La magia de Shindo y Avantgarde en Ultimate Audio
Nuestros lectores más fieles y aquellos que hayan leído anteriores pruebas o audiciones mías, seguramente habrán dibujado una sonrisa cuando hayan visto que me ponía frente a unos altavoces Avantgarde. Creo que no he escondido que estas cajas de origen alemán y que usan bocinas para conseguir su alto rendimiento nunca han terminado de encajarme. En algunas ocasiones he podido llegar a disfrutar de su sonido, y les he reconocido los méritos técnicos que tienen, pero es de esos productos que por más que te puedan parecer muy buenos en muchas cosas… tienes la certeza de que nunca tendrías unos en tu propio equipo. La expresión de la cara de “ella” cada vez que ve alguna, en foto o en vivo, también deja claro que las Avantgarde sólo se cruzarán en mi camino en audiciones fuera de casa.
Miguel Carvalho, de Ultimate Audio, ahora distribuidor de Avantgarde para Portugal y España, no es ajeno a todo esto. Por eso cuando le dije que iba a estar –como suelo cada verano porque es uno de mis paraísos favoritos– unos días en Sintra, al lado de Lisboa, también sonrió. “Pues qué bien, porque así podrás escuchar unas Avantgarde y esta vez estoy seguro que sí te van a gustar: las escucharás con nuestra nueva electrónica de válvulas, la japonesa Shindo”. ¡Shindo! Últimamente he tenido la suerte de poder difrutar de una de las marcas japonesas míticas, Kondo, gracias a Xubing Zhu –Ars Antiqua Audio–, y ahora podría escuchar productos de otra marca tan mítica como esquiva… hasta ahora. Sí, Ultimate importa para España y Portugal Shindo, y así como Kondo es la exclusividad máxima, Shindo está –dentro de un orden– en el otro extremo.
La filosofía de Shindo es por supuesto que cada uno de sus productos, y me refiero a la “pieza” y no al modelo, sea capaz de transmitir la emoción de la música con el máximo respeto. “Diseñados para que el oyente pueda concentrarse y disfrutar de la música, no para llamar la atención en sí mismos”, dice en su web. Se montan a mano, uno a uno, en Japón, y se usan circuitos sencillos con componentes en su mayor parte “vintage”. Pese a ello, los precios son relativamente asequibles, en línea con productos europeos por ejemplo. Escuchamos en esta ocasión una combinación de previo y etapa: el previo Aurieges y la etapa Montille, que cuestan 5.900 euros cada uno.
Ken Shindo, el fundador de la marca allá por 1977 y fallecido recientemente –2014–, era un gran amante de los vinos franceses. De ahí que sus productos lleven nombres del vecino país, y también de ahí que el acabado de sus chasis sea siempre en ese tono verde botella claro. Combinado con letras doradas, les da uno toque retro muy atractivo, quizás más en directo que en foto. Shindo lo llevan ahora la viuda de Ken –Harumi– y sus hijos Takashi y Yoshinobu. Lo más importante es que han sabido mantener una cierta “magia” que estos aparatos parecen tener más allá de su descripción técnica. Magia que quien los ha escuchado admite. Magia que, anticipo, también me atrapó.
El equipo: un poco retro
Ultimate preparó un sistema con el previo y la etapa Shindo, como decía. Estaba avisado de que los altavoces eran Avantgarde: una pareja de Uno XD –22.980 euros– que es la “pequeña” de la familia –Zero aparte–, no tan pequeña con su casi metro cuarenta centímetros de alto, su bocina de 50 cm de medios –más otra de 18 cm de agudos– y su cajón activo con dos altavoces de 10 pulgadas controlados por sendas etapas internas de 500W –en total son 2kW para graves–.
La parte activa de las Avantgarde va mucho más allá de una potente amplificación y un control de nivel: incluye un potente ecualizador al que se accede con un ordenador y programa, permite medir respuesta, cambiarla… adaptarlo idealmente a la sala. En nuestro caso, la respuesta era la programada en fábrica –es decir habría margen de optimización para la sala, que en este caso tenía un excelente tratamiento–. Como fuente y para mantener el toque retro usamos el reproductor de CD Luxman D-380 –4.790 euros–, por su salida de válvulas. Diré poco del CD porque hizo como los buenos árbitros, es decir pasar desapercibido cumpliendo muy bien su función, pero como veremos el sistema nos acabó gustando mucho y su parte tendrá el Luxman en ello. Y un último elemento también Shindo: el acondicionador de corriente “Mr.T”, un transformador de aislamiento de la propia casa nipona.
Aunque Shindo se suele identificar con sus etapas o amplificadores “single end”, la etapa Montille usa dos parejas de válvulas 6V6 en push-pull para ofrecer 12 W en exquisita clase A. La 6V6 es una válvula bastante usada antiguamente, poco hoy, y hubo una versión de la Montille con EL84 –ya no entiendo– y sí lo hay con otra rareza, CV391, para 20W. Con unas cajas de 107 dB de sensibilidad nada menos, y más con válvulas de por medio, lo primero es acercar el oído: buena noticia, cero ruido. Además de la calidad electrónica Shindo, que incluye no ser ruidosa, se añade que dotan a sus etapas de controles de volumen. No es sólo para poderlas usar directamente con una fuente y sin previo, es sobre todo para poder ajustar su ganancia de forma que el previo combinado pueda usarse en su zona óptima de volumen. Y conseguir combinando ambos –volumen de previo y ganancia de etapa– el mínimo ruido final. Misión cumplida en este caso.
