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Meze Audio Liric: singularidad tecnológica efectiva y musicalidad portentosa

Al igual que los sensacionales Empyrean, buque insignia de la rumana Meze, los Liric son unos auriculares circumaurales fruto de la aplicación de una filosofía de trabajo en la que se ha prestado una atención especial a factores críticos relacionados con la manera en que nuestro sistema oído/cerebro interpreta el sonido cuando es reproducido a través de auriculares. Parece una frase hecha pero no lo es en absoluto, porque los Liric suenan con una naturalidad portentosa que invita a realizar largas sesiones de escucha, al brillar la fatiga auditiva por su ausencia –la sensación de espacialidad es extraordinaria como consecuencia de las generosas dimensiones de los transductores empleados y la calculada geometría de los cascos- y permitir además que tal escucha se pueda realizar con niveles de volumen elevados a altas horas de la noche al utilizarse cascos cerrados por su zona posterior. Muy bien construidos y exquisitamente presentados, los Liric son una ejemplificación perfecta de lo que se podría llamar “High End asequible” en materia de auriculares clásicos, a la vez que la singularidad de las soluciones tecnológicas que incorporan multiplican su atractivo.

Tecnología “planar” escalada de los excepcionales Empyrean

Como siempre, considero que para hablar con cierta seriedad de un producto hay que situar el texto en su contexto, y en el caso de los Meze Liric dicho contexto es sin lugar a dudas el modelo de referencia de la marca, los antes mencionados Empyrean, por cuanto heredan del mismo su principal –aunque no el único- elemento diferenciador: el sofisticado transductor que incorporan y el “recinto” –casco- que lo alberga. Así, los Liric utilizan cascos de forma ovalada para lograr una adaptación óptima a la oreja del oyente desde el punto de vista no sólo anatómico (lo que se conoce como diseño antropométrico), es decir de confortabilidad, sino también de percepción del sonido (con la oreja integrándose perfectamente en el casco gracias a una superficie minuciosamente calculada), objetivo este último para el que sus creadores impusieron la necesidad de maximizar el nivel de presión sonora reduciendo a la vez el peso del conjunto en la medida de lo posible.

Pero la verdadera “madre del cordero” de los Liric la encontramos sin ninguna duda en el esquema de transducción que incorpora, una sofisticada pieza de ingeniería de nueva generación que responde a la denominación MZ4 fabricada íntegramente a mano en Ucrania por Rinaro Isodynamics. Un esquema compuesto por dos elementos fundamentales: en primer lugar, el exclusivo diafragma plano Isoplanar, que con sólo 0’16 gramos de peso y una superficie emisora real de 3.507 milímetros cuadrados permite disponer, en combinación con un potente –flujo magnético de 0’3 teslas- motor magnético, de una velocidad de respuesta excepcionalmente alta por un lado y, por otro, de las condiciones necesarias para ofrecer una presentación del sonido con una tridimensionalidad imposible de alcanzar con un diseño convencional equipado con transductores electrodinámicos. Para entendernos, y marcando las preceptivas diferencias, se trata de un esquema conceptualmente similar al de los tweeter EMIT y los altavoces de medios EMIM que montaban las cajas acústicas de referencia de la californiana Infinity.

No cabe ninguna duda de que la clave de los Liric está en el sofisticado transductor plano –isodinámico- que incorpora, de muy sofisticada concepción –idéntica a la del superior modelo Empyrean aunque con una superficie emisiva menor- y ejecución. El resultado: resolución, equilibrio tonal, dinámica y espaciosidad extraordinarias a partir de unos cascos cerrados gracias a varias astucias empleadas para optimizar la “conexión” transductor-cascos.

El segundo de los elementos diferenciadores del esquema de transducción de los Liric es posiblemente el más innovador desde el punto de vista conceptual por cuanto en su desarrollo se ha tenido en cuenta la manera en que las distintas gamas de frecuencias son “inyectadas” en el canal auditivo: en concreto una configuración de bobinas móviles doble, con una de tipo curvilíneo –como si de unos intestinos se tratara- en la zona superior para los graves y una en espiral situada en la parte inferior para los medios y los agudos. 

De los Liric hay que señalar asimismo varias astucias encaminadas a “rizar el rizo”, en un proceso tan crítico como es la manera en que el sonido del transductor llega a nuestro cerebro, destacando en este sentido el pequeño puerto para ecualización de presión que figura en uno de los embellecedores metálicos de los cascos y el nuevo sistema Phase-X integrado en el transductor MZ4, pendiente de patente y que en esencia lo que hace es mejorar la precisión de la imagen espacial para igualarla a la de los auriculares con cascos abiertos minimizando a la vez la distorsión de fase. Por su parte, la ecualización de presión se combina con otro desarrollo muy audaz: el sistema Ear pad AirFlow (EAF), puesto a punto por la antes mencionada Rinaro para reducir el peso y el tamaño de los Liric mediante la optimización de su volumen acústico. Pues conectando el antes citado puerto con las almohadillas para que el “recinto” del MZ4 esté formado por el casco que lo alberga y ¡atención! la correspondiente almohadilla.

