Favoritos
Traemos en esta ocasión a prueba dos aparatos de una marca a la que confieso tener mucho cariño. Pass Labs, cuyo padre es el conocido técnico americano Nelson Pass, conocido no sólo por su marca, sus diseños y patentes, sino también por sus proyectos “abiertos” en lugares como el foro internacional DIYAudio, donde muchos son los aficionados seguidores –entre los que me incluyo–, que han montado alguno de sus circuitos consiguiendo con ellos aparatos de primera calidad.
Pass se dio a conocer trabajando entre otras para la americana Threshold y por supuesto es conocido por su propia marca: Pass Laboratories. En los años noventa le llevaron definitivamente a la fama sus amplificadores de la serie Aleph, de forma tan inusual –un cubo de aluminio aleteado–, como su circuito muy minimalista e imitando los “single end” de válvulas, pero usando fiables transistores. Yo mismo tuve una etapa Aleph 3 y más tarde una similar Aleph 30, precisamente la más conocida al ser compacta, relativamente asequible, y cuyos 30W en clase A pura y modo Single End convencieron a muchos de las bondades del diseño de Pass. Su único inconveniente era la relativamente baja potencia ofrecida –aunque hubo Aleph de más de 100W por canal–, además del elevado consumo relativo –en torno a un 80 por ciento de la potencia consumida se disipa como calor–.
Tras las Aleph y con el cambio de siglo llegaron las etapas de la serie “X” que han seguido evolucionando hasta nuestros días. En este caso y partiendo de premisas similares, es decir un circuito que usa transistores en un circuito tan sencillo como sea posible, se ha ido más lejos usando una configuración balanceada que mejora notablemente las prestaciones –menos ruido y más potencia–. Además se diversificó la oferta, con etapas que trabajan sólo en clase A –serie “XA”– y otras, que alcanzan mayores niveles de potencia, pero que lo hacen en clase AB –serie “X”–. Con el tiempo Pass ha ido introduciendo evoluciones, primero las “.5” y muy recientemente las “.8” que todavía no han llegado a nuestras manos. Sí lo ha hecho la X250.5 que probamos precisamente ahora, y que podré comparar con la XA30.5 de mi propiedad.
Hasta aquí hemos hablado de las etapas de potencia, que posiblemente sea el producto más popular de Pass, pero también tiene su recorrido con previos lógicamente pensados para ser la pareja ideal de sus etapas. Los circuitos empleados en los previos de Pass responden también a su ideal minimalista, y desde aquel Aleph-P de los noventa, se pasó a los previos de la serie “X” y ahora a los “XP” cuyo nivel de entrada, el XP-10, es el que nos acompañará como pareja de la etapa X250.5 en esta prueba.
Previo y etapa
Como decía más arriba, la etapa X250.5 es la segunda evolución de la serie de amplificadores “X” y es una etapa de elevada potencia que declara 250W sobre 8 Omhios y 500W sobre 4, de los que sólo aproximadamente un diez por ciento –unos 20W– se mantienen en clase A. El paso de Clase A a clase AB es muy obvio, porque para eso precisamente sirve la aguja que preside el sólido frontal de la etapa. En cuanto se conecta, esa aguja se queda en torno a la mitad izquierda de la escala, inmóvil sin música o con música a volumen moderado, indicando que está circulando una corriente constante por los transistores de salida, polarizados pues en clase A y “desperdiciando” como calor el sobrante de potencia que no va a los altavoces. Cuando la señal musical aumenta y el altavoz exige más potencia, llega un punto en el que la corriente aumenta con la música: la etapa está ya en clase AB –es decir la música modula la corriente necesaria en los transistores de salida– y la aguja se moverá hacia la derecha, más cuanta más potencia necesitemos, indicando el aumento de la corriente que circula por los transistores de salida.
Dentro de la serie “X” la 250 es la etapa estéreo intermedia. Por debajo hay sólo una más pequeña –la X150– y por encima la X350. Si queremos más potencia hay que irse a las monofónicas. Su tamaño ya es grande, nos costará mucho alojarla en un mueble, y más nos costará moverla con sus 40 kg largos… demasiados ya casi para desplazarla sin ayuda –el que avisa no es traidor–. Cuenta con una entrada con conexión balanceada o, en su defecto y conectando unos puentes que evitan ruidos entre el negativo y la tierra en los XLR, una no balanceada RCA. Las salidas para altavoces cuentan con unas sólidas palomillas que permiten asegurar la conexión, pero también impiden usar bananas. Un interruptor posterior de alta corriente la activa una vez enchufada, y el botón del frontal permite alternar entre el modo de reposo –consume cerca de 30W medidos constantes y se mantiene tibia– o el de funcionamiento normal, donde consume siempre por lo menos 200W y se calienta notablemente…
Mi revisión interna confirmó lo que sabía, es decir que la etapa cuenta con la placa de entrada común a esta generación de amplificadores Pass –con un jumper “no documentado” para aumentar la ganancia de los 26 originales a 30dB, muy útil para quien use previo pasivo–. El espacio interior está ocupado delante por un gran toroidal, detrás por la sección de alimentación que incluye por canal nueve electrolíticos –de diez mil microfaradios a 50V–, y a ambos lados, adosados a sendos disipadores, los 20 transistores –10 parejas– de salida de cada canal. Tanto los componentes electrónicos como las partes metálicas mecánicas muestran que es un aparato de muy buena factura, una joya que podremos mostrar orgullosos en nuestra sala –¡tampoco sería fácil de ocultar!–.
