Partiendo de estas premisas, el previo Hera II presenta un sonido muy vivo, apoyado en unos ataques de los instrumentos notable, reforzados éstos por unas frecuencias medio-agudas que adquieren un importante protagonismo en las teclas agudas del piano. Decididamente, escuchando la excelente grabación de la actuación en vivo de Michele Petrucciani «Trio en Tokyo», es imposible que nos quedemos dormidos, con la limpieza, ataque y dinámica, que presenta el piano del desaparecido músico francés. Habrá quien encuentre excesivo el impacto y la limpieza de las teclas agudas del mismo piano, pero si queremos disfrutar del mayor grado de realidad posible, sin sacrificar ningún parámetro en busca de «domesticar» algo su sonido, éste es el resultado. Quizás esta «franqueza sonora» para oídos poco entrenados a él, traiga consigo poder permanecer menos tiempo seguido escuchando música que con mi Wavac PT-T1, apareciendo pues algo más de fatiga auditiva. Seguramente, en este sentido tenga mucho que ver la mayor suavidad que tienen las válvulas Amperex NOS que monta mi previo, en relación con las 6H30P del Rogue, que destacan por su mínima distorsión y máxima linealidad.
Continuando con el resto de frecuencias agudas, su desarrollo es bueno, resaltando más la obtención de una densidad adecuada en dichas frecuencias, que la búsqueda de la mayor extensión posible. Por esta razón el brillo en los agudos que presenta el Rogue Audio Hera II es algo inferior que en mi Wavac, pero de la misma manera los golpeos de los platillos de las percusiones tienen más peso en el metal. En sistemas de gran definición y extensión en las frecuencias agudas, el Hera II puede llegar a conseguir el equilibrio perfecto en el sonido, otorgando en estas frecuencias un poco más de grosor, que permita alcanzar una dosis superior de autenticidad y realismo en la escucha.
Y hablando de realismo, esto precisamente es lo que nos presentan en dosis elevadas, la vital por su importancia franja media. Frecuencias medias que nos dibujan los instrumentos, con un equilibrio tímbrico digno de los mejores previos del mercado. El Rogue Hera II no enfatiza la zona medio-grave buscando una mayor y a su vez artificial calidez, ni adelgaza la misma franja con el fin de lograr una inducida superior limpieza. Las voces, el mayor exponente de la riqueza que el oído humano puede percibir en la escucha de la gama media, tienen una limpieza sobresaliente, al igual que el cuerpo y la calidez necesarias para resultar totalmente naturales.
Naturalidad que se encuentra reforzada por la excelente profundidad de escena que dibuja el Hera II, describiendo las suficientes capas en la misma, que nos permita situar a cada intérprete en su exacta posición. Esa facilidad para imaginarnos a cada instrumento perfectamente ubicado, aumenta el disfrute en la escucha y posibilita una superior relajación. Esta imponente profundidad de escena, sitúa a la anchura de la misma en un escalón inferior, pues sin ser mala, no raya al mismo nivel y mi Wavac la presenta con una superior dimensión horizontal.
El comportamiento del Rogue Hera II reproduciendo bajas frecuencias es muy convincente, entregando un grave profundo y con el peso suficiente, para reproducir cualquier instrumento sea cual sea su tamaño con total credibilidad. El bajo eléctrico del maestro Anthony Jackson suena con impecable definición, llevando sus punteos a un nivel de disfrute superior. Pero igualmente el órgano Hammond de Mauri Sanchís en su fantástico disco «Good Vibes», consigue hacernos temblar con su intensidad y profundidad. El Rogue Hera II nos entrega un grave que se beneficia de la destacable dinámica general de la que dispone. Sin lugar a dudas la bien construida fuente de alimentación externa, tiene mucho que ver con la capacidad de reproducir importantes contrastes dinámicos, ya sea en los ataques particulares de cada uno de los instrumentos, como de la macrodinámica que es capaz de transmitir cuando la grabación lo requiere. Siendo esta dinámica un aspecto claro a destacar, podría alcanzar cotas superlativas sino fuera por un aspecto en el que el Hera II no es tan sumamente brillante, su rapidez.
Rapidez y dinámica son conceptos diferentes, pero claramente están muy relacionados, apoyándose el uno en el otro para acentuar su relevancia. Si la estupenda dinámica de este previo, se acompañara de un poco más de agilidad al mismo tiempo, seguro que nos impresionaría aún más. Pero no podemos pensar que a los ingenieros de Rogue Audio se les ha pasado este detalle por alto, sin tener en cuenta y recordar el sonido de las etapas compañeras del previo, las Apollo. Aunque han pasado unos meses ya desde que las evalué, tengo fresco en mi memoria el recuerdo de su sonido, muy real, directo y rápido. Aquí podemos encontrar la explicación al carácter del Hera II, que sin ser lento, no es tan rápido como el de mi previo Wavac; la de intentar conseguir un entendimiento óptimo con las etapas Apollo, confiriendo a la escucha la pausa y el grado de musicalidad necesaria y complementaria al carácter rápido y muy vivo de dichas etapas. Queda pendiente pues la escucha del conjunto en su totalidad para corroborarlo, aunque podría asegurar que no me equivoco si auguro un equilibrio perfecto entre las dos piezas.
Conclusión
Rogue Audio ha vuelto a demostrar las cualidades que han convertido a la firma, en una de las marcas que presenta una mejor calidad de sonido en su precio. Haciendo gala de su gran versatilidad, presenta un sonido muy real, dinámico y sin concesiones en la búsqueda de un suavidad innecesaria. Perfecto socio de las etapas Apollo, seguro que resulta un compañero más que idóneo para cualquier etapa a transistores rápida y resolutiva, en la búsqueda de conferir ese pequeño toque valvular al sonido.