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Descubrí el equipo escuchando precisamente este plato, que -dentro de mi poca experiencia en este asunto- me pareció tendía a ser más preciso y analítico que “romántico”. Estaba ya empezando a disfrutar el sonido de las Alexia/D’Agostino y recuerdo haber pensado lo que podría ser ese conjunto con una fuente digital de máximo nivel (es decir, del mismo nivel que las cajas y la amplificación), pero no tardé mucho en descubrir que el Esoteric era muy capaz de ofrecer música al nivel requerido.

equipo_W_Alexia_fuentes

Las Alexia ofrecen, con sus dos altavoces de graves de diámetro distinto, curiosa técnica pero muy eficaz según veo, un grave tremendamente extendido hacia abajo, que por supuesto la sala (de apenas 30 metros cuadrados y con algo de tratamiento) tenía dificultades en digerir, cosa que me esperaba. Lo que no esperaba es que fuera tan rápido e impactante cuando la grabación era así: esta dinámica con un grave tan profundo apenas la he percibido en contados subwoofer, y además de las Wilson entiendo que las etapas tenían algo de mérito, ahí las Alexia son reconocidamente difíciles de “manejar” en grave ya que su impedancia real baja de los 2 ohm. En ocasiones era sobrecogedor… y muy espectacular.

DAgostino_pre_mando

Pero aunque he empezado por ahí, lo mejor de las Alexia no es el grave, sino todo lo demás: una tímbrica que me pareció increíblemente bien integrada siendo casi un cuatro vías, con una dulzura que es lo contrario a lo que esperaba (mis anteriores experiencias con Wilson habían sido más bien… ácidas), y una transparencia, apertura y precisión en la escena mostrada, sencillamente, impresionantes. La posibilidad de ajustar al milímetro las posiciones relativas del tweeter de cúpula de seda y altavoz de medios (un siete pulgadas mezcla de celulosa y fibra) seguro que tienen que ver, pues sonará a “cliché” pero tal como ocurrió y lo viví: desde el punto óptimo de escucha algunos clásicos, muy escuchados en otros equipos, me mostraban una cara nueva, y no hablo de detalles o matices, sino una presentación totalmente nueva. Oscar Peterson trío, por ejemplo, de repente estaba batería, piano y contrabajo más separados pero perfectamente localizados, y podías respirar el aire entre ellos. Silvia Pérez Cruz sonaba con una claridad cercana al análisis (sin cruzar esa frontera), pero sobre todo parecía que la estaba viendo moverse suavemente en el escenario… único. Mis piezas favoritas barrocas, con cuerdas, metales o/y voces, eran sobrecogedoras por el detalle y la limpieza con que se reproducían. Pude disfrutar de conciertos de Mozart (Ashkenazy al piano) con un volumen moderado, era como si estuvieras en la sala sinfónica y los tuvieras delante, con todos los matices en pasajes tranquilos y toda la energía de los ataques.

DAgostino_pre_volumen

Y así podría seguir… estas cajas lo dan “todo”: un grave profundo y con patada, una capacidad rítmica tremenda, un detalle quirúrgico, una escena amplísima, profunda y muy precisa, una tímbrica dulce que estarías escuchando horas… ¡todo! Como dije más arriba, si no son las mejores cajas que he escuchado, no habrá más de unas o dos mejores, e insisto que esto lo digo yo, a quien hasta la fecha todas las cajas Wilson habían dejado más bien frío. Y no puedo dejar de pensar que esto fue en aquella salita del hotel… ¿cómo sonarán las Alexia en una sala más idónea?

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