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La sección de “poder” se compone de tres fuentes de alimentación con siete líneas de regulación separadas e independientes, las cuales ofrecen energía a todos y cada uno de los diferentes componentes críticos, manteniéndolos aislados entre sí. Siempre he pensado que la parte analógica de un componente digital es la que marca la diferencia y dota al componente de un carácter atemporal, en este Metronome CD8t S t no tengo duda de que parte de la culpa de su altísima calidad sónica en mi sistema se ha debido a una magnífica implementación en esta fase.

Dos válvulas Philips JAN 6922 equipan la salida del lector, la versión militar de la 6DJ8/ECC88 dual-triode, unas válvulas que tienen fama por su buena ejecución en las frecuencias graves, alta transparencia en medios y su suavidad en altas frecuencias.
Como curiosidad quiero destacar que cuando se desliza la bandeja superior del transporte se enciende una agradable luz de led azulada con la potencia suficiente como para ayudarme a ver lo que estoy haciendo mientras pongo y quito discos, muy útil en aquellos momentos en los que escucho música en penumbra –muy habitual en mi caso–, esta luz se apaga al rato de haber cerrado la compuerta. Sencilla y gran idea que exhibe el orden de magnitud de detalle al cual se ha llegado en la elaboración de este aparato.

Finalmente destacar el mando a distancia, de bella manufactura, me resultó completo, elegante y agradable al tacto. No eché en ningún momento en falta ninguna de las posibilidades que me brindaba desde sus botones. Si bien no el mejor mando del mundo, tampoco el peor.

Apothéose

Como ya he comentado con anterioridad el Metronome CD 8 S tube llegó a casa directamente desde fábrica con lo que ya me temía que muy posiblemente la convivencia con él los primeros días sería dura, dado que en ningún caso había pasado período de rodaje. Algo que conforme han ido pasando los años me he percatado que es fundamental para el correcto funcionamiento de cualquier sistema de audio de entidad que se precie.

Este lector no ha sido precisamente la excepción que confirme la regla. Nada más salir del embalaje y tras admirar su bella manufactura quedó instalado y sonando durante una hora antes de que verdaderamente me sentara a analizar qué tal iba despertando la bestia a su nuevo medio. Me encontré un sonido pequeño y ligeramente falto de harmónicos, con lo que no lo dudé ni un segundo y, como hago en los análisis de platos, lo dejé en funcionamiento continuado durante unas 48 horas. Pasado este tiempo volví a sentarme y la cosa cambió radicalmente, ¡vaya si cambió! Reseñar que la conexión a red la realicé vía un Okutsu Denko Air3 y la de modulación a través de mis clásicos MIT Shotgun S1.

No me equivoco si os digo que ha sido la mejor fuente digital integrada que he tenido la oportunidad de escuchar a cualquier nivel de precio. Pero antes de ceñirme estrictamente al apartado sónico quiero dejar patente que durante el algo más de mes y medio que dispuse de él en casa no noté en ningún caso, tras este pequeño rodaje, que volviera a sonar como el día que lo desembalé. Incluso, a sabiendas de llevar válvulas, en las pruebas que realicé tras apagarlo y encenderlo en siguientes escuchas entregaba su mejor sonido al pasar no más de 15-20 minutos, con lo que se podría decir que tiene un período de “warm up” bastante rápido. Algo que aprecia y valora el hombre de negocios moderno, que no dispone de todo el tiempo del mundo hasta que caliente su sistema para poder sacar su máximo partido.

En el apartado puramente sónico lo primero que más me ha llamado la atención ha sido la excelente diferenciación tímbrica en voces e instrumentos que propone, la neutralidad es total y en ningún caso lo podría encasillar hacia el lado frío o cálido del espectro sonoro. En uno de mis clásicos discos de análisis y que conozco a la perfección, la sublime versión dirigida por Pappano de Il Trovatore de Verdi –EMI 2002– se percibe perfectamente y me va dando pie a pensar que estamos ante un aparato de gran empaque sónico. Este balance tonal idóneo le dota de un carácter marcadamente polivalente y lo hace apto para asociar a cualquier sistema dejando que sean otros los elementos que lleven la batuta del sonido resultante.

