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JMF Audio: descubriendo el rigor extremo del auténtico High End francés

El presente artículo es el testimonio de nuestras reflexiones de una sesión de escucha llevada a cabo en el prestigioso -allí he sido testigo de audiciones memorables- “loft” del veteranísimo establecimiento especializado barcelonés Werner. El protagonista fue en este caso un equipo estereofónico inequívocamente High End cuyo núcleo duro, por decirlo de algún modo, estaba constituido por electrónicas de la marca francesa JMF Audio. Una sesión que además de permitirnos disfrutar de una espléndida selección de contenidos musicales “afinada” por Xavi Casellas, actual alma mater del que sin duda es uno de los templos del sonido con mayúsculas de la Ciudad Condal, nos dio la oportunidad de conocer en directo una firma que representa como pocas la esencia de un “estilo” de audio High End casi desconocido en nuestro país. Porque, al igual que en otros campos relacionados con la tecnología, en el del sonido Francia ha decidido seguir su propio camino basándose en la idiosincrasia de una estructura industrial y un ecosistema educativo situados decididamente fuera de los caminos trillados. Una filosofía que JMF Audio refleja a la perfección y que en el caso que nos ocupa se materializó en tres sofisticadas electrónicas cuya combinación con las elegantísimas columnas Krypton de la finlandesa Amphion nos fascinó por su exquisita musicalidad.

Una manera diferente de enfocar el sonido sin compromiso

En principio, este artículo es la reseña de una audición y por tanto no un banco de pruebas. Pero, por otro lado, no he podido resistirme a la tentación de dedicar unas líneas a comentar las singularidades de un enfoque del audio High End que en mi opinión conecta más con el de los países centroeuropeos, nórdicos y algunos asiáticos que con esa “escuela anglosajona” todavía dominante en lo comercial. Porque, aparte de marcas muy conocidas a nivel mundial como Focal y, aunque en menor medida, Triangle Electroacoustique, el audio de excepción galo -en mi memoría estarán grabadas para siempre las fantásticas “Journées de la Haute Fidelité d’Exception” que se celebraron anualmente en París desde mediados/finales de la década de los 80 hasta unos diez años después- ha siempre cosa de empresas conducidas por entusiastas de la música con una potente preparación técnica. Hablamos de Jadis, YBA y AudioNec, por citar tres nombres que sin duda reconocerán muchos de nuestros lectores, pero también de marcas que son auténticas desconocidas -recuerdo todavía las exquisitas electrónicas a válvulas Lectron diseñadas por el reputado crítico franco-japonés Jean Hiraga, que personalmente considero uno de mis “maestros”- pese a la inequívoca valía de sus realizaciones y entre las que se encuentra JMF Audio.

“La austeridad formal, casi espartana, de las electrónicas de JMF Audio tiene su contrapunto en una ejecución interna que combina originalidad y sofisticación en las topologías circuitales con el uso de componentes de la máxima calidad, muchos de ellos únicos/hechos a medida.”

Después de esta presentación, me permitiré algunos extractos que me han llamado la atención en catálogos y bancos de pruebas relevantes de una compañía cuyo legado se sitúa en estudios de grabación de fama mundial situados en ciudades tan dispares y distantes como la suiza Lucerna y la estadounidense Nashville, sin olvidar la presencia de sus celebrados acondicionadores de red en los respetados en los estudios del ultraperfeccionista sello discográfico noruego Lindberg Lyd, alias 2L. Una compañía cuyo “ethos” es reflejado por una frase repetida hasta la saciedad en el ámbito del audio High End pero que aquí adquiere todo su valor: “La unión de ciencia y arte para el amante de la música”. Fundada en 1985, JMF Audio se define como “Una empresa encabezada con pasión por una familia de ingenieros con un profundo conocimiento de los procesos y que invierte continuamente en investigación y desarrollo, lo que le ha permitido desarrollar una colección de componentes de referencia cuyo punto de partida son las etapas de potencia. Cada componente ha sido absolutamente optimizado para su función, capitalizando la experiencia acumulada y buscando siempre las soluciones más relevantes para la música. Ni más, ni menos.

