede ser una combinación muy interesante.

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Matej Isak, Editor Mono and Stereo

Mi paseo musical en este equipazo continuó con un grupo portugués desconocido, Discantus, al que descubrí en una de mis estancias en el vecino y por mí querido país. Son varias guitarras tocando en polifonía acompañadas de una original percusión –caracolas y otros objetos–, y aquí disfruté de una de las mejores reproducciones que recuerdo de sus temas, reviviendo el concierto donde les descubrí. Está claro que los oídos de Javier y Miguel saben cómo encontrar ese timbre natural de las guitarras. Le hice escuchar más tarde uno de estos temas y se emocionaba claramente con el resultado… ¡amor de padre!

Ampliando más la escena llegó el turno de Dead Can Dance, recién escuchado en el equipo del hotel con las Julieta: aquí, con más sala, más caja y la fuente digital –me perdonarán los acérrimos del vinilo…– me pareció tremendo cómo sonaba. La dinámica apenas se notaba limitada “nueve sobre diez” leo en mis notas, pero la colocación de los intérpretes, el timbre de los muy diferentes instrumentos y voces presentes, los detalles como las resonancias de las pieles de las percusiones, el grave subterráneo del timbal trasero… ¡excelente!

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Tocaba cambio de siglo y paseo por el barroco… Mi aria favorita de Haendel –inicio de La Resurección, soprano y vientos– mostró un aguante perfecto cuando es todo un “torture test” para cualquier sistema. El punto justo de dulzura, como la calidez de estas cajas, no esconde qué está grabado, pero permite disfrutarlo a fondo. Nuevo cambio y dura prueba, con el coro de Cantate Domino: impresionante en este caso cómo las cajas y la sala permiten escuchar los tubos mayores del órgano, las notas más bajas, sin confundirse pese a su cercanía en frecuencia –¿quizás las dos salidas tienen mucho sentido y deberíamos verlo más usado?–.

Con música menos acústica, probé desde Dire Straits o Pink Floyd hasta Dulce Pontes, el equipo mantiene su tendencia a mostrar todo con la máxima naturalidad y calidez posible, y sólo se puede echar de menos ocasionalmente un punto de impacto que no dejo de pensar que con otra electrónica podría estar ahí –aunque también es verdad que son dos woofer de 6’5 pulgadas por lado…–.

Una de las cosas que más me gustó y con la que me quedo del sistema con las Kroma Audio Carmen, fue la sensación de densidad musical en el aire que se percibe en la sala. A veces se dice que tan importante como el sonido, las notas musicales y las ondas sonoras, lo son los silencios que es capaz de reproducir un equipo: estoy de acuerdo, pero con un matiz, y es que los silencios no son “ausencia de sonido”, los silencios que impresionan son esos momentos entre notas cuando efectivamente no hay música, pero de alguna forma sí estás apreciando el ambiente, la atmósfera, donde se grabó aquella pieza, y que mágicamente se ha trasladado a la sala donde la estamos escuchando. Es algo que el vinilo suele conseguir, quizás porque con él el silencio absoluto no existe con la aguja sobre el disco, pero que este sistema con fuente digital –¡no una cualquiera, debo decir!– conseguía con su propia magia.

 

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