Ave Fénix
Seguramente Audio Alchemy sea una marca que traiga recuerdos a muchos aficionados, no en vano en los años noventa fueron bastante protagonistas de la escena del audio digital. Yo recuerdo bien el DTI –antijitter– o los “Dac in the Box”o el transporte “Digital Decoding Engine” –DDE– incluso el DDS pro –Digital Drive pro, con fuente aparte, físicamente muy hermano del producto que probamos ahora–.
Su ingeniero jefe, Peter Madnick, un tipo de curioso aspecto y tan comunicativo como aparenta, formó un grupo de trabajo que inundó el mercado con sus productos, siempre bajo la premisa de la máxima relación prestaciones/precio que los hicieron muy populares. Todavía hoy hay mucha gente usando sus DAC, previos, etcétera, a plena satisfacción. La marca desapareció y el equipo se repartió en otras aventuras, tal vez suenen marcas como Constellation Audio o Pangea; y seguro que suenan Counterpoint, Threshold o THX… Bueno, los “alquimistas” originales se han vuelto a juntar en torno a Madnick hace algo más de un año y han hecho renacer la marca.
Diseño
La nueva Audio Alchemy parece que sigue la filosofía de la original: es más importante lo que hay dentro del aparato, y cómo suena, que un aspecto exterior impecable. El DDP-1 es un sólido y compacto aparato, cuya caja está realizada con chapa de acero y aluminio de notable espesor y peso para evitar resonancias, aunque los acabados no me parecieron lujosos. Por ejemplo detalles como algunas uniones, o la serigrafía del frontal en “tinta invisible” (blanco sobre gris claro), hacen que la primera impresión táctil y visual sea menos buena que con algunos de los aparatos que he probado últimamente –aunque es justo reconocer que Chord, Pass o Auralic tienen un nivel de acabados de matrícula de honor–.
El DDP-1 es un convertidor digital-analógico, previo y amplificador de auriculares, todo en uno, de compacto tamaño. Trae una fuente de alimentación externa sencilla –un transformador– pero lo probamos con la fuente mejorada opcional, la PS-5, que además encaja estéticamente con el aparato a la perfección. Puesta a su derecha ocupan lo que un aparato del ancho estándar –unos 40 cm–.
La existencia de esa alimentación nos recuerda la filosofía original de Audio Alchemy, que ofrecía alimentadores separados para sus aparatos, en varios grados de refinamiento. Pero es que incluso dentro del propio DDP-1 lo comprobamos, pues es muy destacable el extraordinario cuidado en el diseño: más allá de la fuente externa mejorada, dentro del DDP-1 nos encontramos múltiples reguladores locales cercanos a cada parte del circuito pero de una forma que no había visto antes, casi obsesiva. Tiene tantos que perdí la cuenta, y eso que el suministro ya es bueno. Fuente externa aparte, hay cinco grandes reguladores con sus respectivos disipadores –responsables de lo templado del aparato en marcha– y antes de ellos nada menos que ocho grandes condensadores de 4700 microfaradios –a 35V–… energía suficiente para un amplificador, vaya. Como veremos esta persecución obsesiva de la mejor alimentación posible en cada rincón del aparato traerá su premio en lo que a bajo nivel de ruido, y calidad de sonido, se refiere.
Las entradas digitales eléctricas cuentan con transformadores de aislamiento galvánico de buena calidad –en las ópticas no es necesario por motivos obvios–, y todas atacan un chip receptor digital de AKM, el AK4115, que soporta señales de hasta 24 bit y 216 kHz. No es un chip de última generación y tiene la particularidad de detectar y aceptar señales no PCM –Dolby Digital o DTS–. La entrada USB usa un chip XMOS en modo asíncrono con cristales de alta precisión adyacentes, y me llevé la sorpresa de ver un segundo chip XMOS en las cercanías de la placa principal. Este chip se usa para procesado digital y permitirá futuras aplicaciones extra –por ejemplo podría usarse para decodificar DD/DTS que como hemos visto admite el interfaz digital–. Otro procesador Xilinx, lleva las señales digitales hacia los chips convertidores en sí, que son dos –uno por canal funcionando en modo doble diferencial es decir balanceado “auténtico”–, también de origen AKM: dos AK4399.
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