Escucha
Cuanto lo conecté a mi equipo, comprobé como el Orchestra pasa con nota muy alta las tres pruebas de fuego de cualquier amplificador de válvulas, es decir, no genera nada de ruido mecánico (transformador de alimentación), no se calienta exageradamente (salvo las válvulas de potencia, el resto se mantiene apenas tibio después de horas de uso), y tampoco emite apenas ruido por los altavoces (inaudible con el oído a más de unos centímetros de los drivers con cajas de sensibilidad media/alta). Bien, como debe ser en pleno siglo XXI, vayamos a ver cómo suena.
Empecé usándolo con los monitores Merlin TSM, que no son muy sensibles, pero que cuentan con una curva de impedancia nada exigente e ideales para válvulas, tanto en mi amplio sótano con una acústica excelente, como en una habitación compacta donde el recinto cerrado de las TSM ayuda. También tuve montado el Jadis con las recién llegadas Vivid, que pese al pie incluido también son monitores de dos vías, pero con “bass reflex” y de mayor sensibilidad, y por supuesto le di la oportunidad de comprobar qué tal manejaba las Bowers 802D, que como he repetido varias veces y pese a su fama de “difíciles”, sólo muestran esa cara cuando les exigimos niveles sonoros muy altos, pues de lo contrario sus 90dB de sensibilidad dan una mejor pista de su comportamiento.
De hecho, fue con las 802D con las cajas que más me gustó el Jadis. Quizás su grave más presente ayudaba al Orchestra, y su también poco tímida parte media-alta hacía lo propio, pues con las tres parejas de cajas, en mis ambientes y con mi música, el Orchestra siempre sonó muy correcto pero algo tímido en su parte alta. Me llamó la atención esa cierta suavidad en los agudos, que ningún cambio de cables eliminó (y yo uso cables que, de tener algún efecto, tiran a ser brillantes…). Se perciben de manera más discreta esos pequeños detalles que ayudan a formarse la ilusión de tener delante el escenario, o la guitarra, o el conjunto de cámara… ese tipo de cosas son menos obvias con el Jadis. Sospecho que la pareja de transistores (con los cuatro condensadores que necesitan tener metidos en línea, uno antes y otro después) sean los responsables. Un efecto curioso de tener los agudos ligeramente suavizados, es que si nuestro sistema está configurado de forma que sea capaz de representarla, ofrece una escena sonora visiblemente más profunda. Lo aprecié tanto con los monitores Merlin como con las Vivid, pero especialmente con estas últimas que en mi sótano son capaces de reproducir una escena sonora impresionante en las tres direcciones, y que con el Jadis parecía desplazarse más allá de la pared. Dos de mis temas favoritos para “medir” esta dimensión son Dreamer (Supertramp) y El Cuarto de Tula (Buenavista Social Club) y en ambos casos era tremendo el efecto de profundidad.
Otra consecuencia es que el equipo pierde cualquier atisbo de agresividad. Sería fácil apreciar lo contrario, pues si algo realza la parte alta del espectro sonoro, el equipo puede ser insoportable con según qué grabaciones. No tener un grave prominente, ni un agudo tan incisivo da como resultado una zona media subrayada, y contar con válvulas siempre es bueno en este sentido. El caso es que cuando en la música que escuchas aprecias voces, el Orchestra está mucho más a gusto y enseguida te olvidas de sus posibles carencias, que a fin de cuentas al ser detalles, es muy fácil que pasen desapercibidos respecto del mensaje musical completo. La franja media de frecuencias es el punto fuerte de este amplificador, que nos permite relajarnos y disfrutar plenamente. Como decía antes, aparece la magia que te permite olvidarte del análisis y pasar a disfrutar de la música, que es de lo que se trata. En mi caso fue con las 802D, y lo descubrí o empezó, no se me olvida, cuando buscando esa emoción máxima, el Jadis de repente me la mostró disfrutando a tope del Tico Tico de Paquito de Rivera… Las semanas siguientes el Orchestra siempre movió estas cajas.