Audición TAD CR-1 en AUDIOELITE
Hace pocas semanas tuve la ocasión de prácticamente estrenar el equipo completo TAD instalado en AudioElite. En aquella ocasión me centré en la gran novedad, las cajas Compact Evolution One, unos monitores muy especiales cuyo sonido me sedujo, aunque confesé tener algún reparo con su impacto en el grave. Dejamos pendiente en aquella sesión, reemplazar las CE-1 por las ya conocidas pero no por ello menos interesantes Compact Reference One, y aprovechar para centrarnos en la electrónica también enteramente TAD, que para esta nueva cita y aprovechando el salto hacia arriba en las cajas, se acompañó de un salto en la fuente también.
Electrónica de lujo
Antes de centrarme en la escucha de las CR-1, que ya anticipo no me han “seducido” sino enamorado totalmente, tengo que repasar la electrónica que usamos durante la audición, porque el equipo era desde la fuente hasta las cajas, pasando por previo y etapas, de origen TAD. Como comentamos en la anterior audición, y para quien no esté al tanto, TAD son las siglas de Technical Audio Devices Laboratories, la sección dedicada a aparatos para reproducir música al más alto nivel que pertenece al gigante japonés Pioneer. Y creo que debería subrayar las palabras “al más alto nivel”, porque los aparatos y las cajas no sólo tienen unos precios, digamos, muy exclusivos, sino un nivel de fabricación y acabado extraordinario, y por lo que pude comprobar su rendimiento no se queda atrás.
Como fuente tuvimos el lujo de utilizar el lector integrado para CD y SACD D-600, un aparato tremendo de 26’5 kg a los que debemos sumar los 13 kg que pesa la fuente de alimentación separada. Su sección digital es accesible para otras fuentes, ya que dispone de una entrada coaxial y otra balanceada digitales, y las salidas analógicas también están presentes en los dos formatos. El D-600 es una fuente del máximo nivel con una fabricación irreprochable, pero el orgullo de la casa se centra en el crítico cristal que coordina las señales de sincronización (reloj) de su sección digital. Este reloj maestro es un desarrollo propio que anuncia hasta 50dB de ventaja sobre otros diseños, para reducir al mínimo el jitter. Los chips DAC en sí son los Burr Brown PCM1794, uno por canal usado en modo doble diferencial, con una sección de conversión de corriente a voltaje de nuevo trabajadísima (y sin integrados, es totalmente discreta). El peso del aparato ya deja ver que la parte mecánica no se queda atrás: sobre una rígida y estable placa metálica de 6 mm se construye este lector de tecnología propia y todo tipo de lujos (rodamientos especiales, bandeja metálica mecanizada, etcétera) con óptica capaz de leer discos compactos así como SACD. Como comentamos la fuente de alimentación es externa y por cierto muy sobredimensionada (incluye un transformador de ¡400VA!).
El previo era el C600 también de la serie Reference de TAD y no es menos “bestial”: 29 kilos, más otros 15 kg de su fuente también separada (con otro transformador de 400 VA, digno de una etapa). Es un previo bastante versátil con sus tres entradas balanceadas y otras tantas asimétricas, y también tres juegos de salidas (dos con regulación de volumen y una de cada para grabación). Este previo no deja nada a la improvisación, empezando por su base, una placa metálica mecanizada de más de 3 centímetros de espesor, que minimiza las interferencias mecánicas o eléctricas externas. La alimentación interna se separa de las señales para evitar interferencias, y el control de volumen no se ha dejado a ningún sistema ajeno: ni potenciómetro, ni transformador, ni un chip común, TAD ha desarrollado su propio integrado de regulación de volumen capaz de una precisión mejor que 0’1dB incluso en atenuaciones enormes (más de -100dB). El resto del circuito de audio se ha dejado al mínimo necesario, siempre en formato balanceado real, y la ganancia puede llegar a 12 dB aunque se puede desactivar para la mayor pureza posible.
Las etapas que usamos en ambas audiciones eran, por fin, las monofónicas de la serie Reference por supuesto, TAD M600. Si la fuente y el previo parecían bestiales, me faltan las palabras para describir unas etapas de apariencia “inocente” pero nada menos que ¡90 kg! de peso cada una. Se trata de etapas de diseño interno original puenteado y balanceado (como si fuera una etapa estéreo puenteada, y con sólo entradas balanceadas), con circuitos independientes para cada rama, empezando por dos tremendos transformadores de alimentación cuyo núcleo ya pesa 10 kg antes de ser bobinado, y seguidos por parejas de condensadores de 33.000 micro faradios. De nuevo no hay nada dejado al azar: la estabilidad mecánica la asegura un chasis con pies integrados, fundido en acero y de 35 kg, las placas electrónicas usan materiales de tecnología espacial y el montaje de todo lo hacen a mano un grupo de expertos artesanos. El circuito en sí es de nuevo sencillo para evitar manipular demasiado la señal, con una sola sección de ganancia en voltaje y usa realimentación en corriente. Declaran unos algo conservadores 300 W sobre 8 Ohm y el doble en cargas de 4 ohmios, sin superar el 0’2 por ciento de distorsión armónica total a ese nivel, con frecuencia en respuesta sin caída hasta 100 kHz.
