Trío de ases: Avantgarde, Shindo y Kii Audio
Enosound es ya una palabra mágica: evoca nuestros sentidos favoritos, el del gusto por el vino o cava, y el del oído por la buena música y los aparatos destinados a reproducirla lo mejor posible. Detrás de esta palabra está un hombre, Cayetano Castellano, y la empresa a cuyo frente se halla, Audio Club Premier. Cayetano empezó como encargado de los mercados internacionales para el fabricante nacional Artesanía Audio y ahora lleva la representación o distribución, a nivel nacional o en Cataluña y Aragón, de un buen número de marcas entre las que están las distribuidas por los portugueses de Ultimate Audio –Avantgarde, Shindo, Accuphase o Kii Audio entre ellas–.
Para el primer fin de semana de octubre Audio Club Premier tenía preparado un gran evento en Barcelona. Como siempre, con perfección, detalle y equipos espectaculares que acercar a los aficionados. Para ello alineó una «primera espada» de la capital: Werner Música en pleno centro. Y como enseguida nos pondremos en los detalles de los sistemas de sonido, quede constancia también de los caldos con los que fuimos «dopados» –¡voluntariamente!– durante las dos jornadas. Fueron un vino tinto, el Pekatu crianza, y un cava, el Clausura Cava brut nature reserva ecológico, acompañados de picoteo dulce –chocolates–… No tenemos queja (!) ni la tendría el numeroso público asistente, en su mayor parte aficionados «hard core» de la capital catalana: un éxito de convocatoria.
Equipo estrella: Avantgarde y Shindo
Instalado en el ya famoso «loft» de Werner en una calle adyacente a la de la tienda y a pocos minutos de ésta, nos esperaba un sistema impresionante. Tanto, que hizo el notable espacio –unos 80 metros cuadrados– pequeño… ésa era la sensación al entrar, habiendo estado en otras ocasiones con otros sistemas. Aquí, Xavi de Werner y Miguel Carvalho de Ultimate Audio oficiaron de anfitriones las dos jornadas explicando a los asistentes la composición del equipo, además de repartirse el trabajo de ir poniendo piezas musicales de todos los estilos. Por desgracia el sábado nos llegaba la noticia del fallecimiento de la soprano Monsterrat Caballé, con la mala fortuna de no disponer de ninguna grabación suya a mano para rendirle el merecido homenaje. En cuanto al sistema en sí…
Sistema Avantgarde-Shindo
- Fuente analógica: plato Dohmann Hélix 2, brazo Kuzma, cápsula Suzako Top Wing y previo de fono RMD Audio
- Fuente digital: dCS Vivaldi One con reloj externo Vivaldi
- Previo: Shindo Petrus –filtro de corriente Shindo Míster T–
- Etapa: Shindo Cortese con triodos F2A –10 W–
- Cajas: Avantgarde Acoustic Trio Limited Edition 26 con 4 módulos Bass Horns 2×2
- Cables: Audience
Las Avantgarde Trío son en realidad un imponente sistema de cuatro vías separadas, todas con sistema de bocina. Los graves son lo más impresionante seguramente: cada módulo lleva un 15 pulgadas dentro de un laberinto vertical, alimentado por una etapa dedicada de 1.000 W y que toma la señal de las otras tres vías con un filtro ajustable propio. Aquí había cuatro de esos módulos, dos por canal, aunque se pueden montar hasta seis –tres por canal–. Las otras tres vías, digamos la parte «monitor» –muy entre comillas…– trabaja por encima de 100 Hz y son tres bocinas. La de grave –95 cm de diámetro– trabaja de 100 a 400 Hz, la de medios –57 cm– hasta 4 kHz y la de agudo –18 cm– a partir de ahí. Entre las tres tienen un altísimo rendimiento de 109 dB por vatio, con una impedancia muy fácil de 27 Ohm: todo obviamente orientado al uso de válvulas para su alimentación. Esta es una edición limitada a 26 piezas –por el 26º aniversario de la marca– con algunas partes exclusivas –condensadores de filtros hechos a mano por ejemplo– y escuchamos la número 15, para los curiosos. Las Trío con 4 BassHorns –no Limited– tienen un precio de 103.000 euros –sistema completo–.
