Por fin una fuente digital realmente «musical»
Vamos a probar en esta ocasión una fuente digital, un servidor que también es reproductor, de inocente apariencia pero no tardaremos en descubrir que sorprendente rendimiento. Su carácter modular y su versatilidad hace que la prueba tenga varias partes o apartados, y eso intentando simplificar porque las variables son muchas… De hecho dejaremos la prueba de su hermano menor (Antipodes S30) para otro reportaje, para centrarnos ahora en este S40.
Esta es una prueba de una fuente digital pura, es decir, lo que sería un «transporte» si usamos el lenguaje de las fuentes digitales originales. Entonces (bueno y todavía) teníamos por un lado el lector óptico de los discos (ese «transporte») y por otro el DAC que recibe los «ceros y unos» y los convierte en la señal analógica que irá a la amplificación y altavoces. Cualquier que haya hecho suficientes pruebas sabrá que no todos los transportes acaban ofreciendo el mismo sonido. Lo mismo ocurre con los servidores digitales y reproductores en red: aunque todos leen el mismo archivo (de un disco duro o a través de internet) y lo envían convertido en «ceros y unos» que el DAC podrá convertir… por algún motivo la conversión no es la misma.
Igual que con el mismo DAC diferentes lectores CD suenan diferente, también distintos reproductores de archivos ofrecen un sonido diferente, y distinto también de ese CD si lo hemos convertido en un archivo digital. La transferencia digital puede ser perfecta (normalmente lo es) pero ni el «bit perfect» garantiza qué escucharemos. A estas alturas hemos probado muchos reproductores, desde sencillos a buenos y muy buenos, y su sonido puede ser perfecto, pero… ¿qué pasa con la música? Pues con el Antipodes S40 hemos descubierto eso, un servidor/reproductor realmente musical.
Antipodes Audio
¿Quiénes son Antipodes? Después de unos inicios fabricando cables, la neocelandesa Antipodes (qué nombre tan apropiado al menos para los españoles) empezó a trabajar hace diez años en los servidores y reproductores digitales de música. Su fundador, Mark Jenkins, entiende y persigue la mejor tecnología en todas las áreas y en particular, pensando en un servidor digital, a nivel de componentes informáticos que al final son el origen de cualquier fuente digital moderna. Pero lo hace con una perspectiva particular, porque la experiencia le ha hecho desconfiar: algunos avances en tecnología sí aportan algo positivo a la calidad del sonido final, pero otros solo persiguen mejorar el rendimiento en (por ejemplo) transferencias de datos y tienen una influencia negativa en el sonido.
¿Cómo medir o predecir si un componente informático será mejor o peor para un reproductor musical? Conseguirlo de forma sistemática, entenderlo y no acertar por «casualidad», es precisamente donde se concentraron en Antipodes. La clave está en los ruidos que se generan en diferentes puntos de las placas base usadas: cómo algunos de esos ruidos son muy perniciosos, cómo algunos se pueden eliminar jugando con la alimentación y cómo algunos se pueden modular para minimizar su efecto sobre la señal digital. Aunque desde 2011 han ido mejorando cada producto, el «salto» se produce en 2017 con lo que ellos llaman «Project Oladra» y que centra la tecnología de sus fuentes en dos terrenos: la gestión de las interferencias entre diferentes espectros de ruido (minimizan las interferencias entre los ruidos del ordenador interno), y el uso de fuentes de alimentación híbridas optimizadas (rápidas como una conmutada pero con el poco ruido de una lineal).
Con estas premisas, Antipodes tiene en su servidor/reproductor tope de gama K50 (15.750 euros) el máximo exponente de su tecnología: esta «bestia» incluye en un solo chasis dos ordenadores internos (uno actúa como servidor y el otro como reproductor), más un tercer procesador con funciones de reloj de precisión y salida (digital). Eso, más su alimentación, trabajadísima. Pero con los diferentes componentes de la más asequible serie «S» que hemos probado, uno puede llegar a ese «cielo» en la reproducción digital, y eso es precisamente lo que hemos probado, escalón a escalón. Cada aparato es un ordenador que podremos dedicar a la función deseada o que necesitemos: reproductor, servidor/reproductor o servidor. Antipodes aboga por usar un procesador dedicado a una sola función (eso minimiza su trabajo y posibles interferencias), de ahí la complejidad interna del K50.
