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Mucha música

Golden Ear es una marca relativamente nueva de altavoces, fundada en 2010, de origen americano, sus diseños propios y muy originales cuentan con el apoyo del gobierno canadiense, y sus buenos precios se explican porque se fabrican en China, pero con estrictos controles de calidad. El fundador de la marca es Sandy Gross, que fue padre de dos marcas muy populares en su Estados Unidos natal pero también aquí, Polk Audio y Definitive Technology. Ya en algunos de sus productos anteriores podemos observar tendencias que ahora se aplican a las Golden Ear: cajas de varias vías, uso de múltiples altavoces de compacto tamaño en lugar de uno mayor para no comprometer las dimensiones de las cajas, incluso uso de cajas parcialmente activas, empleando subwoofer internos para los graves. Todo esto, y más, lo tienen las Triton One, que son las cajas más altas de la gama principal dentro de un catálogo bastante amplio pero centrado en las varias Triton y sus aplicaciones en sistemas de cine, al tener disponibles modelos de cajas centrales, de efectos o dedicadas a los graves.

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El modelo que estrenó la marca fue curiosamente la Triton Two. Las One llegaron después como un escalón más alto en el desarrollo, el máximo por ahora, y parte de esos avances se aplicaron en las recientes Two+, que fueron las que pude escuchar en mi visita este pasado verano al importador Ultimate Audio en Lisboa. Aquellas cajas de precio modesto me sorprendieron por la cantidad, y calidad, de música que ofrecían. Este concepto de caja que contiene en sí misma una parte pasiva junto a una activa para graves me parece muy bueno, pero pocas veces resulta óptimo el resultado, y aquí sí funcionaba. Así acordamos que en cuanto hubiera una pareja disponible me enviarían a casa las One para la prueba, pendiente en realidad desde que hará un año en las Ultimate Sessions de Madrid pudimos escuchar una pareja. Y aquí las tenemos por fin.

Descripción

Las Triton One son pues, las mejores cajas de Golden Ear ahora mismo, y este “tope de gama” cuesta por debajo del antiguo millón de pesetas, una clara declaración de intenciones, sobre todo cuando analizamos qué nos venden por ese dinero. Son unas cajas de tres vías que montan nada menos que ¡diez! altavoces en un esbelto recinto de poco más de 1’3 metros de alto y apenas 15 centímetros de ancho frontal –por detrás son algo más anchas, unos 20 cm–, por 40 cm de profundidad. Dentro hay más sorpresas, pues cada altavoz incluye una etapa de 1.600W en clase D dedicada a la vía de graves, y esa etapa la gestiona como filtro activo una electrónica con un DSP de 56 bits que trabaja en formato 24/196 con las señales de esa banda de frecuencias –por debajo de 100 Hz–.

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La caja en sí es una sólida construcción en MDF, pero eso no está a la vista: una rejilla metálica de perfil redondo montada con anclajes de plástico proteje los altavoces frontales y, por encima de todo el conjunto, “viste” un tejido a modo de media o calcetín, que es lo que vemos –y que sólo está disponible en color negro–, rematado con una tapa superior y una base, lacados en negro –tampoco hay otro color para ellos–. La base es más ancha para mejorar la estabilidad de estas cajas relativamente altas y estrechas, y podemos montarles pies de goma o puntas de desacoplo –cuatro, yo prefiero tres–, ambos incluidos en el embalaje, que por cierto es ¡enorme! y por ello muy protector. Los acabados son de primera fila, y yo sólo tenía el temor de si mis gatos verían las dos columnas forradas de tela como un perfecto lugar donde afilar sus uñas. Debí contagiarles el miedo y no les hicieron ni caso durante su estancia en casa –¡afortunadamente!–.