Es importante destacar que en AudioElite pasaron muchas horas probando este equipo con diferentes combinaciones de cables y terminaron dando con una particular combinación de material Mamba y Kubala-Sosna con los que, doy fe, las electrónicas TAD sonaban extraordinarias.
Compact Reference
Estas cajas llevan ya algún tiempo en el mercado. El día que escuché las nuevas Compact Evolution One me chocó que las CR-1 (cuyo precio duplica el de las nuevas) parecían incluso más compactas que los “monitores” y eso que miden algo más de 60 cm de alto. Sus formas son desde luego mucho más seductoras, y eso las hace parecer bastante compactas aunque cuando las ves de cerca aprecias su considerable volumen, y si intentas moverlas su muy notable peso de 46 kg es más de lo que pesan muchas cajas de tamaño completo.
Como en las CE-1, las Reference son cajas de tres vías. El woofer aquí es de 8 pulgadas y en la parte superior se monta el driver doble, con una membrana para medios de 6’5 pulgadas y un tweeter situado en su centro de 35 mm, ambos en Berilio (sólo el tweeter era de este caro material en las CE-1). Este driver reproduce las frecuencias desde 250 Hz (donde, hacia abajo, toma el control el woofer) hasta 100 kHz nada menos, con un corte entre medios y agudos situado en 2kHz. Las CR-1 son cajas abiertas, aunque hay que fijarse por dónde: en su base es por donde “respiran”.
Mientras el equipo se calentaba y charlando con ellos en otra estancia, comenté con Jorge y Antonio de AudioElite lo que más me gusto de las CE-1 (su tremenda transparencia desde el medio grave para arriba), y les confesé que las CR-1 me parecían estéticamente mucho más bonitas y equlibradas… pero que no esperaba un gran cambio de sonido, al ser también una caja relativamente compacta con unos drivers aparentemente similares. Incluso, les dije que no esperaba que por más del doble de precio las CR-1 fueran a dar “el doble” de música. Ellos sonrieron, pícaros, y me acompañaron a la sala donde estaba el equipo montado…
Nada más entrar (estaba sonando) ya me di cuenta que aquello era otra cosa. Sin haberme siquiera acercado al punto de escucha tenía claro que el grave de las CR-1 era mucho más presente y que su timbre era mucho menos brillante, más cálido. Las CR-1 son otra cosa.
Precisión y calidez
Recuerdo perfectamente la misma situación con las CE-1: entrar en la sala y apreciar enseguida un sonido brillante, muy detallado, algo que después en la escucha desde el punto óptimo confirmaría. Responden muy bien a su definición de “monitores” porque permiten un análisis detallado de la grabación, detallado aunque sin añadir nada de agresividad. Como decía, las CR-1 dejan claro desde el primer instante que suenan de otra forma, mucho más cálidas, tanto porque su grave es claramente más presente y suenan con mucho más cuerpo, como porque su parte alta suena… suavísima.
Una vez situado en posición su sonido te seduce por completo, de hecho y cuando apenas llevaba diez minutos con varios cambios rápidos de tema, les confirmé a Jorge y Antonio lo equivocado que yo estaba. Estas cajas cuestan (algo más de) el doble que las CE-1, pero dan ¡mucho más del doble de música!. En realidad y en ese punto podría haber dejado la prueba por hecha, porque nunca unas cajas, un equipo, me había ofrecido tanto y de forma tan honesta y directa. Estuve más de cuatro horas más, hasta que me echaron vaya (en realidad no, pero ya no eran horas de dejarles), pero sólo fue para disfrutar de la música, aunque sí seguí tomando notas como suelo hacer.
