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Sennheiser HD 660S2: revisando un auténtico superventas para poner una respuesta en graves “pro” y audiófila a la vez al alcance de todos los bolsillos

Una estética austera a la manera Sennheiser (y en consecuencia alemana) más tradicionalista sin dejar de hacer un guiño a lo “pro” constituye la carta de presentación de unos auriculares que a priori aparentan ser “uno más” pero que cuando se ponen a trabajar deslumbran por una respuesta en graves brutal en extensión, control y precisión tonal que se integra a la perfección con el resto de frecuencias. Como consecuencia de ello, los HD 660S2 ofrecen al usuario exigente con inquietudes audiófilas unas prestaciones que en el caso concreto de la zona inferior del espectro solían ser una especie de coto privado de los ingenieros de grabación. Y lo hacen, gracias a la experiencia acumulada en el desarrollo de modelos emblemáticos y las economías de escala que se puede permitir una marca con tanto saber acumulado como la fundada por Fritz Sennheiser en 1945, por un precio difícil de superar por el grueso de sus competidores combinando diseño en Alemania y fabricación en Irlanda. Puede parecer un poco surrealista decirlo a estas alturas, por aquello de la enorme competencia reinante en el mercado de los auriculares, pero lo cierto es que los HD 600S2 logran poner el foco, en el contexto de los diseños más tradicionales, en un tipo de presentación sonora que hasta ahora se creía coto exclusivo de realizaciones mucho más caras o simple y llanamente no era considerada en el ámbito de la escucha High End en la intimidad.

Los HFD 660S2 son, por encima de todo, unos auriculares extraordinariamente efectivos en los que se prioriza lo que verdaderamente importa (aunque sin dejar de lado los detalles prácticos) para ofrecer una relación calidad/precio casi sobrenatural.

Auriculares y extremo grave: un “maridaje” nada fácil

Antes que nada, permítanme una reflexión: cuando en el certamen High End de Munich, donde a alguien como un servidor siempre acaba yendo apurado de tiempo por la sencilla razón de que quiere verlo, tocarlo y escucharlo todo (o casi), al final el paso de los años te acaba obligando a definir una estrategia para que todo pueda realizarse con un mínimo de rigor sin renunciar por ello al placer inherente a una afición que dura ya décadas. En el caso concreto de los equipos completos, tal estrategia es bien simple: entrar en la pertinente sala para dilucidar en unos pocos segundos si dicho equipo “suena” o no, que en mi caso implica básicamente percibir una combinación mínimamente atractiva de precisión tonal, léase nivel de detalle o riqueza de microinformaciones+calidez+capacidad dinámica, y linealidad de la curva de respuesta en frecuencia subjetiva (más incluso que la “objetiva”), dejando la evaluación de la componente espacial para una evaluación posterior supuestamente más pausada. 

En mi opinión, todo lo que acabo de decir se puede aplicar, “a escala” aunque no necesariamente en todo, a la escucha con auriculares, siempre teniendo en cuenta de que el sonido es casi “inyectado” (literalmente en el caso de los diseños intraaurales) en nuestro aparato auditivo. Esto significa que parámetros tan relevantes en la escucha como la capacidad de discriminación deben estar particularmente bien resueltos so pena de que todo se emborrone y acabe provocando la temida fatiga auditiva. Especialmente conflictivas al respecto son las octavas inferiores del espectro, cuya reproducción “no precisa” acaba “enguarrando” la música que estamos escuchando, desvirtuándola por completo y, de nuevo, provocando fatiga auditiva. La conclusión de lo que acabo de decir es que armonizar todas las frecuencias del espectro en un contexto físico tan limitado como la escucha con auriculares constituye un reto nada fácil, en particular si las limitaciones presupuestarias imponen su ley. En principio, nada nuevo bajo el sol si no fuera porque la alemana Sennheiser ha logrado la cuadratura del círculo con sus HD 660S2, unos auriculares de corte marcadamente clásico (circumaurales abiertos con cable para ser exactos) que, se lo aseguro, marcan un antes y un después en materia de graves (tanto cuantitativa como cualitativa) dentro de las realizaciones de su categoría.