En cuanto a la colección de altavoces, vayamos de arriba a abajo en frecuencias: el tweeter es de cinta, desarrollado por Golden Ear con la tecnología AMT de Heil y es el mismo que se usa en todos sus demás altavoces. Permite alcanzar frecuencias bien por encima del espectro audible sin distorsión ni resonancias, pero es bastante direccional, lo que solucionan para mejorar la dispersión eficaz dándole algo más de “alegría” en la parte alta del agudo para ampliar la zona eficaz de escucha –con la suavidad de estos tweeter de cinta eso no es problema como apreciaremos después–.

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Dos altavoces de medios acompañan arriba y abajo al tweeter, en una configuración estilo d’Appolito: son de 5’25 pulgadas –los modelos 2+ y 3+ los montan algo menores, de 4’5 pulgadas–, con cono de fundición de aluminio y una “punta” de diseño propio. Este grupo forma un recinto independiente en la caja, y como veremos es capaz de sonar en sí mismo como un monitor de notables prestaciones, aunque el filtro pasivo recorta su respuesta por debajo de los 100 Hz –seguro que bajarían más–.

Ahí es donde entra la parte activa: de 100 Hz para abajo, y hasta unos impresionantes 14 Hz declarados como la menor frecuencia que pueden reproducir estas cajas. Para ello usa tres altavoces de forma rectangular –5 por 9 pulgadas– que son movidos por una etapa interna de 1’6kW –es decir, entre las dos cajas tenemos más de 3kW dedicados a los graves–, a su vez guiada por una potente electrónica digital cuya puesta a punto es clave en el resultado final. Existe un conector RCA en cada caja por si queremos añadir a la señal que llega por los cables de altavoz, la procedente de un procesador de AV dedicada a los graves, si bien en ese caso dependerá todo de cómo hayamos configurado dicho procesador si no queremos que se sumen señales y tengamos involuntariamente excesivo grave.

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Respecto de las algo similares en concepto 2+ y 3+, las One no sólo tienen uno o dos altavoces más de graves y mayor potencia para moverlos –1200W y 800W respectivamente–, sino que la parte “monitor” baja hasta 160 Hz en ellas –frente a los citados 100 Hz en la One–.

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Escucha

Golden Ear declara 92dB de sensibilidad y recomienda poner el volumen de la parte activa de graves a la mitad –las “doce” horarias–, donde supuestamente la respuesta en frecuencia anecoica –sin tener en cuenta la sala– es más plana. Ambas cosas parecen correctas al probarlos: lo primero porque el volumen necesario con las Triton One para mi nivel de escucha habitual estaba un poco por debajo del de mis Bowers 802D –sensibilidad 90dB– y por encima del de las Ramallo Allegro –97dB–. Lo segundo porque sólo en el salón, con una acústica menos óptima en graves, necesité un ligero ajuste a la baja –se quedaron en las “11”– de la parte grave activa, aunque cuando activé la corrección del Linn –corta con ecualización las frecuencias problemáticas– pude devolverlas al que parece “su sitio”. Pero incluso sin corrección el grave no llegaba a dar problemas y eso que estaba muy presente. Curioso, y quizás un beneficio del DSP interno y de un manejo “con mano de hierro” de los woofer por parte de la etapa interna –recordemos, 1’6kW por canal–.

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Las Triton One, con muchos recursos invertidos en su parte de graves, podrían parecer de entrada unas cajas más pensadas precisamente para ese fin, es decir un sistema de cine en casa donde los graves juegan un papel fundamental en las “sensaciones”, pero en realidad son mucho más que eso. Un experimento que realicé de vez en cuando fue algo tan sencillo como no activar esa parte –dejarlas desenchufadas–. Así estás escuchando unos monitores sin graves por debajo de unos 100Hz, pero con según que música esa ausencia puede pasar desapercibida y no deja de ser una “prueba” con la que comprobar que Golden Ear se ha tomado muy en serio sus altavoces, que son el fruto de muchas pruebas y un diseño optimizado. Las voces, las cuerdas de una guitarra o de un conjunto de cámara, sonaban “en modo monitor” con una tremenda claridad, con el detalle y transparencia de monitores de buen nivel, y al enchufar la parte activa regresaba la ganancia en peso y ambiente de una caja “completa”. No sólo eso, también es muy ágil ese grave que, no nos olvidemos, viene de la mano de tres altavoces por lado con otros cuatro radiadores pasivos. Escuchando piezas con baterías y ritmos rápidos, o en el otro extremo disfrutando de cortes mucho más clásicos y tranquilos pero rápidos, con Yo-Yo Ma, el resultado siempre fue estupendo.