En cuanto al XP-10, es como dije el previo comercial más “sencillo” de Pass. Por encima suyo está el muy similar XP-20, con idéntica electrónica pero con un segundo chasis para albergar la alimentación, mejorada, y luego ya el XP-30; y los nuevos XS, que son otra historia. En una caja de tamaño un poco más compacta de lo normal, el XP10 es un previo de arquitectura interna balanceada que admite cinco fuentes –dos balanceadas– y tiene tanto salidas XLR como RCA. Su sólido mando a distancia permite controlar sus funciones, bastante básicas: selección de fuente, volumen, balance, enmudecido, brillo de la pantalla y activación del “bypass” para usar un procesador externo –sólo con la entrada número cinco–. El frontal cuenta con botones para casi todas las funciones además de ese gran mando giratorio para volumen, que no acciona ningún potenciómetro sino que trabaja con una red de resistencias integrada para aumentar la precisión y minimizar los ruidos. Son 64 pasos de 1dB que permiten una gradación suave y precisa del volumen. El previo tiene una ganancia relativamente baja –4dB– y si nuestra etapa o/y cajas exigen más, es decir si llegáramos al volumen máximo y necesitamos más, se puede activar una ganancia extra en el menú, que quedará indicada con un signo “*” en pantalla.
Por dentro el previo ofrece una construcción excelente, con una alimentación trabajada: gran toroidal de bajo ruido, múltiples condensadores de filtrado –no desentonarían en un amplificador al sumar más de 50.000 microfaradios– y regulación discreta para los voltajes de la sección analógica. Cada canal usa un módulo analógico discreto propio de Pass –UGS– y antes de ellos un integrado DS1802 para el volumen –son estéreo, se usa uno por canal en modo balanceado y se eligieron tras muchas pruebas de circuitos similares–. Por cierto que de salida este circuito necesita condensadores de acoplo –usa Elna Silmic en paralelo con MKP–. Entradas y salidas usan conectores de gran calidad y relés para activar o desactivar cada función.
Escucha
Como escribí al principio podría decirse que Pass es “mi marca”, por cómo me gustan los circuitos y las ideas de su creador, sus productos, y desde luego su sonido. Por lo tanto me costó poco aceptar realizar esta prueba, porque además me permitiría comprobar en mis propios equipos qué podían dar de sí tanto el conjunto, como previo y etapa por separado. Y aunque probé brevemente la etapa con las cajas que ahora reinan en mi equipo del sótano –Ramallo Allegro–, su alta sensibilidad hizo que la pareja x250.5 y XP10 pasara la mayor parte del tiempo en el equipo del salón, alimentando las mucho más voraces B&W 802D.
Precisamente esa combinación es la que más chocó cuando empezaron a brotar notas, nada más activar el equipo. Las 802D llenaron de repente el ambiente de notas graves y subgraves que antes no habían estado ahí, el sonido dio un salto de dimensión inesperado: la verdad es que me sorprendió mucho este efecto parecido a activar un subwoofer. Esta etapa, con cajas como éstas, te sumerge en un mar de graves de una forma que te pilla por sorpresa… lo que ya es raro a estas alturas, créanme. Y es un efecto que pude comprobar varias veces haciendo pruebas, daba igual el qué probara: al conectar la x250.5 a las 802D de nuevo aparecían todas esas notas, matices, y sobre todo esos “ruidos extraños” de muy baja frecuencia que aparecen en algunas grabaciones –pasos, incluso un metro o camión que pasaba cerca–. Más de una vez me levanté a ver si el ruido procedía de mi calle, pero no… La X250.5 saca a la luz octavas que permanecían ocultas… ¡es un buen principio!. Esta riqueza en frecuencias bajas hace que la escena gane algo en anchura, pero sobre todo en profundidad, todos los elementos parecen sonar desde posiciones más lejanas y bien metidas en la pared del fondo.