Empecemos por el Antipodes S30 (2675 euros), que es un servidor/reproductor independiente y usa un ordenador interno basado en el tope de gama (pero no igual), e incluye un DAC interno para poderlo usar directamente como fuente. El siguiente paso es el Antipodes S40 (5250 euros), también servidor/reproductor pero que ya usa el mismo ordenador interno del K30 (pero uno solo), pues el K50 usa un ordenador o placa base más potente todavía. Le podemos que añadir la fuente de alimentación mejorada Antipodes S60 (junto con el S40 son 6595 euros) y le podemos añadir también el «reclocking» con salida digital mejorada Antipodes S20 (2625 euros). Si juntamos dos S40, con dos S60 y un S20, tendríamos casi lo que ofrece el K50 en un solo chasis, por un precio equivalente pero con la ventaja de poder ir paso a paso. Y también se puede ahorrar algo usando el S40 como servidor con un S30 como reproductor en esa combinación (algo así como un «K30 light»). Es un poco lioso, sí…
Infinitas combinaciones posibles
Las posibilidades de configuración «física» (hardware) ya son bastante complejas, como se puede ver, pero si le añadimos las opciones de configuración (software) la cosa se complica exponencialmente. Y es que en Antipodes también ha apreciado que no todos los sistemas operativos suenan igual: de hecho y según la versión (cada uno presenta evoluciones en momentos diferentes) el favorito puede no ser siempre el mismo. Además algunos son gratuitos y otros requieren pagar una licencia… ¿Solución? Los Antipodes son compatibles con todos: podremos usarlo como servidor o/y reproductor bajo Roon, Squeeze (el de los viejos Logitech Squeezebox), como Sonos, DLNA (universal), con MPD, con HQPlayer o con Plex.
Nosotros probamos diferentes configuraciones pero para evitar complicar demasiado algo que ya no es sencillo, usamos siempre Roon y nos quedaremos para esta prueba con estas combinaciones: el Antipodes S40 como reproductor (con Roon en un ordenador), el S40 como servidor Roon propio y también reproductor, y por último el S40 como servidor dedicado hacia un S30 como reproductor. También decir que añadimos el recloker S20 en un momento dado a la ecuación, como guinda del pastel, y que usamos la fuente mejorada S60 casi siempre. Como elemento fijo siempre usamos el excelente convertidor DAC APL DSD-AR (6990 euros) aunque puntualmente probamos nuestras alternativas, y aunque también escuchamos el sistema en nuestro equipo del salón, el «trabajo duro» de prueba y comparación tuvo lugar en mi equipo más capaz y resolutivo, en mi sótano, con las cajas Legacy Focus alimentadas por etapas Ncore a las que atacaba directamente el mencionado DAC APL aprovechando su salida analógica con control de volumen de alta calidad.
Recapitulemos antes de ponernos manos a la obra: la reproducción digital necesita primero de un servidor que controla la librería (esté en un disco duro o en internet) y envía la música al reproductor. Luego está el reproductor que convierte esos archivos de música en una señal digital de audio y la envía (por USB o SPDIF) al DAC. El Antipodes S40 puede usarse para que su procesador interno actúe como reproductor, como servidor o como servidor y reproductor: eso se elige desde la página web de configuración del dispositivo. Entramos desde un móvil u ordenador a la web de Antipodes y desde allí, conectados a la misma red doméstica que los aparatos, a «My Antipodes«. Si es reproductor, allí también podremos elegir qué programa usar (Roon en nuestro caso) y qué salida digital, entre otros parámetros. Si es servidor, podremos ver y editar la biblioteca (para grabar archivos de música en su disco duro interno por ejemplo).