Tanto en mi sótano como en el salón las Triton One me han dado muchas horas de disfrute musical durante las semanas que han estado conmigo para esta prueba, y siempre me venía a la cabeza la misma frase: cuánta música dan estas cajas, mucho más de lo que uno esperaría por su precio… que, dentro de lo económico de la marca, ya no es tan moderado, todo sea dicho. He jugado con varias amplificaciones con ellas, y como esperaba son de las cajas más versátiles y menos exigentes en ese sentido. Poco exigentes porque no hay muchas cajas que ofrezcan un sonido tan completo, desde las primeras octavas al agudo más alto y más allá, que permitan usar casi cualquier amplificador o etapa.

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Mis Hypex Ncore monofónicas, por ejemplo, que son muy neutrales pero destacan por su rapidez en graves, no tenían aquí la oportunidad de explotar esa virtud suya, puesto que de eso se encargaban muy bien las etapas internas de las cajas. El sonido era con ellas limpio, preciso, extendido, con cuerpo y ambiente dada la generosa entrega de las Golden Ear por debajo de 100 Hz y hasta tan abajo como 20Hz o incluso menos, como pude comprobar con disco de tonos y sonómetro en mano –tremendo–. Pero esto no cambiaba con la menos moderna etapa Fosgate en clase AB y salida MosFet que ha cumplido ya un par de décadas pero que mantengo para pruebas ocasionales, o como ayuda en canales de efectos en el equipo del sótano que tengo en proceso de pasar de estéreo puro a cine con efectos superiores –a la última, caeré en la tentación me temo–. Con esta etapa las Triton permitían apreciar su algo más dulce pero recortado agudo, tan propio de las MosFet de los noventa, pero también les quitaba una ligera aspereza… ¿momento de cambiar algo más?

Algo que tenía ganas de probar con estas cajas, que tienen buena sensibilidad y en principio no deben poner en apuros al amplificador que las gobierne al tener la parte de graves activa –y por lo tanto “libre de carga” para el amplificador externo–, eran las válvulas. Con mi Ars Sonum Gran Filarmonía sabía de antemano que no habría problema y el caso es que fue una asociación estupenda, porque los 60W en clase A de las cuatro EL-34 por canal ya dan de por sí mucho y en las Triton, con la ayuda de la parte activa por debajo de 100 Hz, el resultado fue francamente soberbio con cualquier tipo de música.

Con jazz suave, voces, tríos, música digamos “audiófila”, las válvulas le daban su toque mágico a los medios y agudos, ese ligero aterciopelamiento que no hay que confundir con falta de información –y menos en el caso del Gran Fila, cuya banda pasante supera la de muchos amplificadores de estado sólido–. Con música más moderna o animada, las cosas se ponían aún mejor gracias a mantener la amplitud y profundidad de escena, y añadir el ritmo, incluso el impacto, de los graves de batería o sintetizador: mis temas favoritos de Dire Straits o Pink Floyd sonaron en mi salón con las Triton y las válvulas como pocas veces los habré disfrutado, es tremenda la cantidad de música que puede salir de estas cajas.

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Probé también un amplificador de válvulas mucho menos capaz, con una 300B en Single-End por canal –es decir ofreciendo unos 7 u 8 W máximo– y, francamente, los amantes de este tipo de amplificación deberían probar estas cajas. Los 92dB declarados son suficientes sobre el papel para niveles de sonido aceptables en un salón medio, y en la práctica no recuerdo haber pensado “hasta aquí llegamos” en ningún momento incluso con volúmenes altos. Pero en medios y agudos la magia de los triodos estaba ahí, tan presente como con cualquier caja de las habitualmente dedicadas a estas amplificaciones, pero sin compromisos en las frecuencias bajas gracias a la ayuda de la amplificación interna de las Golden Ear. Desde luego resultó una combinación sorprendente que incluso usé para ver alguna película: todo un homenaje, impensable quizás, para unas válvulas y un tipo de amplificación que nacieron precisamente para sonorizar las primeras películas no mudas hace casi un siglo.

