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Made in Germany

Nos acercamos a las excelentes instalaciones de AudioGallery (antes Audio Elite) al norte de Madrid, en el municipio de Las Rozas (en plena zona comercial Európolis), para escuchar un equipo formado completamente por elementos «made in Germany» tanto en electrónica como en cajas, como enseguida veremos. Como siempre nuestros anfitriones, Jorge y Antonio, habían afinado al milímetro el equipo, que en esta ocasión ocupaba la mayor y mejor sala del establecimiento: la que está situada en la planta alta y que ha sido escenario de otras grandes audiciones que guardamos en el recuerdo.

Las cajas

De Alemania llegan las Fink Audio, marca en la que están involucrados ingenieros que antes habían colaborado con otras bien conocidas y que ahora presentan sus propios proyectos. La Borg es una caja de dos vías muy particular, que consigue hacer trabajar juntos un tweeter de cinta AMT (Mundorf) con un potente altavoz dinámico de 10 pulgadas y cuarto con cono en papel tratado, y bobina interna de 3 pulgadas. Con una sensibilidad de 87 dB y una impedancia bastante benigna (10 Ohm media, 6,5 Ohm mínima) no son cajas complicadas a priori, aunque mover con energía y precisión esos woofer de 10 pulgadas pedirá amplificación capaz. La caja, de formas cortadas por acústica, es relativamente compacta con un metro de alto, 30 centímetros de ancho y 40 de fondo, pero sus 52 kg de peso delatan su robusta construcción.

El filtro, con el corte de frecuencias a 1,6 kHz, dispone de varios ajustes en función de la colocación en la sala, el amplificador usado (haciéndolas más dóciles si usamos válvulas por ejemplo) o el gusto del usuario. En función de eso y pensando en los cables usados, permite afinar el perfil sonoro o la respuesta en graves «al gusto». Pese al aspecto relativamente sencillo y sus dos vías, son cajas que han rendido muy alto en sistemas escuchados en algunas ferias o exhibiciones y teníamos ganas de probarlas de primera mano.

Electrónica «full» Audionet

También desde Alemania nos llegaba toda la electrónica usada en esta audición, concretamente elementos de lo mejor de Audionet. La fuente digital fue el reproductor y DAC Planck, un modelo de gran perfección técnica con un reloj interno de muy alta precisión, salida analógica en Clase A, y chasis mecánicamente muy estudiado (así pesa 23 kg). La alimentación interna ya es excelente pero admite alguna de las externas de la casa. Así sucedió en esta ocasión, pues lo alimentaba la unidad dedicada Ampere (qué apropiados son los nombres de algunos aparatos Audionet), sencillamente brutal con sus 26 kg y enorme capacidad energética. Cuenta con entradas digitales para sacar provecho del DAC interno con otras fuentes.

Usamos el previo Audionet Pre G2, la «súper referencia» de la marca en esa posición hasta la salida al mercado de la fuera de parámetros absoluta Scientist Series, con su preamplificador Stern, etapas monofónicas Heisenberg e integrado Humboldt. El Pre G2 cuenta con una electrónica trabajadísima tanto a nivel de entradas, selección de fuente, alimentación y sobre todo control de volumen, con un circuito propio. Declara una relación señal/ruido mejor que 120 dB, y una banda pasante que llega a 2GHz, nada menos.

No menos brutales eran las etapas usadas: dos monofónicas Audionet Max, capaces cada una de ofrecer 400 vatios con cargas de 8 omhios, cifra que sube a 700 W bajo 4 Ohm y nada menos que 1.100 W continuos con 2 Ohm. Su capacidad de corriente queda clara, y el control sobre cualquier altavoz lo confirma un «damping factor» (relación entre impedancia de salida y la del altavoz) mejor que 1.800 a 10 kHz pero, ojo, superior a 10.000 en graves (100 Hz). Estas bestias de 38 kg cada una ofrecen una relación señal-ruido mejor que 125 dB con una banda pasante que alcanza 500 kHz.

