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A propuesta de su importador, Armonía Hifi, me encontré este verano acompañado de unos elegantes y discretos monitores lacados en negro: tener esta pareja de esbeltos finlandeses en casa, con sus altavoces ScanSpeak de las mejores series, prometía ser interesante. Aunque me gusta probar todo tipo de aparatos y accesorios, reconozco que probar unas cajas siempre es más estimulante. Son el componente que más cambia el sonido que percibimos, también por ello pueden ser el más “personal” o subjetivo, no sólo por cómo nos guste su perfil sonoro o presentación, sino por cómo encaje con nuestra sala y electrónica. También por este motivo me gusta probar cajas, pues está el reto de comparar con ellas diferentes posibilidades hasta ver la que mejor encaja… y que no siempre es la misma, afortunadamente; lo digo porque esto hace de nuestra afición algo más subjetivo, más personal, digamos más cercano al arte que a la ciencia, aunque haya mucho de ciencia por detrás.

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Todo esto viene a cuento porque estos altavoces reflejan precisamente esto, cuánto hay “detrás”. Ole Witthoft, fundador de System Audio en 1984 y su jefe de diseño todavía hoy, se propuso hacer algo diferente como fabricante. Puso en marcha lo que llamaron internamente “Proyecto Q113”, convocando públicamente a través de un foro danés un concurso de ideas para que quien quisiera pudiera aportar sus propuestas para hacer el mejor monitor compacto posible. Esto se lanzó en febrero de 2012 y el objetivo era que el altavoz estuviera definido al cien por cien durante el primer trimestre de 2013… de ahí el nombre “Quarter 1, 13”… o Q113.

De todas las ideas surgieron cuatro modelos de altavoz, y esos cuatro modelos fueron sometidos a una serie de pruebas de escucha, muchas de ellas “ciegas”, por las que pasaron hasta 110 personas, técnicos miembros del foro danés de altavoces, a los que se sumaron los propios ingenieros y diseñadores de System Audio y también de ScanSpeak, que era la encargada de fabricar los drivers. Como la propia System Audio afirma, los Pandion 2 son altavoces sin nada que esconder, pues todo el mundo puede acceder a sus planos y características finales que quedaron publicados en un blog técnico al que se puede acceder desde la web del fabricante system-audio.com y que suma 75 artículos dedicados a este proyecto en sus diferentes facetas –es interesante ver cómo se probaron formas muy diferentes para el recinto por ejemplo–. ¿De dónde viene el nombre? Pues de un ave rapaz, conocida como “aguila pescadora” y cuyo nombre latín es Pandion haliaetus, capaz de cubrir como terreno de caza o pesca una gran área: también estos altavoces nacieron agrupando ideas procedentes de muy diferentes direcciones.

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Los altavoces usados finalmente fueron un woofer de 13 centímetros de la serie Revelator de ScanSpeak, aunque es un modelo desarrollado específicamente para este proyecto: referencia 15W4531G para los curiosos, pero con el sufijo Q113… ya sabemos por qué; estas unidades tienen como sabemos cono de papel –fibras de madera– acabado con unos cortes semiradiales barnizados, y cuentan con una capacidad de movimiento extraordinaria de 22 mm. El tweeter también de ScanSpeak, serie Classic de cúpula de seda –33 mm– en su caso, incluye una pequeña guía de ondas y tiene muy trabajada la parte trasera para evitar resonancias indeseadas; es el modelo D2905, también con especificación especial “Q113”.

Ya que estamos con la descripción física de los System Audio Pandion 2, no es una sorpresa en un producto danés un nivel de construcción irreprochable. La madera está perfectamente trabajada consiguiendo esa forma que se lleva ahora tanto con una trasera más estrecha y paredes laterales curvas, y el lacado –negro brillante en las mías– les da ese aspecto moderno y lujoso, aunque también es verdad que se convierten en un imán de huellas digitales o polvo: es bueno tener a mano un paño de microfibra para que luzcan siempre ideales. Con sus dimensiones de apenas 34 cm de alto por 26 cm de profundo y 19 cm de ancho en el frontal, son cajas realmente muy discretas. Una monada.

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Estos altavoces son bass-reflex, cuya salida es trasera a la altura del tweeter –parte superior– con un tubo de considerable diámetro de algo más de 5 centímetros. Una curiosidad de la caja es que es “cerrada” por detrás: los terminales de conexión –una sola pareja, de excelente calidad– atraviesan la pared del altavoz y el filtro está montado dentro, de forma que para acceder a él hay que desmontar el woofer, por lo visto para no perjudicar la rigidez de la estructura de madera. Es cierto que en algunos altavoces a veces deja que desear bastante la placa donde se monta el filtro, una buena idea pues y que permite un acabado perfecto. El filtro en sí es bastante elaborado, con el corte exactamente situado en 2kHz y con pendientes muy pronunciadas –24dB/octava–, y tiene una curiosidad: el interruptor trasero que permite atenuar ligeramente los agudos de -3dB a 20kHz, para adaptarlo a salas muy reflectantes o “brillantes” –o quizás debería añadir también a electrónicas con esa tendencia–.