El resultado de esta manera de hacer las cosas es que cuando uno adquiere un producto de JMF Audio, ya sea una electrónica o un cable, se asegura de disfrutarlo día tras día durante, al menos, las dos próximas décadas. Así, se proponen actualizaciones para explotar los resultados de esa I+D permanente a la que me acabo de referir sin la necesidad de cambiar los dispositivos. Hablamos de detalles y ya se sabe que los detalles marcan la diferencia hasta el punto de conducir a lo excepcional. De ahí que todas las versiones (B, C, D…) de los productos de la firma gala estén contrastadas con unas placas plateadas situadas en los paneles posteriores los mismos y vinculadas directamente al correspondiente número de serie, inscrito en el directorio de fabricación de JMF Technologies SARL. De toda la parte técnica de JMF, independientemente de los gustos personales, se puede resaltar en especial el CMRR (Factor de Rechazo del Modo Común) de 100 dB habitual tanto en los previos como en las etapas de potencia, lo que indica que sus circuitos balanceados son absolutamente extraordinarios. Esta es una medida que muy pocos fabricantes anuncian, algo que, de nuevo, habla alto y claro sobre el rigor de una marca para la que únicamente la precisión puede garantizar la deseable musicalidad de aparatos concebidos para devolver la música a la vida por cuanto sólo unos pocos parámetros son medibles con métodos tradicionales y por tanto es el saber hacer lo que marca la diferencia en otros más subjetivos, pero igualmente fundamentales, como son la escena sonora tridimensional, los timbres precisos, los ambientes sutiles, la sensación de plenitud o la emoción.

La obsesión de JMF Audio por maximizar el CMRR (un parámetro que tiene que ver directamente con la señal de red, cuya importancia en la calidad sonora está más que demostrada) invita a retroceder en el tiempo para preguntarse sobre el por qué del interés de la marca francesa en los filtros/acondicionadores de red. La realidad es que tal interés surgió de la constatación de que, por regla general, sus propias electrónicas rendían por debajo de sus capacidades cuando los propietarios de las mismas utilizaban los filtros/acondicionadores en cuestión. Daba la impresión de que el sonido “sufría”, por lo que a menudo se tenía la sensación de que los amplificadores no recibían suficiente corriente, afectando tal carencia a la vivacidad del propio sonido. De ahí que, en su momento, JMF Audio recomendara conectar sus electrónicas directamente a los enchufes estándar domésticos, lo que por otro lado es un lujo que en Francia se pueden permitir dada la estabilidad de la señal presente en su red eléctrica.

Ya para finalizar, bien está saber que el 90 por ciento de todos los componentes que se pueden encontrar en el interior de las realizaciones de JMF Audio se fabrican a medida, se modifican según especificaciones concretas o se elaboran bajo pedido. Incluso el botón de encendido de acero inoxidable que figura en el panel frontal está hecho a medida, es increíblemente práctico y permite activar o apagar todo el sistema a la vez.

La escucha: una sensación de equilibrio que cautiva de inmediato

Si para algo sirve la experiencia en la evaluación de componentes y equipos destinados a la reproducción musical a tamaño real es que hasta que no llega la crítica hora de la escucha, la teoría y la ingeniería, pese a merecer todos mis respetos a cuenta de, respectivamente, el bagaje en conocimientos y el esfuerzo que hay detrás, no sirve de gran cosa si no viene acompañada de unos resultados en consonancia. De ahí que en ocasiones quedemos descolocados por la musicalidad de productos de concepción muy simple y precio razonable y decepcionados por la de otros particularmente elaborados de precio elevado o incluso estratosférico. Ya les adelanto que en el caso que nos ocupa la “sincronía” entre lo que se nos ofrece y lo que percibimos en las pruebas de escucha es prácticamente perfecta. Pero veamos antes la composición de nuestro equipo.

  • Cajas acústicas Amphion Krypton con acabado en nogal
  • Preamplificador de línea JMF Audio PRS 1.5
  • Etapa de potencia estereofónica JMF Audio HQS 6002 (Clase AB; potencia continua de 2×220 W sobre 8 ohmios, 2×400 W sobre 4 ohmios y 2×550 W sobre 2 ohmios; capacidad de entrega de corriente de 80 A; factor de amortiguamiento mayor que 1.000 a 8 ohmios)
  • Filtro de red JMF Audio PCD 102
  • Procesador digital de audio Aqua La Scala
  • Reproductor de música en red Aurender A200
  • Cables de interconexión (RCA y XLR) Dyrholm Audio Serie Draco
  • Cable de conexión a cajas Dyrholm Audio Serie X
  • Cable USB Dyrholm Audio Serie X