HD 660S2: “La experiencia es un grado”

Pues sí, queridos lectores: a nivel externo, los HD 660S2 no son especialmente “pijos”, aunque tampoco “feos”. Son simplemente “discretos a la manera alemana” y, si echamos un vistazo a su ADN, 100% Sennheiser. Sobre dicho ADN habla alto y claro el hecho de que en mayor o menor medida beben de precursores tan ilustres como los HD 580, los HD 600, los HD 650 y los HD 660S, lo que significa que, sobre el papel, nuestros invitados son capaces de ofrecer más por el mismo precio que le inmensa mayoría de sus competidores directos. Iré ya al grano aprovechándome de la proverbial y muy germana afición de Sennheiser por dar a conocer información, y además con cierto detalle, a la hora de presentar un nuevo producto. En el caso que nos ocupa, me permitiré reproducir literalmente el contenido de un bloque que me ha parecido harto interesante para, como siempre me gusta decir, situar el texto en su contexto: “Tradicionalmente, los audiófilos no suelen entusiasmarse en exceso con los subgraves. Pueden estar fácilmente descuidados o hinchados y convertirse en una fuente de distracción. Y esto es una pena porque hay aquí mucho más que experimentar que la pegada visceral de un bombo. ¿Sabía usted que el Si menor de un bajo de 5 cuerdas vibra a 30’9 Hz? ¿O que la nota más baja de un piano para conciertos es 27’5 Hz? Y, por supuesto, los subgraves extendidos hacen también que los géneros musicales con fuerte contenido en graves también suenen fantásticos. Y ahí está el truco de magia: multiplicando por dos el nivel de presión sonora en las frecuencias más bajas hemos conseguido no obstante retener la extraordinaria precisión y balance a través de subgraves, medios/graves y más allá. Más impresionante es ver cómo esto afecta a la experiencia de escucha. La extensión en el extremo grave lo cambia todo al crear más espacio para el sonido. Contra un telón de fondo más profundo, los agudos parecen más brillantes, la escena sonora más profunda y las emociones más intensas.”

La esencia de los HD 660S2 la encontramos en un transductor de nueva generación que en compañía de un elaborado sistema de control del flujo de aire realza la reproducción de las octavas inferiores del espectro sin afectar al resto de frecuencias. Sin duda, un logro notabilísimo.

Sobra decir que una marca como Sennheiser no puede permitirse ni en broma ir de farol, por lo que la pregunta que procede es la siguiente: ¿cómo ha logrado resolver, se sobreentiende que con elegancia, la ecuación anterior en unos auriculares de apenas 600 euros? Obviamente, aprovechándose, como decía anteriormente, de su experiencia prácticamente única en auriculares para “atacar” con precisión una serie de elementos tecnológicos clave. Concretando aún más, puede decirse que la verdadera “madre del cordero” de los HD 660S2 radica en el trabajo realizado en el que sin duda es su componente clave: el transductor. Tal y como les indico en la ficha técnica que figura, como siempre, al final del presente análisis, lo que tenemos es un altavoz electrodinámico de 42 mm de diámetro íntegramente desarrollado y fabricado por Sennheiser del que además sabemos que monta una bobina móvil ultraligera de aluminio y una suspensión periférica mejorada, amén de algo que se da por supuesto en la marca alemana pero nunca viene de más recordar: la seguridad, vía cuidadosa selección a mano, de una tolerancia muy estricta, concretamente 1 dB, entre los transductores que equipan cada HD 660S2 con el fin de maximizar la precisión manteniendo a la vez la tasa de distorsión por debajo del 0’04%. A ello hay que añadir la optimización del flujo de aire en los mismos mediante el uso de un esquema de ventilación optimizado en el motor magnético, siendo el resultado la minimización de la distorsión y un control superior del desplazamiento de aire a través de la rejilla protectora posterior, algo fundamental en unos auriculares abiertos.

Debidamente acompañados, los Sennheiser obran milagros en la reproducción de todo tipo de géneros musicales… y además a cualquier nivel de volumen. Poco más se puede pedir a unos auriculares “clásicos”, y menos aúnb si se tiene en cuenta el precio al que son propuestos.

En un ámbito ya más “mundano” pero igualmente relevante, otros aspectos destacables de la ingeniería de nuestros invitados son la forma elíptica (todo un clásico en Sennheiser) de los cascos, el uso de almohadillas de terciopelo (que para mi gusto dan algo de calor en verano) en los mismos, el extremadamente ligero (para unos auriculares de este tipo) peso del conjunto y el empleo de cables de conexión reforzados con material sintético y equipados con conductores de cobre OFC. ¿Puntos débiles? En principio sólo uno que sólo debe ser considerado como tal si el potencial propietario de los HD 660S2 apuesta fuertemente por la portabilidad: una impedancia de 300 ohmios que obliga a disponer de una electrónica mínimamente “musculada” si de verdad queremos (en principio, de eso se trata) que nuestros invitados rindan al cien por cien.