Aquí hago un último inciso más: como cada vez es más frecuente, los Antipodes hacen obligatorio tener un móvil (también tableta o un ordenador) como control. Su único botón frontal sirve para arrancar el ordenador interno cuando se conecta, y dejarlo en reposo cuando terminamos (necesario antes de apagarlo del todo también). Yo echo de menos un mando a distancia tradicional para funciones elementales, como parar o saltar de tema, y también una pantalla que me informe de qué está sonando. Seguramente Antipodes argumente que eso puedan ser fuentes de ruidos, pero me resulta incómodo depender de un móvil o tableta (que nunca es tan instantáneo).
Antipodes S40 como reproductor
Esta configuración será la más familiar para la mayoría y seguramente la que muchos elegirían en su propio equipo para empezar. Probamos el Antipodes S40 como reproductor puro, es decir como «streamer» de archivos de música digital hacia un DAC y el resto del equipo. Podría usarse tal cual con el protocolo DLNA, lo más sencillo posiblemente: desde cualquier aplicación de control (como Bubble UPnP o mConnect) elegimos qué queremos escuchar (un archivo que tengamos almacenado o compartido, o algo desde Tidal) y el Antipodes lo reproduce. Es lo que se llama «Pull» (tirar en inglés) porque el reproductor «tira» del archivo para reproducirlo, y es como la mayoría de personas suele usar sus reproductores digitales.
Pero para hacer todas las pruebas sin otra variable más, usamos el software Roon, del que somos usuarios desde hace tiempo. En este caso es una solución «Push» (empujar en inglés): desde la aplicación de control (la propia de Roon en este caso) elegimos qué escuchar y el servidor la «empuja» hacia el reproductor, algo que parece Antipodes también prefiere, aunque su solución favorita parece ser usar HQPlayer. Roon, además de ser excelente a la hora de encontrar o combinar música, es muy bueno para la reproducción y tiene herramientas (DSP) para «jugar» a diferentes niveles (incluso puede integrar HQPlayer precisamente). No activamos nada de eso, aparte del MQA (que «despliega» más alta resolución que los 16 bit y 44 kHz del CD) cuando ocasionalmente escuchamos desde el servicio de música Tidal algo «Master».
Usar Roon implica tener corriendo su programa servidor en un ordenador en la casa, conectado a la misma red lógicamente. En mi caso es un miniPC con potencia suficiente, al que tengo conectados mis discos duros con archivos de música, pero existen soluciones de «Roon Core» a medida (y un coste añadido a la licencia, que no es gratuita). Configurado como reproductor, el Antipodes S40 se controlaba desde la aplicación Roon (móvil u ordenador) y recibía la música de mi Roon Server para enviarla al DAC… como cualquier otro reproductor en red que haya probado últimamente.
Ya en esta configuración el Antipodes S40 marcó diferencias. No tenía al lado un reproductor equivalente (podría ser el Lumin U1 por ejemplo cuya versión Mini ya probamos) pero… el Antipodes siempre tiene un «algo» que le distingue. Un transporte digital superior siempre ofrece más densidad en la escena, más profundidad, se aprecia mejor la colocación de instrumentos y cantantes: en lugar de ser fuentes sonoras puntuales, toman cuerpo y volumen y todo es más real. Todo esto se cumplía con el S40, pero había algo más: la escena era todavía más grande, la dinámica era claramente mejor y los timbres de las voces o instrumentos de cuerda eran más naturales, sonaban mucho más reales.
Las dos cosas que más me llamaron la atención a medida que pasaban los temas y las horas, quizás acostumbrado al resto, fueron la dinámica y los timbres. El timbre permite distinguir claramente el instrumento que suena, o de quién es una voz, y es algo que a veces las fuentes digitales confunden. La dinámica de un instrumento real en directo nunca parece alcanzarse en ningún equipo, y cuando más se acercan no pasa desapercibido. El golpe en las cuerdas de un piano o el de una baqueta en un vibráfono despierta los sentidos… Esto último me gustó tanto que uno de los temas «fijos» que usé en estas pruebas fue el de la película «True Romance» (Amor a Quemarropa) del directo de Hans Zimmer. Esas notas no me habían sonado así antes.