Hablando de primeras impresiones, la entrada en juego del previo XP10 produce un curioso efecto, una cierta “homogeneización” del timbre. Las diferentes fuentes digitales por ejemplo de repente tomaban un tono más parecido. Es algo que en el pasado sólo me había ocurrido con algún previo a válvulas, el conseguir que todo sonara “bien”, el sacar lo mejor de cada fuente. Tengo que recordar que suelo usar previos pasivos y estos se apoyan en las salidas de las fuentes para atacar las etapas –sólo atenúan la señal–, de forma que no es raro que una fuente esté, digamos, “forzada”, según sea el diseño de su salida y el de la entrada de la etapa.
La potencia de la X250 me pareció perfectamente adecuada: sólo escuchando a niveles que yo llamaría “muy altos” conseguía que la aguja empezara a moverse ligeramente, curiosamente lo hacía más con voces que con música rica en graves, lo que confirma qué compleja y rica en frecuencias y armónicos es la voz humana. Pero también me queda muy claro que a poco que contáramos con más metros, cobran mucho sentido sus hermanas mayores, ya sea la 350 o las monofónicas. Aunque debo dejar claro que, una cosa es ver que la aguja empieza a moverse –indicando solamente que salimos de clase A–, y otra muy diferente que la etapa se quede sin aliento. Con la aguja agitándose a gusto con música muy dinámica o un buen coro y volumen muy alto, se mantenía la dinámica sin compresión –con la impedancia de mis 802D habría unos 500W disponibles– y ese perfil sonoro tan reconocible de las etapas Pass, con buen control, energía pero siempre cierta dulzura.
De hecho, esta etapa me estaba pareciendo algo más dulce, pero también algo más oscura, así que después de las primeras pruebas y de unas cuantas horas y días de disfrute, llegó le momento de empezar a hacer algunas pruebas y cambios. Desde luego lo tenía fácil con mi XA30.5 allí mismo: bastó colocarla cerca para tener ambas calientes –por cierto ambas se calientan mucho–, y cambiar los cables del previo –siempre XP10– hacia una u otra etapa, cambiando también los cables de altavoz lógicamente. Y enseguida pude confirmar dos cosas que por evidentes no resultaron menos sorprendentes, tratándose de dos etapas del mismo fabricante y con unos componentes internos muy similares, si bien con muy diferente ajuste: la XA30 ofrece más definición y un sonido más abierto por arriba, pero también una base, unos cimientos si podemos llamarlo así, mucho menos sólidos que la X250. Comparándolas uno entiende que Pass ofrezca las dos versiones, las dos gamas de hecho porque son dos gamas que discurren en paralelo, pues son dos sonidos bien diferenciados, dos sonidos que se adaptarán a diferentes usuarios… y cajas, no lo olvidemos porque esto depende de cómo cada etapa se adapte a cada caja. No sé si sería tan fácil como contar con una sola gama y un interruptor que permitiera cambiar de un modo a otro –más potencia y clase AB, o menos potencia en clase A– como sí existe en algunos otros fabricantes, pero ésa es la sensación al comparar estas dos etapas. Y, lo peor, es que ¡me cuesta saber cuál prefiero! Creo que elegí bien cuando me quedé mi XA30.5 pues para mi música y nivel de escucha aprecio ese extra de definición –siempre con dulzura–, pero voy a echar mucho de menos el enérgico empuje y la apertura desde abajo de la X250.
Me apetecía mucho probar estos aparatos por separado, y fue un placer probarlos juntos, pero no iba a quedarme con las ganas de comprobar qué podían ofrecerme cada uno por su cuenta. Por eso, y además de las pruebas ya comentadas comparando etapas en el salón, el previo estuvo un tiempo con la etapa XA30.5 en el sótano alimentando las transparentes Allegro y enfrentándose a otras opciones –pasivos o DAC directo–. En este ambiente, en una sala con acústica mucho más controlada y con cajas super-transparentes, pude confirmar aquella sensación que me dio el previo en el otro equipo, y que me sorprende al conocer la filosofía de Pass, es decir, que un previo debería ser lo menos intrusivo posible y limitarse a seleccionar fuente y regular volumen. El XP10 hace algo más, por un lado permite que cada fuente potencie lo mejor de sí misma y por otro lado les aporta a todas una cierta dulzura común, algo que hace que la escucha con él en el sistema siempre sea agradable, pero que cuando me tenía que poner “las gafas de probador” me costara más trabajo, por ejemplo, distinguir entre varios DAC con sus niveles de salida igualados –aparte de los míos tenía uno a prueba en esas fechas–.