Escucha

Ernesto, alma máter de Armonía Hifi, no tenía muy claro cuántas horas podían tener estos altavoces ya que los había tenido en exposición pero sonando ocasionalmente, así que de entrada los llevé a mi equipo del sótano –que en verano oficia de despacho al estar más fresco– para dejarlos sonando un buen número de horas y asegurarme que las suspensiones de esos woofer relativamente pequeños estuvieran bien “sueltas”. Con música de fondo y alguna escucha más dedicada ocasional para ver qué tal iban evolucionando, me llevé buenas impresiones y algo destacó: por la forma de entregar las notas más graves me recordaron mucho a los monitores Merlin TSM que tanto tiempo me estuvieron acompañando, y que desgraciadamente son ya irrepetibles por la pérdida de su creador Bobby Palkovic (DEP).

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Lo curioso es que las Merlin eran cajas de mayor volumen y con un woofer más grande –6’25 pulgadas– aunque cerradas, mientras las System Audio son más compactas y llevan un 5’5 pulgadas, aunque son abiertas –reflex–. El grave parecía muy lineal, siempre algo tímido, pero sin que algunas notas o frecuencias determinadas dominaran sobre otras, algo que suele ser así precisamente en cajas cerradas pero que suele ser justo al contrario cuando un fabricante pretende extraer algo que parezca un “buen grave” de una caja pequeña, a base de algún pico notable que acaba enmascarando otras frecuencias. Nada de eso con las Pandion 2, que en el otro extremo del espectro audible –agudos– sonaban muy dulces, incluso algo tímidas, en mi sótano que por sus características acústicas tienden a comerse un poco esa parte –mucho material amortiguante y mucha difusión–. También aprecié que, teniéndolas con música de fondo, no aparecía nunca fatiga auditiva y al moverme por el sótano no percibía grandes cambios tonales.

Cuando di por finalizado el “rodaje” les dediqué más atención, todavía en el sótano y con el pequeño y capaz integrado de Crayon cuya prueba publicamos recientemente. Las System Audio confirmaron una excelente linearidad de respuesta, con un grave particularmente bien definido y ausente de “picos”, perfecto para disfrutar de un disco como el “The Cello Suites – Inspired by Bach” de Yo-Yo Ma que hacía mucho no escuchaba. Con más intérpretes la escena presentada destacaba en profundidad más que en amplitud, y no tardé en cambiar de escenario porque tenía muchas ganas de ver qué tal se llevarían –acústicamente pues estéticamente ya sabía que pasaban con nota alta– con mi salón.

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No me llevé ninguna sorpresa negativa, y al jugar con su colocación descubrí que ese grave tan lineal que me llamó la atención en el sótano aún me reservaba una sorpresa mayor en el salón, de acústica menos óptima y con un modo resonante notable en unos 35 Hz. Bien, pues estas cajas consiguieron algo que sin corrección nunca había visto o mejor dicho escuchado: salvo que las colocara muy cerca –menos de 30 cm– de la pared trasera, no llegaban a excitar ese modo de sala a pesar de estar dando un buen grave en esa frecuencia y –gracias a la ayuda de la propia sala– incluso algo más abajo. Ni siquiera las citadas Merlin TSM, con su grave rápido pero tímido y de lineal bajada por su caja cerrada, habían conseguido algo así.

Y ya que estamos con las frecuencias más bajas, decir que por ahí es por dónde más me exigieron las System Audio a la hora de probar diferentes amplificaciones. El mencionado Crayon destaca curiosamente –porque al usar una fuente de alimentación conmutada uno con perjuicios diría que no es posible– por su garra y energía en graves, pero descubrí que las Pandion eran capaces de dar todavía “más” en ese aspecto si las movía con otra cosa: las monofónicas Hypex –son Ncore 400 con su alimentación en cajas separadas– extrajeron de las cajas finlandesas un grave de más impacto y extensión, y que aún así seguía sin excitar ese indeseable modo resonante de mi salón. Un corte muy bueno para probar todo esto es el “Ride Across the River” de Dire Straits del disco Brothers in Arms, porque tiene tanto grave continuo –presencia– como golpes de batería –impacto– y con las etapas en clase D el sonido no parecía provenir de unas cajas tan pequeñas con un woofer de poco más de 5 pulgadas, y era de mucha más calidad que lo que suelen dar cajas así cuando intentan entregar lo que no tienen.

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El resto del espectro seguía esa tendencia que ya descubrí en el sótano. En el salón, de acústica más brillante, el agudo seguía sin ser nada agresivo y de hecho sólo probé en una ocasión el interruptor trasero que lo “dulcifica” aún más porque, si acaso, diría que es tímido de por sí. El Crayon ofrecía en la parte alta un poco más de detalle que las etapas Hypex, pero apenas aprecié diferencias entre ambas amplificaciones quitando lo comentado en graves: si me quedara estas cajas las movería con las holandesas antes que con el austriaco, pensé.

