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El siguiente paso. 

En la primera parte de la prueba del conjunto Linn Majik probamos tanto las posibilidades de las cajas 140 como las del DSM, un reproductor en red que además incluye entradas analógicas y digitales –coaxial, óptica y HDMI– y amplificación interna para convertirse en un “receptor” o amplificador integrado muy completo. Y, como vimos, precisamente su amplificación interna es su única limitación, lo único que lo separa de ser un aparato extraordinario, porque tanto la parte de reproducción en red, como la de DAC, como la salida de previo probada atacando etapas de potencia externas, es muy buena.

También comentamos la muy especial forma de afrontar por parte de Linn el trato con sus clientes. Desde la misma instalación del equipo, que se hace con la ayuda del distribuidor para asegurarse que todo funciona como debe –lo que suena a complicado y luego resulta ser muy fácil– hasta el seguimiento posterior, y como ejemplo vimos que cualquiera de los reproductores Linn DS desde hace una década puede recibir la última actualización de “firmware” y aprovechar por ejemplo las ventajas –que comprobamos no son sutiles sino todo lo contrario– del Sound Optimisation.

Linn Majik DSM Exaktbox

Además de las actualizaciones de programación, que son gratuitas –se descargan e instalan con un clic–, Linn tiene también un programa de actualización de “hardware”. Nuestro DSM por ejemplo era inicialmente un modelo anterior a marzo de 2015, momento en que el modelo recibió una puesta al día de placa que además de una mejora de sonido implicaba añadirle salidas “Exakt” –más sobre esto enseguida pues es el sistema protagonista de esta segunda parte de la prueba–. Teniendo uno es posible actualizarse a la placa nueva por un precio inferior al que costaría cambiar el aparato entero.

Y, además de las actualizaciones gratuitas de programación y de las puestas al día de precio razonable de la electrónica, hay otro camino dentro de Linn para mejorar un equipo, algo en lo que los británicos se hicieron famosos en los años noventa: pasar el sistema de “pasivo” a “activo”, y con las nuevas electrónicas Exakt incluso a “activo digital”. Veamos qué significa esto para quien no lo tenga claro…

Cajas activas y cajas pasivas

Lo más acostumbrado o habitual en alta fidelidad es que las cajas sean “pasivas”. Esto lo que significa es lo que todos conocemos: tenemos una o varias fuentes que entregan su señal musical a un amplificador –sea integrado o conjunto de previo y etapa–, éste amplifica la señal al nivel apropiado para los altavoces y estos reciben la señal amplificada, la señal musical completa con todas las frecuencias. Una vez dentro de la caja el filtro separa el mensaje musical “completo” por gamas de frecuencias en función de cuántos altavoces dispone, lo que llamamos “vías”; a ese filtro lo llamamos “filtro pasivo” porque está compuesto de elementos pasivos, es decir resistencias, condensadores y bobinas, en un circuito determinado para realizar su función de separación de las frecuencias.

Linn Majik _140 en pasivo

Es necesario separar las frecuencias no solamente para que cada altavoz pueda reproducir aquellas en las que es “especialista”, sino por protección y para evitar distorsiones. El ejemplo más sencillo sería una caja de dos vías, con un woofer para bajas y medias frecuencias y un tweeter para medios altos y agudos. Las fuentes pasan el mensaje musical completo al previo o integrado, la amplificación amplifica todas las frecuencias y esto llega al filtro. Aquí los componente dedicados a cada vía filtran las frecuencias que no corresponden el altavoz: la parte de altas frecuencias “corta” los bajos y medios para que sólo lleguen al tweeter los medios altos y agudos, y la parte del woofer corta los agudos para que sólo le lleguen las frecuencias medias y graves. Así no sólo cada altavoz trabaja con sus frecuencias “favoritas” o dedicadas, además evitamos que el tweeter se dañe intentando reproducir frecuencias bajas o que el woofer distorsione intentando hacer lo propio con agudos.

Así son y así trabajan –con dos o más vías y filtros más o menos complejos, pero siempre con ese funcionamiento– la mayoría de cajas de sonido de alta fidelidad. Pero hay otra forma de hacerlo, que consiste en de alguna forma darle la vuelta totalmente al sistema, y que es el usado por las cajas activas, menos comunes entre aficionados pero muy usadas en audio profesional. En una caja activa, no hay ningún filtro entre el amplificador y los altavoces: cada etapa está dedicada a una vía, a unas frecuencias determinadas, y ataca directamente su altavoz. Para evitar que un altavoz reciba las frecuencias que no puede reproducir –lo que provocaría como decíamos más arriba distorsión o incluso daños– en las cajas activas el filtro está ANTES que la amplificación.

Linn Majik cajas cuatriamplificadas

Es decir, en un sistema activo el previo recibe las señales de las fuentes igual que en uno pasivo, pero a partir de ahí la cosa cambia porque el previo no ataca directamente una etapa de amplificación, sino que antes está el filtro, que llamamos filtro activo y que viene a ser como un previo –maneja nivel de señal de modulación, o sea de fuente o previo, no de altavoz– pero dedicado a separar las señales “completas” –todas las frecuencias– que le llegan en señales “dedicadas” –graves, medos, agudos, etcétera– en función de las vías que tenga la caja que vayamos a mover. Y, en función de cuántas sean esas vías, así necesitaremos otras tantas etapas de amplificación. De paso podemos ver el primer problema o exigencia de este sistema, es decir, no se pueden usar amplificadores integrados –salvo que integren un filtro activo y varias etapas internas claro–.

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