Ya que hablamos de “rivales”, comentar que por su parte el receptor AV está en un terreno difícil, justo entre los Marantz 7008 y el Denon 4520, o casi en línea con el Onkyo 5010, por citar a tres buenas referencias. Las prestaciones de los japoneses son mejores en lo que respecta al cine, efectos o reproducción en red -cosa de la que el Cambridge directamente carece-, pero puedo afirmar con seguridad que la amplificación del británico está por delante. Volvemos pues con esto a lo que comentaba al principio, en un mundo de especialistas cuesta encontrar un aparato capaz de brillar en más de un apartado… pero la verdad es que, sabiendo lo -muy- importante que a fin de cuentas es la parte analógica y de amplificación en un equipo de sonido de cualquier tipo, el compromiso que representa el 751R me parece muy acertado.
Cómo suena el receptor…
Y es que ésta es la clave ¡cómo suena!. He visto y escuchado bastantes aparatos cuyas prestaciones sobre el papel debían ofrecer un resultado brillante, pero que a la hora de la verdad se quedaban en mediocres por culpa de que la parte más tradicional -alimentación, sección analógica y amplificación- no estaban a la altura. Esto ocurre con previos de fono, preamplificadores de línea, reproductores de CD -y DVD y BD etcétera-. Desde luego ocurre mucho con DAC’s donde mucha gente parece darle importancia sólo a las cifras prometidas o al “chip” montado, cuando su entorno es tanto o más importante… y por supuesto a los receptores AV, que son poco menos que un compendio de todo eso, con lo complicado que puede ser tenerlo “todo” en una sola caja.
Como ya sabía qué me prometían estos aparatos que me envió el importador de Cambridge Audio, decidí ir directo al grano -léase comprobar en qué podían ser buenos- y monté el receptor para alimentar mi pareja de B&W 802D. Esta es una caja que hasta cierto nivel de escucha puede sorprender por lo fácil que se mueve -que le pregunten a mi Ars Sonum Filarmonía y sus EL34…-, pero que a partir de ahí y con música más “llena” muestran su cara menos amable y empiezan a exigir corriente de verdad a la etapa que las alimenta. No me andaré con rodeos, el resultado fue entusiasmante, las 802D “volaban” cuando se lo pedía y sólo el aprecio por mis oídos ponía el límite.
Más adelante repetí esta prueba aprovechando la posibilidad de usar cuatro de las etapas -modo “biamplificación”-, y aprecié sólo una ligera ventaja, cuando con otros receptores esta misma prueba es reveladora de lo “justo” que iban otros amplificadores moviendo estas cajas. Y fui más lejos, entraron en escena la pareja de Apogee Stage que habita desde hace tiempo en casa -se las guardo a un amigo-. Se trata de unas “cajas” planas cuya baja impedancia y sensibilidad hacen saltar directamente las protecciones en muchos amplificadores -creeen estar ante un cortocircuito-. Como estáis imaginando, el Cambridge las hizo sonar en todo su esplendor, aunque así conseguí escuchar los ventiladores de refrigeración -sólo acercándome mucho, pero se activaron, ésa es la noticia-. El aparato estaba caliente pero no de forma alarmante.