Mientras pasaban los temas y los días, y seguía disfrutando de un equipo tan bonito y agradable de escuchar –sí, entrar al salón y ver las cajitas a mí también me gusta–, no dejaba de pensar de vez en cuándo qué tal sonarían con válvulas, porque al ver que necesitaban garra en grave lo había descartado un poco pero… a veces me faltaba algo de apertura, echaba de menos “algo” en algunos discos y así lo veo reflejado en algunas de mis notas. Así que subí mi Gran Filarmonía, que con cuatro EL34 por canal y una respuesta en frecuencia que es la envidia de muchas amplificaciones de transistores, quizás podría aportar esa información que no me terminaba de llegar.

Acerté de lleno. El grave perdió el impacto de las Hypex y algo de la extensión del Crayon, pero a cambio el sonido ganó muchos puntos en todo, y la escena pasó de ser una reproducción tridimiensional a ser sencillamente “real”. La información de medias y altas frecuencias ofrecida sin recortes y con el toque mágico de las válvulas convirtió las System Audio en unas cajas capaces de trasladarnos delante a los intérpretes: el ambiente extra, la escena profunda –siempre más profunda que ancha– y los detalles a cualquier frecuencia, desde las vibraciones de las cuerdas del cello de Yo-Yo Ma hasta los platillos de una batería o el triángulo de una orquestra, pasaron de “agradables” a “deliciosos”. No era un conjunto tan bueno para Dire Straits o Madonna, las notas subgraves de algunos temas de Ludovico Einaudi se escuchaban sin sobrecogerme, pero a cambio los conjuntos de jazz o de cámara sonaban muy reales. Desde Oscar Peterson a Silvia Pérez Cruz, pasando por Roberta Gambarini o Emilie Claire Barlow, me quedé escuchando cada tema hasta el final y buscando el disco entero en el servidor para ponerlo y despreocuparme. Qué reales eran las cantantes, qué bien colocados esos chasquidos de dedos o pequeños ruidos que a veces parecen “despegados” de donde deben venir…

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Cuando todo esto ocurre, cuando te pones a escuchar en “modo probador” y acabas disfrutando en “modo aficionado”, es que el equipo ha conseguido ganarse tu total atención, es que ha conseguido esa magia que todos buscamos en un equipo de música. Estas cajas son un acierto, suenan “grandes” aunque no lo son, e insertadas en el equipo de cine no desmerecieron en ningún momento. Exigen en cuanto amplificación porque cambiaron de carácter cuando cambié de etapa o integrado, y de hecho me quedé alternando entre las Hypex y el Gran Filarmonía según qué música o película tocaba. Pero no exigen en cuanto a su colocación, porque la excelente dispersión que presentan permite que se disfruten desde un amplio margen de posiciones, es decir no son críticas en cuanto al “punto ideal” de escucha y de hecho cuando están sonando puedes estar haciendo otras cosas en la sala y seguir disfrutando de la música –escena aparte claro–.

No hay muchas cajas en este precio de estética tan amable y construcción tan buena –en componentes sólo los altavoces usados suman un porcentaje notable del precio final de las cajas–. Me gusta su estética, y me gusta más que acústicamente sean tan poco críticas en cuanto a colocación o sala, algo muy poco habitual, por no decir casi único, cuando hablamos de los graves, que suelen ser el gran problema de la mayoría de salas domésticas apenas o nada tratadas. Unos monitores a tener muy en cuenta.

Puntos destacados

Elegantes y discretos (compactos)
Escena profunda y muy real
Grave con un gran control
Colocación poco crítica
Perfil sonoro cálido
Muy baja fatiga a largo plazo
– Exigentes con la amplificación

PVP: 3.400 euros

Distribuye Armonia Hi-fi

FICHA TÉCNICA

Altavoces de dos vías, recinto bass reflex con salida trasera. Tweeter: téxtil ScanSpeak de 33mm. Woofer: ScanSpeak Revelator 15W4531 con cono de papel tratado de 5’5 pulgadas. Corte del filtro: 2.000 Hz a 24dB/octava. Sensibilidad: 87 dB. Impedancia: entre 4 y 8 ohm. Respuesta en frecuencia (+-1’5dB): 40-25.000 Hz. Dimensiones (Al x An x Prof): 345 x 190 x 265 mm. Peso neto: 8 kg. Disponibles en lacado blanco o negro solamente.

EQUIPO UTILIZADO EN LA PRUEBA

Amplificación

  • Ars Sonum Gran Filarmonía (integrado válvulas)
  • Hypex Nc400 (etapas mono)
  • Crayon CIA-1 (integrado)

Fuentes

  • Linn Akurate DSM
  • Linn Sneaky DS

Cableado

  • Nordost, Siltech, Kimber

 

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