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Cajas acústicas Bowers & Wilkins 801 D4 Signature: «Best 801’s ever”… ¡sin ninguna duda!

Es la MEJOR, con mayúsculas, 801 jamás construida por Bowers & Wilkins. La más bonita, la más “pija”, la más elegante, la más exclusiva, la más sofisticada y, por encima de todo, la más musical, lo que la convierte en una de las mejores –me atrevería a decir de las dos o tres mejores si introducimos la relación calidad/precio en la ecuación- cajas acústicas disponibles en el mercado mundial. No en vano se trata una versión “Signature”, que viene a ser una manera de decir “la aristocracia de la aristocracia” en la ya legendaria empresa fundada por John Bowers en 1966, de un diseño icónico tanto para varias generaciones de melómanos y audiófilos como para algunos de los estudios de grabación más prestigiosos del mundo, destacando entre estos últimos los emblemáticos Abbey Road Studios de Londres, donde las 801 y sus “descendientes” llevan prestando sus servicios desde hace más 40 años. El presente análisis pretende rendir homenaje al perfeccionismo brutal, obsesivo, que ha hecho posible la 801 D4 Signature y que en el caso concreto del afinado, sutil pero que está allí, de varios elementos de ingeniería críticos para el sonido ha tenido como consecuencia una musicalidad simple y llanamente sensacional con todo tipo de grabaciones.

Las 801 D4 Signature son realmente preciosas, con unos acabados exclusivos simple y llanamente perfectos. Al igual que el modelo de base, su configuración, geometría y dimensiones facilitar de manera sustancial la instalación en salas no necesariamente grandes.

Un poco (sólo un poco) de historia

A principios de 2022 un servidor de ustedes publicó, en este mismo medio, un largo artículo para presentar la actual gama de referencia de Bowers & Wilkins, es decir la Serie 800 Diamond D4. He estado “rebobinando” sobre la gama en cuestión a fin de contarles algo que ustedes probablemente no sepan y hace poco me acordé de un comentario muy significativo que hizo hace ya muchos años, en la década de los 80’, uno de los responsables del Departamento de Acústica y Electroacústica de la Escuela Superior de Ingenieros de Telecomunicación de Barcelona: “hemos adquirido una caja acústica con Q de 0’7”. El valor en cuestión era considerado poco menos que el ideal teórico, el Santo Grial de las cajas acústicas y, claro, para el docente en cuestión –un prestigioso doctor en ingeniería muy joven en aquel entonces- aquello era una especie de salto cuántico ya que suponía disponer de una herramienta con la que corroborar muchos desarrollos teóricos. Como podrán imaginar, la caja acústica en cuestión era una 801, ya con todos sus elementos definitorios clave y fruto de la aplicación pionera de técnicas hoy totalmente estandarizadas como la simulación por ordenador. Entre dichos elementos habría que destacar, por su relevancia, el uso de recintos totalmente independientes para los altavoces de graves, medios y agudos, una estrategia que previamente habían utilizado otras marcas pero que Bowers & Wilkins refinó con maestría. Esta configuración, así como el uso de carga bass-reflex para el woofer, se ha mantenido intacta desde que en 1979 vio la luz la 801 primigenia, integrada en la denominada Serie 80, lo que demuestra su validez extrema, casi concluyente, en la reproducción sonora a tamaño real, como bien certificaron los ingenieros de la prestigiosa discográfica británica EMI al elegir el modelo en cuestión como monitor de referencia para sus legendarios Abbey Road Studios.

Llegados a este punto, extraigo directamente unas líneas sobre mi artículo de presentación de la Serie 800 D4: “A la Serie 80 le siguieron la Matrix 800 –como consecuencia de la incorporación de la estructura de refuerzos internos del mismo nombre en sus diferentes modelos- y varias mejoras de la misma hasta que 1998 se produjo el primer “salto cuántico” como consecuencia de la introducción de la tecnología de tubos terminados en punta Nautilus y cambios radicales en los recintos correspondientes a cada vía. Había nacido la Serie Nautilus 800, a la que unos pocos años más tarde se le incorporaría otra innovación técnica icónica de Bowers & Wilkins, el tweeter de cúpula de diamante, para convertirse en la Serie 800 Diamond (aunque en el pertinente catálogo se indica como Serie 800 a secas). En 2015 se produjo otro “salto cuántico” con la comercialización de la Serie 800 D3, que incluía nada menos que 868 cambios con respecto a su predecesora, y en 2021 llegó la actual Serie 800 D4, una versión “afinada” –“evolucionada”- de la citada Serie 800 D3 que constituye la actual –con permiso de la atemporal e inmortal Nautilus- gama de referencia de Bowers & Wilkins.” Quienes quieran saber más, encontrarán información detallada en https://www.bowerswilkins.com/en-us/blog/products/history-of-800-series.