Silencio, se rueda  

Fue algo de lo que me di cuenta nada más empezar la audición, pero que durante toda la tarde me estuvo llamando la atención: creo que nunca había escuchado un equipo tan «silencioso». Es decir, la música suena lo fuerte que uno quiera según el ajuste del volumen, pero entre notas, en las pausas, los silencios son sobrecogedores. Con música clásica, estoy seguro que jamás una sala ha estado tan silenciosa o callada como la electrónica Audionet lo conseguía… daba hasta casi miedo. Ese fondo tan silencioso, que para ser apreciado también requiere una sala con ruido ambiental muy reducido (la COVID es verdad que ayuda a esto con las calles vacías), es algo que pocas veces se puede disfrutar. No sólo es un relajo extra para el espíritu, también aumenta la dinámica percibida en la música, al bajar el listón de partida. Es como disfrutar de un proyector en una sala absolutamente negra.

Los Audionet, y ya lo pude comprobar en mi prueba de su streamer DNC (enlace a https://hifilivemagazine.com/audionet-dnc-epx/), convierten esa fabricación esmerada y «perfecta» en sonidos de alta precisión. En algún momento puede parecer que esa perfección es incluso excesiva, llegando a poder parecer más cerebrales que emocionales, pero para nada es así, pues en realidad siempre están siendo lo más fieles posible a la grabación, enviando señales de máxima pureza a las cajas acústicas y además manejando los altavoces con mano de hierro. Esto se convertía con las Fink Borg en la sala de AudioGallery en una escena sonora tridimensional particularmente ancha, y en la que podíamos ubicar con gran precisión los protagonistas del momento. La solidez de la imagen central en particular era tremenda, de enorme realismo. Y ese fondo tan absolutamente negro y silencioso, algo que merece ser apreciado o descubierto.

Varios temas del disco de la mezzosoprano Joyce DiDonato, un par de obras de Bellini en particular, dejaron clara la capacidad de las Fink (alimentadas por Audionet) de presentar una voz «como Dios manda». Clara y potente. Ligero cambio hacia otra soprano, Anne Sofie von Otter, con alguna pieza barroca (Haendel), y apreciable suavidad en agudos de ese tweeter AMT pese a la extensión tremenda que consigue, a la cantidad de información que nos enviaban. Y, siempre, esa limpieza, esa perfección germánica. PERFECCIÓN PERO CON EMOCIÓN, como percibimos en el «Eja Mater» del Stabat Mater de Vivaldi, con un contratenor profundo y desgarrador.

Ajustamos ligeramente el «damping» de las cajas con las poderosas etapas Max y acertamos: el grave de las Fink era perfecto en extensión y sobre todo en claridad y rapidez. El contrabajo de Ray Brown (con Oscar Peterson Trio) ofrecía matices tantas veces ocultos por el «ruido» y «excesos» que no parecía la misma grabación. Y no por limpio era un grave falto de fuerza: el «Master Blaster» de Jen Chapin sonaba impactante y con una dinámica muy realista. Otro tema más espectacular todavía, el «Don’t leave me now» de Supertramp, era sobrecogedor con el volumen tan alegre como se merece. Ahí quizás llegamos al límite de los woofer de las Fink, unas «dos vías» en una sala con muchos metros cúbicos a fin de cuentas, pero menudo límite…

Como se puede ver fue una audición para recordar. Pero puestos a destacar algo del sistema en lo que fuera particularmente destacado, debo decir que serían las voces. Ya he citado cómo nos gustaron algunos cortes de ópera o piezas cantadas barrocas, pero las voces de jazz que tanto tenemos escuchadas (desde Silvia Pérez Cruz a Diana Krall) y sobre todo voces flamencas… ahí el resultado fue tremendo. Los temas del disco «Lágrimas Negras» eran a cuál más disfrutable, muy «directo», y el dúo de Miguel Poveda con Joana Jiménez fue memorable («Miéntete»).

Una electrónica de primerísimo nivel con unas cajas de apariencia sencilla, proporcionando un sonido de muy altos vuelos.

Sistema probado

  • Fuente digital: lector CD y DAC Audionet Planck (13.700 euros)
  • Fuente alimentación externa Audionet Ampere (8700 euros)
  • Preamplificador: Audionet Pre G2 (14.300 euros)
  • Etapas monofónicas: Audionet Max (18.970 euros)
  • Cajas acústicas: Fink Team Borg (24.995 euros)

AUDIOGALLERY

 

 

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