METRONOME CD8 S TUBE: Inquietud por el formato digital
Desde hace ya un tiempo vengo manteniendo cierta inquietud por encontrar un sonido, más afín a mi modo de entender la música, que el que mi clásico Wadia Digital 302 me ha brindado durante el tiempo que lleva a mi lado. Si bien siempre ha dado la talla frente a muchos reproductores y decodificadores que he tenido la oportunidad de probar en mi sistema, lo cierto es que desde que tuve la ocasión de probar el masivo y austero Acoustic Plan Vadi, allá por inicios del 2013, sabía que era una asignatura pendiente, dada la exquisita calidad sónica que éste me ofreció.
Desde aquel momento ha sido mi referente en lo que a escucha digital se refiere. Sin embargo, me presentaba ciertas dudas sobre durabilidad y funcionamiento, con lo que finalmente nunca llegó a cuajar la idea de adquirirlo. Así pues, y bajo este marco, todos mis esfuerzos se han encaminado hacia la mejora del sonido analógico y por ello la “ofensiva digital” nunca llegó con la fuerza que debía… ¡hasta ahora!
Ni corto ni perezoso me puse en contacto con varias empresas importadoras y distribuidoras entre las que se encuentra Ars Antiqua Audio. Su CEO Xubing Zhu, a través de Jorge Castellano, me ofreció, además de interesantes e instructivas charlas sobre sonido y gustos musicales, la posibilidad de probar un DAC más que fascinante, el impecablemente construido La Scala MKII Optologic y el componente objeto de este análisis, el lector integrado Metronome CD8 S tube, o lo que es lo mismo con salida a válvulas. Mi preferencia entre los dos mencionados finalmente recayó en favor del lector integrado dado que por la idiosincrasia de mi sistema me parece mucho más cómodo.
Prefacio
La compañía de origen francés Metronome Technologies fue fundada por Dominique Giner a finales de los años 80. Durante varios años había trabajado para la veterana Jadis, donde aprendió el arte de la elaboración de componentes de y para la alta fidelidad doméstica, especializándose en sus ratos libres en lectores de discos compactos, insatisfecho con las calidades que el mercado le ofrecía. Además D. Giner, de personalidad inquieta, diseñó varios modelos de mobiliario de audio/video e incluso sus propios altavoces, que tenían en cierta medida las formas de un metrónomo. Gracias al éxito de estas cajas que triunfaron a nivel nacional, llegó a vender algo más de 1.000 unidades, es como llegó a denominarse la empresa que poco después crearía, especializada en electrónica de alta gama –altavoces, amplificadores, tocadiscos, etc…– y, más específicamente, en componentes de lectura digital en formato CD.
Así pues, en el catálogo que podemos encontrar hoy en día no hay más concesiones que a la lectura digital, esto es, tres mecánicas de transporte, tres decodificadores digital/analógico, dos lectores integrados y un servidor musical. Todo ello con la posibilidad de combinar estado sólido con tecnología de tubos de vacío. Escueto, específico y especializado, como las cartas de los mejores restaurantes.
El corte de esta firma francesa es puramente audiófilo, no hay miramientos por el ahorro en costes, todos y cada uno de los productos están elaborados a mano en Francia y diseñados cumpliendo los más altos estándares de calidad. Destacando su más bello y complejo componente jamás fabricado, el Kalista, y del cual ha descendido toda la gama que actualmente nos encontramos en portfolio. El Kalista se presentó a principios del 2000 como un tour de force tecnológico buscando un objetivo muy sencillo, presentarse ante el mundo como el mejor transporte de CD construido.
Directamente desde fábrica
A riesgo de equivocarme es el primer producto que recibo para análisis en este medio que me llega a casa directamente desde fábrica, sin pasar por importador o tienda y por ende sin rodaje alguno. La verdad es que siempre causa emoción poder contemplar algo que nadie con anterioridad ha podido catar, el mero hecho de desflorarlo fue para mí todo un acontecimiento, involucrándome más si cabe en el propio análisis.
Perfectamente embalado en “triple” caja de cartón y sujeto con dos sencillos protectores de porexpan, una vez quitado el plástico que lo envolvía ya se podía percibir se trataba de un lector integrado de carga superior con movimiento de bandeja manual. Nada más desembalarlo y presentarlo causa auténtica admiración, no me cabe duda de que las fotos nunca le harán la justicia que merece. Está construido como una roca, lo mires por donde lo mires se atisba un irreprochable diseño y mecanizado exterior, disipando al máximo las posibles micro vibraciones activas –generadas por el propio aparato– y minimizando las pasivas –producidas por agentes externos–.
La trasera se compone de las clásicas salidas single ended con tomas RCA y balanceadas con tomas XLR en configuración de pins clásica, a lo que hay que añadir una entrada S/PDIF con conector de tipo RCA y una entrada digital con toma USB tipo B, para usarlo como decodificador, por si queremos conectar una fuente digital externa, como por ejemplo un servidor en alta resolución o un PC/MAC. Digo muy grata sorpresa porque la firma francesa, al igual que otras –se me pasa ahora mismo por la cabeza Zanden Audio–, nunca han creído en la híper compatibilidad siguiendo la filosofía “moins est plus”, quizá uno de los grandes lastres que bajo mi punto de vista arrastraba y que, con esta nueva generación de DACs e integrados ha dejado atrás, actualizándose a las nuevas demandas de los usuarios, cada vez más obsesionados en obtener su música en la mayor resolución posible y como consecuencia lo más fiel a la señal original.
El panel frontal destaca por su sencillez y toque retro gracias a dos switch cromados que permiten apagar y encenderlo y seleccionar entre las diferentes entradas y salidas. En la mitad de la placa frontal se encuentra el logo de la marca gravado a láser y sobre él un panel de leds azules que indica la diferente información que se muestra en pantalla, de contenido, tamaño y luminosidad más que apropiado, para visualizar adecuadamente a no más de 4 metros de longitud. Por abajo nos encontramos tres puntos de sujeción, a elegir entre apoyo plano o apoyo mediante puntas de desacoplo elaboradas en Delrin; estas puntas no van atornilladas, simplemente funcionan mediante imanes, quedándose en posición al acercarlos. Brillante y muy cómodo de usar.
Quizá lo más soberbio y en lo que más destaca sea su parte superior, excelentemente ejecutada la bandeja que protege la mecánica, de movimiento suave y sedoso, esconde la que para muchos sea la mejor mecánica de transporte jamás realizada, el magnífico y específicamente modificado para la firma Philips CDM12 Pro2 –en su versión 6.8– el cual queda rematado con un bello clamp de funcionamiento magnético fabricado en Delrin, que según el fabricante reduce las vibraciones. Esto es simplemente delicioso y creo que ha marcado un punto de inflexión en mi modo de entender cómo debe ser una mecánica de lectura digital de alta gama: con carga superior. Que haga del hecho de quitar y poner un disco compacto todo un ritual semejante al que se realiza cuando se pinchan vinilos, dándole el empaque y la parafernalia que un sistema de alta gama exige.
El corazón de este lector integrado se compone en esencia por uno de los mejores chips actualmente disponibles en el mercado, un Asahi Kasei Microdevices de dos canales AKM AK4490EQ. Este chip soporta hasta 768Khz en señales PCM y 11,2Mhz en señales DSD, ¡sí DSD! Curiosamente nos encontramos con un aparato, que si bien no es capaz de realizar lectura de discos SACD por la incompatibilidad de su propia mecánica, sí es capaz de decodificar DSD a través de su toma USB, gracias a un módulo Combo384 –hasta 384Khz– de la conocida por todos firma italiana Amanero.