“Con ella empezó todo”. La Silver Signature, comercializada en 1991 coincidiendo con el 25º aniversario de Bowers & Wilkins, supuso el pistoletazo de salida para una idea que permitió a la compañía británica exprimir al máximo el potencial de algunas de sus realizaciones más emblemáticas.

Sobre la 801 D4 me gustaría compartir con ustedes una reflexión que en su momento hizo un ingeniero de diseño de Bowers & Wilkins sobre cajas acústicas High End en general y que básicamente se podría resumir en las líneas que siguen: “Un diseñador con talento y recursos ilimitados al que se le encargue crear la mejor caja acústica del universo probablemente consiga tal objetivo, aunque el precio a pagar por el potencial comprador será prohibitivo para la inmensa mayoría. Sin embargo, crear una caja acñustica de prestaciones inequívocamente High End de la que puedan fabricarse miles de unidades, con lo que ello comporta en reducción del precio final, virtualmente idénticas en calidad constructiva y prestaciones es una historia muy distinta.” La esencia de lo que acabo de decir es no sólo que, como bien saben todos ustedes, la regularidad es la clave de la auténtica excelencia, sino que poner tal excelencia al servicio de un espectro de consumidores que no se reduzca a cuatro potentados implica disponer de una estructura de I+D e industrial que está al alcance de muy pocos, una élite en la que desde hace ya décadas Bowers & Wilkins brilla con luz propia.

Las 801 D4 Signature aportan más que un perfeccionismo estético (construcción, acabados) que roza la demencia. Como no podía ser de otro modo en una marca que basa su reputación en la apuesta continuada por la excelencia tecnológica, se han introducido modificaciones tanto en el recinto como en los transductores (de agudos y graves para ser exactos) y en el filtro divisor de frecuencias.

El ecosistema Signature de Bowers & Wilkins: palabras mayores

Recuerdo como si fuese ayer (¡tempus fugit!) el lanzamiento al mercado de la Silver Signature, un precioso monitor de estantería creado para celebrar la bodas de plata de Bowers & Wilkins, lo que nos remonta al ya lejano año 1991, primer modelo “Signature” de la firma británica, Un producto precioso dotado de una poderosa personalidad no sólo por su singularidad visual sino también por un elemento de ingeniería tan poco habitual en aquel entonces como en la actualidad: la ubicación del filtro divisor de frecuencias, de concepción y ejecución ultrapuristas, en un recinto dedicado externo. Como el término Signature sugiere, es evidente que con el mismo la firma fundada por John Bowers pretendía marcar la diferencia en plan “porque nosotros lo valemos”, lo que ha hecho que a lo largo de su larga trayectoria han sido muy pocos los modelos merecedores de tal distinción. Evidentemente, no se trata sólo de exclusividad estética sino también de adiciones técnicas más o menos sutiles que confluyan en un producto no sólo más lujoso y caro sino también, en línea con la filosofía de Bowers & Wilkins, más musical. Y ¡atención! pertenecer al ecosistema Signature no implica necesariamente elitismo absoluto, como bien se encargaron de demostrar las que hasta hace muy poco fueron las últimas (junio de 2020) incorporaciones al mismo: el monitor de estantería 705 Signature y la columna 702 Signature. Sin embargo, lo que acabo de decir no se cumple con la protagonista del presente análisis, la 801 D4 Signature ya que su condición de versión “turbo” del buque insignia de la Serie 800 D4 la sitúa de lleno en el Olimpo del audio High End.