La prueba del algodón es enfrentar al previo con un DAC cuya salida tenga control de volumen, es decir que no “necesita” previo, lo que hice con el Auralic Vega. Esta fuente sigue siendo para mí toda una referencia –hay que ascender mucho, mucho, en la escala monetaria para encontrar algo “mejor” y ya estaremos en el terreno de los matices– y entre otras cosas su salida analógica no sólo es detallada y precisa, sino que también sabe evitar irse hacia el lado analítico de las cosas. Por ello, al escuchar el Vega a través del previo Pass aprecié que perdía un punto de su detalle y precisión, pero ganaba ese mismo punto en dulzura, aunque el Auralic no necesitara esa dulzura. Me queda claro que éste es un previo que recomendaría sin dudar a quien esté buscando un sistema musical con el que disfrutar de cada disco y que le ayude a olvidarse del equipo o de sí éste o aquél DAC o lector digital suena más o menos analítico, pero también es un previo que pediría probar antes de decidir a quien sea más amigo de andar buscando el –escurridizo o inexistente– “grial” y que obtenga igual placer cambiando cables que cambiando discos… pues tal vez sería un freno a su afición-obsesión –¿o quizás sería lo que precisamente deberíamos recomendarle?–. Algo a tener en cuenta también es que probé el XP10 con etapas Pass y cajas de buena sensibilidad: su ganancia no es muy alta –aunque se puede aumentar en el menú como comenté–, y es posible que se quedara corta con otras etapas de ganancia algo inferior a la habitual o/y cajas más “duras”.
Al final y aunque el previo Pass parece «homogeneizar” fuentes, ésa es su virtud: conseguir coherencia a cualquier volumen y con cualquier música. De otra forma podemos tener alguna ventaja en transparencia con una fuente directa y un volumen determinado, pero curiosamente no es una ventaja que se mantenga siempre, hay momentos en que notas al equipo «perfecto» y otros en que «falta o sobra algo», mientras que con el previo directo siempre hay un equilibrio.
Conclusiones
La primera sensación siempre permanece, y mi primera impresión cuando probé el conjunto XP10 y X250.5 con las 802D en el salón fue “esto se queda así unos días”, aunque tenía muchas ganas de hacer pruebas con previo y etapa en varias combinaciones. La etapa me ha sorprendido por lo diferente que suena a mi XA30.5, y me he sorprendido a mí mismo por la indecisión de cuál prefiero, pues es difícil renunciar a lo mejor de cada una… El previo me ha gustado mucho cada vez que lo he instalado en un equipo: siempre ha permitido extraer lo mejor de cada sistema, fuentes y etapa, el mando es una gozada, responde siempre inmediatamente… y yo puedo perdonarle esa tendencia que tiene a imponer siempre un “toque” de suavidad muy agradable a todo. Sin duda son dos componentes, por separado o en conjunto, muy recomendables de mi marca favorita, Pass, cuyos productos cuentan con una fiabilidad casi sin igual y cuyo valor de mercado se mantiene como pocos, dos cosas a tener en cuenta también.
Puntos destacados
+ Conjunto equilibrado y versátil, muy musical
+ Fuerza bruta y gran extensión en graves en la etapa
+ Dulzura y equilibrio tonal del previo
+ Funcionalidad y mando a distancia del previo
+ Marca de excelente fiabilidad y muy baja pérdida de valor
– Conectores no válidos para bananas en la etapa
– Ganancia algo limitada en el previo
– Precios de gama muy alta
Pass Labs XP-10 – 7.100€
Pass Labs X250.5 – 10.975€
Distribuye Lyric Audio, www.lyricaudio.com , tel: 979118000
FICHA TECNICA
X250.5
Potencia máxima de salida: 250W por canal (8 Ohm) o 500W por canal (4 Ohm) de los que 20W son en clase A. Ganancia 26dB, respuesta en frecuencia 1’5Hz a 100kHz. Impedancia de entrada 30 kOhm, Damping Factor 150 (8 Ohm). Consumo 300W. Entradas XLR y RCA. Dimensiones (An x Al x Prof) 482 x 234 x 546 mm. Peso 44 kg.
XP10
Pasos del control de volumen: 65. Ganancia 6dB (alternativamente 10dB), respuesta en frecuencia 2Hz a 60kHz (-3dB). Impedancia de entrada 48 kOhm (nivel máximo 11V), impedancia de salida 200 Ohm. Consumo 20W. Entradas y salidas XLR (2 fuentes) y RCA (3 fuentes). Control de balance y función “bypass” (fuente 5, RCA). Dimensiones (An x Al x Prof) 430 x 100 x 300 mm. Peso 13 kg.
EQUIPO UTILIZADO
Fuentes
- Meridian 568 (pre/procesador AV y DAC)
- Buffalo 32SE (DAC)
- Auralic Vega (DAC)
- Technics SL1210, Dynavector XX1L, Fono DACT (fuente analógica)
Cajas acústicas
- B&W 802D
- Ramallo Allegro
Amplificación
- Pass XA30.5
Cableado
- Nordost, Kimber, Siltech