Aquí aproveché para comparar la alimentación estándar original (un adaptador tradicional tipo fuente de portátil, conmutada) frente a la mejorada Antipodes S60 (lineal regulada). Incluso en una fuente digital pura quedó muy clara la importancia vital de su alimentación: cuidado que el Antipodes S40 llega a consumir bastante corriente (medí picos de 30 vatios) y está claro que necesita una fuente potente, limpia pero también dinámica. Con la S60, la profundidad de la escena mejoró y también esa «presencia» de cada instrumento o protagonista, quizás porque se levantó un velo (menos ruido).
Antipodes S40 como servidor y reproductor
Es otra opción que, para mí, es como mejor partido sacaremos de nuestra inversión en un Antipodes S40. No todo el mundo tiene ya un ordenador montado (y dedicado) con discos duros de música para compartirla en la red de casa como yo, y aunque se puede tener en otra habitación (como es mi caso) la idea de tener un ordenador siempre conectado tampoco gusta a todos.
Pues olvidémonos del ordenador: con un S40 no nos hará falta porque su procesador tiene potencia de sobras para «correr» el software, incluso Roon Server, y en su interior podremos alojar un disco duro (hasta 8Tb SSD que es mucha música). Bastó entrar en la web del dispositivo e indicar que lo queremos «ServerPlayer» y no «Player», y configurar el servidor con Roon. Nuestra unidad traía un disco de 2Tb con música, pero al conectarlo a la red de casa y activar su servidor Roon (nos pidió desactivar el nuestro, porque solo se puede tener uno activo en una red) reconoció nuestra biblioteca compartida también, igual que si tuviéramos un servidor NAS en casa. Igualmente, otros reproductores podían acceder a este nuevo servidor Roon de música. Todo ventajas: así es como también estuvimos probando más tiempo el Antipodes S40, porque como digo entiendo que es la configuración que a más personas encajará.
En la práctica, lo que conseguimos con esta configuración es eliminar la red del sistema: cuando reproduzcamos archivos del disco duro interno, obviamente la red no interviene más que en el control (el mando a distancia es el móvil siempre, recordemos). Cuando es algo de Tidal, por ejemplo, es el Roon interno del Antipodes S40 el que «llama» a Tidal para recuperar la música (a través de la red) y luego la reproduce: el siguiente paso, como veremos, consistirá en conectar a la salida «Direct Stream» de red del S40 otro antipodes (S40 o S30) que sea solo reproductor. Además, estamos usando un ordenador dedicado al cien por cien a la tarea de servidor Roon (no el ordenador compartido con otras tareas que yo por ejemplo tengo).
¿Cómo se traduce todo esto en la escucha? Los mismos temas de Tidal que había escuchado con el S40 como (solo) reproductor me aparecieron ahora con más detalle: esas notas de vibráfono tenían más duración en el tiempo, y marcaban un espacio que parecía más grande. En los coros se percibía más aire, pero también la música era algo más densa… unas cosas con otras, desde luego tengo claro que sonaba bastante mejor, y se acercaba mucho al sonido de una buena fuente analógica pero con un nivel de detalle superior. Un timbal sonaba a piel, y me sobrecogió lo real, presente, que de repente sonaba la potente voz de Beth Hart (temas de su disco «Better than Home» o del directo con Joe Bonamassa). Una voz que no se confunde pero apreciar su respiración, su timbre, su ánimo allí delante… fantástico.
Dos Antipodes: S40 servidor y S30 reproductor
¿Cuál es el siguiente paso? Pues ya lo dijimos: dedicar un procesador para cada tarea, es decir, dejar al Antipodes S40 como servidor (y solamente eso), y añadir un S30 dejándolo como reproductor puro. La fuente S60 tiene dos salidas para poder alimentarlos a ambos con corriente optimizada, y ahora en la página web de «My Antipodes» me aparecían los dos para poderlos configurar como quería. La conexión de red del reproductor (S30) en lugar de ir al router se conecta directamente a la salida del S40 para aprovechar la ventaja del «Direct Streaming» que aísla al S30 del resto de la red (otra ventaja). Y del S30 al DAC, por USB… de momento (ya llegaremos a eso).