En lo que respecta a la construcción física de los Liric, la verdad es que es irreprochable gracias a la acertada combinación de una estética discreta y elegante a partes iguales con materiales de gran nobleza… magnesio en los cascos propiamente dichos, aluminio en los ejes de sujeción/ajuste de cada uno de ellos y acero en la diadema. Por su parte, la piel de las almohadillas suma a la sensación de refinamiento de los Meze, a lo que también contribuye la dotación de cables y adaptadores que figuran en la exquisita y muy bien pensado estuche que los alberga, a su vez protegido por un precioso embalaje.

La escucha: unos auriculares cerrados muy “abiertos”

Les adelanto que los Liric necesitan “caña” para dar lo mejor de sí mismos. Cuando digo “caña” no me refiero a decibelios puros y duros sino a la dinámica propia de los amplificadores de auriculares bien diseñados, ya se trate de modelos integrados en electrónicas/fuentes como independientes. Hago este apunte porque el dignísimo amplificador de auriculares de mi reproductor digital multiformato BDP-105D simple y llanamente “no llega”. Harina de otro costal es la circuitería de auriculares de mi fantástico preamplificador con fuente de alimentación separada Sony TA-ER1, diseñada en su momento para atacar los espléndidos MDR-R10, los auriculares –de tipo electrodinámico, circumaural y cerrado- más elitistas jamás puestos a punto por la firma nipona (de hecho, el aparato incluso incorpora una posición específica para ello en su conmutador de selección de la señal de salida) y que me fue de perlas para probar los Liric.

Llegados a este punto, lo primero que merece la pena ser destacado de nuestros invitados es la neutralidad de su curva tonal subjetiva, a lo que hay que sumar la extensión de la zona baja del espectro. ¿Qué quiero decir con curva tonal subjetiva? Ya saben, la que percibe nuestro sistema auditivo, léase nuestro cerebro, no la que mediría un buen analizador que, dicho de paso, nos daría una buena aproximación de lo que los Meze son capaces de dar, sin llegar a ser determinante de una perspectiva audiófilo-melómana como la que exigimos nosotros. Así, la zona alta del espectro suena rica y cálida, calificativo este último crucial para marcar diferencias claras con los excesos de análisis –análisis “quirúrgico” y por tanto con un punto de artificialidad, para
entendernos- propios de muchos diseños asiáticos e incluso europeos (ciertos modelos alemanes, austriacos y franceses que prefiero no concretar). Dicho de otro modo, el equilibrio en esa gama de frecuencias crítica en términos de fatiga auditiva es ejemplar, en línea con el de los Empyrean, a la vez que el control y la pegada están a la altura de lo que cabe esperar de los soberbios transductores empleados, cuyo combinado de superficie emisiva generosa y potencia del motor magnético permite escuchar con autoridad todo tipo de música a niveles de presión sonora elevados durante largos períodos de tiempo sin que la cabeza se nos desencuaderne. De todos modos, bien está saber que en el ámbito de la dinámica/pegada –que parece lo mismo pero no es lo mismo- los Liric brillan a gran altura gracias también a la perfecta integración transductor-casco, aunque siempre –insisto- con la condición de tener un buen músculo detrás.

Los Liric necesitan un buen músculo detrás para rendir al 100%. Y la sección de auriculares del tan veterano –fue diseñado hace más de 30 años- como refinado y musical preamplificador Sony TA-ER1 lo tiene en abundancia.

A modo de conclusión

Los Liric son unos auriculares muy bien paridos, sí señor, hasta el punto de que su relación calidad/precio debe calificarse de espléndida en el contexto de los auriculares High End, Su sonido es muy natural y espacioso, con una tímbrica muy precisa en la que ninguna zona del espectro sobresale, y, como acabo de decir, una dinámica excelente que de hecho puede competir perfectamente con la de los mejores modelos equipados con transductores electrodinámicos. Además, están muy bien construidos y su minimalismo estético hará que superen con honores el paso del tiempo. Como punto débil, aunque esto es un decir, me veo nuevamente en la obligación de decir que los Liric exigen que se les “alimente” bien so pena de que su sonido se desvirtúe.

Ficha Técnica

  • Tipo de producto: auriculares circumaurales cerrados con cable
  • Transductor utilizado: magnético plano con forma de ovalada Rinaro Isodynamic Hybrid Array MZ4
  • Dimensiones/peso del transductor: 92×63 mm (Al x An)/0’08 g
  • Respuesta en frecuencia: 4-92.000 Hz
  • Impedancia: 30 ohmios
  • Sensibilidad: 100 dB a 1 mW/1 kHz
  • Nivel de presión sonora máximo: superior a 130 dB
  • Peso: 391 g
  • Precio de venta al público recomendado: 2.000 euros
  • Importador: www.decineaudiovideo.com 

 

 

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