Elaborada. Pulida. Perfeccionada.” Tres términos utilizados por Bowers & Wilkins para presentar los modelos Signature 700 antes mencionados y que se han mantenido para hacer lo propio con la 801 D4 Signature y su “compañera”, el monitor 805 D4 Signature. Tres palabras que lo dicen todo sobre una caja acústica verdaderamente icónica y que la compañía británica dio a conocer oficialmente el 28 de junio de 2023 con estos términos: “El modelo más grande de la nueva gama Signature es la 801 D4 Signature, una caja acústica de suelo de tres vías que se basa en las especificaciones de la icónica 801 D4 utilizada en los Abbey Road Studios. Equipada con refinamientos técnicos tan avanzados como el tweeter de Cúpula de Diamante y el altavoz de medios con Cono Continuum™ y tecnología FST™, ambos exclusivos de Bowers & Wilkins, la 801 D4 Signature también incorpora dos potentes transductores de graves con Cono Aerofoil de 254 mm (10″) cuyos motores magnéticos montan imanes actualizados y mejorados respecto al modelo 801 D4. La 801 D4 Signature también incluye una innovadora placa de aluminio en la base del recinto dedicado de su altavoz de medios, el audaz Cabezal Turbine; este elemento de diseño de última generación utiliza una nueva estructura interna optimizada y material absorbente cuidadosamente colocado para reducir de manera significativa las resonancias no deseadas de la zona superior del recinto. El resultado es una transparencia y una apertura en la zona media superior incluso a los ya sobresalientes registros de la 801 D4 en ambos parámetros. También el puerto bass-reflex de la 801 D4 Signature ha sido objeto de mejoras igualmente significativas; ahora, está construido en aluminio de fundición, creando una estructura más rígida y silenciosa que es menos propensa a los ruidos no deseados potencialmente presentes en dicho puerto. En combinación con los woofers con Cono Aerofoil actualizados, esto se traduce en unos graves todavía más limpios, con menos distorsión, más precisos y más musicales. Como en todos los modelos Signature comercializados a lo largo de los años, la 801 D4 Signature se beneficia de cuidadosas mejoras en su filtro divisor de frecuencias para incrementar aún más la transparencia global, habiéndose incorporado condensadores de desacoplo nuevos y mejorados para cada elemento del conjunto. Por último, la 801 D4 Signature introduce un nuevo diseño en la malla de la rejilla protectora del tweeter optimizado por FEA (Análisis por Elementos Finitos) que se suma a la impresionante transparencia ofrecida por cajas acústicas Bowers & Wilkins ya existentes. La nueva rejilla del tweeter ofrece una transparencia y rigidez superiores, permitiendo el envío de una cantidad de energía todavía mayor a la sala de escucha por parte del tweeter de Cúpula de Diamante y protegiendo al mismo tiempo el diafragma frente a daños no deseados.

Minimalismo y lujo extremos en lo visual, maximalismo musical. Las 801 D4 Signature suenan divinamente, lo que significa que mantienen la linealidad de su curva tonal (perfecta, créanme) y el carácter holográfico de su presentación física del sonido a cualquier nivel de volumen.

Como es la norma en los fabricantes de componentes de audio realmente competentes, Bowers & Wilkins nunca va de farol, lo que significa que el mero hecho de que la 801 D4 Signature haya visto la luz implica “o sí o sí” mejoras perceptibles en la calidad sonora. Mejoras que, lógicamente, en ningún momento desmerezcan la reconocida excelencia del modelo original pero que también por pura lógica, marquen la diferencia. Si leen con detalle el párrafo anterior y observan las fotografías “técnicas” que acompañan el presente artículo, se darán cuenta de que en nuestra invitada hay una línea argumental perfectamente estructurada que a la perfección con el pensamiento del fabricante británico, resumido por John Bowers en las siguientes palabras: “La caja acústica ideal no es la que da más, sino la que quita menos”. En definitiva, de lo que se trata siempre es de poner a punto una plataforma para que los transductores (se presupone que excelentes) empleados se expresen sin ningún tipo de interferencia eléctrica, mecánica o acústica, debidamente armonizados, aunque con un grado de intrusión mínimo, por el filtro divisor de frecuencias. Dicho y hecho. Y en lo que respecta a la calidad de fabricación y los acabados, las fotografías adjuntas lo dicen todo: si en la 801 D4 eran perfectos, en la 801 D4 Signature son “lo siguiente”.

Una musicalidad sublime, sin paliativos

Tuve la oportunidad de escuchar en Barcelona una pareja de 801 D4 Signature “itinerantes” antes de su lanzamiento oficial al mercado. Una escucha complementada por el fabuloso reproductor digital “Hi-Res” Marantz SA-10 como fuente y un conjunto previo/etapa de potencia Delta PRE/Delta STEREO de la canadiense Classé.

