Tras revisar de nuevo todos y cada uno de los pasos concienzudamente, por fin conseguí un ajuste más que adecuado del tándem Thales en mi sistema y no era momento más que de su evaluación sónica.
Para conectarlo a mi previo de fono LFD MC-2 me ayudé de un cable de alta gama Furutech con conectores single ended-RCA.
Quizá utilizar tamaños más homogéneos de llave en las cabezas de los tornillos hubiera servido de ayuda para reducir el número de llaves necesarias para realizar todos los ajustes del brazo, aunque esto también le confiere cierto toque de precisión milimétrica, planteamiento tan acorde con la mentalidad de su país natal.
Finalmente quise evaluar precisión de la velocidad del plato. Para ello me ayudé de la Dr. Fecikert Platter Speed App para Iphone midiendo un tono puro de 3150Hz. Los valores que obtuve para este tono son de 3154,4Hz –la cual es muy buena con lo que obvié el ajuste fino de velocidad de giro- y con una desviación de +/-4,1Hz en modulación, actualmente la mejor medición que he podido medir en un plato por accionamiento de correa, ¡bravo!
Cabe destacar la precisión en simetría y sinusoidalidad de la frecuencia obtenida, digno de los mejores platos de tracción directa. Sin duda convencido estoy de que el funcionamiento a baterías aquí tiene mucho que decir.
¿Cómo suena?
Uno de los puntos que más me ha llamado la atención, ha sido sin lugar a dudas el tratamiento del medio-grave y grave que realiza el conjunto. Contundente, articulado, pleno de resolución, con una paleta tímbrica deliciosa y completa, la cual me ha permitido realizar preciosas audiciones, especialmente en discos de jazz/rock donde tan difícil es poder estar satisfecho al 100% con nuestros conjuntos analógicos.
Gracias a la exhibición de un nivel fantástico de microinformación, en orquestas sinfónicas uno es capaz de discernir de un modo cuasi ideal dentro de masas orquestales, los instrumentos por sí mismos, esto es, discrimina de modo excepcional lo particular de lo general, posibilitando así un mayor entendimiento musical entre la intención de la pieza y su oyente. Simplemente emocionante.
Dentro de apartados más específicos, destacaría algunos puntos, como la excelente estabilidad escénica tanto en altura como anchura y profundidad. Los sonidos surgen en su espacio de un modo preciso, lo cual favorece a apreciar su correcta dimensión y localización. Claramente ayudado por los excelentemente marcados -gracias a la excelente relación señal ruido que produce un contundente black backness- transitorios y caídas de las notas. Transparencia y presencia en sentido estricto, un lujo.
Pero la escena no sólo es precisa aportando el correcto volumen de voces e instrumentos, además gracias a lo comentado está dentro de un gran marco escénico que aporta realismo, tamaño y credibilidad.
Dentro de los apartados más difíciles dentro del mundo del vinilo, es la correcta restitución de las sibilancias, especialmente acusada en voces femeninas. En este caso no tuve absolutamente ninguna sensación de exceso de presencia o interacción en la música, son reproducidas de un modo natural como pocas veces he tenido la oportunidad de escuchar, sin duda el brazo Simplicity y su gran tracking doy por sentado de que tiene gran parte de la culpa. La naturalidad con la que el tándem Thales restituye las difíciles frecuencias situadas en la zona media/alta y alta es tal, que el oyente percibe una sensación de solidez sónica (falta de delgadez o artificialidad) la cual resulta tan real que simplemente proporciona que te dejes llevar pinchando una y otra vez tus discos preferidos sea cual fuere su tipo o género musical elegido.