Precisamente, amplificaba las Trío una etapa Shindo Cortese, en su versión con triodos Philips F2A –11.900 euros– con una potencia máxima en torno a los 10 W. Diez vatios, sí, que estuvieron sobrados para esos 80 metros cuadrados y niveles de presión sonora que en algún momento nos despeinaron. Es la magia de las bocinas y su alto rendimiento. Pese a las ventajas de la amplificación con válvulas para simplificar sistemas, Shindo aboga claramente por separar previo y etapa salvo en casos puntuales. Como previo usamos su tope de gama, el Petrus –39.000 euros–. Sí, siempre nombres de vinos franceses, por la pasión que tenía Ken Shindo el fundador por ellos, y de ahí también el color verde botella de sus aparatos.
La fuente analógica del sistema la formaba el plato Dohmann –Hélix 2 el «sencillo» de 27.000 euros– con brazo Kuzma y cápsula Suzako –Top Wing–, y el previo de fono RMD Audio –portugués– como muestra de próximas electrónicas propias que distribuirá Ultimate. La fuente digital era «local»: el excelente dCS Vivaldi One –63.000 euros– que distribuye Werner con reloj Vivaldi –13.900 euros–. Lo de «One» viene a cuento de que han integrado en un aparato los tres de la generación anterior –lector, upsampler y conversor–, dejando fuera sólo el reloj. Los cables usados en todo el sistema eran Audience, una nueva distribución de Ultimate que presentaban con esta ocasión y que representan buen valor para su calidad.
Dos cosas tengo que destacar de este sistema, que enseguida se hacen evidentes: una, esperada, la dinámica, esa «vida» que tiene y que da a la música grabada, que en su condición de «enlatada» parece que nunca puede recuperar la frescura de la música en directo. La otra, ni esperada ni fácil, la excelente coherencia tímbrica y de escena que consigue un sistema de cuatro vías tan físicamente grande y por lo tanto separadas entre sí. Es lo más lejano posible de la famosa «fuente puntual» que algunos defienden, y a la que vemos su lógica. Pero esa lógica se desploma cuando escuchas un sistema que como éste distribuye sus diferentes fuentes de sonido para diferentes frecuencias en un frente de más de cuatro metros de ancho… y suena así de coherente y realista. Gran puesta a punto de Avantgarde en filtrado y geometría –que no es ajustable más allá de su posición y orientación en el suelo–. De todos modos las bocinas son bastante direccionales y la posición óptima de escucha era en alguna de las butacas centrales, mejor la de la segunda fila, donde pasé alguna hora tranquila sin público y también alguna con la sala bien llena –porque se llenó todos los días–.
La viveza del sistema, esa sensación de directo que de vez en cuando nos hacía mirar con incredulidad al pequeño Shindo con sus dos triodos dándolo todo –pero en realidad bien relajado–, saca el mejor partido de música escrita e interpretada para ser escuchada de esa forma. En este sistema el rock o mis temas favoritos de Supertramp o Dire Straits, te transportan a un estadio ideal en directo: bestial. Como ya dije alguna vez, eso de que las bocinas y los triodos son sólo para música «exquisita» de cámara o tríos de jazz… ¡para nada!.
Pero aún hubo algo de música que me conmovió más que eso: el ya famoso –por habitual en ferias y demostraciones– coro del disco sueco Cantate Domino. Es una pieza preciosa, pero difícil, mucho, sobre todo cuando pretendemos un volumen realista o incluso más allá. Pocos, diría que casi ninguno, sistemas superan esa prueba cuando el coro al completo está en un ‘crescendo’ y aparecen pequeñas o no tan pequeñas muestras de distorsión por intermodulación. Las Avantgarde con Shindo no sólo lo reprodujeron a un volumen fortísimo, lo hicieron sin una sola muestra de distorsión, con unas notas de órgano extasiantes, con la voz solista perfectamente recortada en el ambiente de la catedral donde se grabó… Sólo los minutos de escuchar este corte merecían la pena el viaje y el fin de semana fuera. Conmovedor.