 

Como se puede escuchar en la mejor versión moderna de La pasión según San Mateo de Bach dirigida por Harnoncourt –Teldec 2001– o en la celebérrima Misa Criolla de Ariel Ramírez interpretada por José Carreras –Philips 1988– los silencios que ofrece son sepulcrales llegando a sobrecoger en determinados pasajes, permite perderte entre la profundidad y la amplitud escénica de los mejores sistemas analógicos pero sin perder de vista la “perfección” y “precisión” melódica del formato digital. Gracias a este absoluto “black background” la resolución de los sonidos dejan patente unos marcados “decays”, la música flota literalmente ante mí. No puedo parar de escucharlo…

Otro punto de especial mención es el ataque y velocidad en la restitución de los transitorios que, en la BSO que un Hans Zimmer en estado de gracia idearía para mi film favorito Gladiator –DECCA 2000– o incluso en la dinámica BSO que Shigeru Umebayashi compuso para The house of Flying Daggers –SONY 2004–, me impactan y generan suma adicción, hasta el momento fuera de un sistema puramente analógico nunca he sido capaz de encontrar estas complicadas cualidades, simplemente me las estaba perdiendo y siempre lo he achacado la falta de “riqueza” del formato. ¿Se podría decir que es un sonido a caballo entre analógico y digital? Hmmm… no lo sé, pero sin duda este Metronome es lo más cercano al sonido analógico en un solo chasis que he tenido la oportunidad de escuchar.

Antes de seguir una parada en el camino, por favor no confundir dimensión escénica con tamaño sobredimensionado. Gracias a la velocidad en el ataque del transitorio comentada y a la altísima resolución que despliega se puede apreciar una escena cuasi holográfica y tridimensional. Todas los voces e instrumentos tienen su correcto tamaño y posicionamiento y, gracias a una magnífica diferenciación tímbrica, su correcto balance tonal. Con este integrado no es nada difícil descubrir, de modo evidente, pequeños detalles que a muchos se nos puedan pasar por alto, como el sonido continuado de pajaritos revoloteando en el libro/disco dedicado a Miguel de Cervantes “Don Quijote de la Mancha Romances y Músicas”, que nuestro querido Jordi Savall grabaría en la bella Colegiata del Castillo de Cardona –AliaVox 2005–, o las sutiles voces de acompañamiento mantenidas que acompañan a Antony and the Johnsons en el que para mí es su mejor disco The Crying Light –2008 Rebis Music Kobalt/ASCAP–. Doy por sentado que cualquiera que franqueé la importante barrera económica que ofrece redescubrirá su colección, no tengo ni la más mínima duda.

Mientras que mi anterior referencia en integrados digitales, el Acoustic Plan Vadi, presenta un sonido orgánico, con gran grosor y ligeramente cálido, el Metronome CD 8 S t destaca por ser delicado, proyectar mucha liquidez y permitir llegar a vislumbrar incluso el roce de las cuerdas de los instrumentos cuando así se demanda. Es impresionante el detalle que es capaz de ofrecer en la maravillosa y delicada Suite Nº1 para Cello de Bach interpretada por Hidemi Suzuki –Harmonia Mundi 2008–, me pone el vello de punta.

Estamos ante una de esas fuentes de lectura en la que se me antoja superfluo destacar cómo suena en agudos, medios o graves; es como llegar a un concesionario de Pagani y preguntar por precio o potencia de alguna unidad. Lo que sí puedo asegurar es su absoluta calidad y correcta cantidad en la que se proyectan todas las frecuencias por igual, un lujo al que no todo el mundo está acostumbrado y por el que quiera acceder a él deberá pagarlo.

Para realizar las correspondientes pruebas con fuente externa conecté a través de un cable USB el Metronome a mi portátil Sony VAIO reproduciendo archivos en alta resolución vía Foobar tanto en FLAC, PCM a diferentes tasas de muestreo como en DSD –se ilumina una pequeña “p” ó “d” seguida de la frecuencia de muestreo–, la sensaciones sónicas descritas no sólo se mantuvieron si no que gracias a la menor compresión de estos formatos me sirvieron si cabe para acercar un pasito más el sonido de este lector integrado al de los sistemas analógicos. Sin problemas y con una calidad digna de los mejores DACs del mercado.

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