No está de más señalar de nuevo que la escucha de nuestras invitadas se realizó en un espacio con unas condiciones acústicas casi óptimas, amén de harto conocidas por un servidor de ustedes, a las que no son ajenos los tan imaginativos como efectivos elementos de tratamiento/corrección de la portuguesa Artnovion. En estas coordenadas, me permito, a bote pronto, calificar el sonido de las 801 D4 Signature como absolutamente cojonudo y hacerlo con toda la seguridad del mundo porque estamos ante unas cajas acústicas que aúnan como pocas transparencia, equilibrio tonal, calidez (¡no se podía decir lo mismo de no pocas 801 pretéritas, digamos de hace unos 20 años, cuando eran atacadas por según qué electrónicas!), pegada/dinámica, control, capacidad de análisis y presentación holográfica (léase estructuración física de cada escena sonora en las tres direcciones del espacio) independientemente del género musical y del nivel de volumen (idealmente el correspondiente a la escucha en directo de la pieza elegida) al que se lleve a cabo la escucha. La coherencia global en el punto de escucha es aplastante, con voces, instrumentos de cuerda/viento/percusiones en perfecta armonía, sin solapamientos molestos, y lo más importante, con lo general dominando en todo momento sobre lo particular. Y como sucede con toda caja acústica verdaderamente bien diseñada, la existencia de un extremo grave “elegante”, léase que está ahí con toda su expresividad y opulencia pero a la vez no interfiere en los graves puros y duros ni ensucia la presentación global, hace que la curva de respuesta en frecuencia subjetiva ser literalmente perfecta y por lo tanto se puedan llevar a cabo sesiones de escucha muy prolongadas sin que aparezca la más mínima fatiga auditiva.

Es posible que lo que acabo de decir le suene un poco a “déjà vu” a más de un aficionado exigente, por lo que entiendo que igual se valorará un poco de concreción en lo que respecta a las piezas musicales utilizadas en la escucha. Ningún problema, por supuesto, ya que la ocasión invitaba (además me lo “advirtieron”) a hacer algo que tengo descuidado desde hace siglos pero en lo que, sin embargo, y dudo que me equivoque, fui “pionero” ya que en mis primeros Sonimag (hablamos de 1975-1976) tuve la oportuna idea de llevar conmigo algunos de mis vinilos favoritos (recuerdo muy especialmente una muy lograda y cañera versión “rockera” de la célebre “Pedro y el Lobo” del compositor ruso Sergéi Prokófiev que adquirí en una fantástica tienda de discos situada en Andorra que todavía corre por casa en perfecto estado de revista) para escucharlos, completamente alucinado, en salas tan espaciosas como la del importador de los monitores profesionales de JBL) o la del también importador EAR (Nakamichi, Quad, Ortofon, KEF, Alpine, Onkyo, Mission, Luxman). Concretemos, pues.

De entrada, una salvajada en dinámica que en su momento dio buena cuenta, cargándoselos literalmente, de no pocos tweeters: los segundos finales de la introducción y los primeros iniciales tema enlazado a la misma del “Star Wars: Main Title” del CD “Strar Tracks”, una grabación de la Cincinnati Pops Orchestra bajo la batuta de Erich Kunze editada por la estadounidense Telarc en 1984. Pues bien: como sin duda habrán adivinado, había la dinámica que hiciera falta, entre otros motivos porque no en vano las diferentes 801 han presidido las salas de control principales de los Abbey Road Studios. Pero también había resolución y, muy importante, capacidad de discriminación de planos sonoros e instrumentos, como también se pudo apreciar en la siguiente tema, la emblemática “The Imperial March” de la segunda entrega de la colección “galáctica” original.

Continuamos con la logradísima remasterización (2019) en SACD (DSD) firmada por Mobile Fidelity Sound Lab (MFSL) del primer trabajo de los Dire Straits, una grabación que sigue siendo insuperable en vinilo pero que en temas como “Water of Love” o “Six Blade Knife” brilla por el control, la pegada y la extensión de los graves por un lado y, por otro, la limpieza, el silencio entre notas. Es más: me atrevería a decir que en el caso concreto de la pegada las 801 D4 Signature superan incluso a mis mucho más aparatosas Focal Grande Utopia Be (que, todo hay que decirlo, llevan ya 20 años sobre sus espaldas). A continuación escuché un “clásico audiófilo” firmado por la japonesa three blind mice (TBM): el “Greensleeves”, grabado el mismo año (1978) que el antes mencionado trabajo de los Dire Straits y cuyo primer tema, “Willow weep for me”, es un ejemplo de manual para evaluar la calidez y la extensión de los graves. Unos graves que sonaron melosos y, de nuevo, con el control que cabe esperar de una caja acústica de longevidad única en monitorización profesional. Evidentemente, no me resistí a traer un CD (existe también la versión en vinilo, absolutamente maravillosa) que recomiendo al 100% a cualquier amante de la música y su reproducción sin limitaciones: el formidable “A Tribute To Ethel Waters”, con voz de Diahann Carroll acompañada por la Duke Ellington Orchstra bajo la dirección de Mercer Ellington, una grabación digital simple y llanamente perfecta (no exagero) editada en 1986 por la estadounidense Bainbridge Records. ¿Y bien? Pues una explosiva exhibición de precisión tonal, dinámica, separación entre instrumentos (no pierdan de vista que las “big band” son muy “cabronas”) y naturalidad de la voz de Ms. Carroll ya sea en la brutal “There’ll Be Some Changes Made” como en la inicialmente relajada y luego en “crescendo” permanente “Sweet Georgia Brown”.

