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Franz Liszt (1811-1886)

Integral de la obra para violonchelo y piano

  1. Deuxième Elégie, S131
  2. La lugubre gondola, S134
  3. O du mein Holder Abendstern, S380*
  4. Fünf Rumänische Tänze, S129a*
  5. Puszta-Wehmut, S379b*
  6. Romance Oublieé, S132
  7. Première Elégie, S130b
  8. Enchainement (Consoltions 1 et 4), S382a
  9. Die Zelle in Nonenwerth -Élégie-, S382
  10. Marsch aus Parsifal, S720a*

*Primera Grabación Mundial

Trino Zurita, violonchelo
Antonio Simón, piano

COLUMNA MÚSICA REF.: 1CM 0276

Para aquellos que no se sientan demasiado cómodos con el virtuosismo y la grandilocuencia que muestra Liszt en sus obras de juventud y madurez, o para aquellos que prefieran rebuscar en su repertorio menos conocido, este CD es la mejor apuesta.

Franz Liszt

El Liszt de esta etapa tardía se muestra más introspectivo, su música anterior había sido absolutamente exuberante y recargada de recursos técnicos, pero su último período está marcado por la revolución absoluta de su lenguaje musical. Su lenguaje, marcado por la religiosidad y una cierta amargura vital, se hace áspero, se reduce a lo esencial, sin concesiones al público. Liszt no busca la aprobación de sus contemporáneos, de hecho casi no se molesta en publicar sus composiciones o mostrarlas en público, su búsqueda se dirige al futuro ofreciéndonos una música visionaria, colmada de preguntas sin respuesta, una música que será precursora de las vanguardias del siglo XX. Para comprender mejor el estado de amargura, incluso depresión de Liszt, nada mejor que sus propias palabras: ‘Llevo una profunda tristeza en el corazón que de vez en cuando debe estallar en sonido‘.

Nada más ilustrativo de esta angustia vital que las cuatro elegías, verdaderos lamentos referidos a la muerte. Todas ellas encomiables por el sabor amargo y la tristeza con que son interpretadas por este magnífico dúo de artistas. El cello de Zurita es desgarrador, parece hablar sí, pero no encontraremos en él ninguna palabra de esperanza. Simón es lúgubre, su piano añade más tristeza si cabe al discurso del violoncello. El segundo tiempo y su visión premonitoria del fallecimiento de Wagner en Venecia, han servido de excusa al ilustrador para realizar la magnífica portada del disco, una imagen que condensa literalmente el poder evocativo de esta música.

La importancia de las “Cinco Danzas Húngaras”, hasta ahora catalogadas como obras para violín y piano, reside en su incorporación a la obra para violonchelo y piano tras un minucioso estudio del original. Se trata de cinco breves danzas de inspiración folclórica interpretadas por primera vez por Zurita y Simón en la Quincena Musical de San Sebastián el verano de 2011. Para finalizar hablemos de las transcripciones, un género considerado menor por algunos críticos, pero que en Liszt se considera igual a la obra original. Él no consideró a sus obras como un proceso cerrado, de ahí que la transcripción simplemente fuese una mirada desde un ángulo diferente, una nueva lectura que a menudo difiere considerablemente del original, tal es el caso de dos composiciones escritas por Liszt para violonchelo y piano, cuyo paradero es a día de hoy desconocido y que están basadas en obras de Wagner y Zámoyská. Tomando como punto de partida el arreglo que hizo Liszt  para piano solo, y realizando un minucioso estudio de la forma en que éste trata la escritura del violonchelo, se ha realizado la reconstrucción de estas piezas otorgando al cello un papel exclusivamente expresivo. El violonchelo se erige como medio expresivo ideal para el tono elegíaco, visionario e intensamente emocional de estas obras tardías. Me ha encantado esta paráfrasis sobre la “Marcha Solemne de Parsifal” donde Simón marca el ritmo de forma penetrante dejando a Zurita el desarrollo del conocido tema wagneriano, una sonoridad fascinante. Lo mismo puede afirmarse de la reconstrucción del aria de Tannhäuser “O du mein Holder Abendstern”, de la cual sólo se conserva la última página del manuscrito. Oyendo esta pieza no cabe duda que el cello es el instrumento más adecuado para la expresión de los sentimientos más delicados y las emociones más profundas, no oyen ustedes al propio Wolfram entonar su plegaria.

Antonio Simón y Trino Zurita

Por tanto un CD en el que se concretan básicamente dos aspectos. El primero se centra en ofrecer una verdadera integral de la obra para violonchelo y piano de Liszt, incluyendo el estreno de una pieza inédita, así como la reconstrucción de tres obras que se encuentran perdidas, devolviendo a este repertorio olvidado al lugar que le corresponde. Existen otras versiones de esta música, como la interpretación de Dillon y Torquati para Brillant Classics, o la del Fischer Duo para Bridge, también la de Schiefen y Le Van para Oehms Classcs, pero ninguna tan completa como la presente recopilación. Amén del recurso al uso de instrumentos históricos y sobre todo, por recuperar la tradición interpretativa postromántica, lo cual nos introduce en el segundo aspecto. Y es que en los últimos años se han realizado importantes avances en el campo de la reconstrucción de las técnicas y usos interpretativos de la música compuesta hasta la muerte de Beethoven, pero no ha ocurrido lo mismo en lo referente a la música romántica y postromántica. En este sentido, el presente disco reivindica estas técnicas instrumentales basándose en la documentación, pero también en los registros fonográficos con los que contamos a partir de finales de la década de 1880, redescubriendo una tradición que difiere de manera radical con el concepto que se tiene en la actualidad de la música de este período. Trino Zurita con su cello Francesco Lazzaretti de 1893 y Antonio Simón con el piano Èrard de 1884, recuperan para nosotros este estilo interpretativo del último cuarto del siglo XIX con una habilidad y musicalidad encomiables, su interpretación sabe expresar a la perfección toda la amargura del último Liszt.

Como siempre mi felicitación a los técnicos de Columna Música por la producción de esta magnífica grabación realizada en el Museo de la Música de Barcelona. El piano inunda la escena sonora con su bella sonoridad, ofrece el soporte temporal haciendo transcurrir el tiempo con mayor lentitud hacia un final ya cercano, mientras que el cello emerge del centro de la escena con un lenguaje claro e inteligible, el de la resignación, su vocabulario es el del lamento. Un disco digno de los mayores elogios.

 

Calidad Artística: 9

Calidad de Sonido: 9

 

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