No sabía qué esperar de esta combinación después de haber disfrutado mucho (y durante varios días en el equipo del salón ya que era fácil el «traslado») del S40… pero no tardé en entender por qué Antipodes apuesta por usar múltiples procesadores en sus «K» tope de gama. Entiendo que se relaciona con la menor necesidad de procesos (cada CPU se dedica a una tarea) y eso optimiza los ruidos internos, eso que parece ser la receta mágica que han encontrado estos neozelandeses para lograr esta superioridad en la reproducción digital de música. Sea como fuere, enseguida lo tuve claro y así consta en mi libreta de notas: «¡me gusta más!»
Sin perder nada de lo apreciado antes, este cambio me recordó a la diferencia entre usar el Antipodes S40 solo con su alimentación estándar y pasar a la mejorada S60. De alguna forma el (invisible) fondo de ruido era más bajo, los silencios eran más profundos, y eso supuso liberar otro poco la dinámica… ya realmente explosiva, algo que aprecié también en el ritmo de los graves y su impacto. Así como el piano suele ser mi instrumento favorito para detectar cambios en la dinámica (si el golpe del martillo en las cuerdas no es real, no suena a piano «de verdad»), el violín ayuda a detectar, como las voces, un timbre natural y realista. Seguramente porque sean instrumentos que haya escuchado más o que todos tenemos más presentes… El caso es que con esta configuración, de los violines me llamó la atención su dinámica: los ataques, lo incisivo del arco, lo que te hace distinguir intérpretes o estados de ánimo de éstos en según qué grabación… Cuando se llega al nivel que consiguen estos Antipodes, cuando escuchas la música así, y probando diferentes DAC comprobé que mantenían su carácter, es complicado renunciar a esto.
La guinda: Antipodes S20 «reclocker»
Hasta aquí todas las pruebas las hicimos conectando el reproductor al DAC por USB, de hecho los Antipodes (tanto S40 como S30) solamente disponen de esa salida digital hacia el DAC. Pero hay otro producto en la marca, que comentamos al principio y que lleva el «top» K50 dentro: el Antipodes S20 es un procesador con un reloj de muy alta precisión (Femto) que convierte la señal digital USB a salidas SPDIF (coaxial RCA y BNC), AES3 (XLR) o I2S (HDMI) y que también ofrece la salida del reloj (por BNC) para aquellos DAC que dispongen de entrada para reloj externo.
Sí, no me falta ninguna salida digital: Antipodes ofrece como opción «superior» pasar de la conexión USB, y prefieren que usemos las tradicionales SPDIF (o I2S en DAC compatibles). Lo justifican en parte por la mayor calidad de la conexión a través del S20 (reloj de precisión y señal re-formada) y en parte porque una de las cosas que han descubierto optimizando sus servidores y reproductores es que el estándar USB se ha optimizado para el uso con datos (ordenadores) pero ha ido a peor para audio, y a eso se le suma que los ruidos de la red (conexión Ethernet) multiplican ese problema.
Pues basta probar el S20 para darles la razón. Cuando ya creíamos que estábamos en un «diez» con los S40 y S30, intercalar el S20 entre sus salidas USB y la entrada SPDIF (ni siquiera probamos I2S) del DAC nos dejó asombrados. Una auténtica «matrícula de honor» porque a lo que ya habíamos ido apreciando, se sumó una naturalidad de timbre nunca experimentada con una fuente digital, unas texturas en el sonido más realistas incluso que las que ofrece un buen plato. Estuve admirando este conjunto mientras hice esta prueba con varios temas, pero recuerdo muy en particular cómo el violín de Hilary Hahn (conciertos de Bach en Deutsche Grammophon) sonó como jamás lo había escuchado, ni con SACD de muy altos vuelos, pues esa grabación la tengo en ese formato también. Aunque la palabra no corresponda a la belleza de esa música, la tengo que escribir: brutal.