El broche de oro de esta sesión de escucha lo puso el sublime “Concierto en Año Nuevo de 1987”, con la no menos sublime Filarmónica de Viena gobernada por un inspiradísimo Herbert Von Karajan y del que resulta obligatorio destacar el sensacional “Frühlingsstimmen”, en el que la legendaria formación austríaca se pone al servicio de la tan bella como poderosa voz de Kathleen Battle para darnos una lección de música con mayúsculas. De nuevo, las Bowers & Wikins lo bordan al preservar en todo momento (porque la escucha debe realizarse a un nivel de volumen respetable) la riqueza de matices, de registros vocales de Ms. Battle y, en paralelo y en perfecta armonía, el poderío y la separación instrumental de la orquesta que la acompaña. ¡Bravo, 801 D4 Signature!

En síntesis: una inversión en excelencia extra plenamente justificada

Me imagino que el primer argumento que utilizarán los más críticos con la “super 801 D4” es que para sonar algo, pero perceptiblemente, mejor que el modelo de base hay que pagar casi un 50% más. Y en parte tienen razón porque con los 15.000 euros de “peaje” adicional se pueden hacer muchas cosas. Pero por otro lado ya se sabe que en High End, sea del tipo que sea, la diferencia entre excelencia y excelencia absoluta se paga: miren si no en el catálogo de marcas de automóviles como Audi, BMW, Mercedes o Porsche. Por lo demás, el plus en lujo, y por lo tanto en exclusividad, aportado por los nuevos y exclusivos acabados de nuestras invitadas ponen el resto. Dejando aparte este aspecto, he decir que las 801 D4 Signature son una verdadera maravilla y, si echamos un vistazo a los precios cada vez más habituales en el universo de audio High End extremo (¡no me hagan decir nombres, por favor!), su relación calidad/precio es excelente, en realidad casi prodigiosa.

Ficha Técnica

  • Elementos de ingeniería relevantes del modelo de base (801 D4): tweeter de cúpula de diamante montado en un recinto de aluminio macizo dedicado (“Tweeter-on-Top”), altavoz de medios con cono Continuum y tecnología FST, Suspensión Biomimética, Cabezal Turbine, estructura de refuerzos internos Matrix, woofers con cono de grosor variable Aerofoil, puerto Flowport y filtro divisor de frecuencias montado en el panel posterior del recinto a modo de “columna vertebral” del mismo.
  • Adiciones “Signature”: placa de aluminio en la base del recinto de medios; puerto Flowport construido en aluminio de fundición; conos Aerofoil y motores magnéticos actualizados en los woofers; malla de nueva factura en la rejilla protectora del tweeter; filtro divisor de frecuencias con componentes mejorados; acabados Midnight Blue Metallic (pintura) y California Burl Gloss (madera veteada) exclusivos. 
  • Configuración: columna bass-reflex de 3 vías/4 altavoces
  • Altavoces: 2 woofers de 250 mm de diámetro, 1 altavoz de medios de 150 mm y 1 tweeter de cúpula de 25 mm
  • Respuesta en frecuencia: 15-28.000 Hz (+/-3 dB)
  • Sensibilidad: 90 dB/W/m
  • Impedancia nominal: 8 ohmios (mínima de 3 ohmios)
  • Potencia del amplificador asociado: 50-1.000 W RMS
  • Dimensiones: 451×1.221×600 mm (An x Al x P)
  • Peso: 100’60 kg
  • Precio de venta al público recomendado: 50.000 euros por pareja
  • Importador: www.bowers-wilkins.es 

 

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