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Thorens TD 1601: reinventando un superclásico del audio

El protagonista del presente análisis es un giradiscos firmado por el decano de la especialidad, amén de inventor de la tan simple como efectiva –y, por supuesto, plenamente vigente- tracción por correa: la veteranísima firma Thorens, inicialmente suiza –fue fundada en 1883 por Hermann Thorens en la localidad helvética de Sainte-Croix- y, después de unos cuantos altibajos empresariales, hoy alemana. Nuestro invitado se llama TD 1601, fue lanzado al mercado en el año 2019 y su ADN bebe de una invención emblemática de Thorens: el subchasis suspendido, una solución introducida por vez primera en el asequible modelo TD 150, comercializado en 1965, que ahora mismo, casi seis décadas después, continúan utilizando otros nombres legendarios de la lectura de vinilos, caso de la escocesa Linn. Premiado por la asociación de publicaciones especializadas mundial EISA con el galardón al Mejor Giradiscos de 2020-2021, el TD 1601 es un magnífico ejemplo de una filosofía que tiene por objeto revitalizar grandes diseños del pasado –ahí está el TD 124 DD, que aplica la tracción directa a un icono de la tracción por correa, el mítico TD 124, comercializado en 1957- con las tecnologías más avanzadas. El resultado es, por supuesto, un producto destinado a convertirse en un futuro gran clásico.

A nivel formal, del TD 1601 hay que destacar su estética clásica, el uso de una fuente de alimentación externa de alta calidad y la posibilidad de conexión en modo balanceado que ofrece.

Thorens: una estrecha relación con la Alta Fidelidad

Si la memoria no me falla, mi primera “inmersión” en la pasión que nos une fue –con permiso de tiendas emblemáticas como la barcelonesa Aixelà, precursora de la también barcelonesa Audio Reference- la edición del salón Sonimag celebrada en 1975 o en 1976. Allí había giradiscos de marcas –algunas todavía en activo- como JVC, Luxman, Revox, Harman Kardon, Miro-Seiki, Bang & Olufsen (importada entonces por una empresa madrileña llamada Atomium) o ADC. Creo que Thorens también estaba presente, a la vez que creo recordar que Linn presentó en su momento el LP12 original a puerta cerrada aunque coincidiendo con el evento barcelonés. Lo que sí recuerdo con precisión es que a nivel de equipos “particulares” me impactó especialmente uno propiedad del padre de un amigo de mi adolescencia -3º de BUP, es decir cuando tenía 16 años- cuya fuente de sonido principal era precisamente un Thorens  “predecesor” del que protagoniza este banco de pruebas, léase una de las versiones del TD 160.

Un poco de teoría sobre la lectura de discos de vinilos

Lo analógico, pese a constituir, por su propia definición, una “analogía con respecto al mundo real”, es intrínsecamente imperfecto y tanto el disco de vinilo como las herramientas necesarias para reproducirlo reflejan fielmente tal “imperfección”. Porque, si lo miramos con ojos de ingeniero, que para escuchar música se necesite tanta “cacharrería” no deja de ser un engorro teniendo a tiro la elegancia suprema del “streaming” (y no digamos ya si es en alta resolución). Pero sarna con gusto no pica, a lo que se añade el atractivo y el “glamour” inherentes a lo que no cuadra con lo cuantificable, amén del inmenso placer que comporta el hecho de que el sonido de un sistema de audio –tanto de 1.500 euros como de 1.500.000 euros- que incluya un lector de vinilos como fuente principal cambia por completo mediante la simple sustitución de la cápsula fonocaptora que tengamos por otra. Por lo tanto, ¿cuál es la misión de un giradiscos y qué necesitamos para que lleve a cabo su misión con las máximas garantías? En esencia, conseguir una plataforma estable y aislada de posibles vibraciones que gire a la velocidad correcta –idealmente exacta- para que la cápsula fonocaptora, a su vez debidamente montada y ajustada en el brazo de lectura, pueda explorar con un error mínimo –si puede ser nulo, situación que sólo se produce con los brazos tangenciales- el surco de nuestros vinilos favoritos. Una misión aparentemente modesta pero no tan sencilla en función del grado de exigencia que tengamos, porque al ser mecánicos la inmensa mayoría de componentes implicados el margen de que dispone el pertinente diseñador para “complicarse la vida” es virtualmente ilimitado. Por lo tanto, intentemos resumir un poco todas estas reflexiones en varios puntos clave:

*Aislamiento frente a vibraciones: Durante la lectura, lo ideal es que nuestro disco esté completamente aislado del mundo que le rodea. Esto lleva a soluciones varias que van desde la contraplatina –o subchasis- flotante hasta la levitación magnética, pasando por el uso de bases de granito, columnas metálicas y/o la separación física del sistema de lectura propiamente dicho y el motor de arrastre (en el caso de que la tracción sea por correa). Cuestión, como siempre, de presupuesto, pero también de gustos. Al aislamiento de las vibraciones externas también contribuye poderosamente el plato propiamente dicho, que idealmente debería ser lo más masivo posible –para que así la inercia a posibles cambios de velocidad inesperados preserve la estabilidad de la rotación- y, por supuesto, construido en un material lo más neutro posible desde el punto de vista acústico, siendo en este último aspecto el uso de estructuras “sandwich” cuidadosamente diseñadas la solución más efectiva a todos los niveles.

*Estabilidad de la rotación: Aquí hay que saber que la inmensa mayoría de giradiscos existentes en el mercado utiliza el sistema de tracción por correa, inventado por la suiza Thorens hace más de 100 años y que pese a su simplicidad formal –aunque algunos diseñadores han conseguido poner a punto declinaciones muy “estéticas” al respecto- aporta unos resultados excelentes en términos de sonido, a la vez que su bajo coste permite incorporarlo en todo tipo de modelos con unos resultados excelentes. Luego está la denominada tracción directa, esencialmente “electromagnética”, que al implicar la presencia de bobinas justo debajo del plato, hace que no pocos puristas le tengan –no sin razón- una gran desconfianza. Muy popular en Japón en las décadas de los 70’ y 80’, la tracción directa sigue siendo utilizado por marcas con filosofías tan diferentes como las alemanas Brinkmann y Thorens y la japonesa Technics. Al sistema de giro se le pueden añadir elementos que contribuyan a que la velocidad sea la que debe ser, en principio 33 ó 45 revoluciones por minuto. Es el caso de los circuitos de regulación electrónica de la velocidad, el uso de volantes de inercia (“flywheel”, que se intercala entre el motor de arrastre y el plato) o, mejor que mejor, las dos cosas.

*Estabilidad del disco: Para que el sistema de lectura, es decir el conjunto brazo-cápsula- pueda realizar su trabajo sin contratiempos, la superficie del disco debe ser totalmente plana. Una obviedad si no fuera porque en su momento muchos sellos discográficos la pasaron por alto… por no decir otra cosa. Y puesto que no todos los vinilos son de 150-180-200 gramos de edición limitada, hay que ser prácticos y optar por un prensador dedicado –porque en caso contrario puede afectar a la velocidad de rotación- o, la solución perfecta, un sistema de succión por bomba de vacío (caso de las magníficas realizaciones de la nipona TechDAS).

*La cápsula fonocaptora: Aquí hay que saber que hay dos tipos de esquemas de funcionamiento mayoritarios, el imán móvil (MM o “Moving Magnet”) y la bobina móvil (MC o “Moving Coil”). Los diseños MM son más sencillos, a la vez que menos exigentes a la hora de adaptarlos a nuestro amplificador o preamplificador, lo que no impide que algunos modelos –mi veteranísima Shure V15 Type V MR, por ejemplo-sean tremendamente musicales. Por su parte, los modelos MC son más complejos en términos de adaptación como consecuencia de su baja salida -aunque hay en el mercado bastantes modelos con salida alta compatibles con las secciones de fono MM- pero también más musicales y además con “personalidades” sonoras que pueden llegar a ser muy dispares, como ejemplifican magníficamente la Accuphase AC-3, la Ortofon MC7500 y la Lyra Parnassus DCt que voy alternando en mi equipo principal.

Ingeniería del siglo XXI al servicio de la “reinvención” del subchasis suspendido, una solución con más medio siglo sobre sus espaldas que aporta claras mejoras al sonido en términos de fluidez y respuesta en graves.

TDA 1601: “Return of Thorens DNA with additional features”

Asi titula Thorens en su web el escueto apartado dedicado al protagonista del presente análisis. Encarnación moderna del modelo TD 160, lanzado al mercado en 1972 y del que se llegó hasta la versión MKV en la década de los 90’ del siglo pasado, el TD 1601 es muy fácilmente reconocible por su estética de corte “Thorens clásico”. Asi, tenemos un plinto –base- de madera, un plato formato por dos partes con la correa dispuesta internamente, una esterilla de goma gruesa y, una cubierta protectora. Pero, sobre todo, lo que tenemos es una puesta al día de la verdadera “madre del cordero” del TD 1601: un subchasis de MDF que en vez de estar “colgando” de la placa superior descansa sobre tres muelles cónicos amortiguados con espuma montados sobre una pesada placa base perfectamente amortiguada (ver fotografías adjuntas). A su vez, dicha base descansa sobre tres pies ajustables en altura para lograr un equilibrado perfecto del conjunto. A ello ha que añadir el hecho de que la citada placa superior está hecha de Alucobond, formada por un material de grado aeroespacial con estructura de colmena revestido por sus dos caras con lámina de aluminio. La gracia de este esquema es que la disposición de los elementos que la constituyen suprime de manera muy eficaz la tendencia de ciertos diseños con contraplatina suspendida a desplazarse hacia los lados.