De las primeras notas que tomé fueron acerca de lo distintas que suenan estas CR-1 a las CE-1. La fuente era otra, sí, y estaba ante mí el equipo TAD Reference 600 al completo, pero no puedo dejar de otorgarles a estas maravillosas cajas todo lo que estaba recibiendo. De hecho, su sonido me recordó mucho al de mis B&W 802D por lo “lleno” (es todo un piropo), pero a partir de ahí las 802D sólo pueden soñar, o mejor dicho puede soñar quien las tiene, incluso perfectamente alimentadas y en una sala lo más óptima posible (yo mismo pienso que estoy muy cerca de ese ideal), tener ese sonido. Las CR-1 permiten un análisis parecido al de las CE-1 de la grabación, ofrecen cada microdetalle, pero lo hacen sin exagerar. Así como las Evolution iluminan la escena con una luz algo exagerada o artificial (fría), las CR-1 iluminan la escena lo bastante como para que lo “veas” todo, pero con una luz mucho más cálida que parece proceder de un millón de velas. Su capacidad de análisis y la resolución extraordinaria de la fuente D-600 nos permitió ya bien entrada la escucha apreciar las sutiles (y no tan sutiles) diferencias que existen entre algunos CD originales y las copias informáticas (yo llevaba discos grabados con mis selecciones y AudioElite contaba con algunos originales). Será sorprendente quizás para algunos “no creyentes” pero… ahí están, aunque curiosamente a mí no siempre me gustó más el original eligiendo a ciegas, posiblemente porque yo esté acostumbrado al sonido de mis copias… y porque en este equipo “todo” sonaba fantástico.
La transparencia está ahí, porque sino no apreciarías tantos detalles. Ese sonido de las hojas de la partitura moviéndose, el de los arcos de las cuerdas, la respiración de los músicos… ¡y la del público! Estas cajas (en realidad debo decir “este equipo”) son mágicas con todo, pero muy en particular me emocionaron al máximo con las voces. Temas escuchados centenares de veces en docenas de sistemas, de los discos de Silvia Pérez Cruz o Bebo y Cigala, por poner dos ejemplos que seguro son cercanos, eran extraordinarios escuchados en este equipo. Por “extraordinario” no quiero entrar en este o aquel detalle, sino sencillamente que parecía, más que nunca, que les tenías delante tocando y cantando, y que percibías inflexiones en sus voces que nunca antes habías descubierto, como si después de escuchar el disco tantas veces te hubieran organizado un concierto privado y los estuvieras escuchando en directo por primera vez.
Este efecto de REALISMO en mayúsculas fue una constante, de hecho este equipo conseguía hacerte creer que tenías delante los músicos incluso con grabaciones que sabes están “sintetizadas” en estudio y que aquel grupo en directo nunca está colocado de esa forma. Me vienen a la memoria varios temas de Dire Straits (en particular del Brother In Arms) que eran más realidad virtual de la que pensé fuera posible. Precisamente con estos discos y algún otro estuve buscando los límites de las cajas (y la sala) en su parte baja: es increíble el grave que dan las CR-1 con su solitario woofer de ocho pulgadas y su recinto relativamente pequeño, pero hasta para estas maravillas existen límites. La extensión del grave es prácticamente absoluta, no se escapa ni una nota, pero es en su impacto donde podría ponerles la única pega que se me ocurre. Hasta un nivel de grave muy bajo (batería) el impacto sigue siendo tremendo, no escuchas pero sobre todo lo notas en tu cuerpo, pero con bombos grandes, con infragrave, es donde falta… y donde entiendes supongo que TAD cuenta con otras cajas por encima de las CR-1 que añaden más capacidad de grave. Sinceramente, no las necesito, porque con el impacto de las CR-1 tengo más que suficiente, y sospecho que en una sala más pequeña que la de AudioElite incluso el más ferviente seguidor de Metálica estaría muy satisfecho. No existen, no conozco, cajas de este tamaño (ni algo superior) con este grave.
Y aún con lo bueno que es su grave, lo mejor es la coherencia que muestran, algo que además se puede compartir: no necesitas estar en el punto ideal de escucha más que para apreciar una escena perfecta, pues levantado o en otras zonas de la misma estancia puedes disfrutar casi igual de su timbre y su sonido, cosa poco común y muy destacable.
Existe entre los audiófilos un “mito”, o una “fantasía”, que hasta donde yo sé tenemos todos. Esa piedra filosofal suele personalizarse en un amplificador de válvulas ideal (aunque puede ser un previo, unos cables o un filtro de corriente), un aparato que instalado en nuestro equipo conseguirá de forma poco menos que mágica un sonido muy transparente y detallado pero a la vez cálido y agradable, con una escena tridimensional y muy real, con un grave profundo e impactante… vamos, que lo arregla todo y consigue un sonido perfecto.
Ese aparato, señores, no existe, o no de forma única para cualquier sistema, pero lo más cercano a ese “mito” que yo haya podido escuchar no es un aparato sino una caja: la TAD Compact Reference. En mis sueños, a partir de ahora, estarán ellas.
Equipo en audición
- Altavoces: TAD Compact Reference
- Fuente digital: TAD D-600 (CD y SACD)
- Previo: TAD C600
- Etapas: TAD M600
- Cables: Mamba y Kubala Sosna
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