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Sonido

Para la primera toma de contacto seria seleccioné uno de mis discos habituales de prueba, Diana Krall: Quiet Nights (Verve Records, 180gm, 2009). Lo primero que pude apreciar fue el excelente fondo negro que propone la escena, tanto la voz de nuestra protagonista como la de su banda surgen de un “black background” como pocas veces he tenido la oportunidad de escuchar en mi casa.

Voces e instrumentos se funden en una tímbrica cuasi real, donde la sutilidad y las texturas pasan a un primer plano. Desconozco en qué medida afectan las válvulas utilizadas a semejante mesura, pero me queda totalmente patente que estamos hablando de unos de los mejores previos de fono que he tenido la oportunidad de evaluar de modo personal.

Normalmente tanto relajo suele estar acompañado por una ligera falta de microdinámica, pero no es el caso, considero que ésta es en todo momento la justa y necesaria, sin pecar ni de exceso ni de defecto.

Lo mismo podríamos decir de la muy positiva sensación de macrodinámica que pasa por las venas de este previo, en la maravillosa versión de Sherezade (Pavel Kogan, Classic Records, 200gm) que tuve la ocasión de comprar hará un par de años. Pude comprobar cómo a volúmenes de presión sonora realista, el aparato en ningún momento se achanta perdiendo cualquiera de las virtudes ya mencionadas, al contrario, parece que engulle el sonido de tal modo, que está dispuesto a invitarnos a subir el SPL de nuestro equipo, hasta cotas que con otros previos de fono con otro tipo de personalidad sónica nunca se nos ocurriría.

En el ya clásico Songs From The Road de Leonard Cohen (doble vinilo de 180gm, Music on Vinyl, 2010) detecto de igual modo una separación de canales sublime, de nuevo un silencio acogedor y unas texturas que prácticamente hacen creerme que estoy en pleno concierto de nuestro Príncipe de Asturias de las Letras. Los primeros planos destacan sobre los siguientes de un modo natural, sin extrañas pretensiones.

 

El sonido de este aparato en ningún momento por ser tan agradable empalaga, como en otras ocasiones me he encontrado en otros previos de fono -normalmente valvulares-, sino todo lo contrario. Es un sonido con una tímbrica, ataque y espacialidad que sublima lo correcto, tanto es así que cuando estamos escuchando música la sensación que tiene el oyente es ni más ni menos que eso, escuchar música.

Respecto a la profundidad escénica, podría destacar que se extiende ligeramente por detrás de las cajas (ligero laid back), con una anchura más que correcta y con una tridimensionalidad en la discriminación de los planos cuasi perfecta. Sin duda facilita la desaparición de las cajas, simplemente genial. Me llama la atención de igual modo la precisión focal con la que trata los sonidos en la escena, en ningún momento pierden solidez y por ende ganan en realismo y presencia.

Al pinchar el maravilloso Mesías de Händel (Karl Richter, DG, Orquesta Filarmónica de Londres, 1973), encuentro una característica que he sido sólo capaz de distinguir en muy pocos aparatos, esto es la particularidad dentro de la inmensidad. Así pues dentro de grandes coros o grandes masas orquestales puedo discriminar con cierta facilidad los instrumentos o voces individuales que las componen separadas por su propio halo, simple y llanamente como en la vida real. En ningún momento hay confusión o emborronamiento de ningún tipo, precisión es la palabra.

Sobra decir sobre la calidad de este previo de fono en lo que a sensación subjetiva de distorsión se refiere, los sonidos son complejos y a la vez sencillos, con una linealidad y fluidez melódica fuera de toda duda, la escucha se convierte directamente en un verdadero placer que nos hace olvidar cualquier otra actividad.

Finalmente y aprovechando la exquisita tímbrica y corporeidad musical aprovecho para poner discos de difícil reproducción como el fabuloso Concierto Espiritual de Claudio Monteverdi (1980, Harmonia Mundi), donde música religiosa barroca en estado puro ha lugar mediante motetes a una, dos y tres voces acompañados de instrumentos de época, un verdadero placer que gracias a este aparato y a su capacidad de clavar la tímbrica y texturas sónicas, el espectador escuchará ensimismado.

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