El origen de Thales.
No fue hasta octubre del 2010 que oí por primera vez de la existencia de la firma de origen suizo Thales, liderada por el joven ingeniero, músico y relojero Micha Huber, que se ha posicionado en el mercado de la alta fidelidad internacional como referencia en la elaboración de brazos, gracias a su diseño de tres puntos pivotantes, en sus dos versiones: Original (de magnesio) y AV (de aluminio anodizado). Un brazo que rompe todos los esquemas en cuanto a su diseño, debido a su lograda ingeniería y calidad en la lectura gracias al movimiento variable del portacápsulas, el cual queda liberado de la rigidez de los brazos tradicionales mono pivotados, comportándose como si de un brazo tangencial habláramos, gracias a un segundo tubo al que se adhiere y que facilita una variación del ángulo de lectura.
Este tipo de aplicación se rige por la llamada geometría Tetragron y no es algo nuevo, ya en 1953 Burne-Jones patentó un brazo de doble tubo, pero no fue hasta 1970 que el fabricante inglés Garrard verdaderamente dio a conocer este tipo de funcionamiento con el modelo Zero 100. Sin embargo en ambos casos debido a la complejidad del ajuste y por lo tanto de una posible mala lectura, no tuvieron el éxito deseado.
El brazo Simplicity es un brazo elaborado en aluminio y rematado en bronce adonizado. Su diferencia principal respecto al modelo Original es que se basa en cuatro puntos pivotantes en vez de en tres, lo cual estéticamente es mucho menos complejo, y funcionalmente es mucho más accesible y manejable. Para poder pivotar sobre cuatro puntos el brazo está compuesto de dos tubos, dispuestos de modo pseudo-paralelo, finalizados en un puente que los une y que funciona de portacápsulas, pudiendo así pivotar en el ángulo horizontal como pide la geometría Tetragon. Sin duda una idea más que original que produce, según el fabricante, un microerror de lectura máximo en su punto más crítico de 0,008 grados, verdaderamente despreciable tratándose de un brazo de 9”.
Con una masa de 19 gramos y cableado en cobre de alta pureza está preparado para acoger la mayor parte de cápsulas de alta gama del mercado, así pues viendo las características del brazo, entendí que la mejor prueba que podría haber para él no era otra más que evaluarlo con mi propia cápsula, una Lyra Skala, cuyo valor de complianza es perfectamente adecuado para este caso, y cuyo sonido conozco como la palma de mi mano.
Evidentemente para poder probar este atractivo brazo necesitaba a su media naranja que, según el fabricante, no es otro que el Thales TTT-Compact. Evolución del modelo original, el TTT-1, este nuevo plato está fabricado en un solo bloque de duraluminio de grado aeronáutico (más el platter) e incluye una batería para su funcionamiento, batería que una vez cargada posibilita no necesitar enchufarlo a la red durante la audición. Sin duda una muy buena idea, que lima las posibles asperezas en estabilidad de funcionamiento que pudiera originar la variación de frecuencia y/o voltaje de la red eléctrica en nuestro domicilio.
Esta batería tiene dos particularidades, aguantar un máximo de 18 horas de autonomía gracias a su gran capacidad de 1kW y no perder propiedades a lo largo de su funcionamiento, consiguiendo así una estabilidad de giro perfecta en todo momento hasta su ausencia de funcionamiento.
Puesta a punto
El plato es de diseño simple y está compuesto de dos piezas principales, el plinto y el platter, realizados en duraluminio, lo cual confiere unas bajas tasas de resonancia evidentes. Su montaje es muy sencillo pues simplemente hay que darle la vuelta a dos piezas que bloquean el movimiento de giro del platter y una vez fijadas, montar encima el platter. Por otro lado se adjunta una batería multivoltaje externa de plástico para la recarga de baterías. Una vez montado y presentado sorprende su pequeño tamaño, pero también su robustez, elegancia y acabados. Dispone de tres patas con terminación redondeada para un correcto nivel y desacople del mueble en el que se instale.