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Carácter sonoro

El Kennerton Vali es un auricular con un balance tonal muy equilibrado. Cuando uno lo escucha por primera vez la sorpresa es muy agradable ya que no se encuentra nada fuera de lugar. Un timbre correcto, un grave con presencia pero nada exagerado, unos medios con la suficiente naturalidad tímbrica y una parte alta moderada, nunca agresiva. Por decirlo de forma sencilla, uno encuentra todo en su sitio. Más o menos lo que se puede obtener con un hd600 de Sennheiser, pero con un mayor desarrollo técnico.

Dicho esto, que es una primera idea de conjunto para establecer básicamente sus límites naturales, encontramos en él matices muy interesantes que lo hacen destacar de sus posibles competidores. Para empezar, es un auricular que muestra una dinámica tremenda de forma inmediata. Tiene mucho punch, mucha pegada. Los sonidos tienen esa cualidad física que cada vez se está logrando más en los auriculares de última generación, acercando la experiencia a la escucha en cajas. Por comparación, por ejemplo, con el hd600, con el que ya hemos dicho que puede asimilarse en perfil tonal, el Kennerton suena mucho más intenso y da un resultado más dramático en cualquier escucha.

No hace mucho tiempo fueron los auriculares ortodinámicos, como los Audeze o Hifiman antes mencionados, los que inauguraron esta tendencia. Especialmente evidente en los Audeze LCD2.2. Muchos aficionados atribuimos a su naturaleza ortodinámica esta cualidad, pero con el paso del tiempo parece evidente que no es así. El Kennerton Vali lleva un paso más allá esta sensación de fuerza dinámica, lo que posiblemente sea, junto a su correcto balance tonal, su cualidad más positiva y destacable.

La gama media del Vali se muestra muy presente. Tanto es así que puede decirse que suena directamente en la cara. Las voces siempre tienen preponderancia sobre el fondo musical, y es algo que a mucha gente gustará especialmente. La escena es contenida. No destaca por su tamaño, pero sí puede decirse que es suficientemente tridimensional, profunda y bien definida. Más que correcta, sin ninguna duda. Y de forma acorde con la presencia de la gama media, se pueden situar sin problemas los instrumentos por detrás del intérprete de forma bastante precisa.

 

La resolución, en un nivel aceptable, tal vez no llega al desarrollo de otros modelos top del mercado, pero se sitúa claramente por encima de los modelos de gama media –hd700, k712, Fidelio X2–, con lo que uno no llega nunca a echar en falta nada en este sentido. Resuelve sin problemas fragmentos complejos, y el auricular nunca suena comprimido o denso, de forma que aunque prefiera estilos más o menos cañeros no lo hace mal en ninguna circunstancia, defendiéndose sin problemas en piezas instrumentales más relajadas, donde la fluidez y el desarrollo escénico y ambiental suelen ser cualidades más apreciadas.

El carácter musical del auricular lo hace ser un todo-terreno incuestionable, pudiendo ser sin excesivos problemas un auricular único, de los que no requieren complemento. Quizá, como acabamos de señalar, sea más afín a géneros musicales como el rock o el pop, y comerciales o más extremos, como la música electrónica o canciones de los 70, que a composiciones de música clásica o jazz. En cualquier caso, su extrema dinámica y su alto nivel técnico harán que lo usemos a menudo y que sea de los que no quedan olvidados en un cajón esperando un momento concreto de escucha.

Entrando en el terreno de las posibles combinaciones, y como suele ocurrir con los auriculares de corte neutro tirando a cálido, el Kennerton Vali agradece amplificadores que aporten poca coloración al sonido. Por tanto recomendaría estado sólido y carácter lo más neutro y transparente posible.

No es un auricular duro de mover, y puede disfrutarse desde cualquier amplificador e incluso reproductor portátil. Un iPad lo mueve sin problemas, algo que también va siendo tendencia en auriculares de alta gama. De la misma forma, es también bastante permisivo con grabaciones de calidad baja, lo que aumenta aún más su versatilidad de uso. En muchos casos, y este es uno de ellos, resulta algo contradictorio este carácter casi portátil con la estética y los acabados materiales, además lógicamente del peso y tamaño.

Como es lógico, un buen amplificador estacionario sacará más rendimiento si la fuente acompaña, y de los equipos probados con él, quizás el que más me ha gustado ha sido el SPL Auditor, haciendo una combinación muy completa, acompañado de cerca por el Rudistor Rpx33, cuya calidez y refinamiento brilla mucho con algunas grabaciones. El Headamp Gs1 lo hace también bien, aunque en ocasiones puede resultar una combinación algo dura.

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