Conclusiones
Recordemos: la misión de una fuente digital pura (servidor/reproductor) consiste en enviar al convertidor DAC final una señal lo más óptima posible de cara a esa conversión, y que el sonido analógico final sea más que sonido… sea música. Desde hace tiempo queríamos probar una fuente digital que, además de ofrecernos un «sonido perfecto», fuera realmente musical. Y eso es precisamente lo que consiguen en Antipodes con su S40, un aparato que cada uno podrá usar en su sistema como prefiera, adaptándose a si ya tenemos un ordenador-servidor, o no queremos depender de uno. Un aparato que nos permitirá evolucionar, si deseamos buscar «más», hasta cerca del equivalente al fantástico K50 de forma modular y «pagado a plazos».
Pero lo que nos ha sorprendido es que ya el S40 a solas nos ha cambiado la referencia de cómo podía (o debía) sonar un reproductor digital: tal como yo lo veo, y para quien ya disponga de un sistema de cierto nivel, añadirle un Antipodes S40 aportará una calidad de sonido que no tiene nada que envidiar ni a las mejores fuentes (CD o plato) y abrirá las puertas a la infinita música disponible actualmente. Si lo completamos con una fuente S60 y el reclocker S20, lo que como conclusión de mis pruebas definiría como «el punto dulce» de todas las posibilidades, todavía estaríamos en presupuestos razonables y ya con una fuente de absoluta referencia, fácil de usar, actualizable y sobre todo que nos dejará disfrutar de la música. Merece la más entusiasta recomendación.
Puntos destacados
+ Sonido dinámico, denso, con texturas… ¡Realmente musical!
+ Enorme versatilidad de configuración, en funcionalidad y programas
+ Capacidad evolutiva (hasta el equivalente a un K50)
+ Reproduce cualquier formato: PCM de alto bitrate y DSD nativo
– Sin mando a distancia «directo» ni pantalla informativa (necesario móvil o tableta)
Precios:
Antipodes S30 (server/streamer) 2675 euros (oferta)
Antipodes S40 (server/streamer) 5250 euros
Antipodes S60 (alimentación mejorada) 2100 euros (oferta 6595 euros con S40)
Antipodes S20 (reclocker) 2625 euros
FICHAS TÉCNICAS
Todos los Antipodes «S»: dimensiones (ancho x profundo x alto) 165 x 260 x 70 mm, alimentación 12V DC.
Antipodes S30: servidor/reproductor digital con salida analógica (RCA) y digital (USB 2.0). Entrada Ethernet, salida Ethernet «Direct Stream», 2 USB (almacenamiento o lector CD). Bahía interna para 1 disco duro (hasta 8TB SSD). Reproduce PCM hasta 32bit/768kHz y DSD512 (DoP compatible). Dos puertos de servicio (HDMI).
Antipodes S40: servidor/reproductor digital con salida analógica (jack auriculares) y digital (2x USB 2.0). Entrada Ethernet, 2 USB (almacenamiento) más 2 USB (lector CD). Bahía interna para 1 disco duro (hasta 8TB SSD). Reproduce PCM hasta 32bit/768kHz y DSD512 (DoP compatible). Dos puertos de servicio (HDMI).
Antipodes S60: fuente de alimentación mejorada para hasta dos aparatos serie S (12V)
Antipodes S20: convertidor digital-digital y reclocker con entrada USB y salidas SPDIF (RCA y BNC), AES3 (XLR) e I2S (HDMI). Salida de reloj (Femto) BCN. Formatos de salida limitados en SPDIF/AES3: PCM hasta 24bit/192kHz y DSD64 (DoP).
EQUIPO UTILIZADO PARA LA PRUEBA
Cajas acústicas
- Legacy Audio Focus SE
Amplificación
- Hypex Ncore 400
Fuentes
- Antipodes S30 y S40 con S60 (Reproductor/Servidor y alimentación)
- APL Hifi DSD-AR (DAC)
Cableado
- Synergistic Research