Antes de entrar en mis impresiones de escucha, me gustaría resaltar la singularidad y elegancia de la concepción de las Amphion Krypton por cuanto gracias a una configuración de transductores muy bien pensada permite exhibir unas prestaciones notabilísimas sobre el papel, que tienen su debida correspondencia en el ámbito práctico. En concreto, lo que tenemos es un sistema bass-reflex de 3 vías formado por 1 tweeter y 2 altavoces de medios -cuyo diafragma de directividad en forma de cardioide permite minimizar las reflexiones en las paredes laterales y posterior de la sala- en el panel frontal complementados por un woofer de aluminio de 254 mm en uno de los laterales. Un sistema cuya concepción permite obtener, a partir de un recinto de de formato razonable, una curva de respuesta en frecuencia que a -3 dB se extiende de 21 a 55.000 Hz y por tanto que en términos subjetivos debería ser virtualmente plana. Todo ello rematado por una estética preciosa y una fabricación irreprochable.

Y por fin la gran pregunta: cómo suena este conjunto. Como decía al principio, Xavi Casellas, de Werner, utilizó una de sus habituales “playlist”, en este caso combinando Qobuz con otros contenidos que suele utilizar habitualmente. Y además me dedicó su tiempo, cosa que agradezco, porque la mejor manera de evaluar un equipo de reproducción musical con ciertas garantías es escuchando material que uno conoce bien. Cuatro son los calificativos que, en mi opinión, mejor reflejan mis sensaciones al escuchar “clásicos” que van desde Oscar Peterson en jazz y Wagner+Vivaldi en clásica, hasta mi querido, por su implacabilidad a la hora de poner a prueba la capacidad para reproducir graves tanto en extensión como en pegada, Daft Punk. Dichos calificativos son, por este orden, equilibrio de la curva tonal, resolución de la zona media, naturalidad absoluta de la zona baja y carácter holográfico de la presentación espacial. Todo ello, como siempre, supeditado a la calidad de grabación de los temas escuchados, auténtico Talón de Aquiles -dolor de cabeza, para entendernos- de la evaluación subjetiva de cualquier sistema de audio con pretensiones. Aunque quizá sea el menos “sensible” de los parámetros mencionados, he de reconocer que el comportamiento en graves del sistema me impactó notablemente por el control que en todo momento se ejercía en la restitución, que, por supuesto, se efectuó como tiene que ser, es decir con el nivel de volumen correspondiente al de una interpretación en directo del tema seleccionado. Es evidente que aquí entraron simultáneamente en juego la enorme capacidad dinámica de la etapa de potencia de JMF Audio -su transformador de alimentación toroidal suspendido, sus trayectos de señal ultracortos y su arquitectura completamente balanceada tienen mucho que ver al respecto- y ese brutal “supresor” de porquerías procedentes de la red eléctrica que es el filtro de red PCD 1002 de la firma francesa. Ambas electrónicas se encargaron de que las columnas Amphion se expresaran sin cortapisas y, en paralelo, “suavizaran” la en ocasiones algo “eléctrica” voz los Daft Punk en su icónico Random Access Memories.

De Oscar Peterson escuché el legendario We Get Requests, que pese a una subida de nivel casi al final de todo que desequilibra un poco la dinámica, es una maravilla en calidez y, sobra decirlo a estas alturas, un trabajo redondo desde el punto de vista artístico. De nuevo, la sensación “ir sobrado” que desprende nuestro equipo hace que los intérpretes “estén ahí”, encargándose la configuración acústica de las Krypton de crear una escena sonora muy bien proporcionada en las tres dimensiones del espacio. ¿Puntos débiles? En mi opinión, cierta carencia de definición en la zona alta del espectro con determinados registros, lo que por otro lado es achacable a la codificación digital empleada para la reproducción en streaming de los mismos.

Para finalizar

Un equipo excelente, sí señor, que, como he insinuado en todo mi artículo, invita a conocer de cerca ese High End “à la française” del que no sabemos gran cosa. Se nota de inmediato que JMF Audio es una marca propulsada por la pasión porque no hay en sus propuestas espacio para lo banal. Por su parte, las Amphion demuestran que la firma ha sabido conducir con maestría su ascenso a los cielos del audio de excepción. Y, como siempre me gusta decir cuando he escuchado un equipo que da la talla, lo esencial es que el todo supera con holgura la suma de las partes.

Werner

 

 

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