El TD 1601 incorpora un motor síncrono de 12 V asegurado a la placa base en un recinto no resonante y amortiguado por un anillo de silicona que es excitado –vía “subplatter” de aluminio- por una imponente fuente de alimentación externa que entrega una señal de +/-16 V continuos a sintetizador de frecuencia que excita al citado motor. Por su parte, el brazo de lectura es un TP 92, con longitud efectiva de 9’1” -231 mm- desarrollado conjuntamente por Thorens y la firma alemana Fink Audio Consulting. Se trata de un diseño unipivot de elegante minimalismo del que habría que destacar su construcción enteramente metálica, un ajuste antideslizamiento magnético y la posibilidad de conectarlo a la circuitería de fono que tengamos tanto en modo balanceado (con conectores XLR) como no balanceado (con conectores RCA).

La escucha: alta precisión… ¡y una respuesta en graves excepcional!

Probé el TD 1601 -equipado para la ocasión con una cápsula fonocaptora de bobina móvil Audio-Technica AT-OC9XSL aunque al respecto hay que saber que Thorens comercializa una hecha a medida para nuestro invitado, la TAS 1600- en compañía de un amplificador integrado estereofónico con arquitectura híbrida válvulas/transistores PrimaLuna EVO 300 Hybrid, un preamplificador de fono a válvulas Cayin CS-6PH y una pareja de cajas acústicas de suelo Sonus faber Lumina V, cableado todo con QED.

Como corresponde a una fuente analógica High End, el sonido del TD 1601 se puede “modular” cambiando la cápsula fonocaptora dándose pos supuesto que se dispone de una circuitería de fono bien diseñada y versátil.

Dejando aparte que hay que estar al tanto a la hora de manipular el brazo de lectura del TD 1601 y que el elevador automático del mismo es un poco “coñazo”, lo cierto es que el Thorens hace honor a su “genética” entregando un sonido muy honesto, fluido y extremadamente generoso en términos de banda pasante que invita a largas sesiones de escucha al brillar por su ausencia cualquier atisbo de fatiga auditiva. Profundizando un poco, ha que decir que los medios y los agudos son ricos, espaciosos y cálidos a partes iguales por cortesía –el diseño 100% a válvulas del previo de fono ayuda de manera decisiva al respecto- a la vez que el grave y el extremo grave son realmente opulentos -¡el subchasis suspendido ayuda mucho!-  sin que por ello desequilibren la curva tonal. Por su parte, la escena sonora global está muy bien dimensionada, con planos sonoros bien estratificados –más en altura y en anchura que en profundidad- incluso en grabaciones protagonizadas por grandes formaciones orquestales. Y de excelente hay que calificar la dinámica gracias, en mi opinión, a la combinación del subchasis suspendido y el nivel de silencio de la fuente de alimentación utilizada. Evidentemente, estamos hablando de un lector de vinilos y todo lo que acabo de decir es susceptible de ser perceptiblemente modificado con un cambio de cápsula fonocaptora.

Para finalizar

El Thorens TD 1601 es un clarísimo “caballo ganador” como consecuencia de la contrastada solvencia de las soluciones de ingeniería que incorpora, una soluciones que moldean una personalidad sonora que se adapta como anillo al dedo a las necesidades y exigencias de todo tipo de géneros musicales. Discreto y estilizado, amén de impolutamente construido y razonablemente asequible, el TD 1601 está destinado a continuar la senda de sus predecesores y convertirse en un futuro clásico. 

Ficha Técnica

  • Configuración: giradiscos con fuente de alimentación separada
  • Sistema de tracción: por correa
  • Brazo: Thorens TP 92
  • Plato: de aluminio
  • Motor: síncrono de corriente alterna controlado y estabilizado electrónicamente
  • Dimensiones: 454x180x369 mm (An x Al x P)
  • Peso: 11 kg
  • Precio de venta al público recomendado: 3.299 euros
  • Importador: www.decineaudiovideo.com 

 

 

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