La escucha: en efecto, Sennheiser nunca va de farol

Probé los Sennheiser en compañía de un conjunto de electrónicas de la británica iFi Audio formado por el “streamer” ZEN Stream, el amplificador de auriculares cien por cien analógico (considero relevante especificarlo) ZEN CAN Signature 6XX y el procesador digital de audio ZEN DAC V2, todo ello apoyado por una contundente biblioteca de música digital (grabaciones “Hi-Res” en su mayoría) gestionada por Roon de la que seleccioné la, para mí, ya archiconocida “playlist” utilizada en la presentación de las monumentales cajas acústicas The Jubilee 75th Anniversary de la estadounidense Klipsch. Como sugería al final del párrafo anterior, considero que los 300 ohmios de impedancia de nuestros invitados invitan a “alimentarlos” debidamente en términos de amplificación si queremos que den lo mejor de sí y la verdad es que el ZEN CAN Signature 6XX les va como anillo al dedo en este sentido.

No es la nada desdeñable extensión de la curva de respuesta en frecuencia de los HD 660S2 (8-41.000 Hz) un dato que impresione particularmente de los mismos pese a ser más que notable. Había, pues, que entrar al trapo y escuchar pìezas que conociéramos bien para comprobar si quienes los han creado nos quieren dar gato por liebre y la verdad es que, en efecto, lo que los Sennheiser nos dan es una “liebre” como la copa de un pino. Empecé con todo un clásico de la audiofilia mundial: el celebérrimo “Cantate Domino”, aquí por cortesía de TIDAL Musical pero inicialmente un LP de la sueca Proprius que más adelante se digitalizó en formato CD y, años después, en SACD. Escuché el tema 9, en el que un precioso órgano con notas situadas en la frontera del grave y el extremo grave acompaña a unas voces impolutas. Los Sennheiser resuelven el desafío sin mayores problemas, restituyendo con autoridad el contenido correspondiente a las octavas inferiores manteniendo intacta la capacidad de discriminación y, lo más interesante de todo, la precisión tonal de la pieza reproducida. También de TIDAL Music, el tema “Within” del celebérrimo álbum Random Access Memories de los Daft Punk sonó impecable, léase preciso y sin la más mínima “sobreactuación”, aunque ahí me quedé con las ganas de escuchar otros temas más “implacables” en lo que a contenido en graves se refiere, caso del espectacular “Giorgio by Moroder”, que para mí es un auténtico referente al respecto. Podría haber escuchado más y más temas hasta el aburrimiento porque los HD 660S2 respondían con supina maestría. Había, pues, que escuchar algo realmente contundente en la zona baja del espectro, y ese “algo” nos lo dio el imponente tema Differently del álbum “Unusual” (TIDAL Music), firmado por el dúo estadounidense Marian Hill. Aquí los Sennheiser hacen honor a los atributos de los que tanto alardean sus diseñadores reproduciendo con una maestría insultante, incluso para unos auriculares varias veces más caros, un bajo electrónico absolutamente monumental en lo cualitativo y en lo cuantitativo. Esto significa que hay precisión, hay control, hay profundidad, hay decibelios (de los que inundan la cabeza del oyente) y, aunque parezca increíble, incluso hay calidez en el sentido purista del término por cuanto ese torrente de graves que todo lo inunda se mantiene separado del resto.

Para finalizar

Sennheiser define los HD 660S2 como “Wired Audiophile Stereo Headphones”. Insiste en lo de “audiófilos” para marcar diferencias con respecto a otros diseños de precio similar (y no tan similar) en los que la obtención de unos buenos graves implica, como decía anteriormente, “enguarrar” en mayor o menor medida el resto de gamas de frecuencias y por lo tanto desnaturalizar el mensaje sonoro. Pero aquí esto no sucede porque la precisión tonal se mantiene intacta con todo tipo de registros, sólo que con el grave y ¡atención! el extremo grave ostentosa pero cuidadosamente realzados, algo que sin ninguna duda debe considerarse como un logro extraordinario… más que extraordinario si, de nuevo, recordamos que nuestros invitados se venden por 599 euros.

Ficha Técnica

  • Configuración: auriculares circumaurales con cable y cascos abiertos por su zona posterior
  • Transductor utilizado: electrodinámico de 42 mm de diámetro con motor magnético de alta potencia (campo magnético de 4’5 mT)
  • Respuesta en frecuencia: 5-41.500 Hz 
  • Impedancia: 300 ohmios
  • Nivel de presión sonora máximo: 104 dB a 1 kHz y 1 Vrms
  • Distorsión armónica total (THD): 0’04% a 1 kHz y 100 dB
  • Peso: 260 g
  • Precio de venta al público recomendado: 599 euros
  • Importador: www.magnetron.es 

 

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