Hablando de cine, la última prueba que me quedaba por hacer con las Triton One era moverlas directamente con el receptor AV, pues ahí también les veo una muy interesante salida, para quien esté montando un equipo ajustando en lo posible la inversión. Para ello, si ya siempre es importante dedicar buena parte del esfuerzo económico a las cajas, las Golden Ear permiten subrayar eso puesto que luego nos “premian” con mucha mayor tolerancia con la amplificación. Mi Denon 4311 tiene unas etapas internas suficientes para los canales de efectos pero que se quedan justas para los canales principales, sin embargo al librarse de las frecuencias por debajo de 100Hz con las Triton One rindieron de forma muy satisfactoria, y no perdamos de vista que nos ahorramos también el-los subwoofer al poder dejar las cajas en tamaño grande puesto que son muy capaces de reproducir tanto música como efectos en frecuencias bajas del canal LFE.

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Conclusión

Ya queramos montar un equipo de cine –un receptor de gama media podrá valer perfectamente– o uno estéreo, las Golden Ear Triton deberían estar en nuestra lista de candidatas, y bien arriba. Si se nos van de presupuesto las One, sus hermanas las 2+ se quedan más a tiro y ofrecen cualidades muy similares –incluso las 3+ todavía son más asequibles–, y además de simplificar la parte activa de graves usan el mismo tweeter con unos mid-woofer algo menores.

En todos los casos, hay que reconocer que Golden Ear consigue ofrecer en una sola caja un sistema “2.2” –lo que sería en términos de AV dos canales más dos de graves– optimizada de fábrica, con soberbio resultado y fácil ajuste si lo precisamos.

Pero más allá del AudioVídeo, las Golden Ear Triton One son unos altavoces excelentes, que ofrecen prestaciones bien por encima de su precio, que dan mucha música, ¡mucha!, y en combinación ¿inesperada? con un amplificador de válvulas pueden ofrecer además una magia a cuya seducción será difícil resistirse: muy recomendables.

Puntos destacados

+ Estética muy discreta (estrechos)
+ Sonido grande en todos los sentidos
+ Excelente sensibilidad
+ Buen funcionamiento con válvulas
+ Grave con impacto, extensión, agilidad y poco problemático
– Necesidad de enchufarlos (graves activos)
– Solamente disponibles en negro

PVP: 5.900 euros

Distribuyen Ultimate Audio, QLASE A y AudioElite

FICHA TÉCNICA

Altavoces de tres vías, recinto cerrado con woofer pasivos laterales. Tweeter: propio HVFR de cinta tipo AMT. Altavoces de medios: dos, propios, de 5’25 pulgadas con cono de fundición ligera y cono MVPP. Altavoces de graves: tres, propios, rectangulares de 5 x 9 pulgadas, ayudados por cuatro radiadores pasivos de 7 x 10 pulgadas. Frecuencias de corte: 100 Hz y 3’5 kHz. Sensibilidad 92 dB, impedancia equivalente a 8 Ohm. Respuesta en frecuencia de 14 Hz a 35 kHz. Dimensiones (Al x An x Prof): 1.385 x 150 (delante, 205 detrás) x 425 mm. Peso neto: 36’5 kg. Disponibles en negro solamente.

EQUIPO UTILIZADO PARA LA PRUEBA

Amplificación

  • Ars Sonum Gran Filarmonía (integrado válvulas)
  • Hypex Nc400 (etapas mono)

Fuentes

  • Linn Akurate DSM
  • Linn Sneaky DS

Cableado

  • Nordost, Siltech, Kimber

 

 

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