Me gustó también mucho cómo reproducían piezas de flamenco: la viveza de las palmas, las guitarras, y muy bien las voces que nunca llegaban a sonar ácidas –mérito de Shindo supongo– aunque algún pequeño efecto bocina –a lo que tengo particular alergia– me llegó en algún caso. Pero si te quitabas ese «chip analítico» y ponías en modo disfrute, esa sensación de tener la música en vivo delante era algo indudablemente real y emotivo. Alguno de los aficionados presentes, emocionado, lo dijo en voz alta después de aplaudir un corte: este sistema más allá de detalles técnicos te trasladaba espiritualmente con la música.
El nivel del dCS Vivaldi posiblemente hizo que la diferencia entre fuente analógica y digital –leyendo CD o sirviendo música en red– en este caso fuera muy poco relevante: pudimos disfrutar de la música sin pensar si venía de una u otra… algo que no ocurre con frecuencia. O quizás, pienso yo, fue mérito del resto del equipo, que ofrecía tal dinámica y limpieza de timbres que dejaba en segundo plano el matiz de si la fuente era originalmente mecánica o electrónica. De lo que estoy seguro es que nadie de los que por allí pasó olvidará cómo reproducía la música este sistema.
ADN profesional: Kii Audio Three
Cerramos el círculo del Enosound Barcelona 2018 en esta ocasión en la propia tienda Werner en la calle Fontanella, concretamente en su ya famosa sala de la planta inferior que limita con la muralla medieval original. Allí nos esperaban unas viejas conocidas nuestras (prueba: https://hifilivemagazine.com/kii-audio-model-three ), las cajas activas Kii Audio model Three. Su esbelto chasis contiene DAC, etapas y seis altavoces: delante tenemos agudos y medios, y detrás y a los lados, graves. Esos cuatro conos de graves son activos pero también algo más… «inteligentes». Un potente DSP interno que también oficia de filtro activo para las tres vías, juega con la fase y retardos para que la emisión de graves no sea, como en todas las cajas, omnidireccional. En las Kii los graves se emiten en forma de cariodide es decir, dirigidas hacia adelante. Basta pasearse a su alrededor mientras suena música con buen grave para darse cuenta que detrás de las cajas estos se atenúan, y no es efecto de la sala. A cambio, delante se recibe un grave de extensión e impacto impropia de un monitor así.
El equipo en este caso era muy sencillo pues las Kii Three sólo necesitan una fuente digital, así que Werner montó un T+A MP 2500 R, que es una navaja suiza digital. Lo usé como lector CD, y las Kii tenían puesto su controlador, una versión moderna infinitamente más bonita, práctica y cómoda que las dos cajas «muy pro» que usé cuando las probé en mi casa dos años atrás. Pero las cajas y su sonido era el que recordaba… impresionante. Para alguien que parta de cero pienso que no hay mejor inversión equivalente: la fuente –DAC–, previo, etapa(s) y altavoces que necesitaríamos para igualar el nivel de las Kii costarían mucho más. Estos monitores pueden sonorizar con solvencia salas de 30 o más metros cuadrados, así que en la relativamente compacta sala «muralla» de Werner sonaron muy cómodos.
Para hacerse idea de cómo suenan las Kii, diría que con música que tenga buen grave ofrecen la extensión y el «golpe» en el pecho del grave de unas cajas de columna con woofer de 8 o 10 pulgadas, bien alimentadas. En temas clásicos o de jazz se aprecia lo primero, una extensión en bajos que añade peso y ambiente a la música, recreando así mejor la escena. En temas con baterías o sintetizadores, a la extensión se suma el impacto: sorprende tanto que nos levantamos, nos vamos a la parte trasera de las cajas donde el grave desaparece y (re)descubrimos la «magia» que su DSP consigue con esos cuatro altavoces de graves por caja.
Con Dire Straits o Supertramp, geniales, pero las Kii también recrean muy bien el buen timbre de una voz, cuerdas o vientos con su tweeter y mid-woofer frontales, tendiendo al límite más a la suavidad –pecado de omisión– que al exceso de detalle. Muy disfrutables, fáciles de colocar al no emitir casi graves hacia atrás y casi «todo en uno» –salvo fuente–. Las Kii me siguen pareciendo geniales.