Avantgarde con válvulas
Repasando mis anteriores experiencias con Avantgarde, tras las cuales acabé “decidiendo” que no eran para mí como comentaba al principio, confirmo que de una u otra forma las escuché siempre ampificadas sin válvulas. Y seguramente ahí está la clave: para empezar, qué sentido tienen unas cajas de tan alta sensibilidad si no es para usar amplificación de pocos, pero muy buenos vatios. Aquella frase de que “el importante es el primer vatio” es muy cierta, y estas cajas le sacan mucho partido. Luego está el subjetivo asunto del timbre, del tono que los altavoces con bocinas como las Avantgarde dan al sonido. Hay un “algo” que las válvulas aportan a la música, y ese “algo” hace que nos pase desapercibido lo que fuera que no nos convencía.
Los Shindo desde luego consiguieron ese efecto, y tardé muy poco en darme cuenta. La música me llegaba directa, emocionante, pero también sorprendentemente clara y transparente. El sistema parecía “feliz” pero también “alegre”. Quiero decir que no sólo sonaba dinámico, también lo hacía bonito. Y preciso. Después de escuchar algo de música del anfitrión, escuché piezas con voces y guitarra. Con qué claridad me llegaba la voz de Miguel Poveda y, sobre todo, qué obvio era cuando algo estaba grabado en directo, o en un estudio, o en otro estudio con otro procesado. Dejar a quien ha montado el equipo o al dueño del sistema poner música de entrada es bueno y necesario siempre porque así uno se “ubica”, es decir es una pista de cómo se ha optimizado el equipo o para qué.
Aquí somos ya viejos conocidos aunque con Miguel siempre descubres algo de música interesante. Algunas recomendaciones que me llevo de esta visita: el disco “Minimal Hits” con una interpretación soberbia de “Back to Black” por parte de Carola Ortiz, o el tema “Liberty” de Anette Askvik del disco de igual nombre. Incluso el divertido “Musica Nuda” en vivo, donde el contrabajo hizo trabajar de verdad los cajones Avantgarde para seguir el ritmo y velocidad de la cantante…
Shindo, esa magia
Del mismo modo que afronté esta audición con cierta reserva, igual de rápido pasé a estar convencido. Sí, las Avantgarde con válvulas son otra cosa. Y sí, Shindo suena verdaderamente exquisito… en el sentido español de la palabra –en portugués “esquisito” significa extraño o extravagante–. No puedo decir o saber si la magia radica en el previo Aurieges o en la etapa Montille, pero el conjunto me gustó tanto que si hubiera podido me lo hubiera llevado para probarlo más a fondo en casa. Miento: para disfrutarlo en casa. Viví uno de esos momentos en los que dejas de lado el análisis y pasas a dejarte llevar por la música, por disfrutar del momento. ¿Qué mejor piropo para un equipo de sonido?
Cuando se consigue ese efecto, cuando estás escuchando un sistema que te gusta de ese modo, te dejas llevar y ocurren dos cosas. De un lado, tienes ganas de escuchar hasta el último tema de tus discos o listas de pruebas, temas habituales escuchado decenas de veces en otros tantos sistemas distintos. Pero por otro lado, estás más dispuesto a descubrir cosas nuevas, que gracias a esa magia te gustarán y luego podrás revivir en otro lado.
Exploré unos cuanto temas de lo primero –mis discos–. Ya comenté qué bien sonaban las voces y el flamenco, con música barroca no esperaba menos y no me decepcionó. Excelente reproducción de arias de Haendel, con una escena muy bien organizada en anchura y profundidad, y brutales coros sin aparente límite de volumen… sobrecogedor. Genial cómo permitía distinguir por su timbre y colocación los instrumentos en conjuntos de cámara, y también cuando la orquestra crece hasta una sinfónica.
Hasta ahí, correcto y quizás lógico. Los 12 W de la Montille con los 107 dB combinan y suena bonito… ¿hasta qué punto? Pues hasta el infinito y más allá. Además de algunos temas ya comentados que nos descubrió el anfitrión, un paseo por mis favoritos de Dire Straits o Pink Floyd desveló cuánto –y bueno– pueden hacer unos cajones activos de graves en cualquier sistema. Pese a estar sólo regulados en volumen –aunque con una curva de fábrica supuestamente optimizada para medios y agudos– las Avantgarde Uno XD me dejaron aquí impresionado del todo. Pocas cajas actuales de veinte mil euros pueden presumir de ser tan “completas” a este nivel, y encima con la ventaja de poder –¿tener que?– usar amplificación de poca potencia. Quién dijo que las válvulas y las bocinas sólo servían para música clásica o jazz… La “marcha” del sistema en estas condiciones era sencillamente estupenda, brutal.
Sí, Miguel Carvalho, me convenciste: esta vez sí me gustaron las Avantgarde. Y fue un placer descubrir Shindo… me quedo con ganas de más.